lunes, 17 de junio de 2019

Wout Van Aert



Dicen que el ciclismo en Bélgica es una religión. Lo dicen así, con exageración. Pero es cierto que no hace falta más que ir de turista para que te des cuenta de que las dos ruedas predominan en los paisajes urbanos tanto en Bélgica como en los de sus vecinos holandeses. 

Los ciclistas belgas dominan una disciplina que podríamos denominar como secundaria, aunque nos duela, si nos atenemos a la popularidad y los índices de audiencia. Hablamos del ciclocross. En el medallero histórico de la categoría masculina y élite, los belgas acumulan 30 preseas de oro, 23 de plata y 19 de bronce, para un total de 72. Su más inmediato perseguidor, Francia, acumula 34 en total, casi tantas como ellos de la más preciada. No se puede decir lo mismo en la categoría femenina, donde el gran dominador es Holanda, gracias, sobre todo, al talento de Marianne Vos.

En la disciplina de carretera, Bélgica, y Holanda también, tiene un hueco en el imaginario de los amantes del ciclismo, por sus pruebas de un día, llenas de adoquines y emboscadas de tierra, o por corredores del calibre de Philippe Gilbert, Tom Boonen, Johan Musseuw o Franck Vandenbroucke en tiempos más recientes y Roger de Vlaemick, Rik Van Looy, Lucien Van Impe o Philippe Thys en tiempos más lejanos. Por supuesto, a parte, el gran nombre que supera a todos, Eddy Merckx. Y, por supuesto, siempre ese otro lado del ciclismo, el que no supone tanta preponderancia por sus victorias como lo que supone el afán y el esfuerzo. Thomas de Gendt podría ser el ejemplo belga más actual, eternamente escapado, pocas veces con éxito, pero algunas sí. 

Tampoco aspiramos a hacer aquí un recuento de los méritos y currículo del ciclismo belga, pero sí de como, con tres ejemplos, se puede observar que hay cierta esperanza para poder asistir a una época dorada de su ciclismo. Luego puede que se quede en nada, pero estar, siempre están. No ganan un Tour desde Lucien Van Impe en 1976. No ganan un Giro desde Johan de Muynck en 1978. No ganan una Vuelta desde Freddy Maertens en 1977. En esos años 70, entre estos y las victorias anteriores de Eddy Merckx en las tres grandes, Bélgica parecía el gran dominador mundial. Ya queda un poco lejos. Johan Bruyneel fue tercero por detrás de Laurent Jalabert y Abraham Olano en la Vuelta a España de 1995. Thomas de Gendt ocupó la misma posición en el Giro de Italia de 2012, detrás de Ryder Hesjedal y Joaquim Rodríguez. Tercero fue también Jurgen Van den Broeck en el Tour de Francia, el último pódium belga. Ocurrió en 2010 y le antecedieron Andy Schleck y Samuel Sánchez. Es poco bagaje para las decadas finales del siglo XX y lo que llevamos de XXI. Pero el ciclismo no se resume en pódiums de grandes vueltas, y corredores como los ya mencionados arriba, de los cuales dos, Boonen y Gilbert, llegaron a ser campeones del mundo, y otros, recientes, como Greg Van Avermaet, Jurgen Roelandts, Maxime Monfort, Jan Bakelants, Sander Armee, Jelle Vanendert, Kurt Van de Wouwer, Kevin de Weert o Stijn Devolder han mantenido siempre de moda al ciclismo flamenco y valón. 

Se esperaba mucho de una generación que aún puede crecer, la de los Dylan Teuns (1992), Edward Theuns (1991), Tim Wellens (1991), Victor Campanaerts (1991), Louis Vervaeke (1993), Tiesj Benoot (1994), Jasper Stuyven (1992) o Sean de Bie (1991), pero lo cierto es que se le está sumando otra nacida a partir de 1995 que ha roto los pronósticos y expectativas que se podían esperar de los precedentes. Hablamos de corredores como Laurens de Plus (1995), quien ha frenado un poco su progresión después de hacer 24º en su primera grande, un Giro de Italia, Steff Cras (1996), corredor del Katusha que fue 5º en el Tour del Porvenir, o los más jóvenes, recién estrenados en el profesionalismo, como Jasper Philipsen (1998) o Bjorn Lambrecht (1997), quien acaba de ganar el premio al mejor corredor joven en la Dauphinè Liberè. Y la cantera no para. En la recientísima Vuelta a Navarra, quedó ejemplo de ello: Arne Marit y Maxim Van Gils le dieron triunfos parciales al Lotto Soudal, Laurens Huys lo rozó y Kobe Goosens acabó 2º en la general final. A esta lista podríamos añadir un buen puñado de corredores holandeses como el avezado ganador Fabio Jakobsen, Sam Oomen, Cees Bol o Maikel Zijlaard.

Pero son especialmente tres corredores los que, a lo largo de esta temporada, han llamado la atención a nivel internacional y han puesto en el candelero al ciclismo belga, aunque uno de ellos tenga nacionalidad holandesa, que es una de las razones por las que estamos mezclando sin mucho criterio a ambos países. Hablamos de Wout Van Aert, reciente ganador de dos etapas en el Dauphinè Liberè, Mathieu Van der Poel, ganador este año de una agónica Amstel Gold Race y Remco Evenepoel, vencedor final de la Vuelta a Bélgica que terminó hace unos días. El primero tiene 24 años y el último 19. Los dos son belgas. El del medio, que tiene 24 años, es de nacionalidad holandesa aunque nacido en Kapellen, Bélgica, la misma ciudad donde nació el defensa del FC Barcelona Thomas Vermaelen. Esas victorias que han conseguido esta misma temporada son significativas, pero más lo son sus edades, sobre todo, por supuesto, en el caso extremo de Evenepoel. Si hablamos de Van Aert y Van der Poel, algo más mayores, resalta igualmente su origen en el ciclocross, donde ya habían labrado una significativa rivalidad, y cómo empiezan a despuntar ahora con sus victorias en carretera, demostrando que el talento del barro van a poder trasladarlo al asfalto. También es necesario ver cómo han ganado, analizar cómo se dieron esas victorias: Van Aert lo hizo en una de las carreras más prestigiosas del calendario internacional, la Dauphinè Liberè y en dos especialidades muy distintas, en la lucha contra el reloj y al esprint; la victoria de Van der Poel en la Amstel Gold Race será recordada por mucho tiempo, por sus ataques finales, su amor propio y su esprint agónico final. 

Van Aert, como ya hemos dicho, nació hace 24 años en Herentals, una ciudad flamenca cercana a Amberes. Un nido absoluto de ciclistas, y, sobre todo de ciclocrosistas. En Herentals nacieron corredores como Paul Herijgers, Johan Verstrepen, Mario Aerts, Bart Wellens, Bart Leysen, Geert Omloop, Jurgen van den Broeck o Rik Van Looy. Van Aert tenía espejos de sobra donde mirarse. Antes de concentrarse en la ruta, Van Aert se lució en los circuitos de lodo del ciclocross: fue campeón del Mundo en 2016, 2017 y 2018 y campeón de la Copa del Mundo que organiza la UCI en 2015-2016 y 2016-2017. Un año antes de que ganara su primer título mundial, perdió el mismo ante un corredor de su misma edad, Mathieu Van der Poel, quien repetiría victoria este mismo año, en el campeonato del Mundo de 2019, dejando precisamente a Wout Van Aert de nuevo como subcampeón. Por el contrario, en las tres victorias consecutivas de Van Aert, Van de Poel solo sería segundo en Bieles, Luxemburgo, 2017. En lo que concierne a la Copa del Mundo de la UCI, Mathieu Van der Poel ganó solo la de 2017-2018 y Toon Aerts venció a los dos en la última, esta de 2018-2019. 

Ahora, pueden trasladar esa rivalidad a la carretera, como decíamos arriba. Mathieu Van der Poel ya había destacado en la ruta siendo junior, cuando en 2013 se convirtió en Campeón del Mundo de la categoría por delante del danés Mads Pedersen y el albanés Iltjan Nika. Precisamente, el tercero en discordia en todo esto, Remco Evenepoel, disfrutaría del mismo honor justo antes de pasar a profesionales, convirtiéndose en campeón del Mundo junior en ruta en 2018, galardón que celebró llevándose también el de contrarreloj. Con ese bagaje, Remco Evenepoel dio el salto a profesionales con el Deceuninck-Quick Step, convirtiéndose, directamente, en una de las grandes sensaciones del pelotón internacional, a pesar de contar solo con 19 años, ya que nació en el año 2000 en Schepdaal, Flandes. En su biografía, además, aparece un dato muy curioso. Y es que Evenepoel iba para futbolista, deporte en el que llegó a ser seleccionado por su país en categorías sub15 y 16, después de pasar por las canteras de Anderlecht y PSV. Las que acaba de conseguir en la Vuelta a Bélgica son sus primeras victorias. La general la ha completado con una exhibición: ganando dos victorias parciales y casi sin despeinarse. Se suma así a un palmarés histórico donde se encuentran muchos o casi todos los ciclistas de su país que hemos ido mencionando en esta entrada, más otros internacionales como Frans Maassen, Sean Yates, Michael Rogers, Sylvain Chavanel o Tony Martin. Muy seguramente, tanto él como muchos expertos, esperan que supere los palmareses de estos corredores. 

La Vuelta a Bélgica es, de hecho, la prueba que une a estos tres corredores. Solo Evenepoel ha ganado la general, pero los tres han conseguido victorias parciales en ella. Van der Poel, por su parte, a esa fue sumando otras, en pruebas menos conocidas para el gran público, como la Boucles de la Mayanne, el Tour de Limburgo, la Artic Race de Noruega, la Dwars door het Hageland o el Baltic Chain Tour hasta que este año ha dado el gran salto, con su exhibición en la Amstel Gold Race y sumando otras citas importantes como la Flecha Brabançona, el GP Denain, A través de Flandes y una etapa en el Tour de Antalya turco. Poco a poco, ha ido dando ese salto de calidad que todo el mundo esperaba. Ahora, lo que habrá que esperar es a ver cómo se plantea su futuro profesional. Si apuesta decididamente por la ruta o sigue a dos aguas, compaginando con ambición carretera y ciclocross. Si aspira a conseguir victorias más grandes en el asfalto, probablemente tenga que pensarse su contrato con el Corendon-Circus de Christoph Roodhooft, donde también corre su hermano, David Van der Poel, y un veterano como Stijn Devolder, pero que no puede ofrecerle el calendario que sí le darán Deneuncinck y Team Jumbo-Visma a Remco Evenepoel y Wout van Aert. 

Un Van Aert que, como decíamos, consiguió una de sus primeras victorias precisamente en la prueba que ahora ha ganado Evenepoel, la Vuelta a Bélgica. No fue la primera, sin embargo, ya que había ganado antes, el año anterior, una Vuelta a Lieja donde también se llevó dos etapas. Y no han sido estas las únicas, ya que también ha ganado en carretera pruebas como el Tour de Limburgo, una etapa y la general de la Vuelta a Dinamarca, la Clásica de Brujas, la Schaal Sels y el Gran Premio Pino Cerami. Además, por supuesto, de esas dos recientes victorias parciales en el prestigioso Criterium Dauphinè Liberè. Primero, se impuso en una contrarreloj de 26 kilómetros en Roanne a especialistas más experimentados como Tejay Van Garderen, Tom Dumoulin, Steven Kruijswijk o Adam Yates. Y, al día siguiente, en el esprint en Voiron, se impuso a un Sam Bennett que ya había ganado en una llegada masiva en la tercera etapa, con llegada en Riom, dejando precisamente a Van Aert en segunda posición.

Van Aert se llevó, además, el maillot verde de la regularidad en un Criterium que ha estado marcado por el éxito del ciclismo holandés y belga. A saber, Van Aert y Dylan Teuns ganaron tres etapas para Bélgica y el propio Van Aert y Phillippe Gilbert hicieron segundos en otras dos. Teuns hizo 6º en la general final y fue dos días líder. Bjorn Lambrecht ganó el maillot del mejor joven y Xandro Meurisse acabó 14º en la general final e hizo una gran etapa en la última etapa, con final en Chámpery, que acabó por coronar a Jakob Fuglsang. Por parte holandesa, otras dos victorias parciales: las etapas conseguidas por Dylan Van Baarle y Wouter Poels, quien, además, acabó 4º en la general final. 

Van Aert, Van der Poel y Evenepoel. O puede que Lambrecht, Jakobsen y De Plus. Holanda y/o Bélgica. Pero aparecerá otro De Gendt, eternamente en la pomada. O un Tom Boonen que azuze a la afición belga. O, quién sabe, quizás alguien que no obligue a mirar a finales de los años 70 para recordar a los Maertens, De Muynck y Van Impe. Pero, lo que está claro, es que no dejan de salir. Y, cuantos más salgan, mejor para los aficionados y para el ciclismo profesional. 

Le vamos a dar el titular a Wout Van Aert porque a alguno de los tres había que elegir. La fotografía se la damos a Remco Evenepoel, del día que se proclamó campeón del mundo en ruta junior. A Mathieu Van der Poel le consolamos asegurando que, muy probablemente, nos vuelva a tocar hablar de él pronto.


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