Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
jueves, 29 de abril de 2010
Tolo Calafat
Esta mañana he ido a correr. Ayer evité el calor, así que esta mañana tenía pensado probar con una media maratón. Rodeos por la ciudad hasta el pulmón oculto de El Regato y vuelta con más rodeos hasta casa. No he podido. A los cinco kilómetros, en Gorostiza, he tenido que parar. El calor, la espalda y una extraña melancolía que no me deja descansar estos últimos días me han hecho parar. He descansado un par de minutos y he vuelto a arrancar, pero de vuelta a casa. Otros cinco kilómetros al trantrán y una sensación de fracaso al llegar a casa. He encendido el televisor.
Ahora truena lejos. Aún no se ha puesto a llover. Se oyen voces en el patio del colegio y a los coches frenar en el cruce. Pero yo solo oigo la tormenta avanzar sin que nadie le preste atención. Y esa tormenta me ha llevado más lejos. Muchos kilómetros más lejos. A 7.500 kilómetros de altura.
Aún recuerdo las crónicas sobre el fallecimiento de Iñaki Ochoa de Olza. Aún resuenan en mi cabeza y hoy entran más voces sin avisar. Llevo media hora leyendo blogs, el de Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro, el del Grupo SSM, prensa, declaraciones, ecos de una montaña tan alta que parece estar muy lejos de esta calle calurosa donde la lluvia empieza a condensarse en el cristal de las ventanas. No me quedan palabras, así que copiaré las del doctor Morandeira que copiaba hoy en su blog Fernando J. Pérez:
"Anoche, ni el súper jefe Jong con todo su poderío económico, su impresionante despliegue económico y humano, y su manifiesta buena voluntad al frente de su gabinete de crisis al completo, pudieron ayudarnos. La bajada del Annapurna se convirtió al final en una retirada descontrolada en la que tras casi 24 horas de esfuerzos interrumpidos a mas de 7.000 metros de altura, cada uno de los participantes no podía hacer mucho más que pelear hasta la extenuación por su propia vida. Uno es ya perro muy viejo y cuando vi que la llegada a la cima se desarrollo entre las 15 y las 16 horas habiendo salido del Campo IV a las 2:00h de ese mismo día, la preocupación empezó a dominarme, muy por encima del sentimiento de alegría que nos producía el ver como TODOS alcanzaban la cima. Demasiado tarde, demasiado lento, demasiado esfuerzo, en una montaña temible en la que los descensos suelen convertirse en épicos. Una montaña que nunca me ha gustado, ni me gusta técnicamente hablando. Un montaño inmenso que obliga a largos rodeos desplazamientos y recorridos. Una montaña que se cae a trazos en medio de un maremagnun de seracs, caídas de rocas y avalanchas sin cuento. Una montaña en la que uno no depende de si mismo, si no de los desatados elementos.
Ayer, la tarde noche fue terrible, mientras poco a poco, los ascensionistas iban llegando destrozados al Campo IV en historias personales de supervivencia increíbles: los Coreanos como Miss Oh, al borde de la extenuación,; los dos rusos con ayuda y edematosos; los demás tocados en mayor o menor grado, menos jorge Egocheaga y martín ramos que parecen de otra galaxia y bajaran hasta el Campo II ayudando a un sherpa con edema cerebral; los nuestros, destrozados. Juanito, Carlos y el sherpa Dawa llegaban a las 24h al límite de sus fuerzas con congelaciones y alteraciones en la visión. Tolo y el sherpa Sonan, los mas jóvenes, no lograban llegar y se vieron forzados a un vivac a 7. 300 metros. Nadie en el campo IV parece estar con fuerzas para ayudarles. Desde el campo Base estamos organizando la operación de rescate y si no salen por sus medios los sacaremos. Quemando todo el enhebro que hay en este monte para ganarnos el favor de los dioses desde luego. Pero los vamos a sacar, a Tolo, su sherpa y a todos los del campo IV. En eso estamos."
Mañana volveré a ir a correr. Volveré a acordarme de Tolo Calafat, del sherpa que lo buscó durante once horas por un territorio que ni la nieve fresca conseguía iluminar. Volveré a acordarme de Iñaki y de la cima puntiaguda que parece apuntar a una dirección que nadie quiere seguir. No tiene nada que ver con la extraña melancolía que me acompaña estos días, pero intentaré compartir con ellos, desde lejos, inúltimente, el dolor de una tragedia tan épica, tan humana, tan real que muchos siguen sin entenderlo.
Descanse en paz Tolo Calafat.
Aupa HC, llevaba tiempo esperando que escribieras algo sobre alpinismo. Pensaba que iba a ser por la famosa, y en mi modesta opinión patética, carrera entre Edurne y Miss Oh. Es una pena que al final haya sido por esto, pero te felicito por la crónica. Debo reconocer que me ha pasado algo parecido a ti, me he acordado mucho de Iñaki, Félix y de todos los demás... Yo creo que hay poco que entender, simplemente, como dijo aquel "porque están ahí".
ResponderEliminarGOIAN BEGO.
Aupa Mitxel,
ResponderEliminarYa había escrito antes algunas cosas, creo, porque ya ha habido tantas entradas que ni me acuerdo. En su día creo que hice una sobre Pasaban. Tengo a gente detrás, mi amigo Loren, por ejemplo, que algunas veces me ha picado para que escriba sobre algún alpinista, pero siempre me da pereza, porque me quiero poner demasiado serio y no sé cómo explicar algunas de las cosas que me hacen sentir todas estas personas, para lo bueno y para lo malo. La de hoy ha sido como un desahogo, porque después de leer todas las cosas que estaba leyendo me estaba poniendo bastante triste. Mi cumbre más alta es el Gorbea, pero en su día tuve la oportunidad de estar en Luz Ardiden, y ninguna de las dos experiencias se pueden comparar con las de estos alpinistas, pero puedes atreverte a imaginarte que sientes ahí arriba y se me encoge el corazón. Todas las cosas no tienen por qué tener explicación. Espero que algún día escriba sobre alpinismo pero por algún motivo menos trágico. Gracias por el comentario de todas formas, y ya me contarás como va ese pie.