lunes, 19 de julio de 2010

Kepa Acero


No suele ser el surf protagonista en este blog. Me gustan los Beach Boys y disfruté como un enano del concierto de Brian Wilson hace años, pero para de contar, y ya ves tú que triste bagaje. He silvado la canción de The Drums, eso sí, pero es significativo que lo único que sepa decir de surf haga referencia a grupos de música. Soy de la margen izquierda, nunca me dio por la tabla. Ni cuando veraneaba en Oriñón, realmente. Tenía un boogie. Un día se lo presté a G y D y nos las vimos putas para rescatarles cuando les arrastraban las mareas de la ría. A poco más, y se quedan con los mojojones en las rocas de Islares. Eso es todo. Pero hoy he leído lo que está haciendo Kepa Acero y me ha parecido muy interesante. Él mismo reconoce que se inspiró en el proyecto de los hermanos Pou, y llevo tiempo con la idea de escribir una entrada sobre ellos, pero, por una u otra razón, siempre lo dejo.
El caso es que el surfista de Algorta está llevando acabo un proyecto con el que pretende, según sus propias palabras, recuperar el espíritu romántico del surf de los 70, cuando los surfistas buscaban la ola perfecta alrededor del mundo. Acero pretende coger cinco olas en los cinco continentes y ya empezó su aventura hace un tiempo en Namibia, aunque se guarda el lugar exacto para que el turismo surfista no llegue al lugar. Después, siguió en Java, Indonesia, con una ola de 600 metros que le dejó secuelas en el traje de neopreno pero le dejó feliz y satisfecho. De aquí, marchará a Gnaralu, Australia, y luego a Chile, para terminar en casa, en Mundaka. El que fuera campeón de Europa junior, nunca fue amigo de la competición, pero esta aventura llena de conversaciones con pescadores autóctonos, viajes en autobús y barcazas, leyendas susurradas por amigos surfistas de todas las nacionalidades y los mapas del google earth le debe venir como anillo al dedo. Espero que su última ola en Mundaka, rubrique un viaje lleno de experiencias que probablemente superen lo meramente deportivo. Una forma de encarar la vida distinta y apasionante. Suerte. Por cierto, la aventura se puede seguir por internet, como no, muy cómodamente.

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