Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
viernes, 3 de octubre de 2008
Casey Harriman
Si tecleáis su nombre en google (y sabéis un poco de inglés) os encontraréis con sus estadísticas de los últimos años en la Universidad de Creighton, una universidad católica de Omaha, Nebraska, con los Bluejays (jay es arrendajo en castellano, desgraciadamente no sé mucho de aves, pero los arrendajos de Omaha, al menos los de la Universidad de Creighton, son azules). Está en su año de sophomore, creo, es decir, segundo año de Universidad. Cuando es su primer año, son freshman. Los dos últimos son junior y senior. Es un 6-5, así que según la tabla de conversión, mide un metro y noventa y seis centímetros. Supongo que en Creighton juega de alero. Juegan en la Primera división de la NCAA, en el grupo conocido como Missouri Valley y es imposible que explique como funciona una liga tan complicada como la NCAA. El entrenador es Dana Altman, que cumplirá su decimocuarto año consecutivo en la dirección de los Bluejays y con éxitos tales como haber conseguido meter al equipo entre los 25 mejores equipos en 2002 o que Creighton sea uno de los nueve equipos que han conseguido al menos 20 victorias en los últimos nueve años. En este grupo, universidades tan laureadas como Arizona, Duke, Gonzaga, Kansas o Kentucky. De todas formas, el mayor logro de Dan Altman es conseguir que jugadores que han pasado por sus manos lleguen a jugar en la NBA. Entre los que han llegado a la NBA pasando por la Universidad de Creighton: Rodney Buford y Kyle Korver. Anthony Tolliver ha fichado este año por los San Antonio Spurs, y Nate Funk lo ha intentado en las ligas de verano. Pero nuestro héroe o villano es Casey Harriman, natural de Ida Grove, Iowa, donde batió todos los récords jugando para el instituto de Ida Grove-Battle Creek. En su último (o penúltimo, no me acuerdo) año de instituto, yo fui profesor de español en la elementary (educación infantil) del pueblo. Así, pues, fui testigo de sus hazañas, que no solo se limitaban al baloncesto, porque en invierno era también la estrella del equipo de fútbol americano y estaba también en el equipo de atletismo. De hecho, me lo crucé un par de veces corriendo cerca de Moorehead Park. Aquel año hizo números históricos en prácticamente todos los apartados del juego. Era la estrella. Machacaba el aro. Parecía un chaval de lo más sencillo y trabajador. El baloncesto era un acontecimiento en aquel pequeño pueblo del oeste de Iowa. Los partidos se programaban en horario nocturno y a poder ser en fin de semana. Todo el pueblo iba al pabellón. Tenían marcador electrónico, cheerleaders, árbitros federados, catering y un rincón oscuro detrás del garaje donde yo me recogía para fumar un cigarrillo a escondidas. Llegaron lejos aquel año, pero tampoco me pidáis que os explique como funcionaba el sistema de competición porque no me enteraba de nada. Sé que jugaron un partido muy importante y dramático en el pabellón municipal (creo que era municipal) de Denison, una ciudad más grande a una hora de viaje. Alan, el padre de mi familia, me dijo que él no podía ir, pero que si yo iba, me pagaba la entrada pero me tenía que llevar a su hijo pequeño, Jacob, de unos ocho años. Fue un gran día. Creo que ganaron el partido. El ambiente fue fantástico. Y Jacob no dejaba de reírse en el viaje de vuelta. No se veía un carajo y daba miedo conducir por aquellas carreteras rectas a oscuras, pero yo iba cantando Vacazul a gritos y él se reía de lo raro que sonaba el castellano mientras hacía que tocaba la batería. Hace unos días teclee el nombre de Casey Harriman en google y me alegró ver que estaba en una universidad de la primera división de la NCAA. Ser una estrella del instituto en un pueblo pequeño de Iowa no significa nada. El año pasado promedió 3 puntos por partido. Sería un milagro que Casey Harriman llegara a jugar en la NBA o si quiera en alguna liga comercial o en europa, pero, estoy seguro de que en Ida Grove, Iowa, hay mucha gente orgullosa de él. Así que... habrá que seguir la carrera de Casey, quién sabe, quizás algún día le veo ocupando el puesto de Luke Recker en el Bilbao Basket.
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