Acabo de cerrar la pestaña de internet, ya lo dejé. Estaba empezando a sentirme incómodo, como si me remordiera la conciencia observar a tanta gente desgraciada viviendo una tragedia que solo se entiende si no se compara ni se racionaliza, porque no se puede.
Mariano Pavone cogió el balón sin pensárselo, aunque, si me lo preguntas, debajo de su barba, en sus ojos inquietos, se veía cierta preocupación que debió anticipar Olabe bajo los palos. Le acertó la dirección y le cogió la fuerza tanto que hasta le llegó para atajar el balón.
La salida de Villalva y Bordagaray ya no sirvió para mucho.
Ya se anticipó cuando Farré recogió el balón delante de Carrizo y lo metió dentro de la portería despertando al Monumental de un sueño desesperado que ya se viraba a pesadilla.
El Pereira de River corría por no tener que parar. Lamela se clavaba las botas al verde para tenerse en pie. Carrizo, en su rincón, estoy seguro de que ya había empezado a llorar. El entrenador, JJ López, intentaba que su espalda tiesa impusiera cierta dignidad quebradiza.
Y entonces han tenido que parar. Una sensación de inevitabilidad parecía apoderarse de los comentaristas. Todo parecía irreal. El círculo fosforito de la seguridad privada dibujaba la silueta de un cadáver en un Monumental que enmudecía a pedradas.
Lloros desconsolados que solo se entienden si quieres.
Y los del Belgrano pagando su rol en la naturaleza propia de la experiencia humana: uno llora, siempre, otro ríe. En Núñez se llora, en Córdoba se ríe. Muniain hace de Reina, las chicas del baloncesto se desconsuelan sentadas en el suelo. Y el Monumental, cuando se quede vacío, seguro que aún suena. Y sonará con unos ecos nuevos, inesperados, desesperados, amparados con una ilusión igual de desconocida y nueva para los hinchas de River.
Mariano Pavone volverá a tirar ese penal mil veces, pero, aunque lo sueñe al revés, seguirá fallándolo. Y en el hall, como decía uno, los fantasmas.
Pobre River, aunque tengo simpatía por Boca la verdad es que me ha dado mucha pena que bajen. Por lo menos el otro River ha subido, de lo cual me alegro, aunque nos hemos quedado sin derby para el año que viene.
ResponderEliminarEs cierto, ironías de la vida, un river sube el otro baja.
ResponderEliminarComo la vida misma: "river" arriba, river "abajo".
ResponderEliminarMitxel, por desgracia, nos vamos a aburrir de derbys vizcaínos.
Contra el Balmaseda, por ejemplo. Cada vez que vamos a correr a Ordunte y pasamos por el campo, nuestro amigo Mitxel, no sin resignación, repite: así que ahí vamos a jugar la temporada que viene... Con todo respeto, por cierto.
ResponderEliminar