miércoles, 18 de mayo de 2016

Claudio Ranieri



De acuerdo, esto es así: lo que leéis a continuación, si queréis, y bajo vuestra única responsabilidad, lo tenía escrito desde hace varios días pero no había acabado de terminarlo. Hace un par, leí este titular: "El doble de Ranieri se acuesta con 26 mujeres". Y no sé si me pareció más triste que divertido, más patético que irónico, pero lo que sí consiguió es que recordara que tenía yo todo esto escrito e iba a valer lo mismo ahí olvidado sin publicar que publicado, así que va ahora tal y como estaba, sin terminar:

Bueno... El Leicester City. Sí, impresionante triunfo. Nadie esperaba que los zorros se llevaran el título de la liga inglesa y ahí están, se lo llevaron.
Habría mucho que analizar para llegar a conclusiones sobre cómo han conseguido este título, como, por ejemplo, la medida con la que la responsabilidad de la victoria es de Claudio Ranieri. A sus 64 años, y tras un corto e insulso paso por la selección de Grecia, parecía que el romano comenzaba el declive de su carrera profesional. Una carrera que le ha llevado por una infinidad de equipos: Cagliari, Nápoles, Fiorentina, Valencia, Atlético de Madrid, Chelsea, Parma, Juventus, Roma, Inter, Mónaco...
Llegó al Leicester City después de la polémica fiesta de Tailandia que acabó con el despedido del entrenador Nigel Pearson. El equipo se había mantenido en la Premier después de un final de temporada milagroso e inesperado, pero la celebración de varios jugadores, entre ellos su hijo, James Pearson, acabó con Claudio Ranieri en el equipo de Vichai Srivaddhanaprabha, y, sí, ya no lo voy a volver a escribir porque cuesta.
El tailandés mantiene su estatus de bilionario gracias a sus negocios de duty free, King Power. En 2011, se hizo con el control del Leicester City, porque el fútbol es otra de sus grandes pasiones junto con el polo, y puso a su hijo, Aywatt Srivaddhanaprabha al mando. Con el dinero que invierte, armó un equipo que aspiraba a mantenerse en la Premier y ha acabado ganándola.
El Leicester City representa ese valor romántico que muchos echamos de menos en el fútbol, pero, en parte, no deja de seguir el mismo patrón que parece marcar el fútbol profesional inglés y el internacional, en gran medida. Srivaddhanaprabha no es Abramovich o Nasser Al-Khelaifi, pero, en parte lo es, aunque en una proporción distinta. En lugar de fichar a jugadores que reventaran el presupuesto del equipo e hipotecaran su superviviencia, se dedicó a darle una segunda oportunidad (o incluso una primera), a jugadores que se han convertido en estrellas de la noche a la mañana. Se pagaron más de ocho millones de libras al FSV Mainz por Shinji Okazaki o 7 millones de libras al SM Caen por N'Golo Kanté. Canteranos del Manchester United que no habían logrado crecer como se espera, como Danny Simpson o Danny Drinkwater (después de lo de Bangkonk, anda que no dio su apellido para chistes). La sorpresa de Jamie Vardy, algo así como otro inesperado Toto Schillaci. Y un buen puñado de jugadores internacionales con recorrido y con otro sorprendente rendimiento: el alemán Robert Huth, Christian Fuchs, Leonardo Ulloa y, sobre todo, el portero Kasper Schmeichel y el nombrado mejor jugador de la Premier, Riyad Mahrez. A sus 43 años, aún sigue en el equipo el portero australiano Mark Schwarzer.
Su victoria final, por mucho que yo haya hecho esta lectura un poco rebuscada y picajosa, no deja de tener un mérito que ha conseguido su correspondiente eco internacional. Es el triunfo de un equipo de inesperados (¿cuántas veces he usado ya este adjetivo?) vencedores que han hecho felices (y ricos, a algunos) a una afición que no podía ni haberlo soñado.
Personalmente, me ha dado pena por los Spurs de Tottenham. Más bien, me ha dado pena por mi colega Brian quien, desde Dublín, aún creía en la remontada de su equipo favorito, aunque, cuando estuve con él hace como mes y medio, hablaba de los cálculos matemáticos con la boca pequeña y sin mucha confianza. Al menos, los de Mauricio Pochettino, jugarán el año que viene la Champions League. Hace unos días, Eric Dier, uno de esos jóvenes jugadores (junto con gente como Harry Kane o Dele Alli) que han devuelto la ilusión a los Lilywhites, decía que el año que viene serán mejores aún. Quizás sea así.
Lo que, personalmente, envidio, es que Leicester City y Tottenham Hotspurs se hayan disputado esta Premier League. A falta de dos partidos para que termine la liga, da gusto verle a los dos arriba y a otros como West Ham (6º), Southampton (7º) o Stoke City (10º), dándole colorido a la máxima categoría del fútbol nacional inglés. Hace unos pocos días, tras la última jornada de liga y el apretado final entre Atlético de Madrid, Real Madrid y FC Barcelona, a un periódico deportivo de tirada nacional se le ocurría otro de esos titulares rimbombantes señalando que ésta es la mejor liga del mundo, y utilizando como argumento este final tan estrecho. Yo, de verdad, prefiero y envidio lo que ha ocurrido en Inglaterra, pero, probablemente, esté confundido.
A esta alegría del fútbol inglés se le suma ahora la clasificación para la final de la Europa League del Liverpool de Jurgen Klopp...........


Y la final se juega hoy, ¿no? Y Danny Drinkwater marcó un golazo el fin de semana pasado. Si el doble se ha seguido acostando con mujeres, no lo sé, pero mejor lo dejamos aquí. 


Posdata: fotografía encontrada en una búsqueda en google image, aparentemente su origen se encuentra en fantasyfootballfirst.co.uk. 

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