viernes, 20 de enero de 2012

Jacinto Asteinza


Natural de Boroa, barrio de Amorebieta, Jacinto Asteinza, conocido como Katxin, murió en julio de 2010 a los 83 años. Durante toda su vida, se dedicó a su caserío. A las cuatro de la mañana, bajaba a mercabilbao dispuesto a colocar los productos de su huerta, a las nueve estaba de vuelta, y entonces se convertía en lo que siempre fue: un ciclista.
A finales de los años cuarenta, cuando el monje volador y su amigo Bartali comenzaban la leyenda, Asteinza debutaba con victorias en las categorías de independientes y aficionados, apuntando a una carrera de profesional que nunca ocurriría porque las necesidades le obligaron a desistir y dedicarse a conseguir parné de otra manera.
Aún así, Asteinza regresó a la bicicleta unos años más tarde y, probablemente, sea, a día de hoy, el ciclista vasco con mejor palmarés, aunque no haya tenido el reconocimiento adecuado porque todos sus logros se dieron en una categoría digamos que menor, la de veteranos. Aún así, Asteinza fue siete veces campeón de España y una vez campeón del Mundo. Fue el veterano más rápido del mundo en Austria en el año 1973. Después de varios trasbordos que le llevaron desde Hendaya hasta París y después hasta el Tirol, Asteinza se montó en su bicicleta, ganó el campeonato, y se volvió a Amorebieta para celebrarlo con una cena en el restaurante de El Cojo.
Asteinza nunca colgó la bicicleta. Todos los días salía a entrenar (no a pasear) y amaba la competición. En los años ochenta, cuando empezaron a ponerse de moda las pruebas para aficionados, Asteinza se apuntó y disputó, entre otras, la Bilbao-Bilbao, la Luchon-Bayona o la Quebrantahuesos. También se hizo el camino de Santiago en bicicleta a los setenta años. En 2006, la vida de Katxin cambió para siempre, según cuentan los que le conocían. Su hijo había heredado su pasión por el ciclismo y había salido a entrenar por las cercanías de Amorebieta. Un conductor que más tarde dio positivo lo atropelló. La muerte de su hijo dejó marcado a Asteinza que abandonó la bicicleta, aunque no del todo.
Probablemente, merezca algo más que una entrada en un blog como éste, pero yo no he podido resistirme a contar su historia, con los pocos datos que tenía, después de encontrarme, por casualidad, su nombre.
Por cierto, ya que hablamos de ciclismo, mientras Óscar Freire acaba de estrenarse allá por Australia, no puedo tampoco evitar referirme a las últimas noticias salidas en prensa que apuntan a los apuros económicos que están pasando pruebas como el Gran Premio de Llodio y el Gran Premio Miguel Indurain. No tenemos Bicicleta Vasca, pero la Vuelta a España llegará a Arrate. No tenemos Subida a Urkiola, pero la Vuelta a España llegará a Arrate. Quizás no tengamos Gran Premio Miguel Indurain, pero la Vuelta a España se marcará un encierro por Pamplona. Quizás no tengamos Gran Premio de Llodio, pero la Vuelta a España llegó el año pasado a Vitoria. ¿Nos vale? A mí no. Lo apunté el año pasado. El espectáculo del Vivero, o la entrada por Las Muñecas, la llegada a Bilbao, el Santuario visitado por la caravana de la Vuelta, pasar con las bicicletas por estafeta, que la Vuelta, este año, salga de enfrente de la casa de mis suegros, todo me parece bien. Me parece muy bien. No estuve en el Vivero, pero estuve en la Alameda de Rekalde. Ahora, ¿a costa de qué? Si desaparecen el Gran Premio Miguel Indurain, con la preciosa llegada final al monasterio de Puy, donde han ganado, entre otros (no todos en Puy que no se ha subido toda la vida, lo sé), Garzelli, Nocentini, Samu, Joaquim, Kessler o Fabien Wegmann; si desaparece el Gran Premio de Llodio, con el arbolado Altube de por medio, donde han ganado, entre otros, Julián Gorospe, Cabestany, Perdiguero, José Iván Gutiérrez, Samu, De la Fuente o Unai Etxebarria… ¿Quién será el próximo? ¿Merece la pena invertir todo el dinero público destinado a la promoción del ciclismo en que la Vuelta a España llegue al País Vasco, o necesitamos respetar, y proteger, a otras pruebas ciclistas vascas con calado histórico, prestigio y un valor distinto pero igual de importante para este deporte? ¿Son las dos compatibles? Yo pregunto, no sé si alguien podrá contestarme. Quizás, si hubiera llegado a tiempo, me lo habría sabido explicar Jacinto Asteinza, aunque lo dudo, lo suyo hubiera sido correr las pruebas, más que hablar de ellas.

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