domingo, 10 de julio de 2011

Johnny Hoogerland



Obligado, ¿no? Las imágenes son impresionantes. No voy a colgar el vídeo porque no, no me apetece. Además, las podéis encontrar hasta en el Dia.
A mí me ha pasado algo parecido a lo que le ha pasado a Pedro Horrillo, pero él iba a escribir un artículo, yo una entrada. Había decidido desde el puerto en el que Voeckler y Hoogerland se habían disputado los puntos de la montaña que iba a escribir del holandés. Horrillo decía que iba a escribir de manera irónica sobre "su carácter alocado", yo iba a hablar un poco de lo mismo acordándome de aquel italiano llamado Michele Coppolillo.
Pero ahora ya no procede.
Mira que ha sido dura la etapa: Amets Txurruka, Jurgen van den Broeck, Alexander Vinokourov, David Zabriskie... Y si eso fuera poco...
Lo más impresionante de la caída, más que ver a Flecha atropellado, a Hoogerland volando y cayendo sobre un alambre de espinos, más impresionante que todo eso ha sido el silencio. Lo más impresionante ha sido como todo ha seguido su rumbo, como no se ha detenido el tiempo, se ha congelado la imagen, ha retumbado el frenazo del coche. Todo ha sido el silencio de los ruidos habituales: el coche ha seguido su camino, Voeckler ha seguido pedaleando y los periódicos han colgado el vídeo antes de que Hoogerland se subiera de nuevo a la bici. Eso ha sido lo más impresionante.
Lo más impresionante hasta que he visto a Hoogerland pedaleando, terminando la carrera y demostrando que es cierto que los ciclistas están hechos de otra pasta, sea la pasta que sea. Tiene cojones. Vuela. Cae sobre el espino. Le joden la carrera. Pero él se monta en la bici y termina. Lo mismo si pones a Flecha como sujeto de las frases. Impresionante.
Hasta hoy Hoogerland era un corredor al que enseguida le cogías cariño, un Coppolillo, un Roscioli, un David de la Fuente, un inquieto ciclista que se apuntaba a todas las cabalgadas y, generalmente, sin éxito. Nadie parece acordarse de que, en su primera Vuelta a España, hizo decimosegundo en la general. Pero, ahora, todos le acabarán recordando como el tío que voló, cayó sobre el espino, y siguió adelante. Una imagen más para la historia del Tour, una imagen paradójica porque no debería haberse visto, no debería volver a repetirse, y, sin embargo, nos vuelve a mostrar lo que nos sigue prendando de este deporte.
Bravo a los dos, de verdad.

4 comentarios:

  1. Sí, increible. Nunca había visto nada igual. Ni lo del coche, ni el vuelo del holandés -pasará a la historia al igual que la caída de Beloki-. Podía haber sido mucho peor ya que cayó sobre el espino pero sin golpearse con alguno de esos postes de cemento que sujetaban el espino. Imagina que se golpea la cabeza.
    Hoy he leído en el periódico francés "metro" que tanto el conductor como el coche han sido expulsados de la carrera, pero...

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  2. Sí fueron expulsados, igual que la moto que se llevó por delante a Nicki Sorensen. Y he leído que ayer Contador se enganchó con un espectador, y la caída del primer día fue por la misma razón. No sé si es tan solo un cúmulo de mala suerte. La verdad es que si lo piensas bien, el ciclismo es un deporte que acepta todos estos riesgos pero riesgos son. Doscientos tíos corriendo juntos a campo abierto, parece que cualquier cosa puede ocurrir. Dicen que la organización se está planteando reducir el número de vehículos que participan en la organización, quizás sea una buena medida. A veces ves el número de motos que siguen a los corredores y parece que hay más que ciclistas. En este caso, viendo las imágenes, me da la sensación de que el conductor, que iba demasiado rápido e inconsciente por una carretera tan estrecha, se asustó ante la presencia de un árbol cuyas ramas abultaban el asfalto y en lugar de frenar o ir ya frenado y reaccionar con más cordura, dio un volantazo a su derecha sin pensar dos veces en que Flecha iba a estar allí. En fin. Esperemos que no se vuelva a repetir.

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