jueves, 15 de marzo de 2012

Ahmed Abdelrahman Shaalan





Algunos periódicos se hacían ayer eco del debú de Ahmed Abdelrahman Shaalan, de tan solo 20 años, y cuyo shikona (o nombre de luchador de sumo) es Osunaarashi (tormenta de arena) como luchador de sumo profesional en Osaka. Se hacían eco porque era el primer ciudadano de su país, Egipto, y por lo tanto el primer africano en subirse a un dohyo (o cancha de combate) en categoría profesional.

Osunaarashi, por cierto, debutó como rikishi (en traducción literal, hombre fuerte, pero comúnmente, junto con sumotori, en traducción literal el que practica el sumo, el término general que se utiliza para referirse a los luchadores de sumo) con victoria ante otro joven talento de tan solo 18 años, Yuya Fukuzato, quien, probablemente, aspire a lo mismo que aspira Shaalan, a convertirse en yokozuna (gran campeón o miembro de la máxima categoría, del nivel más alto del sumo).

Todos sabemos que el sumo es un arte marcial japonés moderno que aún mantiene rituales ancestrales que lo convierten en un deporte sumamente protocolario y bastante exótico para la gente ajena. Siempre se le ha relacionado con prácticas cercanas a la religión shinto y quizás por eso mantiene una serie de rituales que envuelven la práctica del deporte con una solemnidad poco habitual en el deporte moderno. Solo se disputa profesionalmente en Japón. Los luchadores, a menudo, tienen normas muy estrictas, desde la vestimenta y hasta la alimentación, con una tradición estricta que controla todo en sus vidas diarias, algunos, incluso viven en heyas, un tipo de concentración de entrenamiento (quizás esto lo equilibran con unos sueldos que van desde 30.500 dólares al mes para los yokozuna o 25.000 para los ozeki hasta los 11.000 al mes para el nivel más bajo). El sumo profesional está organizado por la Asociación Japonesa de Sumo y todos sus miembros, los oyakata, son antiguos luchadores y ellos son los únicos con licencia para entrenar a otros luchadores. Todos los luchadores de sumo profesionales pertenecen a una heya (una especie de club) que está liderada por un oyakata. Hoy en día hay 54 heyas con unos 700 luchadores.

En los últimos años, casos como el del egipcio Shaalan no son tan extraños. Hoy en día, hay 55 luchadores que oficialmente aparecen en las listas como extranjeros, 19 de ellos, alcanzan alguna de las dos divisiones más altas de este deporte. Pero hay más que están nacionalizados. Hace unos años, empezó a haber restricciones en la contratación de extranjeros para las heyas porque el número estaba subiendo de manera vertiginosa (una sola heya contrató a seis luchadores mongoles de una sola tacada y comenzó la polémica). Eso ha llevado a que algunos luchadores extranjeros que llevaban tiempo en Japón, hayan optado por la doble nacionalidad para permitir que se contraten a otros extranjeros.

Takamiyama fue el primer no Japonés, probablemente, en alcanzar niveles altos en el sumo profesional y cierta relevancia. Era originario de Hawaii. También era hawaiiano Konishiki que se convertiría en el primer ozeki (el segundo grado de nivel más alto que se puede alcanzar) y estuvo apunto de alcanzar el grado de yokozuna (el primero, creo que ya lo he dicho), creando polémica porque algunos expertos defendían que su origen incitaba a tener dudas sobre su dominio de la cultura y del espíritu yokozuna. Al final, no lo consiguió pero su imagen quedó ligada a la del sumo gracias a su portentosa figura, llegó a alcanzar los 280 kilos en sus mejores épocas y se le usó como explicación del funcionamiento del colesterol porque a pesar de pesar más de 270 kilos nunca tuvo colesterol.

Musashimaru, de Samoa, alcanzó el nivel yokozuna en 1999. Pero también hay sumotoris que provienen de lugares tan dispares como Mongolia, Georgia, Estonia, Rusia o Corea. El caso más significativo es el del búlgaro Kaloyan Stefanov Mahlyanov (cuyo shikona es Kotooshu Katsunori), antiguo luchar de grecorromana, quien debutó en 2002. Fue el primer Europeo en ganar la Copa del Emperador y ya ha alcanzado el nivel ozeki. Le llaman el David Beckham del sumo, entre otras cosas, porque es bastante esbelto para los pesos que se manejan en este deporte. Pesa 156 kilos, sí, pero mide 2'03 metros. Por poneros un par de ejemplos, Akebono, un yokozuna de reconocido prestigio, tiene la misma altura que Katsunori pero pesa 235 kilos. Por contra, Asashoryu, otro yokozuna y para algunos el mejor sumotori del momento (en 2005 consiguió vencer en los seis grandes torneos en un solo año, primer luchador en hacerlo) pesa lo mismo que el búlgaro pero solo mide 1'84.

Cuelgo el combate en el que Tormenta de Arena debutó y ganó. Podéis reconocer los rituales propios de este deporte, que, a veces, se alargan más que el propio combate que, a menudo, solo dura unos pocos segundos. Para aquellos que no manejéis las normas básicas de la lucha, todo consiste en conseguir arrojar al rival fuera del círculo o que toque la arena con cualquier parte de su cuerpo que no sean sus pies. Así de sencillo.














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