viernes, 11 de diciembre de 2009

Myron Pretty Weasel


Estoy leyendo la segunda novela seguida de James Welch. Welch vuelve a repetir la historia, con un personaje muy parecido al de "Winter in the blood", con la misma desorientación existencial, fantasmas parecidos, e igualmente aficionado al alcohol. Sin embargo, Jim Loney, el personaje de esta segunda novela seguida que leo, "The death of Jim Loney" es una antigua estrella de baloncesto del instituto, un indio que mantiene una extraña relación con una profesora de primaria que huyó de Dallas para abrazar un futuro incierto en Harlem, Montana. Aún no la he terminado, pero acaba de aparecer un personaje que me ha llamado la atención: Myron Pretty Weasel. Con su habitual estilo despreocupado pero incisivo, Welch suelta a Pretty Weasel en la página 80, cuando faltan otras tantas para que Loney muera, y no nos da explicaciones. Pretty Weasel era compañero de Loney en aquel equipo de baloncesto, e incluso llegó a jugar en la universidad en Wyoming, pero lo abandonó en su tercer año para volver a casa, a Montana, y encargarse del negocio familiar y convertirse en un exitoso ganadero. Casi de sopetón, sin darle importancia Welch dice (y traduzco yo mismo): "No importaba que la decisión fuera simplemente volver a casa... Ahora, cuando miró hacia atrás, se dio cuenta de que no había sido una decisión en sí, si no una respuesta automática, tal y como un perro pastor regresa por inercia al campamento cuando cae el sol. Lo que importaba era que estaba hecho. Mientras regresaba a Montana, no dejaba de pensar en lo infantil que había sido su vida y el hecho de abandonarla se había vuelto algo irreversible, tan irreversible como la idea de morir. Meter un balón por un aro de acero sobre el que cuelga una red: aquella vida había terminado para siempre en aquel preciso momento."
Pero lo que más me gusta es cuando este vaquero que recuerda todo eso mientras ve a su antiguo amigo y vieja estrella del instituto entrar cabizbajo en una licorería, recuerda el que para él fue el momento más extraordinario de su ya casi olvidada carrera como jugador de baloncesto. Pretty Weasel recuerda que Jim Loney era el mejor base con el que había jugado, rápido, silencioso, impredecible. Nunca miraba al compañero a quien iba a pasar, siempre parecía que sabía de antemano lo que iba a ocurrir. Por eso, el día que tenía que jugarse aquel triple, cuando Jim Loney le miró antes de pasarle el balón, Myron Pretty Weasel no pudo más que detener el tiempo, enamorarse, esbozar una sonrisa y mantener aquella mirada tan indescifrable. Quizás por eso, el balón se escurrió entre sus manos, se estampó contra su cara y le dejó sentado en el suelo, sangrando de la nariz, pero feliz como no lo había sido nunca en la cancha.
Y el capítulo diez termina con Pretty Weasel dándole la vuelta a la cinta y Hank Williams canta aquello de me siento tan solo que podría morir.

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