martes, 19 de abril de 2011

Jamiel Shaw II

Su historia la conocí un año atrás, pero hasta hoy no volví a acordarme de ella. Lo he hecho hoy cuando he leído la noticia a cerca de los premios Pulitzer que habían premiado, sobre todo, a los periódicos The New York Times y Los Ángeles Times. Uno de los premios que ha recibido Los Ángeles Times ha ido a parar a manos de la fotógrafa Barbara Davidson por su reportaje sobre las víctimas de la violencia de bandas. Lo más significativo de su reportaje es que Davidson refleja el sufrimiento de gente que podría considerarse secundaria dentro del escenario protagonizado por las bandas y sus rivalidades.


Una de esas fotos muestra a dos personas, una de ellas un niño, agarrados y caminando a través de un mausoleo. El mayor de los dos lleva una sudadera en la que se lee "My Hero, Rest In Peace" (Mi héroe, descanse en paz) y lleva serigrafiado una fotografía de Jamiel Shaw II posando con su equipaje del equipo de fútbol americano del Instituto de Los Ángeles.


Dicen que Jamiel Shaw II tenía una prometedora carrera por delante en el mundo del fútbol americano profesional. La universidad de Stanford y los Rutgers de New Jersey ya se habían puesto en contacto con él para convencerle de que cumpliera su periodo universitario con ellos. Dicen que, además, era un buen estudiante.


Sin embargo, el 2 de Marzo de 2008, cerca de su casa, mientras iba por la calle, un coche paró en seco, alguien se bajó de él, le preguntó a qué banda pertenecía, y antes de que le diera tiempo a contestar, lo mataron a balazos. Tenía 17 años. El presunto asesino tenía dos años más que él. Un extranjero ilegal, miembro de la banda de la calle 18 (18th Street Band) que mantiene una rivalidad con los Bloods, banda mayoritaria en el barrio de Arlington Heights donde vivía Jamiel Shaw II.


Su asesinato levantó un tremendo estupor y una tristeza tan enorme que llevó a su padre, y a su tía, Althea Rae Shaw a embarcarse en diversas manifestaciones y actividades sociales. El brutal asesinato cobró más relevancia entre los medios cuando se dijo que el joven jugador del Instituto de Los Ángeles no era miembro de ninguna banda, que era un deportista de futuro y un aplicado estudiante y que su asesino era un inmigrante sin papeles.


La realidad de las bandas y de los barrios en las que se organizan es mucho más compleja de lo que parece. Ser miembro o no, no te libra de sufrir o participar de las actividades que generan esas bandas. Las bandas no son entes aislados de miembros violentos, si no que están arraigadas en la actividad social de los barrios. Si no eres miembro, puedes ser simpatizante, o amigo, o vecino, o conocido, o trabajador social, o profesor, o padre, o hermano, o novio, o novia, o ex, o pretendiente o testigo. Como bien explicaba Alex Alonso, uno de los responsables de la página web streetgangs.com, de los 40.000 miembros registrados en bandas en la ciudad de Los Ángeles, solo entre 4.000 y 6.000 son criminales violentos y reiterados, el resto pueden sufrir una violencia parecida a la que refleja Davidson y a la que sufrió Shaw II. Él no era miembro, pero sus amigos del barrio lo eran, y él simpatizaba porque no podía hacer otra cosa, era su gente, sus amigos (leed Barrio on the Edge de Alejandro Morales). En el momento de su asesinato, vestía un cinturón rojo, que puede ser un símbolo de pertenencia a esa banda. Todo eso no justifica su asesinato, pero refleja la complejidad de una situación social crítica que debe ser atajada desde perspectivas complementarias y muy variadas.


Como dice Alex Alonso en ese artículo, muchos profesionales del mundo del deporte han demostrado afinidad con el mundo de las bandas porque no pueden ser ajenos a él si han crecido en el barrio, si la gente con la que han compartido experiencias vitales no ha conseguido alejarse de ese mundo. Ciñéndome al mundo del baloncesto por ser el más afín a este blog, en su reportaje Alonso recuerda que Paul Pierce, hace no mucho, le hizo un gesto propio de la banda de los Piru Blood y que representaba a su barrio de Inglewood a Al Horford durante un partido de playoff. Stacey Augmon, Keyshawn Johnson y Baron Davis (quien precisamente trabaja en la producción de una película sobre bandas callejeras) tuvieron relación con alguna banda.


La foto no puedo copiarla, pero añado el link a la página de Los Ángeles Times donde podéis ver las fotos, algunas desgarradoras, otras pausadas y silenciosas pero significativas, con las que Barbara Davidson ha ganado el Pulitzer:








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