El mercado de invierno comenzó hace unos días y por ahora no ha habido mucho movimiento: Óscar Ustari dejó el Almería, Thievy Bifouma andaba entre Barcelona y Málaga, Sergio Canales apuntaba a la mudanza en Valencia, a Diego Perotti lo tentaban desde su país, el Manchester United quería a todo el mundo y parece que, al final, se hará con Juan Mata... y poco más. Fichajes habrá y ha habido muchos más, menores, humildes, que solo llaman la atención de unos pocos aficionados y de los periodistas que cubren las noticias regionales y locales.
Uno de ellos ha tocado en una región, o localidad, a la que yo tengo por residencia, lugar de nacimiento y, por inercia o vocación, paisaje sentimental que me ha curtido hasta convertirme en lo que soy, poco más que un socio del club local, y para de contar. Precisamente, al club local, que, así dicho, suena a película comprometida de Ken Loach sobre algún equipo de un barrio obrero en el extrarradio de una gran ciudad, le ha salpicado el mercado invernal hoy mismo. Nos ha salpicado de arriba a abajo, como cuando pisas una baldosa suelta en un día de lluvia. Y, como cuando ocurre eso, también ahora tienes dos opciones, o te lamentas, te fustigas, y maldices a la vida por estar calado hasta la bragueta, o te partes la caja, te vas para casa, te cambias de ropa, y la próxima vez que pases por esa calle, y llegues a esa altura, la miras, y susurras, capulla, esta vez, no me pillas.
Te volverá a pillar, tenlo por seguro, si no es ésa será otra; si no es en la próxima, será a la siguiente.
La noticia, dejémonos de circunloquios con poca gracia, es que Jon Ander Garrido Moracia, nacido en Bilbao en 1989, y jugador del Barakaldo CF durante las últimas temporadas, ha firmado un nuevo contrato con Calambur Intermediaciones, el Granada SAD o el Cádiz, no se sabe muy bien con quién, aunque, supongo, a poco que te informes mejor que yo, se averigua. Quique Pina, hombre de negocios y cuyos negocios se centran en el mundo del fútbol y en la empresa Calambur Intermediaciones, es la razón de que Udinese, Granada y Cádiz, y no sé si algún club más, vivan en una situación comercial y jurídica que, supongo, de nuevo, estará muy clara, pero no para mí, que no he tenido mucho tiempo para informarme como es debido; así que, mejor, os quedáis con lo superficial y, si queréis saber más, os informáis mejor que yo. Lo que he podido entender, a través de la prensa, es que parece que Jon Ander Garrido firma por tres años por el Granada y, durante el primero, será cedido al Cádiz.
Jugar en el Cádiz no le va a suponer salto de categoría. Llega a un club histórico, dirigido por Raúl Agné (subió al Girona a Segunda A, dejando en la cuneta, por cierto, al Barakaldo), y que se encuentra, ahora mismo, en la cuarta posición de su grupo, un puesto por debajo del que ocupa el Barakaldo en el suyo, aunque ambos tienen los mismos puntos. Por cierto, en Cádiz se encontrará Garrido con el vizcaíno Mikel Martins y, probablemente, con algún otro compañero que también llegue nuevo en enero, como Miguel García y el que, en su día, fue nombrado mejor portero de la segunda división, Sergio Aragoneses (después de más de 300 partidos con el Tenerife), que ya han sido confirmados. El club gaditano tuvo que esperar, dada su situación económica (administradores concursales rigen el club), para saber si iba a poder fichar en el mercado invernal. Cuando consiguieron el permiso, Quique Pina se puso al tajo y el tajo, en lugar de morir en Portugal, ha ido a hacerlo al Nervión.
Con la salida de Jon Ander Garrido se marcha uno de los últimos recuerdos que nos quedan de nuestra experiencia más dolorosa y, a la vez, más feliz, de los últimos años. Quedan otros jugadores que vivieron aquello, pero, de alguna manera, el capitán, después de la salida de Txemi Talledo aquel mismo verano, quedó como la imagen, gracias a su gol en Águilas, del final feliz que tuvo nuestro dramático descenso a tercera división al conseguir el ascenso en un solo año.
Por cierto, al portero me lo tropecé hace ya unos cuantos meses por Bilbao, atareado en sus labores de padre, sin darse cuenta de que yo lo miraba con ganas de acercarme, darle la mano, y, de paso, las gracias, por sacar aquella en aquel remate que iba dentro. No le dije nada a Talledo aquel día y, probablemente, si bajo al Pópulo y me encuentro, por casualidad, con Jon Ander Garrido en sus callejuelas, acabe por tragarme las ganas de acercarme, pero, si me atreviera, lo haría también para darle las gracias: no por la mano, pero sí por la cabeza o lo que fuera.
Durante sus cuatro, cinco, no sé cuántas temporadas aquí, Garrido, a mi humilde parecer, ha mostrado una línea regular, ligeramente ascendente. Siempre como medio centro, de esos que ocupan su tiempo en ir barriendo y saneando, de los que se pasan el partido mirando el juego como si fuera una partida de ajedrez, de los que buscan la espalda como los soldados la casamata, de los que, cuando tenían el balón, intentaban colocarlo en la balda que les quedaba más cerca pero bien colocado. En mi obtusa opinión de mero aficionado y socio de poco fuste y menos ánimo de discusión, Garrido, cuando ha sido titular y cuando no, ha funcionado en el equipo como una pieza fundamental del engranaje, de las que no parecen importantes, pero son básicas para que arranque el motor. Tan poco se apreciaban, a veces, sus virtudes, que, generalmente, lo que sí se veía a la primera eran sus flaquezas: poco espacio para florituras y un sexto sentido para atraer cartulinas de colores. Normalmente, los aseaba, como dicta su profesión.
Fuera de lo que diera con los borceguíes, en el fútbol, y más aún en clubes como el nuestro que podrían protagonizar películas de Ken Loach, hay otros intangibles que superan al talento y la precisión: la entrega, el pundonor y la honradez. Y el capitán, en los años en los que lo ha sido, ha cumplido con esos valores. Al menos, en el campo; y, aparentemente, fuera de él. Igual que no me informo bien del mundo de los negocios futbolísticos, tampoco soy de los aficionados que se mantienen enterados del ocio y la intimidad de los jugadores, y me ciño más bien al césped, como el balón. Así que lo que digo, lo digo con miopía, que es como veo yo. Si hubo más, yo lo desconozco. Y según lo que he visto, el capitán cumplió, de sobra y dignamente, con sus labores.
Con todo ello, y repito, en mi modesta e incapaz opinión, ésta es una pérdida importante para el club en un momento igualmente importante. Dicho esto, no creo, tampoco, que sea una baja insalvable. Entiendo que hay forma de cubrirla en la plantilla y que, en el mercado, también habrá refuerzos que puedan, de alguna manera, equilibrar lo que se pierde con lo que se gana. El mercado siempre ha estado debajo de las baldosas esperando días de lluvia, y lo va a seguir estando, tanto para el Barakaldo como para cualquier otro club, por los días de los días, y más aún en estos días, cuando del Córdoba te vas a Nueva York y en los periódicos deportivos necesitan hacer secciones especiales para seguir las carreras de los jugadores nacionales emigrados. Si no es Quique Pina será otro, pero ofertas siempre hay igual que habrá quien las acepte y quien las rechace.
Y ésta parecía irrechazable. Aunque, en principio, Garrido no suba de categoría y juegue en un equipo con la economía renqueante, parece que quien le ficha aspira a darle más galones en el futuro, más cifras en la nómina y más firmeza a su futuro deportivo. Además, el club de origen, el club local del que soy socio, ya sabes, recibe una cantidad económica por el traspaso, lo que nunca puede dejar de ser una buena noticia para nuestras saneadas, pero siempre hambrientas, arcas. O bien para reforzar lo que se ha debilitado. Para lo que sea. Sea como sea, ha sido. Y si es por el bien de todos, pues bien sea. Yo que sé.
En fin, no es que el Real Madrid haya fichado a Lionel Messi ni que Cristiano Ronaldo se haya unido a José Mourinho en Can Barça, no estamos hablando, por supuesto, del fin del mundo, que solo decirlo, suena estúpido, pero, qué quieres que te cuente... no tengo nada mejor (o peor) de lo que escribir. De aquí se fueron Iñaki Moreno, Juan Luis Fuentes, Eneko Rubio, Jon Altuna, Jon Solaun, Asier Armendariz, Galder Izaola... solo por mencionar mediocentros como Garrido, y el balón ha seguido girando; no hemos subido de categoría, pero ahora tenemos mascota, dicen que somos más en las gradas, que las arcas están más saneadas y no sé qué más contarte. Algunos de esos volvieron, otros se fueron cuando debían, algunos, para el gusto de los aficionados, lo hicieron demasiado temprano, pero, como decía, el club no dejó de existir ni el equipo de hacer fútbol, a veces bien, otras, no tanto. No sé si Garrido volverá, ojalá le vaya bien en su aventura, pero, lo que sí sé es que, por mucho que se nos haya ido el autor del gol en Águilas, habrá más goles, más capitanes, más fichajes y, sobre todo, mucho mejores blogueros.
Posdata: la foto la he pillado de la web oficial del club y espero que no me cobren otro medio día del club por ello.
2 comentarios:
Que le vaya bien a Garrido. Gracias por ese gol en Aguilas.
Da la impresión de ser un tipo simpático, si te lo cruzas, salúdale y dale mano, así como las gracias.
Como tú al chapu
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