jueves, 18 de junio de 2015

Andre Iguodala



Se acabaron las finales de la NBA y se llevaron el título para la bahía de San Francisco. Eso sí,  ni Stephen Curry ni LeBron James, se llevó el MVP de las finales Andre Iguodala. A sus 31 años, el escolta de Springfield, antigua estrella de los Sixers que se permitía plantarle mates en los morros a Yao Ming, ha alcanzado el cénit de una carrera que parecía haber ido cayendo en productividad. Seguía siendo reconocido como un gran defensor y un hombre de equipo, y así lo apreció y lo declaró Mike Krzyzewski durante las Olimpiadas de Londres 2012, pero su categoría de hombre franquicia, si alguna vez la tuvo, se había esfumado desde que lo traspasaron a Denver e igual antes. Sin embargo, así se ha convertido en una pieza fundamental del primer título de la NBA en cuarenta años para los Golden State Warriors. Y creo que es algo significativo que comentaré luego.

Pero antes, pisemos el fregao: ¿tanto como para llevarse el MVP de las finales? Pues, no lo sé. No he leído los razonamientos de aquellos que otorgan el título, pero a varios periodistas que sí he leído, les he oído decir que, si se lo daban, era por su sorprendente rendimiento tanto en ataque, como en defensa. Algunos decían que había parado a LeBron James, y si pararle quiere decir que el musculado escolta de los Cavs no se llevó el título, pues tienen razón. 
Ahora, los números, que son fríos y calculadores, y a los estadistas que pululan por el mundo del baloncesto, les encantan, no dejan tan claro el entuerto. 
Andre Iguodala ha promediado, en los seis partidos de las finales, 16 puntos, 5'8 rebotes y 4 asistencias, mientras que su defendido, LeBron James, ha acabado la serie con unos números que se podrían enmarcar. A saber, 35'8 puntos, 13'3 rebotes y 8'8 asistencias por partido, rozando el triple doble en todos los partidos y consiguiéndolo en el segundo y el quinto.

Los títulos individuales no son algo que apreciemos demasiado por este blog, pero los números de James y su rendimiento durante todo el play-off han sido insultantes. Él se ha encargado de dejar claro que lo sabía y que era consciente de ello. En declaraciones que se reprodujeron en todos los medios, pero que yo tomo aquí del Huffington Post a fecha de 15 de Junio de 2015, la estrella de los Cavaliers se quedó a gusto comentando lo que sigue (primero en inglés, luego en castellano traducido por un servidor):

"I feel confident [despite being down 3-2 in the series] because I'm the best player in the world," James said Sunday. "It's that simple." 

"Yo estoy convencido (a pesar de ir perdiendo la serie por 3-2) porque soy el mejor jugador del mundo", dijo James el domingo, "Es así de simple."

Muy simple. Más complicada ha sido su relación con Kyrie Irving, la otra estrella anotadora de los Cavaliers, durante toda la temporada, o incluso la de su entrenador David Blatt, ex entrenador del CSKA de Moscú, al que dejó en evidencia durante la serie con los Chicago Bulls:
 
"To be honest, the play that was drawn up, I scratched it," James said. "I just told coach, 'Just give me the ball. We either going to go into overtime or I'ma win it for us.' It was that simple."I was supposed to take the ball out," James continued. "I told coach, 'There's no way I'm taking the ball out unless I can shoot it over the backboard and go in.' So I told him to have somebody else take the ball out, give me the ball and everybody get out the way."

Cita que no voy a traducir porque es muy larga, y que no recuerdo exactamente de dónde la cogí, pero en la que James confiesa que cambió lo que el entrenador había diseñado para la última jugada de uno de los partidos de la serie ante los Bulls (no recuerdo ahora cuál, pero el del famoso tiempo muerto que no lo fue, si no me confundo) porque sabía que solo había una forma de ganar y esa forma consistía en que él se jugara el último tiro. 

Mi impresión personal es que estos play-offs de la temporada 2014-2015 han sido un elogio del individualismo. Cada eliminatoria ha estado enfocada a duelos particulares y han sido nombres propios los que han definido cada enfrentamiento. Si no se hablaba de LeBron James, se hablaba de Stephen Curry, y si no eran ellos, eran James Harden o Derrick Rose. Sin embargo, en un giro significativo, y aunque ellos hayan acabado llevándose igualmente los titulares y los elogios, han sido otros jugadores menos rutilantes los que han tenido un peso medido en las victorias: si no era Matthew Dellavedova era Andre Iguodala. En mi humilde impresión, los Warriors han vencido porque han aprovechado el contrato bajo de Curry para sacar partido del límite salarial y montar un equipo que ha sabido surgir cuando al talentoso escolta de los de California le ha fallado el pulso. Klay Thompson ha estado más triste y limitado que durante la temporada regular, pero los Draymond Green, Harrison Barnes, Andre Iguodala, David Lee, Shaun Livingston, Leandro Barbosa, Andrew Bogut y compañía han sabido aprovechar sus roles para sostener la vistosa estructura que había montado Steve Kerr. 
Aunque hayan decidido no usarlo como excusa, no se puede evitar mencionar que los Cavs jugaron sin Kevin Love o Kyrie Irving, dos all-stars que, probablemente, hubieran cambiado el signo de la serie final, pero eso no deja de ser un ejercicio de suposición. También Klay Thompson y Andrew Bogut estuvieron renqueantes y los árbitros no se enteraron de aquel tiempo muerto... y muchos otros intangibles que podrían argumentarse para discusiones de barra de bar. 
Lo que queda es que la temporada 2014-2015 ha demostrado que LeBron James, efectivamente, es muy probable que sea el mejor jugador del mundo, pero que ni el mejor jugador del mundo puede asegurar una victoria final en un deporte colectivo. También, esta temporada nos ha descubierto a un jugador de esos que parece recortado de la pantalla de un videojuego, un Stephen Curry que juega a camara lenta pero rápido, con los movimientos de una bailarina de danza, dando clinics de fundamentos, sin miedo a la canasta y con una perpetua sonrisa en sus labios. 
Habría mucho más que comentar (Riley Curry, el psicólogo de los SEAL, los índices de audiencia, la ciudad de Oakland, el estilismo de James, el repentino adiós de los Spurs, las partes pudientes de James otra vez,  el crecimiento de Anthony Davis...) y probablemente se pueda comentar mejor, pero dado que el que esto escribe, por razones laborales, no ha podido seguir la serie ni los playoffs con la atención que requieren, quedémonos en esto: una opinión generalizada, más bien vaga, probablemente equivocada, y, sin duda alguna, torpe y limitada. El baloncesto de estas series, sin embargo, no ha sido así. Ha sido como un canto de cisne del baloncesto americano: la cancha abierta y unos contra unos. Nuevamente, otra lectura demasiado ligera, pero ésa es la impresión de un cronista que, por supuesto, jamás ganará el MVP de las finales contadas. Ni aunque lo que cuenten sean las palabras por partido... o por crónica de partido.  

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