Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
jueves, 16 de octubre de 2008
Mikel Cuadra
Una vez vi jugar a Mikel Cuadra. Es un día que recuerdo con especial cariño, y eso que, los días posteriores al partido fueron bastante decepcionantes. Como siempre, tengo lagunas que no me van a ayudar a ser muy conciso en lo que cuente, pero lo que si recuerdo con claridad, como siempre una vez más, son pequeños detalles sentimentales que no sirven para nada. Ejemplo: abrazar a Álvaro Coca en la cancha, después del partido. Otro: a todos mis amigos en fila, y un estadio lleno donde no entraba nadie más. El último: a Mikel Cuadra calentando antes del partido. Era el partido clave para el ascenso a lo que por entonces supongo que ya se llamaba Liga ACB. Después del doloroso descenso en el play-out contra el Granada, el Puleva Granada y Mark Simpson llorando en medio de la cancha, llegaron años de travesía por el desierto, que diría algún periodista. Pero, por fin, Bilbao volvía a resurgir y ante un Juventud Alcalá que contaba, creo recordar, con grandes jugadores en sus últimos años como Quique Ruiz Paz, Miguel Ángel Pou o Jerome Mincy, nos jugábamos el ascenso a la máxima categoría. Ahí va la clave: no recuerdo absolutamente nada del partido. Supongo que fue emocionante. Estoy seguro de que estaba sobrio, aunque igual se me subió la emoción, porque no recuerdo nada. Nada más que que ganamos el partido, que saltamos a la cancha, que nos abrazábamos a los jugadores, que nos quedamos roncos y que los días fueron muy largos hasta que se confirmó que el club no tenía el dinero para pagar el canon y volver a la ACB. Recuerdo la oscuridad del frontón de un viejo pueblo de la meseta castellana donde aquel verano pasé unos pocos días visitando a la familia. Recuerdo estar hablando de baloncesto mientras bebíamos vino a morro, junto a la era donde soplaba el viento y el amigo de mi primo que entrenaba con el Salamanca y había defendido a Perry Carter me preguntaba por qué no subíamos y yo me cagaba en la madre del Taugrés o más bien en la madre del dueño del Taugrés. Siempre hay que buscar un responsable y los rumores cuando tienes pocos años de experiencia aún no pueden filtrarse en sarcástica indiferencia. Pero, en fin, a lo que iba. La memoria es así. Lo que recuerdo con más claridad de aquel partido tan dramático y emocionante, es la ronda de calentamiento y a Mikel Cuadra lanzando triple tras triple sin fallo. Seguro que más de uno recuerda a Mikel Cuadra, aún escribe en algún periódico y tuvo años de éxito en el baloncesto, pero no me conozco ni su carrera ni su palmarés, solo sé que le vi jugar una vez, en La Casilla y que en el calentamiento, cuando ya llevaba varios minutos tirando a canasta, me di cuenta de que llevábamos demasiado tiempo en silencio, me giré y el amigo que tenía más cerca era Emi, los dos nos miramos a los ojos y no hizo falta decir nada. Solo uno de los dos debió decir algo así como qué cabrón, y volvimos a mirarle tirar. Quizás Emi recuerde el número de triples que lanzó y cuantos fallos tuvo si es que tuvo fallos. Para nosotros, fue algo increíble. Desde todas las posiciones, con diferentes gestos, Mikel lanzaba a canasta y no fallaba nunca. Y era Mikel Cuadra, ¿quién era Mikel Cuadra? Era un tipo delgaducho, medio calvo, con pintas de estar de vueltas en el mundo del baloncesto y, sin embargo, el tío no paraba de meter canasta tras canasta. Me da igual, se convirtió en nuestro ídolo. Desde entonces, ninguno de los dos hemos olvidado a Mikel Cuadra. Y vimos a hacer algo parecido a Óscar Schmidt Bezerra ya casi con cincuenta años. Y vi hacer lo mismo a Sam Cassell en Minneapolis y hemos visto los videos de Byron Scott, de Bernard King, de Larry Bird, hemos oído hablar de los piques de Sabonis y Arlauckas, de las lecciones de Obradovic e Ivanovic, he visto entrenar a Perasovic sin ganas y vacilando con Marcelo Nicola, sabemos lo que hicieron Majstorovic y Koljevic cuando se picaron con Raúl López. Pero, a nosotros, el que se nos quedó grabado fue Mikel Cuadra. ¿Por qué? Quizás porque era Mikel Cuadra y quizás porque éramos nosotros, entonces y así, pero, sí, una vez, igual que Mark Madsen me guiñó un ojo, vi calentar a Mikel Cuadra y... lo dicho, no voy a repetirlo.
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