Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
domingo, 4 de octubre de 2009
Raúl Gañán
Hoy ha ganado el Salamanca y Raúl Gañán ha vuelto a ser titular. El bilbaíno tiene ya 35 años y ya casi va para la decena jugando en el equipo charro. Empezó en el filial del Athletic, se vino al equipo de mi ciudad, y de allí se fue al Alavés para volver tras una temporada en Badajoz. Yo no sé si serán muchos los aficionados del Barakaldo que se acuerden de él, han pasado ya once años más o menos, pero yo me acuerdo de sus galopadas por la banda. Hizo una temporada espectacular que le llevó a jugar en Primera División.
Desde el jueves hasta hoy he vivido (claro que es un eufemismo) en el hotel Petit Palace Las Torres de Salamanca, con una habitación que daba a la calle Concejo, a diez pasos contados de la Plaza Mayor. Las obligaciones laborales me dejaron entrar y salir con prioridad por el edificio Anayita y la facultad de Filología, justo en frente de la Catedral Nueva, donde ya había visto al astronauta y al león comiéndose un helado como un año antes. Tres días de callejear de la Rúa Mayor a la Antigua, de la Antigua a la Mayor, de la Plaza Anaya a la calle del Expolio, unos minutos en la casa de Lis, la calle Silencio, el huerto de Calixto y Melibea, y una ruta ya típica por los bares que nos agenciamos por internet, esta vez, el British Museum, el homenaje subterráneo a Gaudí llamado Country y el arrinconado Tun-Tun. Seguro que nos quedamos en turistas y nos perdimos muchas cosas que ver, pero la sensación que queda es que Salamanca es un hervidero de actividad, un vórtice de movimiento juvenil, un laberinto con encanto donde la piedra y el marmol rosáceo se confunden con la cara sonrosada de tanto estudiante extranjero. Y mientras estaba sentado en la terraza del Hernández y Fernández pensaba, ¿igual me encuentro por aquí con Raúl Gañán?
No fue así, pero al llegar a casa, la inercia me ha llevado a mirar qué es lo que hizo hoy el Salamanca. Espero no perder nunca esa extraña ilusión mitad romántica mitad naive que acompaña el descubrimiento de una nueva ciudad. Seguro que no, sobre todo mientras siga abusando del Cvne.
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