Cuando no se llevaba jugada ni media hora de partido y perdíamos uno a cero, salí a fumarme un cigarro a la calle. Había llovido durante todo el día, pero había parado. La luz de los bares brillaba en el suelo húmedo, como prometen las ciudades iluminadas cuando el avión se prepara para aterrizar. Me pegaba a la puerta del bar para poder ver el televisor de lejos, y me giraba hacia el vacío para terminar de fumar sin angustiarme. A lo lejos, aparecieron otras luces, la de una ambulancia, silenciosa, pero luminosa, recorriendo la calle como si no perteneciera a aquel tiempo ni aquel espacio. Apenas me dio tiempo a ver como una mujer iba sentada en el asiento del copiloto, sosteniéndose la cabeza con la mano, el codo sobre la puerta lateral.
Por un momento, me hice ese tipo de preguntas desagradables que ahora suenan ridículas.
Y me acordé de aquella frase del poeta Gary Snyder en Practice of the Wild: "the trees we climb and the ground we walk on have given us five fingers and toes." Es decir, que tenemos cinco dedos en ambos pies y en ambas manos porque existen árboles y existe el suelo. Y pensé que quizás también los tuviéramos, porque estábamos destinados a inventar un aparato esférico inflado de aire para que nos divirtiéramos, y nos definiéramos, pegándole patadas a lo que llamaríamos balón.
Volví al reservado donde estábamos viendo el partido. Seguí viéndolo y, a pocos minutos del final del primer tiempo, empatamos el partido. Se me olvidaron las preguntas desagradables. Se me olvidó Gary Snyder. Se me olvidó la ambulancia.
Llegó la segunda parte y durante 45 minutos, hasta se me olvidaron todas las miserias mediocres, vulgares y livianas que vengo atravesando desde que tengo cinco dedos en cada pie y otros cinco en cada mano.
Cuando llegué a casa, me enchufé a la red sin peces y la eché al mar global. Visité las páginas web de los siguientes diarios y cadenas de noticias: El Correo, Deia, As, Marca, El País, Daily Mirror, Telegraph, The Sun, Times, CNNSport, SkySport, BBCSport, L'Equipe, La Gazzetta dello Sport y alguna más que no recuerdo. Lo que recuerdo es que todas se ponían de acuerdo. También recuerdo un comentario de un internauta que se preguntaba por qué llamaban a aquellos tipos "basque" y no me pidas ahora que te lo explique, pero "basque" para muchos americanos e ingleses, y para los que entiendan de moda, es un tipo de corsé que aún hoy en día se utiliza bastante en los trajes de novia, y ya me he lucido, y probablemente equivocado.
Me fui a la cama agotado por un día que había empezado a las seis de la mañana. Siguió con una reunión a las once donde dos visiones distintas de mi profesión tropezaron en una discusión formal y educada. Siguió en la media tarde con mi habitual ritmo de trabajo solitario, desesperante y lento. Se relajó con un café bien acompañado en el calentamiento del partido y terminó en un comedor reservado de un bar del barrio, acompañado de siete tíos sonrientes (y a última hora una mujer asustada), para vivir un momento histórico en la cronología del equipo al que todos esos, nosotros ocho, y multiplícalo por mil y tienes los que estaban allí, amamos por varias razones, algunas de ellas heredadas y nunca recapacitadas.
El Athletic nos hizo sentirnos orgullosos, contentos y comedidos, al fin y al cabo, porque es inevitable seguir aferrados a nuestro espíritu y a los muchos años de optimismo truncado. Su exhibición en un campo tan venerado como Old Trafford, ante un equipo que parece emitir destellos de grandeza aunque se le haya fundido la bombilla, fue de las que te dejan con la boca abierta, incapaz de reconocer a tu propio equipo. Lo de los 8.000 tíos extendiendo sus bufandas en la grada, oyéndoseles gritar que bote San Mamés, el dato de que ésta era la expedición más numerosaen Europa de un equipo de la Liga Española sin contar finales, todo eso no sorprende. Hasta nosotros mismos sabemos qué significa ser del Athletic, para bien o para mal. No sé si somos más que un club, pero está claro que el sentimiento de pertenencia para con este club trasciende las lógicas más superficiales del deporte y el ocio y multiplica los aspectos identitarios, culturales y sociales que el deporte puede provocar en los aficionados.
El equipo superó al Manchester United en todas las facetas, un Manchester United que lo apostó todo al contrataque, parcela del juego que domina, porque Chicharito Hernández, Park y Wayne Rooney tienen desmarque, velocidad, remate y todo lo necesario para hacer eficaces las jugadas de ataque vertiginosas y por sorpresa. Ashley Young es un auténtico cuchillo en la mantequilla y Patrick Evrá aparece por sorpresa en muchas ocasiones. Aún así, adolecieron de centro del campo durante todo el partido, vendieron la pelota y no supieron superar la presión de su rival. Alex Ferguson, después de 27 años al frente del equipo, puede permitírselo todo, incluso ponerse en el ojal una chillona flor amarilla o ocupar la zona técnica del equipo visitante, pero, a otros, cuando utilizan este tipo de tácticas tan recogidas y pudorosas, le duelen palos hasta desde la audiencia nacional. Sin embargo, aún no acierto a decidir qué parte de influencia en el resultado de ayer se debió a los defectos del United, y cuál a los aciertos del Athletic.
Porque el Athletic tuvo muchos aciertos. Empezando por el entrenador, que superó en la táctica a su rival. Siguiendo por Gorka Iraizoz que se mostró expeditivo y seguro en los balones por alto y no escondió su pie cuando tuvo que rasear la pelota. En defensa, Aurtenetxe estuvo nervioso, pero anima ver como un chaval de 19 años traiciona a su equipo dejando huecos en defensa porque sube al ataque como si fuera hermano de Roberto Carlos. Le falta temple y mejorar sus cualidades, pero para mí esos errores prometen. San José y Javi Martinez hicieron su trabajo con más limpieza que los matones profesionales en The Wire. Iraola campó por su banda como quiso en la primera parte. El centro del campo dio una auténtica demostración de fútbol. Ander Herrera depositó su tesis y se doctoró en dirección de equipos de fútbol. Ander Iturraspe escondió más de lo que enseñó, pero el ojo atento lo ve, lo percibe, y lo disfruta. Iker Muniain estuvo más comedido que de costumbre, pero su galopada en el minuto 90 no la olvidará Rafael en la vida. Por la otra banda, Markel Susaeta falló la que tuvo, puso la que le dejaron y siguió encontrando huecos como los técnicos de Odyssey buscan tesoros. Y, en el final de la punta, Óscar de Marcos corrió una maratón más y va a dejar a Ricardo Abad sin récord, marcó un gol precioso con pase laudrupiano de Herrera, en fuera de juego, claro, y cometió un penalty que, probablemente, lo fuera. Llorente marcó un gol aunque lo que más me gustó de su juego fue su voluntad de bajar la pelota, su maestría a la hora de arrancar el juego, haciendo las veces del pivot de baloncesto que desatasca la presión sobre su base para devolverle el balón y que empiece un nuevo ataque posicional.
2-3.
Victoria en Old Trafford.
8.000 personas de viaje a Manchester.
Más de un 60% de posesión durante muchos instantes del partido.
Los elogios en la prensa nacional y la internacional daban como para que hoy me ponga, ya sabes, a hacer fotocopias que luego acabarán en la basura en cualquier lao, que decía SA. Nueve años más tarde. Ya te lo dije.
Y... ¿Hoy? Ya está, se acabó. Quién sabe qué pasará la semana que viene en San Mamés. La eliminatoria aún está abierta. Pero puedo imaginarme el cansancio sonriente con el que algunos volverán este fin de semana a Bilbao. Gary Snyder puede que no lo entendiera, pero quizás sea así, quizás por eso tenemos cinco dedos en ambos pies y ambas manos, quizás por eso tenemos corazón. Porque sirve para bombear la sangre, pero también porque nos hace humanos. Y ser humanos significa doblegarse a nuestros instintos más naturales, trepar los árboles, andar el suelo, sentirte parte de algo y llorar de alegría porque alguien ha marcado un gol mientras tú extiendes una bufanda colorida de lana. ¿Tiene lógica? La lógica, en el fútbol, siempre cae en el fuera de juego.
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