miércoles, 23 de febrero de 2011

David Clinger


El segundo protagonista ha tenido una vida más intensa. Al fin y al cabo, tiene ocho años más que el bueno de Steven Cozza. Cuando su compatriota se afanaba por luchar por la igualdad sexual en los boy scouts, Clinger ya corría en el campo profesional. Ya no lo hace, entre otras cosas porque en 2010, si no ha habido cambios al respecto, la agencia anti-dopaje americana le sancionó con dos años por uso indebido de testosterona sintética.
Clinger empezó en el ciclismo profesional con unas expectativas enormes. Se veía en él al hombre rápido que dominara el pelotón americano. Muy pronto llegó a Europa de mano del Festina y cosechó algunos éxitos. Que yo recuerde ahora, aunque quizás fue antes de fichar por Festina, se hizo, por ejemplo, con el Gran Premio de Villafranca de Ordizia. Después acabó por fichar por el Domina Vacanze, pero no le fue bien del todo y regresó a su país.
Su carrera dio un vuelco inesperado en 2005, cuando se presentó a los entrenamientos tras el verano, con toda su cara tatuada. Clinger se había hecho un tatuaje facial maorí que duró 12 horas y tuvo que ser tratado con acupuntura para mitigar el dolor. Su equipo rompió el contrato porque aquella máscara no daba la imagen que querían transmitir. La carrera de Clinger fue devaluándose. Fichó por Rock & Racing, pero ya no fue lo mismo. Se vio involucrado en una pelea, acabó en la cárcel... Y siguió con su máscara.

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