La prensa especializada ha anunciado hoy la muerte repentina de Rob Goris, ciclista belga de 30 años, en una habitación de hotel en Francia. Al parecer, el corredor del Verandas Willems, se encontraba de visita en Francia para participar en un programa de televisión belga. La autopsia ha confirmado que Goris murió de un repentino paro cardíaco.
Goris había nacido en Herentals, localidad belga donde también nacieron Jurgen van den Broeck y Rick Van Looy, el histórico corredor belga de los años 60, campeón del Mundo y de la Milán-San Remo, Tour de Flandes, París-Roubaix y Lieja-Bastogne-Lieja, entre otras, y con cuya nieta estaba casado Goris.
La historia de Rob Goris era de las que necesitan un hueco en la historia del ciclismo. Y es que, igual que Tom Jelte Slagter, antes de dedicarse al ciclismo fue un distinguido atleta en la categoría de patinaje de velocidad, Goris había sido una estrella del hockey sobre hielo belga, llegando a ser internacional, si mis datos son correctos. De hecho, sobre la bicicleta, aún sorprendía su fornido aspecto físico, herencia de su anterior dedicación deportiva. Goris, por lo tanto, empezó muy tarde en el ciclismo profesional. Solo llevaba tres temporadas con contrato, y gente como Tom Boonen se habían interesado por contar con sus servicios después de ver su rendimiento en tan corto espacio de tiempo. Había sido campeón belga élite sin contrato y tras despuntar en Palmans, llevaba dos años seguido corriendo para Verandas Willems. La noticia de su muerte cierra una trayectoria deportiva sorprendente de la manera más trágica e inesperada. Una noticia luctuosa que se cuela entre las crónicas del Tour y los entresijos del proceso contra Lance Armstrong y que hubiéramos preferido no escuchar.
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