martes, 8 de abril de 2014

Shabazz Napier



Con sus muñeca vendada y la cintura electrificada, Shabazz Napier le ha dado a Kevin Ollie su primer título de la NCAA, el cuarto título en la historia de los Huskies de UConn. Su nombre, pasa a estar a la altura de los Kemba Walker, Ben Gordon, Emeka Okafor o Richard Hamilton. El escolta de Conneticut consiguió 22 puntos, 6 rebotes, 3 asistencias y 3 robos, se clavó un par de triples lejanos que solventaron los problemas de su equipo en ataque y, sobre todo, encontró a DeAndre Daniels al final del partido para certificar la tristeza de Randle y los hermanos Harrison. 
El primerizo Ollie le ganó la batalla al veterano Calipari, gracias a los ya mencionados Napier y Daniels, y al buen trabajo del tercero en discordia, un Ryan Boatright que maneja, defiende y tira desde la bombilla sin que le tiemble el pulso. 
Fue, como no podía ser de otra manera, una final intensa. Con un Julius Randle que intentaba hacer valer su fuerza en la pintura para los Wildcats y un James Young que, a sus 20 puntos y 7 rebotes, añadió, para los resúmenes, eso que tanto les gusta a los americanos, un mate inyourface de los que ilustran pósteres. Colorido en las gradas, jóvenes pinturrajeados en las primeras filas, Bill Clinton en la zona vip y una resaca en Arlington, Texas que ha dejado a los perros de trineo muy cerca de convertirse en el equipo más fuerte del baloncesto universitario en el siglo XXI, ya que, con este título, son tres desde que falló el efecto 2000, más otra final four, dos elight eight más y un sweet sixteen.
Antes de que ocurriera todo eso, en las semifinales, los de Kevin Ollie ya se hicieron con el protagonismo absoluto al dejar a Billy Donovan y sus gators fuera de una final que parecía haberles reservado ya un sitio fijo. En el otro lado, los Wildcats de Kentucky dejaron sin guinda el pastel de Bo Ryan en Wisconsin. DeAndre Daniels fue el gran protagonista de la semifinal entre los de Florida y los de Conneticut y con sus 20 puntos y 10 rebotes secó el rendimiento de sus rivales en la pintura, Patric Young y Casey Pather, quienes, aún así, fueron los mejores de un equipo el de los Gators donde decepcionó Scottie Wilbekin. En la otra eliminatoria, un triple de Aaron Harrison le dio la victoria a una Kentucky donde, a pesar de los tiros exteriores de los gemelos (escasos en esta ocasión), los mejores fueron James Young, Julian Randle y el pivot Dakari Johnson. Frank Kaminsky estuvo un poco más apagado, pero, en los badgers, fueron muchos los jugadores que hicieron un buen papel y mantuvieron al equipo de Bo Ryan hasta el final: Ben Brust, Sam Dekker, Traevon Jackson, Bronson Koenig, Duje Dukan...
Desde ayer, la prensa norteamericana anda a la caza de Kevin Ollie. Dicen que su presencia en los banquillos estaba destinada al fracaso. Al fin y al cabo, Ollie se encontró con una herencia mordida. Jim Calhoun, toda una institución en UConn, se jubilaba y dejaba al equipo con una año de sanción sin poder jugar la parte más importante de la temporada por los bajos índices de graduación entre sus atletas. Con la plantilla marchándose a firmar contratos profesionales o aceptando otros programas, Ollie se encontró con un equipo diezmado y un programa sospechoso y todos pensaron que su periplo sería corto y resbaladizo. Sin embargo, alcanzó la final de la AAC, donde perdieron ante Louisville y todos los especialistas comentaban que Kevin Ollie lo tendría difícil para llevar a los Huskies más allá del Elite Eight. 
Lo hizo. 
Y ahora toca escribirlo con ese toque tan distinguido que huele a cinnamon y barras y estrellas y que tanto gusta entre la prensa deportiva americana. Shabazz Napier, entre lágrimas y confetti, también tendrá su narrativa dramática. Pero lo han hecho. Han dejado por detrás a todos los demás y, cuando nadie contaba con ellos, se han llevado un título que sabe a gloria, a revancha y a promesa.

Por cierto, y dejando a un lado los rumores sobre el posible fichaje de John Calipari por Los Ángeles Lakers, la gran noticia de la semana en la NCAA es que Doug McDermott, estrella de Creighton, ha sido elegido ganador del trofeo Naismith al mejor jugador del año, uno de los premios más prestigioso del baloncesto universitario norteamericano y que, desde que se creara y lo ganara Lew Alcindor allá por 1969, ha sido recibido por jugadores como Pete Maravich, Bill Walton, Larry Bird, Ralph Sampson, Michael Jordan, Patrick Ewing, David Robinson, Tim Duncan, Kevin Durant, Blake Griffin o Anthony Davis, solo por nombrar a unos pocos. Estar en esa lista es todo un reconocimiento y un augurio de lo que le espera este verano al hijo del entrenador de Creighton. 

Por cierto, con todo esto, dejo ya de un lado las entradas sobre el baloncesto universitario. Creo que la cobertura de este año ha sido demasiado intensa. Creighton hizo que me ilusionara y se me subió la gloria a la cabeza antes de que ocurriera. Después, ya me dio un poco de palo dejarlo. Ya no escribiré más, a no ser que se sucedan las buenas nuevas en torno a la figura de la estrella de la universidad católica de Omaha. Regresaremos, probablemente, con el draft, y veremos, finalmente, quién se lleva el número uno. Todo apunta a que será una lucha entre el blue devil Jabari Paker y los dos de Kansas, Andrew Wiggins y Joel Embiid. Parece que, entre los diez primeros, eso sí, estará la promesa australiana por la que suspiran los Lakers, Dante Exum, nuestro compañero de andanzas Doug McDermott y algún otro talento que ha sido nombrado en estas páginas como Julius Randle o Marcus Smart. Lo contaremos, digo yo, y si no lo digo, reviento. 
Enhorabuena a todos los huskies, siberianos o conectiqueses. 

Posdata: la foto, habrá cientos como ésta o parecidas, pero esta la he encontrado en el buscador de imágenes de google y parece proceder de sports.yahoo.com

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