Christina Ricci

Un día me comí un helado en las heladerías artesanas Giuseppe Ricci de Madrid, sip. Creo. Y luego ayer leí: "el italiano Francesco Ricci Bitti, reelegido presidente de la ITF". ¿De verdad? La ITF no es una compañía de ferrocarriles belga, es la Federación Internacional de Tennis. Ricci Bitti. Yo conocía a un ciclista que se llamaba, y se llama, Davide Ricci Bitti. Siempre me hizo gracia su nombre. Hace poco brilló en Portugal. Sigue corriendo en el ISD. Me gustaba: Ricci Bitti. Así, compuesto, sonoro, poético. Y luego había otro ciclista francés que se llamaba Martial Ricci Poggi. Ricci Poggi. Así, compuesto, sonoro, poético. Me imaginaba que Ricci Bitti y Ricci Poggi eran colegas y uno le llamaba Bitti a Poggi y Poggi le llamaba Bitti al otro. Y los dos eran Ricci. Y luego estaba esa tía italiana que andaba por el curro con una carpeta decorada con la foto de un actor italiano bien guapo y sonriente. Le pregunté quién era, y me dijo que Davide Ricci. Bitti, le contesté. ¿Cuál? Déjalo. Y falta ella, claro: Christina Ricci, que ni es Poggi ni es Bitti, ni italiana ni francesa. Nació en California. Digo yo que algún deporte practicará para mantenerse en forma, así que ya está ahí la justificación. No tuvo que ser fácil aguantar a Raoul Duke cuando hacía de Lucy en Fear and Loathing in Las Vegas. O mantener esa compostura tan inquietante cuando hacía de Wednesday Addams en La familia Addams. O montar a caballo cuando hacía de Katrina Van Tassel en Sleepy Hollow. O cuando Aileen, que era una irreconocible Charlize Theron se enamoraba de ella, que era Shelby, en Monsters. O cuando se volvía ángel inquietante y cargaba con un Moby agonizante en su vídeoclip Natural Blues, que cuelgo al final. Así que algún deporte practicará, como supongo que Francesco jugará al tennis y Poggi y Bitti habrán coincidido alguna vez en el pelotón. Eso sí, seguro que, ninguno de ellos, ha probado los helados artesanales de las heladerías madrileñas Giuseppe Ricci. O igual sí.