Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
sábado, 3 de enero de 2009
Jutta Kleinschmidt
Cuando aún no era ni adolescente, mi padre me llevó al Salón del Automóvil que organizaron en Bilbao. Recuerdo ver un fórmula uno, la moto de Champi Herreros, un coche del campeonato de rallies nacional, el coche de Batman... y un camión enorme que había corrido el Dakar. No sé si fue en esta exposición o durante el Parque Infantil de Navidad cuando también vimos a Kit, así que diré, manteniendo la duda, que lo que más me impresionó fue el camión. Quizás solo fue por el color de las pegatinas o el tamaño de las ruedas. Parecía imposible si quiera subirse allí arriba. Cerca, había fotos de camiones parecidos volando sobre dunas de arena. Ahora que va a empezar el Dakar sin Dakar, el Dakar más singular de la historia, me acuerdo de Jutta Kleinschmidt, la primera mujer que consiguió ganar el París-Dakar. Allá por 2001. Nunca me ha gustado especialmente el motor, ni tan siquiera conducir. Cuando Jutta ganó el París-Dakar, me enteré, me enteré como tanta otra gente que no seguía ni quería seguir el rally. El valor de aquella victoria vino dictado por el sexo de su ganador, en este caso ganadora, claro. No sé por qué, pero me alegré. Por lo poco que he averiguado, tengo entendido que Jutta Kleinschmidt es una auténtica aventurera, además de ingeniera de carrera, instructora, piloto de rallies y fanática de la tecnología. Aprovechó su éxito en el tour para tomar parte en varias aventuras diseñadas para televisión. Este año creo que no participa en el Dakar, de hecho, no sé qué fue de ella ni antes ni después de su victoria en 2001. Pero en 2001, así es, ganó. Sé que a alguno le picó. Sigue habiendo un enorme desequilibrio en la participación. Por poner un ejemplo, este año, en el que se batirán récords de participación, de los 24 rivales que tendrá el favorito Josef Machacek en la categoría de quads, solo tres son mujeres. Pocas mujeres más en las otras dos categorías. La española Beatriz García Puertas partirá en su Toyota con el ambicioso objetivo de competir. Y... precisamente en este momento Bender acaba de enamorarse de una robot rubia con unas buenas tetas y como estoy prestándole más atención a eso que a esta entrada que pretendía ser, supongo, reivindicativa y comprometida, será mejor que lo deje. Ya veremos si Isabelle, Beatriz, Corinne o cualquiera de las otras pocas mujeres que se han ido de viaje a Argentina consiguen igualar lo que logró Jutta. Pobre Bender, le ha quitado la novia Flexo. En fin, lo dejo aquí.
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