jueves, 7 de enero de 2016

Donald McFarland





Incapaz de dormir, ayer me puse a ver una película. Una vieja película de 2004, la que congela Nueva York y arrasa Los Ángeles a base de tornados: sí, El día de mañana (The Day After Tomorrow). Venga, confesémonos: apocalípsis, zombies, epidemias, catástrofes naturales, hasta meteoritos gigantescos e invasiones alienígenas. Es mi debilidad: me lo trago todo. Lo bueno y lo malo. De hecho, ahora me estoy leyendo World War Z de Max Brooks. La versión cinematográfica ya la vi hace tiempo. De pequeño, aquella película del 74, El coloso en llamas (The Towering Inferno), con Steve McQueen y Paul Newman, me volvía loco. En verano, me la veía por lo menos dos o tres veces. Así que me las trago todas y la mayoría más de una vez. Siempre tenemos la misma coña en casa. 
- ¿Vemos una peli?
Uno de los dos mira al montón de dvds (no muchos, la verdad), que se apilan junto al teléfono. 
- ¿Monstruoso?
- Venga, por favor. 
- Vale... ¿El amanecer de los muertos?
Y al final no vemos ninguna porque hemos visto ya 28 días alternos las dos versiones, tanto la de Danny Boyle como la de Juan Carlos Fresnadillo. 
A veces, ni las vemos entera: cuando empiezan los tiros y la acción, ya nos aburrimos. Nos gusta el planteamiento, la posibilidad, la imaginación. El comienzo. 
Y ayer estuve viendo ésta, que ya he visto unas cuantas veces, y, a veces, hasta la echaba para adelante. No me interesaban las escenas de la madre en el hospital, la muerte de Frank o la expedición al barco. Me gusta la escena del agua, claro. Cuando estuvimos en Nueva York, recordábamos la escena desde la mezzanine, como dicen en la película. Pero, sobre todo, me gusta la historia de los tres científicos en el Hedland Climate Research Center. No tanto cuando Ian Holm hace chistes sobre si se atasca el baño, pero sí. Es mi parte favorita. 
Y, curiosamente, en esa parte de la película sucede una curiosa anécdota, de esas que darían para un buen gazapo. Simon está roncando, el profesor Terry Rapson apunto de regresar de la conferencia en la India donde conoce a Jack Hall y Dennis, quien, en el último momento de su vida (aunque sea la de ficción) brinda por el Manchester United, aparece viendo un partido de este equipo por la televisión, hasta que, cabreado, se levanta para despertar a un Simon cuyos ronquidos no le dejan disfrutar del ataque de los diablos rojos. 
En la película, se escucha claramente al comentarista decir que el Manchester United le gana al Celtic de Glasgow por una a tres y que están jugando en la ciudad escocesa un partido de Champions League. Avanza que va a darle la palabra a Donald McFarland y, poco después, los de Alex Ferguson marcan el cuarto para alegría de Dennis y del profesor Rapson, aunque éste parece que pregunta casi por compromiso. 
Como seguía con insomnio y no podía dormir, seguí enredando por internet y averigüé algo curioso. El partido que se ve por televisión no se está jugando en Glasgow si no en Manchester. Es más, ni tan siquiera participa el Celtic ni se trata de un partido de Champions. Es un amistoso entre el Manchester United y el Boca Juniors que terminó con un resultado favorable de 2 a 0 para los ingleses. Unos ingleses donde, por cierto, el jugador que acapara el enfoque es el holandés Ruud Van Nistelrooy, quien anda ahora trabajando de ayudante técnico en la selección de Holanda, si no me confundo. Rutgerus Johannes Martinus van Nistelrooy jugó Den Bosch, Heerenveen, PSV, Manchester United, Real Madrid, Hamburgo y Málaga, llegando a ser internacional con su país en setenta ocasiones y marcando 35 goles. Marcó casi 100 goles en cinco temporadas con los de Old Trafford, ganando todos los títulos locales: una Premier, una FA Cup, una Charity Shield y una Copa de la Liga. También le debió meter un gol en un amistoso al Boca Juniors. De hecho, les metió dos, y el que se ve en la película es el primero, el que marca después de una gran jugada de Juan Sebastián Verón. Era el Manchester United de los David Beckham, Laurent Blanc, Fabien Barthez, Phil y Gary Neville, Ryan Giggs, Roy Keane, Paul Scholes, Ole Gunnar Solskjaer, Rio Ferdinand o Mikael Silvestre. Además de estos y los ya mencionados, también jugarían en este ManU, viejos conocidos de la Liga española como el portero Ricardo López, ex del Osasuna y el Atlético de Madrid (creo que andaba de entrenador de porteros de la selección de Japón, si no me equivoco), el sudafricano Quinton Fortune o un joven, por entonces, Diego Forlán. Eliminados en cuartos de la Champions por el Real Madrid, al menos, para alegría de Dennis, aquel Manchester United se llevaría la Premier en dura pugna con el Arsenal, perdiendo otras dos finales locales en el mismo año. 
Eso sí, en la película, ni Dennis podía verlo, ni podía ocurrir. Con la mitad norte de los Estados Unidos evacuada y la gente cruzando Río Grande al revés, no habría tiempo en el resto del mundo para competiciones de fútbol ni nada por el estilo. Para brindar con el último vaso de un whisky de doce años por el Manchester United, para eso, sí.

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