También lo he leído hoy en el periódico, que conste. Luego, también me he puesto a enredar por internet. Ha sido una fructífera tarde de domingo, sí amigos.
El caso es que el deportista bermeano Julen Urdaibai, que en la foto sale entrenando con otro compañero bermeano, Juan Olarte, se va a Brasil para correr la Jungle Marathon. ¿Y qué es la Jungle Marathon? Pues un maratón de 222 kilómetros que se corre en seis etapas durante siete días. La primera etapa tiene 16 km, las demás entre 22 y 38 kilómetros. La quinta etapa tiene 89 km y les permiten tardar dos días. Sufren una humedad del 90% y 35 grados de temperatura. Duermen en hamacas que ellos mismos deben conseguirse, solo les dan agua, en los puntos de control cada 5-10 km, el resto lo deben llevar en una mochila que pesa unos 10 kilos. Tienen que correr por la jungla, abriéndose camino a machetazos, evitando la fauna y la flora autóctona y enfrentándose a las condiciones climatológicas. Urdaibai lo explica así: si normalmente tarda 1 hora y 10 minutos en hacer 16 km, ahora va a tardar mínimo 3 horas y media.
El año pasado ganó un americano de Colorado llamado Andrew Block. Segundo fue el español Xavi Marina, que formó un potente equipo junto con otros ultrafondistas españoles como Jaume Tolosa o Albert Bosch. Marina invirtió 38 horas y media para completar las seis etapas. Si os gusta el tema, visitad su blog, las fotos son impresionantes.
Por cierto, la inscripción cuesta 2.500 euros. Si le añades el material y el viaje, la aventura te puede salir por unos 5.000 euros.
Julen Urdaibai no es nuevo en esto. Ya terminó el Marathon des Sables en Sáhara, 250 km a través del desierto. Dicen que es la prueba más dura del mundo, que equivale a unos seis maratones. En 1994, el italiano Mauro Prosperi se perdió en una tormenta de arena y estuvo perdido durante 9 días en los que perdió 13 kilos.
También participó en la Transalpine Run, una de las carreras más atractivas de ultra-distancia en montaña. 270 kilómetros por los Alpes. Patrocinada por Gore-Tex, tiene 15.000 metros de desnivel y empieza en Alemania pero termina en Italia, tras pasar por Suiza y Austria.
No es que esté de moda, pero las carreras de montaña empiezan a tener mucha más visibilidad, y, según parece, la península ibérica es coto de grandes estrellas de este deporte. Empezando por el talento de Kilian Jornet, tres veces campeón del Mundo de la modalidad, al que este año sucedió un compañero de equipo, Tofol Castañer. Pero hay muchos más: David López, Miguel Caballero, Miguel Capo, Nuria Domínguez, Isabel San Juan, Mireia Miró, Agustí Roc, Ester Fernández, Aitor Osa, Oihana Kortazar, Luis Alberto Hernando, Jabi Olabarria, Oier Ariznabarreta, Elena Calvillo, Raúl García… Y muchos otros que yo no conozco porque los que he nombrado son los pocos de los que he oído a hablar o he leído en prensa. Pero habrá más. Y todos merecen el reconocimiento de unas hazañas que resumen la capacidad humana de superarse mental y físicamente.
Ahora, a mí no me vais a ver. Nop. ¿En el Amazonas? ¿En el desierto del Sáhara? ¿En los Alpes? Quizás algún día me anime a hacer la subida al Serantes y lo celebre comiéndome un bollo de chorizo y huevo cocido aunque no sea el día de la romería de Cornites, pero, más allá, me quedo con admirarlos. A más, no llego.
El caso es que el deportista bermeano Julen Urdaibai, que en la foto sale entrenando con otro compañero bermeano, Juan Olarte, se va a Brasil para correr la Jungle Marathon. ¿Y qué es la Jungle Marathon? Pues un maratón de 222 kilómetros que se corre en seis etapas durante siete días. La primera etapa tiene 16 km, las demás entre 22 y 38 kilómetros. La quinta etapa tiene 89 km y les permiten tardar dos días. Sufren una humedad del 90% y 35 grados de temperatura. Duermen en hamacas que ellos mismos deben conseguirse, solo les dan agua, en los puntos de control cada 5-10 km, el resto lo deben llevar en una mochila que pesa unos 10 kilos. Tienen que correr por la jungla, abriéndose camino a machetazos, evitando la fauna y la flora autóctona y enfrentándose a las condiciones climatológicas. Urdaibai lo explica así: si normalmente tarda 1 hora y 10 minutos en hacer 16 km, ahora va a tardar mínimo 3 horas y media.
El año pasado ganó un americano de Colorado llamado Andrew Block. Segundo fue el español Xavi Marina, que formó un potente equipo junto con otros ultrafondistas españoles como Jaume Tolosa o Albert Bosch. Marina invirtió 38 horas y media para completar las seis etapas. Si os gusta el tema, visitad su blog, las fotos son impresionantes.
Por cierto, la inscripción cuesta 2.500 euros. Si le añades el material y el viaje, la aventura te puede salir por unos 5.000 euros.
Julen Urdaibai no es nuevo en esto. Ya terminó el Marathon des Sables en Sáhara, 250 km a través del desierto. Dicen que es la prueba más dura del mundo, que equivale a unos seis maratones. En 1994, el italiano Mauro Prosperi se perdió en una tormenta de arena y estuvo perdido durante 9 días en los que perdió 13 kilos.
También participó en la Transalpine Run, una de las carreras más atractivas de ultra-distancia en montaña. 270 kilómetros por los Alpes. Patrocinada por Gore-Tex, tiene 15.000 metros de desnivel y empieza en Alemania pero termina en Italia, tras pasar por Suiza y Austria.
No es que esté de moda, pero las carreras de montaña empiezan a tener mucha más visibilidad, y, según parece, la península ibérica es coto de grandes estrellas de este deporte. Empezando por el talento de Kilian Jornet, tres veces campeón del Mundo de la modalidad, al que este año sucedió un compañero de equipo, Tofol Castañer. Pero hay muchos más: David López, Miguel Caballero, Miguel Capo, Nuria Domínguez, Isabel San Juan, Mireia Miró, Agustí Roc, Ester Fernández, Aitor Osa, Oihana Kortazar, Luis Alberto Hernando, Jabi Olabarria, Oier Ariznabarreta, Elena Calvillo, Raúl García… Y muchos otros que yo no conozco porque los que he nombrado son los pocos de los que he oído a hablar o he leído en prensa. Pero habrá más. Y todos merecen el reconocimiento de unas hazañas que resumen la capacidad humana de superarse mental y físicamente.
Ahora, a mí no me vais a ver. Nop. ¿En el Amazonas? ¿En el desierto del Sáhara? ¿En los Alpes? Quizás algún día me anime a hacer la subida al Serantes y lo celebre comiéndome un bollo de chorizo y huevo cocido aunque no sea el día de la romería de Cornites, pero, más allá, me quedo con admirarlos. A más, no llego.
Esta bien la crónica deportiva sentimental, pero lo de abrirse camino a machetazos ya es pasarse un poco.
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