Ayer recibí un whatsapp (sí, estoy modernizado a tope, ¡a ras!) de nuestro enviado especial a la costa Azul, ya sabes, el amigo de las Asics que lleva nuestro blog vecino, y el whatsapp venía decorado con la foto que tenéis arriba. Mi contestación:
- ¿Qué es? ¿La Ruta del Sol?
Su contestación:
-¡¡La París-Niza!!
Unos días antes quedamos para tomar un piscolabis con el hermano del dos veces vencedor del Triatlón Sprint de Zierbana, digamos que MU (uuuuuuu!!!). En una de esas que cambiamos de tema, hablamos de ciclismo, y comenzamos a hablar de las clásicas de primavera. Él dice:
- La que se corre ahora es la de Roma, ¿no?, ¿cómo se llama?
Mi contestación, aunque aún ando perdido:
- Ah sí, la Romus Maximum, o el Coliseus Maximus o algo así.
- Sí, no sé. ¿No es la que antes se llamaba Strade Bianche y ahora así?
- Sí, creo que sí.
- Ésa está guapa.
Yo casi que no sé ni de qué estamos hablando:
- Sí.
Pero, por si acaso, afirmo.
El año pasado escribí sobre ella, sobre el antiguo Giro del Lazio que ahora se llama Roma Maxima y su final con el Coliseo de fondo. También escribí de la otra, que son dos distintas, la Strade Bianche, con sus tramos de lo que los italianos llaman sterrato y su final estrecho y empinado. Pero, para esta temporada, se me había olvidado todo.
Un par de días después, el hermano del anteriormente mencionado, y, a su vez, ya mencionado por segunda vía, es decir, el flamante ganador de las dos ediciones de esa competición subversiva prima-hermana de la Porma, me manda otro whatsapp y me regala un enlace que habla sobre un libro que recoge la relación de los dos hermanos Bobet, Jean y Louison. Le contesto con poco apasionamiento: ¡muy interesante, me lo apunto para la próxima! Pero, por dentro, estoy pensando: ¿antes te tendrás que terminar los seis libros que tienes empezados, no? (Ayer, terminé uno, que conste), ¿y los cuatro artículos?, ¿y las dos últimas revistas mensuales que se te han acumulado? ¿y los como veinte enlaces a distintas webs que tienes apuntadas en un post-it arrugado que permanece pegado en la pantalla de tu portátil?, ¿y las cerca de doscienta fotocopias que te imprimiste por la cara antes de salir del curro el viernes?, ¿y el especial sobre el 11M que te guardaste de la edición dominical del periódico del fin de semana pasado?, ¿y las instrucciones para cambiarle las luces al coche? ¿y el prospecto del medicamento que te vas a tener que tomar para sobrevivir a tanta lectura?
¿Quiénes eran los hermanos Bobet, por cierto?
Pues creo que de ellos también he hablado aquí. Pero, esta temporada, se me ha olvidado.
Esta temporada se me está olvidando el ciclismo.
Así que, esta mañana, madrugando con salud y sin ánimo de salir a correr (más que nada porque llevaba dos semanas sin salir y ayer hice la barrabasada de marcarme 14 kilómetros con continuas subidas, así que ahora estoy como si hubiera hecho yo la Strade Bianche pero en triciclo), me he puesto a visitar páginas de ciclismo y hacer algo de recuento.
Y me he visto el vídeo de la victoria de Michal Kwiatkowski en la Strade Bianche de ayer, con ese ataque fulgurante que creo que fue más un desfallecimiento instantáneo de Peter Sagan, quien, por cierto, he leído, anda a vueltas con su fichaje multimillonario por el equipo del ruso Oleg Tinkov. Y vaya lo que tenían por detrás, porque, les perseguían, nada más y nada menos que gente como Damiano Cunego, Fabian Cancellara, Alejandro Valverde, Warren Barguil, Cadel Evans... Casi nada. Casi como casi nada va a ser la participación en la París-Niza y el puñado de favoritos que se jugarán la victoria: Sylvain Chavanel, Vincenzo Nibali, Tejay Van Garderen, Rui Costa, Carlos Betancur... Corredores de los que proponen carreras abiertas, con continuos cambios en la general. Al parecer, el recorrido también invita a ello, así que la edición 2014 de la carrera del sol, promete, y, quizás, si ha lugar, nuestro enviado especial nos lo comente. También he leído que el Gran Premio Miguel Indurain lucha a bocanadas para no ahogarse, que Mikel Bizkarra ha tenido que recalificarse porque el asunto del PinoRoad pinta fatal, que Chris Froome ganó el Tour de Omán y Alberto Contador también se estrenó esta temporada, que Alejandro Valverde anda que se sale arrasando por el sur, que Gorka Gerrikagoitia anda contento con su nueva aventura ciclista de regreso a los orígines de comida en tuppers y bocadillos envueltos en albal, que Theo Bos se está poniendo las botas en el Tour de Langkawi...
Vamos, que me he puesto un poco a intentar recordar el ciclismo.
Pero ya he parado.
Ya, si, eso, sigo mañana, que decía el otro. Quizás, hoy. Luego igual me enchufo a la tele. Ya veremos.
Posdata:
El encabezamiento se lo llevaba Michal Kwiatkowski porque ayer fue el primero en el sterrato y en la histórica Piazza del Campo de Siena a donde se llega tras sufrir de los riñones y, si no, que se lo digan a Sagan. La carrera es relativamente nueva, la primera edición, que ganó Alexander Kolobnev, se disputó en 2007, pero, desde entonces, sus tramos polvorientos, sus subidas a traición, sus emboscadas rurales, sus paseos por los "caminos blancos" de la Toscana la han convertido en una cita obligada. Desde que lo hiciera Kolobnev, han ganado Fabian Cancellara, dos veces, Thomas Lokvist, Maxim Iglinskiy, Phillippe Gilbert, Moreno Moser y ayer el joven polaco Kwiatkowski, todos corredores de fuerza, rodadores que no temen las pendientes ni que se les manchen hasta las cejas.
Al polaco aún le quedan unos cuantos meses para cumplir los 24. Y en el escaso tiempo que lleva siendo profesional, apenas cuatro temporadas, este polaco de buena planta (1'76), rodador, con punta de velocidad, buen contrarrelojista y sin miedo a las subidas, ha ido dejando muestras de un talento que le destacan entre todos los de su generación.
Debutó en la península, dejando constancia del buen olfato de los encargados del Caja Rural. No ganó nada, pero todo el mundo vio lo que prometía y se lo llevó para su casa un Team Radio Shack donde solo duró una temporada, a la siguiente, se marchó a Bélgica, donde pensó que podría medrar y a fe que lo ha hecho, porque sigue allí y ya gana clásicas, aunque sean clásicas de acuñación reciente.
En esos años, el de Dzialyn ha sido ya dos veces campeón de Europa junior (una en ruta y otra contra el reloj) y campeón de Polonia en ruta y subcampeón contra el reloj. Además de campeón del mundo contrarreloj por equipos, al formar parte del talentoso Omega Pharma-Quick Step que ganó la edición del año pasado y donde estuvo acompañado por Sylvain Chavanel, Tony Martin, Niki Terpstra, Kristof Vandewalle y Peter Velits. Como para no ganar.
En 2009, aún corriendo para el equipo amateur MG Kvis-Norda Pacific, se estrenó ganando en el Tour de Eslovaquia, pero su primera gran victoria no llegaría hasta 2012, ya en las filas del Omega Pharma, cuando ganó el prólogo de la Driedaagse van West-Vlaaderen, o lo que en castellano llamamos los Tres días de Flandes Occidental y que, precisamente, se está disputando ahora. Ese mismo prólogo, lo ha ganado este año el estonio Gert Joeaar, del Cofidis, y ayer ganó Danny Van Poppel la primera etapa. Volviendo a Kwiatkowski, su palmarés se había destacado en estos últimos años por posiciones lucidas más que por victorias. Asomos de lo que podría llegar a ser, como su cuarto puesto en la Amstel Gold Race, su segundo puesto en la general final de la Vuelta a Polonia o el cuarto en una Tirreno-Adriático de 2013 donde colaboró para que su equipo ganara la contrarreloj por equipos y se llevó el maillot blanco de los jóvenes. Maillot que, en su versión del Tour de Francia, llegó a vestir hasta que se lo arrebató el sorprendente Nairo Quintana. Y, precisamente, el Tour de Francia fue la mejor demostración de lo que el polaco puede dar en el futuro, porque su decimoprimer puesto en la clasificación final, justo el año de su debú, da muestras de lo que se puede esperar de él en el futuro.
Y ya ha empezado a demostrarlo este año: en lo que va de temporada, se ha llevado la Vuelta al Algarve, donde además ganó dos etapas, uno de los trofeos de la Challange de Mallorca y ahora la Strade Bianche. Aún no está acostumbrado a estos triunfos, y por ello, ayer, entró en la Piazza del Campo de Siena moviendo la cabeza en señal de sorpresa. Pero todo apunta a que va a tener que acostumbrarse y que, más temprano que tarde, volverá a tener que levantar los brazos antes de entrar a meta. Que agarre bien la bicicleta, eso sí, porque ayer en Siena, a poco más, y lo celebra esmorrándose.
MU es un pelaooooooo!
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