lunes, 18 de octubre de 2010

Fernando Llorente


Pues no sé. El domingo mientras corríamos, probablemente mientras rodeábamos San Mamés, uno de los tres preguntó, y, Llorente qué, ¿se irá? Hoy he llegado a casa después de una jornada laboral de 8 de la mañana a 8 de la tarde, y después de cenar, he tenido que seguir trabajando, pero a eso de las doce me ha dado tiempo a fumarme un cigarrillo mientras enredaba por la red. He leído la charla de Segurola en el marcadigital porque sí, a veces, lo hago, al fin y al cabo, es del pueblo. Alguien le ha pedido a Segurola su opinión sobre ciertas declaraciones (respetuosas) que Morientes debió hacer en alguna retrasmisión. A saber, que Llorente estaba preparado para jugar en un grande. Y me adhiero a la respuesta de Segurola: entiendo lo que quiere decir el Moro, pero también me hago el dolido, Llorente ya juega en un grande. ¿Es así? ¿Es suficiente? No lo sé, supongo que es una cuestión personal. Cada individuo es distinto, no todos tenemos las mismas preferencias. Lo que para algunos es falta de ambición, para otros puede ser una apuesta arriesgada. No es fácil hablar sin dejarse llevar por el corazón. En mi opinión, existen varias posibilidades. Creo, sinceramente, que tal como está el fútbol, se pueden pagar 36 millones. Creo, también, que Llorente puede cumplir su contrato. Creo que incluso puede renovar y luego marcharse para dejarle un último detalle al club. No lo sé. En tres años pueden pasar muchas cosas: se puede lesionar, se le puede acabar el talento (¿si?), se puede hacer un equipo campeón (yo lo creo, y lo creeré siempre, aunque sea un sueño tan utópico como inútil como necesario), puede que la vida personal de Llorente le lleve a decidir que en Bilbao se está mejor que en ningún sitio, o justo lo contrario.
Yo me pregunto... A mí me gusta viajar, tengo una profesión liberal, que se debate entre lo racional y lo sentimental, amistades internacionales, experiencias transgresoras, ideas de izquierdas, varias lecturas, muchos conciertos, intereses personales y colectivos que desprecian las fronteras y abrazan la aventura y lo desconocido. ¿Y soy del Athletic? Conozco a gente a quien esto le parece una paradoja. A quien el Athletic le parece algo extemporáneo, aislacionista, demasiado romántico. Y a puestos a maximizar, el fútbol en general también les parece un sentimiento narcotizante y embaucador. ¿Es así? Pues no lo sé. Es algo irracional. La paradoja es la explicación más exacta del problema matemático que llamamos vida y que nunca se consigue resolver con una ecuación certera. Por eso soy del Athletic, porque no podría explicarlo si pienso con frialdad sobre los atributos más manidos a los que siempre recurrimos para justificar la afinidad con lo que representa ese club. Otra vez: pues no lo sé. Y por eso no sé qué opina Llorente, cómo siente él el club, qué significa para él. No todos pueden ser Julen Guerrero. Pero, en mi deseo más íntimo y secreto, desearía que Llorente siguiera en el Athletic tanto cuanto quiera y que siguiera marcando goles y que algún día, por fin, pueda recordar en colores lo que ya se ha quedado en un blanco y negro tan pálido que ya ni me acuerdo de los años 80.
Al fin y al cabo, el Athletic si que me ha enseñado una cosa: las derrotas también sirven, tanto o más que los sueños que parecen (que sabes, no hace falta que me convenzas), inalcanzables. ¿Las victorias? Pues no lo sé. Espero contároslo algún día, mientras tanto, a seguir currando, y a leer rumores sin fundamento en la prensa deportiva.

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