lunes, 16 de mayo de 2011

Carlos Lapetra




Viendo los desayunos de la primera y tomando un café, acabo de acordarme de aquel tipo que conocí en fiestas de Bilbao. Los que sois de Bilbao, ya sabeís lo que suponen las fiestas de Bilbao, los que sois de fuera, os podéis proponer descubrirlo un día. Aquel verano lo estaba descubriendo aquel tipo de Zaragoza. Se puso a hablar conmigo porque se tropezó con una baldosa en el Arenal y su katxi acabó sobre mis zapatos. Recuerdo que me miró con cara de joder, ya tenemos bronca, pero tuvo suerte de encontrarse conmigo, porque a aquella altura de la noche, y después de haber abusado de los brebajes más mágicos, yo no estaba por la labor de tener broncas, si no todo lo contrario. Sonó el himno del Athletic y el tío se puso a bailarlo conmigo como si estuviéramos pisando un jardín de ascuas.

A partir de entonces, no calló. Habló de Chilavert, de Gustavo Poyet, del Kily González, de Paquete Higuera, de Miguel Pardeza... Yo en lugar de callarle, le azuzaba. El rollo etílico del compadreo exagerado y patético, ya sabéis. Al final, se puso a hablar de Carlos Lapetra. Lapetra por aquí, los cinco magníficos por allá, otra vez Lapetra, ya me empezaba a cansar. En un arranque desagradable, le frené en seco:

¿Cuántos años tienes?, le pregunté.

Veinticinco, me contestó, sorprendido.

¿Y el puto Lapetra ése no jugó en los años sesenta?

Se rompió el encanto.

Reconozco que no estuve muy afortunado, pero todo el mundo comete errores y tiene derecho a ser desagradable aunque sea por unos segundos.

Ahora me acuerdo de él, porque pienso que, si sigue gustándole el fútbol, si sigue siendo aficionado del Zaragoza, esté donde esté, lo tiene que estar pasando fatal el pobre chaval.

Y es que la penúltima jornada de liga, dejó angustias pendientes para la última.

También intentaba consolarme con ello mientras veía ayer el partido del Athletic y me desesperaba ante una demostración de fútbol que no entendí, ni entenderé, por mucho que me lo expliques. Y me lo intentaba explicar a mí mismo, diciéndome, un punto es un punto, haya rondas o no haya, estamos en Europa, mira para abajo, mira para Zaragoza y date por consolado. Y así es. Supongo que los maños darían sus dos manos por estar en nuestra situación.

La Coruña, Getafe, Pamplona, San Sebastián y Zaragoza vivirán un fin de semana al filo de la tragedia en la próxima jornada. Si es que te gusta el fútbol, claro. Mientras, en Bilbao, sufriremos para saber si somos quintos, sextos o séptimos, pero divino sufrimiento. Este sufrimiento es distinto, es casi filosófico, a veces, abstracto, hipotético. Nos pasamos los partidos viéndoles jugar y pensando en cómo podrían jugar. Es un sufrimiento casi auto-infligido, así que... bienvenido sea.

Mientras tanto, seguiremos hablando, unos de Carlos Lapetra, y otros de José Ángel Iribar.

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