Como que se jugaron otros dos partidos adelantados ayer. Y en ambos hubo dos nombres propios. Uno, el de Vicente Iborra, fue emotivo. Iborra fue padre hace poco, al dar su mujer a luz a Alma, su hija, que nació prematura. Desgraciadamente, la niña falleció unos días más tarde. En rueda de prensa, Juan Ignacio Martínez contaba como Iborra se ofreció para jugar ayer. Y lo hizo. Y recibió el homenaje del público, el cariño de sus compañeros y dedicó a su hija una victoria que mantiene a su equipo en lo más alto de la clasificación para sorpresa de los rivales.
El otro nombre propio fue el de Rubén Castro, el rápido delantero del Betis Balompié que volvió con el equipo hispalense a la primera división. Gracias a él, respiró Pepe Mel, que hasta el descuento del partido se vio con el puesto finiquitado. El club parece confiar en su trabajo, y le había dado una nueva oportunidad contra el tercero en discordia en una liga bipolar. En el 91 y en el 94, Rubén Castro acertó por partida doble y a Unai Emery se le quedó una cara que era un poema. Un poema más reluciente recitaba la de Pepe Mel. En mi opinión, bastante subjetiva, hace bien el equipo bético en confiar en él. Al menos, ésa es la impresión que dejó en San Mamés, partido que tuve la ocasión de ver en directo y donde los sevillanos pasaron por encima del Athletic.
Rubén Castro nació en en Las Palmas de Gran Canaria hace ya 30 años. Uno más tarde, nació, en el mismo sitio, Jerónimo Figueroa, alias Momo. Los dos fueron traspasados al Deportivo de La Coruña de Augusto César Lendoiro en los tiempos en los que el Depor fichaba todo lo que se movía. Era el año 2004 y el Las Palmas, que había descendido a la segunda división B, saldaba con este traspaso una deuda que mantenía con los gallegos por el traspaso de la Gabriel Schurrer, el central argentino. Desde entonces, Rubén Castro y Momo empezaron una carrera deportiva que acabó en la memoria de los aficionados como una sucesión interminable de cesiones y regresos a La Coruña. Sobre todo, en el caso del primero.
Ambos fueron cedidos juntos al Albacete el primer año. Y ambos volvieron juntos al Depor para, al año siguiente, volverse a marchar al unísono, y otra vez en calidad de cedidos, al Rácing de Santander. Después de esa cesión, se separaron sus caminos, Momo se marchó a Xerez, triunfó, acabó su contrato por el Depor, y fichó por el Betis para regresar a Primera División. Y ahí se reencontró con un viejo conocido, Rubén Castro. Pero hasta llegar al Betis, donde la temporada pasada marcó 30 goles para devolverle a Primera División, Rubén Castro volvió a ser cedido a otros tres equipos: Gimnastic, Huesca y Rayo, con otra intentona en el Depor de por medio. En total, mientras ha tenido contrato con el Depor, Rubén Castro ha jugado 34 partidos con los gallegos y ha marcado 5 goles, mientras que en sus diversas cesiones en otros equipos ha jugado 126 partidos (43 partidos en Primera división) y ha marcado 36 goles (7 goles en Primera división).
Dicen que es el jugador más rentable en los minutos finales. Ayer acertó dos veces para alegría de los seguidores béticos. Mientras tanto, se afilaban los micrófonos, se aguzaban las cámaras de televisión, todo el mundo se prestaba a disfrutar del clásico de los clásicos, pero, para eso, ya ha habido seguimiento mediático suficiente en prensa, radio y televisión, así que lo dejamos para otro día.
El otro nombre propio fue el de Rubén Castro, el rápido delantero del Betis Balompié que volvió con el equipo hispalense a la primera división. Gracias a él, respiró Pepe Mel, que hasta el descuento del partido se vio con el puesto finiquitado. El club parece confiar en su trabajo, y le había dado una nueva oportunidad contra el tercero en discordia en una liga bipolar. En el 91 y en el 94, Rubén Castro acertó por partida doble y a Unai Emery se le quedó una cara que era un poema. Un poema más reluciente recitaba la de Pepe Mel. En mi opinión, bastante subjetiva, hace bien el equipo bético en confiar en él. Al menos, ésa es la impresión que dejó en San Mamés, partido que tuve la ocasión de ver en directo y donde los sevillanos pasaron por encima del Athletic.
Rubén Castro nació en en Las Palmas de Gran Canaria hace ya 30 años. Uno más tarde, nació, en el mismo sitio, Jerónimo Figueroa, alias Momo. Los dos fueron traspasados al Deportivo de La Coruña de Augusto César Lendoiro en los tiempos en los que el Depor fichaba todo lo que se movía. Era el año 2004 y el Las Palmas, que había descendido a la segunda división B, saldaba con este traspaso una deuda que mantenía con los gallegos por el traspaso de la Gabriel Schurrer, el central argentino. Desde entonces, Rubén Castro y Momo empezaron una carrera deportiva que acabó en la memoria de los aficionados como una sucesión interminable de cesiones y regresos a La Coruña. Sobre todo, en el caso del primero.
Ambos fueron cedidos juntos al Albacete el primer año. Y ambos volvieron juntos al Depor para, al año siguiente, volverse a marchar al unísono, y otra vez en calidad de cedidos, al Rácing de Santander. Después de esa cesión, se separaron sus caminos, Momo se marchó a Xerez, triunfó, acabó su contrato por el Depor, y fichó por el Betis para regresar a Primera División. Y ahí se reencontró con un viejo conocido, Rubén Castro. Pero hasta llegar al Betis, donde la temporada pasada marcó 30 goles para devolverle a Primera División, Rubén Castro volvió a ser cedido a otros tres equipos: Gimnastic, Huesca y Rayo, con otra intentona en el Depor de por medio. En total, mientras ha tenido contrato con el Depor, Rubén Castro ha jugado 34 partidos con los gallegos y ha marcado 5 goles, mientras que en sus diversas cesiones en otros equipos ha jugado 126 partidos (43 partidos en Primera división) y ha marcado 36 goles (7 goles en Primera división).
Dicen que es el jugador más rentable en los minutos finales. Ayer acertó dos veces para alegría de los seguidores béticos. Mientras tanto, se afilaban los micrófonos, se aguzaban las cámaras de televisión, todo el mundo se prestaba a disfrutar del clásico de los clásicos, pero, para eso, ya ha habido seguimiento mediático suficiente en prensa, radio y televisión, así que lo dejamos para otro día.
Una pena la progresión de este jugador, que venía como gran promesa y se ha quedado en un jugador más (de primera, eso sí). De hecho, cuando jugaba en 2ª un amigo que se enfrentó a él dijo que era el mejor delantero contra el que había jugado cuando apenas tenía 20 años.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Gaxen, además de primera mano. De todas formas, "quedarse en jugador de primera" tampoco está nada mal, ¿eh?
ResponderEliminarNo, Holden, la verdad que ya firmaba yo eso también.
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