jueves, 9 de julio de 2009

Txetxu Rojo


Ya no quedan muchos chiquiteros que hablen de la quinta de Zarra. Las cuadrillas se regeneran. Los más veteranos hablan de cuando Irureta volvió del Atlético de Madrid. De Txetxu Rojo, de Gisasola que tenía una tienda de deportes en Bilbao donde yo me compré unas preciosas jotajaiber y mi padre le pidió al propio Gisasola que me regalara una camiseta. Las nuevas generaciones hablan de la quinta del doblete, de los Liceranzu, Urkiaga, Goiko, Urtubi, Sola, Dani, Argote y sobre todo Sarabia, el chaval que vengó la afrenta de su hermano. Pronto habrá cuadrillas de chiquiteros que echen la vista atrás para hablar del gol de Genar Andrinua al Anorthosis Famagusta, del último gol de Julen Guerrero en la remontada al Osasuna, de Ezquerro y Yeste en Lieja, de Joseba Etxeberria en el último partido de Liga ante el Zaragoza, de Toquero en las semifinales de Copa o de Ziganda y su cabezazo ante el Parma. Las viejas generaciones hablaban de Gainza levantando Copas, las nuevas solo podremos rememorar viejos detalles sin gloria, pero la memoria sentimental no entiende de palmarés, las imágenes en blanco y negro tienen la misma prestancia y solemnidad. Sigo pensando que aún hay días de gloria por llegar, aunque quizás lo que merece la pena es el mediante, el tiempo de espera, incluso las oportunidades perdidas, los fracasos, los disgustos. Somos una generación de recuerdos mediocres. Quizás, por eso, seremos una cuadrilla de chiquiteros con más ganas de beber que de cantar. Ojalá, pronto, tengamos nuestro Txetxu Rojo, nuestro Piru Gainza a hombros y con la Copa apuntando al cielo.

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