El campeón de Europa de 1500 en Barcelona en 2010, ya había sido bronce en 2007 en Birmingham, tiene 27 años. Cuenta que su padre formaba parte del equipo de Al filo de lo imposible y que, cuando empezó a entrenarse para una aventura en los Andes, su hijo, por entonces un niño, le acompañaba a entrenar. Con la carrerilla, se apuntó a un club de atletismo de Santa Eugenia. Ahora, ya es campeón de Europa y licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Casado es un atleta peculiar, y no lo digo tanto por esas imágenes recientes suyas cantando con Los Porretas. Hace poco, como otros atletas europeos, viajó hasta el centro que la antigua atleta holandesa de origen keniano, Lornah Kiplagat ha puesto en marcha en Iten, en el altiplano keniano, a 2400 metros de altura (dicen que en Iten, mil de los dos mil habitantes son corredores de fondo o medio fondo). Estuvo un mes allí, entrenando con otros 800 atletas en un centro de alto rendimiento donde se busca seguir el método de trabajo de los fondistas kenianos: correr, comer y dormir. Todos los días la misma preparación: “diana a las 6:30, rodar en ayunas algo más de una hora, desayuno, descanso, comida a las 12:30 y a las 16:30 de nuevo a correr y pronto a la cama”, así lo explicaba él en una entrevista. La mayoría de los atletas europeos que se apuntan a esta experiencia, piensan en los glóbulos rojos, el oxigeno, la altitud, pero según Casado, su intención era más bien olvidarse del pulsímetro, de la ciencia y vivir en primera persona el ambiente natural de los atletas más fuertes del medio fondo y el fondo. No estuvo solo, cuando llegó, ya estaba allí Fran España, el hermano pequeño del subcampeón de Europa de los 5000, Jesús España, además de Fabiana Lafuente y Elena García que llegarían después. Tenían como monitor a Wilson Kipsang (2 horas y cuatro minutos en la maratón) que cada jueves dirigía los entrenamientos de estos corredores, con cambios bruscos de ritmo.
En alguna de las entrevistas que Casado ha dado en relación con esta experiencia, destaca como confiesa la calidad de cientos de esos atletas que entrenaban con él, corredores anónimos, con material profesional usado que recibían de otros compañeros, y que demostraban marcas y capacidades que les harían estar en la élite del deporte, pero que, como Casado cuenta, permanecerán anónimos y sin gloria en muchos casos porque el sistema de captación de estos valores es caprichoso y limitado.
Pero Casado también es peculiar porque volvió de Kenia con algo más que un exigente entrenamiento. Volvió con 27 entrevistas que le ayudarán a terminar su tesis doctoral. Una tesis doctoral en la que estudia las razones del éxito de los fondistas africanos, apoyándose en las teorías de K. A. Ericsson para refutar las teorías, más aceptadas y recurrentes, de los genetistas que explican la superioridad de estos atletas en razones genéticas. Él lo explica mejor:
"Estoy convencido de que genéticamente no hay una gran diferencia entre los kenianos y nosotros. Hay un estudio que demuestra algo, que dice que tienen los gemelos y los sóleos más delgaditos, pero no es definitivo."
"Lo que nosotros llamamos talento o que son mejores genéticamente, para mí es otra cosa: que cuando van a la escuela primaria, de los 4 a los 14 años, hacen una media de 10 kilómetros semanales. Y eso de media, porque algunos hacen 20. Por tanto, la base que tienen es mayor."
"Es un argumento racista y sin base. Hay que estudiar esto de verdad. Hay muchos enfoques y este es uno más. Han intentado buscarle explicaciones genéticas desde siempre, y lo único que han encontrado es que tienen los gemelos un poquito más delgaditos que nosotros. Biomecánicamente, sí que es una ventaja, pero también podemos preguntarnos si eso no se ha producido como una adaptación fisiológica porque han estado corriendo descalzos desde pequeñitos."
"En el fondo, intentando probar mi teoría, más ambiental que genética, lo que intento es quitarme una barrera psicológica, la noción esa de que a los africanos no les puedo ganar. No estoy de acuerdo. Hay que entrenarse mucho, tendré que entrenarme todo lo que no me he entrenado desde pequeñito y pensar que podré mejorar más. Y seguro que lo consigo".
Hace tiempo K. A. Ericsson estudió la mejora en el rendimiento de violinistas y llegó a una conclusión que convirtió en su teoría de la práctica deliberada. Para K. A. Ericsson la excelencia en el rendimiento es el resultado del esfuerzo prolongado. Esta teoría se opone a otros razonamientos científicos que apuntan a características genéticas para explicar las diferencias en el rendimiento deportivo entre atletas de regiones distintas.
Hace poco, Alain Laiseka publicaba un buen artículo en torno a la figura del ciclista antillano Yohann Gené que, durante esta edición del Tour se está convirtiendo en el primer ciclista de color en correr la carrera por excelencia del calendario internacional. En su artículo, Laiseka mencionaba el trabajo de Casado y citaba a otras personas como el propio K. A. Ericsson, Tim Noakes o Nicholas Leong. Y precisamente Leong era el objeto de comentario de Laiseka por un proyecto experimental que este fotógrafo comercial de Singapur puso en marcha hace tiempo para demostrar que las capacidades fondistas de los atletas kenianos se podían trasladar al ciclismo:
Casado es un atleta peculiar, y no lo digo tanto por esas imágenes recientes suyas cantando con Los Porretas. Hace poco, como otros atletas europeos, viajó hasta el centro que la antigua atleta holandesa de origen keniano, Lornah Kiplagat ha puesto en marcha en Iten, en el altiplano keniano, a 2400 metros de altura (dicen que en Iten, mil de los dos mil habitantes son corredores de fondo o medio fondo). Estuvo un mes allí, entrenando con otros 800 atletas en un centro de alto rendimiento donde se busca seguir el método de trabajo de los fondistas kenianos: correr, comer y dormir. Todos los días la misma preparación: “diana a las 6:30, rodar en ayunas algo más de una hora, desayuno, descanso, comida a las 12:30 y a las 16:30 de nuevo a correr y pronto a la cama”, así lo explicaba él en una entrevista. La mayoría de los atletas europeos que se apuntan a esta experiencia, piensan en los glóbulos rojos, el oxigeno, la altitud, pero según Casado, su intención era más bien olvidarse del pulsímetro, de la ciencia y vivir en primera persona el ambiente natural de los atletas más fuertes del medio fondo y el fondo. No estuvo solo, cuando llegó, ya estaba allí Fran España, el hermano pequeño del subcampeón de Europa de los 5000, Jesús España, además de Fabiana Lafuente y Elena García que llegarían después. Tenían como monitor a Wilson Kipsang (2 horas y cuatro minutos en la maratón) que cada jueves dirigía los entrenamientos de estos corredores, con cambios bruscos de ritmo.
En alguna de las entrevistas que Casado ha dado en relación con esta experiencia, destaca como confiesa la calidad de cientos de esos atletas que entrenaban con él, corredores anónimos, con material profesional usado que recibían de otros compañeros, y que demostraban marcas y capacidades que les harían estar en la élite del deporte, pero que, como Casado cuenta, permanecerán anónimos y sin gloria en muchos casos porque el sistema de captación de estos valores es caprichoso y limitado.
Pero Casado también es peculiar porque volvió de Kenia con algo más que un exigente entrenamiento. Volvió con 27 entrevistas que le ayudarán a terminar su tesis doctoral. Una tesis doctoral en la que estudia las razones del éxito de los fondistas africanos, apoyándose en las teorías de K. A. Ericsson para refutar las teorías, más aceptadas y recurrentes, de los genetistas que explican la superioridad de estos atletas en razones genéticas. Él lo explica mejor:
"Estoy convencido de que genéticamente no hay una gran diferencia entre los kenianos y nosotros. Hay un estudio que demuestra algo, que dice que tienen los gemelos y los sóleos más delgaditos, pero no es definitivo."
"Lo que nosotros llamamos talento o que son mejores genéticamente, para mí es otra cosa: que cuando van a la escuela primaria, de los 4 a los 14 años, hacen una media de 10 kilómetros semanales. Y eso de media, porque algunos hacen 20. Por tanto, la base que tienen es mayor."
"Es un argumento racista y sin base. Hay que estudiar esto de verdad. Hay muchos enfoques y este es uno más. Han intentado buscarle explicaciones genéticas desde siempre, y lo único que han encontrado es que tienen los gemelos un poquito más delgaditos que nosotros. Biomecánicamente, sí que es una ventaja, pero también podemos preguntarnos si eso no se ha producido como una adaptación fisiológica porque han estado corriendo descalzos desde pequeñitos."
"En el fondo, intentando probar mi teoría, más ambiental que genética, lo que intento es quitarme una barrera psicológica, la noción esa de que a los africanos no les puedo ganar. No estoy de acuerdo. Hay que entrenarse mucho, tendré que entrenarme todo lo que no me he entrenado desde pequeñito y pensar que podré mejorar más. Y seguro que lo consigo".
Hace tiempo K. A. Ericsson estudió la mejora en el rendimiento de violinistas y llegó a una conclusión que convirtió en su teoría de la práctica deliberada. Para K. A. Ericsson la excelencia en el rendimiento es el resultado del esfuerzo prolongado. Esta teoría se opone a otros razonamientos científicos que apuntan a características genéticas para explicar las diferencias en el rendimiento deportivo entre atletas de regiones distintas.
Hace poco, Alain Laiseka publicaba un buen artículo en torno a la figura del ciclista antillano Yohann Gené que, durante esta edición del Tour se está convirtiendo en el primer ciclista de color en correr la carrera por excelencia del calendario internacional. En su artículo, Laiseka mencionaba el trabajo de Casado y citaba a otras personas como el propio K. A. Ericsson, Tim Noakes o Nicholas Leong. Y precisamente Leong era el objeto de comentario de Laiseka por un proyecto experimental que este fotógrafo comercial de Singapur puso en marcha hace tiempo para demostrar que las capacidades fondistas de los atletas kenianos se podían trasladar al ciclismo:
“para tratar de demostrar que es posible que los atletas kenianos puedan transferir su capacidad atlética al ciclismo, un universo inexplorado por la raza negra. Llamó a su iniciativa African Cyclist Project y en 2008, dos años de entrenamientos después, se cogió a dos ciclistas aficionados de la ciudad keniana de Eldoret, a 20 millas de Iten, y se los llevó al Alpe d'Huez. Zakayo Nederi, un zapatero de 26 años que nunca había montado en una bicicleta de carreras con cubiertas, antes de dejar Kenia para entrenar en Europa, subió el coloso alpino en 42.10 minutos. Su tiempo habría estado en la mitad de la clasificación de la cronoescalada al Alpe d'Huez del Tour de 2004.”
Sin duda, un apasionante tema el que ha elegido Arturo Casado para su tesis doctoral. No sé en qué etapa del largo proceso que conlleva realizar una tesis se encuentra, pero quizás acabe ganando medalla en Londres antes de que la termine. O quizás no. Aún así, le seguiremos la pista a él, a Yohann Gené y a Nicholas Leong.
No tenía ni idea de nada d elo que cuentas en la entrada. Gracias, muy interesante.
ResponderEliminarTesis y atletismo, me suena ese binomio.
Saludos.
Álvaro.
Pero éste ha sido más listo y los ha unido a los dos, no ha necesitado buscar a una panda de familias paridoras y ponerse a dibujar arbolitos, ¿me entiendes?
ResponderEliminarMuy interesante entrada.
ResponderEliminarUn saludo.