A finales del año pasado, en una entrevista para cyclingnews.com, si no me equivoco, Riccó anunció que la Cobra había muerto. Se refería a su apodo. Ya no soy agresivo, dijo. Me da igual que la prensa hable más de Basso, Nibali o Scarponi que de mí, soy un nuevo corredor, estoy más tranquillo, la Cobra ha muerto. Algo así.
El hombre que deslumbraba lanzando los ataques más mortíferos desde Marco Pantani, el hombre que le rompió el alma a Matxin, parecía haberse reformado. Cumplió con su penitencia por consumir EPO-CERA y sobrellevó las suspicacias de todos los que sospechan del que peca una vez. Volvió a correr con el Cerámica Flaminia y acabó por fichar por el Vancasoleil holandés. En su regreso a la competición, siguió ganando, se llevó la Coppa Sabatini, una etapa del Giro del Trentino, dos etapas de la Settimana Lombarda y otras dos más la general de la Vuelta a Austria. Decía que se encontraba muy cómodo en su nuevo club, un proyecto ambicioso liderado por Hilarie Van der Schueren y Michel Cornelisse, donde tenía como compañeros a Ezequiel Mosquera, Stijn Devolder, Matteo Carrara o Romain Feillu entre otros. También decía con convencimiento que se podía ganar un Giro sin doparse y se había anunciado su presencia en la próxima París-Niza.
Además, Riccó estaba dispuesto a lavar su imagen. Decidió unirse al preparador Aldo Sassi, un reconocido entrenador privado italiano que trabajaba, entre otros, con Cameron Wurf, Cadel Evans o Ivan Basso. Sassi decía que podía demostrar que ninguno de sus corredores recurría a prácticas ilegales. Sassi quería trabajar con Riccó, quería ayudarle a reinsertarse en el pelotón. Sassi murió repentinamente hace poco al no poder ganar su lucha contra un tumor. Aún así, Riccó siguió mostrándose contundente en los asuntos que le relacionaban con el dóping. Contestó sin ambages a Cavendish cuando este dijo que Riccó era un "parásito" y anunció que rompería su relación con Vania Rossi, su pareja sentimental, madre de su hijo y corredora de ciclo-cross, cuando a ésta se le detectó el uso de productos ilegales, en concreto, la dichosa CERA nuevamente. Riccó juró que no tenía nada que ver y que no retomaría su relación con Rossi hasta que no se aclarara el asunto. La prueba B de Vania Rossi dio negativo, aún así, se la seguía investigando.
Y Vania Rossi estaba hace unos días en el hospital de Pavullo donde Riccardo Riccó fue ingresado de urgencias por ciertos repentinos y graves problemas renales. Riccó andaba entrenando cuando se sintió indispuesto. Los primeros partes médicos no eran muy positivos, incluso, se le trasladó a otro hospital para que trataran mejor su dolencia. Según el último parte médico, el estado de salud de Riccó ha mejorado, pero aún así, aún se mantiene en estado de gravedad.
La noticia ha saltado cuando La Gazzetta dello Sport, hoy mismo, ha anunciado que el médico que le atendió en Pavullo ha declarado que Riccó, en estado de shock, y delante de Vania Rossi, confesó haberse practicado una transfunsión sanguínea. Dijo también que guardaba la sangre en su frigorífico y que temía que pudiera encontrarse en mal estado.
La reacción de su equipo ha sido pudorosa por ahora, se limita a confirmar los rumores y a anunciar que lo están investigando y que su política de tolerancia cero les obligaría a expulsar al corredor si se confirma. Las declaraciones de Renato di Rocco, presidente de la Federación Italiana de Ciclismo, han sido más contundentes, pero acaban por decir lo mismo: se investiga. Bettini ha resumido el aire amargo y ofendido del ciclismo italiano acordándose de Sassi. Para Bettini, si es cierto lo que ha hecho Riccó, es una ofensa para la familia del último hombre que intentó echarle una mano.
Si es cierto... es lo que queda. Riccó sigue recuperándose en el hospital de Baggiovara en Módena, mientras aficionados, periodistas y curiosos esperan para adivinar si la Cobra le ha dado el último y definitivo mordisco venenoso a su carrera deportiva. El ciclismo, a pesar de todo, pase lo que pase con la defensa de Contador, haga lo que haga Bernard Kohl, se retire o no se retire Floyd Landis, esté donde esté Tyler Hamilton, seguirá adelante, le pese a quien le pese.
ya lo dice igor Antón: "Un jarro de agua fría para todos. Era y es la referencia mundial. Espero que todo quede lo mejor posible para él y para el ciclismo. Pero siguen saliendo chavales jóvenes y el ciclismo no va a morir".
ResponderEliminarEl País: http://www.elpais.com/articulo/deportes/Hay/cosas/graves/caerse/vez/Vuelta/elpepuespvas/20110208elpepudep_15/Tes
Mejor que lo diga él a que lo diga yo, sí
ResponderEliminarY Roberto Wagner dijo:
ResponderEliminar"Riccó es el mayor anormal que ha habido nunca"
Y al día siguiente descansó.
Os veo muy optimistas con el futuro del ciclismo, espero que tengáis razón... De todas formas el caso concreto de Riccó, no sé si creérmelo, es que si es verdad lo que dice el médico hace falta ser muy pero que muy anormal.
ResponderEliminarAcabo de ver lo de Wagner y lo del resto de los comentarios de ciclistas. Yo no soy muy amigo de comentarios tan contundentes, pero si todo es verdad, si el médico ha dicho la verdad, que me cuesta dudarlo, un tío que guarda sangre en su nevera y se la inyecta 25 días más tarde, un tío que tiene una segunda oportunidad después de haberle hecho el daño que le hizo al ciclismo, un tío que se dejó llevar por la soberbia y el verbo fácil, la ambición y los atajos, y aún así siguió recibiendo el apoyo de la gente... Un tío así se parece mucho al que describe Wagner.
ResponderEliminarYo siempre seré optimista, Kantzelase, pero también soy un poco gilipollas, así que.