sábado, 23 de julio de 2011

Jens Heppner


Estoy camino de Berlín, carretera y speed, como dicen los navarros de El Columpio Asesino. No. En serio, si no he actualizado el blog últimamente ha sido porque he estado en Baviera primero, en Munich, donde, no me he encontrado con Jupp Heynckes al torcer la esquina, como era de esperar, pero sí he visto hacer surf en un río que cruza un parque del centro. Como lo oyes. Por lo demás, tener, tenía conexión a internet, y ver, he visto el Tour de Francia cada día, pero no tenía muchas ganas de escribir entradas entre cerveza y cerveza, entre salchicha y salchicha.

Deberíamos hablar del Tour, ¿no? De las dos espectaculares, casi diría legendarias, etapas de los Alpes. Primero, la exhibición de Andy Schleck (y Maxime Monfort), la enconada lucha desesperada de Cadel Evans, la épica histriónica de Thomas Voeckler y la humanidad de Alberto Contador. Después, el arrebato de dignidad del madrileño que por fin, aunque probablemente él ya lo sabía y no le hacía falta demostrarlo, nos dejó ver su aspecto más humano, más vulnerable, más afín con el carácter de este blog, para luego darle la vuelta con un empeño digno de los mejores campeones. En la misma línea, un Samuel Sánchez que sigue dándole lustre a su carrera de ciclista profesional y sufridor.

Pero, en lugar de hablar de hoy, me da por hablar de ayer, porque cuando volvíamos en tren de Dachau, al pasar junto a un polígono industrial, me fijé en una empresa de transportes que se llamaba Heppner. ¿Y? Pues que, durante el resto del viaje, mientras ella dormitaba y yo miraba el paisaje, me acordé de la generación de ciclistas alemanes que brilló en los 90, aquellos que nacieron en la década de los sesenta y que precedieron a la generación más brillante de principios del siglo XXI. Y no recordé a Erik Zabel y Jan Ulrich, que también deslumbraron, y más que ninguno, en la última década del siglo XX, si no de los que menos palmarés redondearon. Empezando por, Jens Heppner, que se llevó, al final, una vuelta a Alemania, una etapa del Tour (donde hizo décimo en su primer año) y un campeonato de Alemania en ruta. Además de vestir la maglia rosa durante diez días. Me acordé de Jan Schur, aunque éste brilló más en la pista que en la ruta. También recordé a los Uwe, con ese nombre tan glorioso que todo el mundo recordaba. Primero, Uwe Ampler, que llegó a ser medalla olímpica, se retiró y tuvo un triste regreso manchado por el dopaje. Un buen aventurero que también fue pistard. El otro, Uwe Raab, corredor rápido, con varias victorias en la Vuelta a España, donde consiguió el jersey verde, además de ser campeón del mundo en ruta amateur. Udo Bolts, varias veces campeón de Alemania, ganador de la Dauphinè, etapas en Giro, la Clásica de San Sebastián… Un lujo de corredor que completó diez participaciones en el Tour, donde llego a ser 9º en una ocasión. Más, Rolf Aldag, quien ahora corre maratones y ironmans. Fue campeón de Alemania, un buen preparador de esprints y un buscador de etapas, consiguiéndolas en pruebas tan prestigiosas como la Vuelta a Baviera, Alemania, Limousin, DuPont, Romandia o Suiza. Otro corredor rápido y de vistosa estética, un tal Olaf Ludwig. Maillot verde en el Tour donde ganó varias etapas. Después se especializó en la Copa del Mundo, cuya clasificación final llegó a ganar. Además, se hizo con la Amstel Gold Race, la Kuurne-Bruselas-Kuurne, el Gran Premio E3 Harelbeke, GP Frankfurt o Veneendaal-Veneendaal. Un gregario de lujo como Steffen Wesemann que, al final de su carrera, se llevó el premio gordo del Tour de Flandes de 2004. Otro esprinter de lujo como Marcel Wust, que, cuando aún tenía punch, se llevó un buen puñado de etapas en Giro, Vuelta y Tour. Christian Henn, campeón de Alemania y una etapa en la Vuelta, aunque, por supuesto, y para terminar, si hablamos de etapas en la Vuelta, todo el mundo se acuerda del agónico Bert Dietz llegando sin resuello hasta lo alto de los Lagos de Covadonga, aunque, lo que todo el mundo recuerda, por supuesto, es el gesto de Laurent Jalabert apretando la maneta del freno.

Si les quitas a Greipel, los alemanes se habrían encontrado con un Tour un poco triste, no como los Noruegos, ahora que, desgraciadamente, Oslo ocupa los informativos de la CNN y nosotros esperamos a que pase el tiempo sin quitar la vista del televisor. No sé cuando publicaré la entrada, pero termino de escribirla ahora mismo, puerta A11, aeropuerto Flughafen de Munich, cuando faltan poco más de treinta minutos para que embarquemos con dirección a Berlín, así que ya estarán rodando contra el reloj, y para cuando me conecte a internet en el hotel, ya se habrá quedado obsoleta la entrada. Pero estamos de vacaciones, así que me da igual. Nos vamos a Berlín, toda la noche. ¡Toro!

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