domingo, 2 de octubre de 2011

David Merino


Decían hoy en el periódico que el pelotari riojano David Merino ya empieza a ver la luz. Pronto, dicen, puede que vuelva a correr detrás de la pelota en los frontones. Me alegro. No le conozco. Nunca le he visto jugar, pero me alegro. No me preguntes por qué, porque si te pones, todos lloramos con los finales felices de Hollywood.
Pero me alegro.
David Merino se ha visto afectado por una extraña enfermedad conocida como el síndrome de Guillain-Barré. Creo que, a veces, se le añade un tercer apellido, el de Landry. Lo bueno es que se puede superar y, según he leído, si tu físico es saludable, tienes la oportunidad de hacerlo más rápido. En resumen, la enfermedad consiste en que el sistema inmunitario ataca al sistema nervioso. El sistema nervioso, entonces, no envía señales de manera adecuada y los músculos no funcionan bien. No se siente calor, dolor y se paralizan progresivamente los músculos. Se te duermen las piernas. Te caes. Normalmente, los síntomas aparecen después de sufrir un proceso viral. Por eso, a veces, lo relacionan con la gripe. Por eso, David Merino pensó que flaqueaba después de sufrir una gastroenteritis. Siguió entrenando. Corría y se caía. De repente.
Buscando algo de información por internet, he visto que no es el único deportista en haber sufrido, y superado, esta enfermedad. La sufrieron, por ejemplo, un portero colombiano llamado William Arias o un baloncestista argentino, Martín Renzacci, que enfermó estando de viaje de novios en Tasmania y ocupó un buen espacio en los noticieros argentinos. La ESPN hizo un reportaje sobre la enfermedad centrándose en la figura de un jugador de voleibol portorriqueño, René Esteves. También, por internet, se encuentra el caso de un joven deportista de instituto de 14 años, el norteamericano Jordan McFarland, que denunció haber contraído la enfermedad después de ser vacunado.
David Merino lo ha superado y, a sus poco más de 20 años, volverá a disfrutar de una vida sana y deportiva. Yo me alegro, aunque no le conozca, pero me alegro por él.

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