jueves, 29 de octubre de 2009

Adam Schlesinger


Por la parte popular, Schlessinger es todo un éxito. Fue nominado a los Óscar y a los Globos de Oro por "That Thing You Do" canción que compuso para la película The Wonders que protagonizaba Tom Hanks. También compuso canciones para Tú la letra y yo la música, aquella comedia a la medida de Hugh Grant, esta vez, acompañado por Drew Barrymore. Y no han sido sus únicas participaciones en el mundo del cine. Y hay más, Schlesinger también ha compuesto para grupos de póster gratuito en el Superpop, como The Jonas Brothers. Y último, a parte de tocar el bajo en Ivy y Fountains of Wayne, grupo que cofundó y que es por el que yo escribo sobre él, Schlesinger también participa en el nuevo proyecto de James Iha, el americano de origen japonés, antiguo componente de Smashing Pumpkins, Tinted Windows.
Compré Welcome Interstate Managers en un Wal-Mart. Cuando estábamos en el Target Center, toda una orquesta, con sus instrumentos de cuerda y viento, antes de tocar el Oh Say Can You See me hicieron abrir la boca con Stacy's Mom, yo aún no sabía que Schlesinger había conseguido escribir otro éxito. Y no era mi preferida. Yo me quedaba con aquella del tío de Hackensack que veía a su antigua compañera de clase en la tele, haciendo el imbécil con Christopher Walken. También me gustaba la de Mexican Wine y sobre todo All Kinds of Time. Aburrido, con todo el tiempo del mundo mientras nevaba fuera, escribí un cuento en inglés. Era el final de la historia que Schlesinger contaba en All Kinds of Time. El quaterback tenía el balón en la mano, se acordaba de su padre, de su madre, de su prometida, de sus hermanos frente al televisor y entonces lo entendía todo. El balón en su mano. El tiempo en su poder. El hombre al que tenía que lanzar el balón solo en el sitio en el que debía estar. Pero el tenía el balón en la mano y acababa de comprenderlo todo: aquel balón era todo el tiempo del mundo. Él era el dueño del tiempo. Aburrido, con todo el tiempo del mundo mientras nevaba fuera, escribí otro cuento, en castellano. En uno, el quaterback lanzaba el balón y llegaba hasta su compañero. En el otro, se quedaba quieto, sonriendo, esperando a que le placaran. En los dos, en dos idiomas distintos, el tiempo se detenía en el mismo instante. ¿Cúal era en inglés? ¿Cuál era en castellano? Como no tenía nada que hacer aquel sábado, arranqué el coche y conduje con cuidado, evitando el hielo, hasta el Wal-Mart. En la sección de lácteos, escondí el cuento en castellano. En la sección de productos de limpieza, detrás de una caja de desatascador, escondí el cuento en inglés. Al llegar a casa, puse ESPN: quaterbacks, tackles, running backs, linebackers... todos corrían con desesperación, en busca del balón, en busca del tiempo, en busca de que alguien les escribiera el final del cuento. Esperando que Schlesinger les escribiera una canción de éxito.

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