Este año no sé si el keniata participa, pero yo sí. Ahora, él apenas superó la hora cuando pasó por la media, y después siguió corriendo hasta completar los 42 famosos kilómetros con sus 195 metros de postre. Yo, no. Yo me pararé cuando llegue a los 21 kilómetros, con sus 97 metros de postre.
Ya se acerca el día. El sábado, a eso de las 9:30 de la noche, y si no hay ninguna noticia desagradable hasta entonces, allí estaremos, cerca del Guggenheim de Bilbao, con nuestras zapatillas caladas y la tensión en los puños. Yo estoy nervioso. Es la primera vez que me voy a enfrentar a una cifra que me merece mucho respeto. Lo sé, los que saben me dicen que la Behobia es más dura y ya la corrí el año pasado, pero cada uno tiene sus sensaciones y sus temores, y los lleva como puede.
Tengo la sospecha de que he mejorado a peor. Me explico: en los últimos meses he entrenado bastante, mi ritmo de carrera ha mejorado, y mucho. He rebajado en más de treinta segundos los parciales por kilómetro que hacía antes en los entrenamientos, tanto en los exigentes como en los que no lo son. Me veo más fuerte y más seguro, pero menos sólido. Puedo comenzar siempre con una carrera explosiva, por encima de mi ritmo y cada vez la alargo más, pero eso me ha llevado a que he perdido destreza para carburar, para templar, para dosificar. Hasta ahora todas las carreras que he corrido se han distinguido porque siempre he llegado a meta con la sensación de que podía haber ido más rápido. Soy prudente, guardo al principio, a veces demasiado, y aprieto al final, a veces mucho, depende de lo que haya reservado al final. Pero, ahora, parece que he perdido esa cualidad. La inercia y la emoción de ver que tu zancada puede ser más rápida y efectiva, me hace perder la perspectiva, la noción de la distancia. El miércoles, es decir ayer, hice mi último entrenamiento serio antes del sábado. Hoy no podré salir y mañana solo trotaré un rato acompañado de nuestro compañero M. En mi último entrenamiento, salí convencido: no corras, recula, disfruta, el rollo es hacerse kilómetros y volver a recuperar la sensación de que sabes calcular. Al principio parecía que sabía hacerlo, e iba ligero y ágil. Pero cuando quise darme cuenta mi ritmo había subido demasiado, pero mi cuerpo lo aceptaba y no podía rechazarlo. Como era muy tarde y no había mucha luz, había cambiado de recorrido, así que no sabía cuantos kilómetros llevaba y no quería mirar el reloj. Por tozudez, me obligué a frenar, pero enseguida me podía la inercia, y para cuando miré el reloj, calculé que llevaba unos siete kilómetros, empezó a llover, torcí en dirección a casa, y empezó a temblarme la resistencia. La caja empezaba a fallar, la espalda se encorvaba, temía que se empinara un solo grado la carretera. En un kilómetro, las sensaciones cambiaron por completo y empecé a pagar el ritmo anterior. Al final, acabé apretando los dientes y esprintando con ganas, pero apenas había hecho 600 metros más después de cumplir los 12 kilómetros, y la sensación final y general era que, definitivamente, había perdido mi principal cualidad como patético corredor de fondo popular: el sentido común.
En fin, ésas son mis malas sensaciones. Además de que me pinchó un poco la rodilla izquierda. Las buenas son que sí, que la Behobia es más dura y la terminé esprintando y bajando de las dos horas, que para mí era un logro. Las buenas son que sí, que he ganado en resistencia, si antes me sentía mal paraba mucho antes, me venía abajo rápido, ahora el fondo me arrastra por unos cuantos kilómetros más. Las buenas son que sí, que sé que luego siempre doy un poco más. Y las buenas son que sí, que tengo ganas de verme ahí, de ponerme contra las cuerdas, de superarme, de llegar a meta y sentirme a gusto conmigo mismo, orgulloso de seguir una zancada más, sin parar. Ésa es la única sensación que busco cuando corro, una sensación que tiene una doble repercusión con respecto a los momentos del día en los que no corro: por un lado, sirve como de sortilegio, de purificacción, por otro sirve como de lección, como de proyección. Corriendo parece que alivias tus penas, desconectas, pero quieto parece que aplicas las lecciones que tu cuerpo te enseña mientras corres.
Ah, y por cierto, otra mala sensación que suena a risa: no entiendo el mapa del recorrido. Así que empezamos bien. Pero ya me lo explicarán. Y, si no, me dejo llevar. Lo dicho, el sábado estaremos allí, saldremos más tarde que Cherogony, si es que corre, y esperemos llegar antes que él aunque con 20 kilómetros menos en las piernas. Y, después, lo celebraremos por todo lo alto, con un experimento arriesgado: ¿cómo tolerará la cerveza nuestro cuerpo después del esfuerzo? Publicaremos los resultados por el bien de la ciencia.
Bueno chaval, pues mejor será que recuperes el sentido común para la carrera.
ResponderEliminarEs muy larga, pero que muy larga; la Media Maratón, digo. Mejor que vuelvas a tu sino, a tu autocontrol; para que puedas y sepas regular. Tranquilo al principio, regula a mitad y, a partir del 17, calculas cómo estás y aprietas o mantienes el ritmo.
Lo mejor es que acabes con la sensación de que te has controlado. Vamos, eso creo. Y mejor acabar con la sensación de haber podido dar más que con una reventada de espanto que no te deje levantar la cerveza. Vamos, digo yo.
Quizás por el fresco de la noche y la sensación diferente del cuerpo, éste no te pida agua. Error, bebe en todos lo puestos, aun sin sed. Esto es de principiantes, pero a veces se nos olvida.
Suerte a todos y disfrutad de los fuegos artificales.
Alvaro.
Lo intentaré. Ése es mi objetivo. En diez minutos he quedado con M para trotar durante 25 mts. Por cierto, ayer M me preguntaba cómo iba a llevar la alimentación, si cenar, si no cenar, si comer pronto, tarde, mucho, poco, el qué. ¿Algún consejo?
ResponderEliminarÁnimo Holden, todo lo que cuentas me suena. Son miedos nada más, yo viví algo parecido antes de mi 1ª media, aquí en Bcn con Álvaro.
ResponderEliminarPero hazle caso, yo lo hice, salí despacio, a hacer km. y disfrutar de Las Ramblas, vosotros tenéis la ría y el Guggenheim. Y acabé con muy buenas sensaciones y apretando los últimos 4-5 km.
Una pena no coincidir con vosotros en la Salida mañana por la noche.
Pero bueno, compartiré la experiencia de La Media este fin de semana con vosotros en La Media del Mediterráneo. Será el domingo por la mañana, sin fuegos artificiales, pero creo que con lluvia también.
Pasadlo bien, durante y después de la carrera y, como dice Álvaro hidrataros durante la carrera, que después seguro que lo hacéis!! ;-)
Gracias Emi, tío. Y buena suerte en la tuya también. Ya hablaremos de ello.
ResponderEliminarEl tema de las comidas es complicado un tengo muchca experiencia, ninguna más bien.
ResponderEliminarClaro que tenéis que comer, cuando? no sé, las 19:30? unas dos horas antes? Adelantad las comidas de mañana, no comáis a las tres para luego volver a comer a las 19:30.
Sobre el qué, tampoco sé. frutos secos y plátanos, por ejemplo. Un sandwich de jamón york y cosas así. Nada que sea pesado o que os cueste la digestión. La pasta la coméis al mediodía y luego lo que os he dicho. Os metéis unos powerade entre pecho y espalda antes de la carrera, para tener sales minerales y listo, a disfrutar.
Esto es lo que yo haría, pero bueno que no tengo mucha idea de correr al final del día.
Alvaro.
Es parecido al I Plan Estratégico de Alimentación Condicionada que me ha explicado hoy el profesor MU. Lo seguiré.
ResponderEliminarEstoy hecho un nutricionista deportivo que no veas....
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