miércoles, 9 de mayo de 2012

Radamel Falcao

Así, en caliente. Si os soy sincero, lo que más me gustaría ahora es tener las palabras justas para aliviar la pena de la gente a la que más aprecio. Los H, M, R, incluso a mi madre que se asomaba a la ventana, nuestro vecino bloggero que lo veía solo desde una habitación oscura en una universidad extranjera, R y V a los que me he cruzado ya volviendo a casa, mi amigo D desde la ciudad del vencedor, mi otro amigo, E, que hoy me ha regalado una camiseta del Athletic y él se ha puesto otra aunque su corazón no lleva franjas, todos los aficionados que se han dejado dinero en marchar hasta Bucarest o para brindar en cualquier lugar, incluso para los propios jugadores y empleados del club... Me gustaría tener palabras de alivio para todos ellos porque yo, y ya lo avisé, lo llevo extrañamente bien. Estoy patéticamente acostumbrado a los desencatos. Ya dije que me preocupaba más cómo reaccionaría ante la alegría que ante la desgracia. Y no es un escudo ridículo para librarme de la pena por la derrota, es lo que sentía por dentro. Estoy bien, triste, pero animado. Aún no sé cómo me sentiré cuando el resultado sea distinto. Me gustaría tener palabras de alivio para todos los que no lo llevan tan bien como yo, pero no las tengo. No tengo ninguna palabra mágica. No puedo terminar con una frase contundente que le de la vuelta al resultado, y a los sentimientos que los goles provocan. 
Dice Nacho Vegas en su último disco que siempre hay dos bandos. Yo lo repito: el de los que ganan, y el de los que pierden. A nosotros nos ha tocado ser de los que pierden. Ellos han ganado con todo merecimiento. Han metido tres goles y nosotros ninguno. Podemos volver a darle vueltas a muchas cosas, pero es lo que hay. Yo, personalmente, solo puedo terminar con una sola cosa: nadie, ni nada, ningún resultado, ningún gol, podrá quitarme la ilusión. Una ilusión quizás desesperada, utópica, irreal, racional, pasional, proporcional o no, pero la tendré siempre. Y nunca podré evitar la emoción que provoca el capricho de un balón que golpea un jugador al que no conozco personalmente, pero reconozco como una parte pilar de mis pasiones primitivas. 
Volverá, porque volverán. Pasen treinta años o uno. Volverán las mismas circunstancias y estaremos ante los mismos litigios. Apostando los mismos sentimientos, y recibiendo lo mismo, o quizás algo mejor. Pero estaremos en el mismo lugar y con la misma actitud, aunque intentemos evitarlo. 
No sé qué más decir. Felicitar al Atlético de Madrid porque se ha merecido la victoria. Y agredecer al club del que soy aficionado, desde su presidente hasta sus jugadores, por haber llegado hasta donde han llegado y porque, estoy seguro, de que volverán a intentarlo la próxima vez. 
No tengo mejores palabra que ofrecerles. Ni tan siquiera voy a releer las que acabo de escribir porque no van a conseguir significar más de lo que significan: un atajo demasiado largo para intentar evitar la tristeza. Mañana sale el sol, y yo pienso mirarle a la cara, aunque no sonría tanto como Radamel Falcao.
Athletic, beti zurekin!

3 comentarios:

  1. Por lo menos esta vez no he perdido el conocimiento.

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  2. Así me gusta, ya que no tenemos el pensamiento creativo del doctor Wiseman, tengamos al menos el pensamiento positivo.

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