Una vez más, ahí va Golas, escapado y sin mirar para atrás. Bonita escapada, Jan Bakelants, Sandy Casar... y el eternamente joven Amets Txurruka. Me cae bien Golas. Y me gusta su apellido: Golas. Y me gusta cómo lo pronuncia Fermín Aramendi.
Hace un bochorno que no lo aguantan ni las hienas. Y dicen que para cuando llegue a casa, me caerán granizos de dos centímetros de diametro. Para el puchero. Aún ando trabajando, tachando, con mi bolígrafo rojo, pim, pam, pim, pam, y el Giro de Italia así como de fondo, como en las malas novelas los enamorados escuchan el mar pegando sus enamoradas orejas a una caracola. Very relaxing.
Las voces de Aramendi y Usabiaga me acunan, mientras sigo pim, pam, pim, pam, haciendo mi trabajo con mi bolígrafo rojo y el granizo ya apunta a realidad en el horizonte y Michal Golas agacha la cabeza y tira para adelante.
Una buena metáfora.
La vida es una mierda en esta mierda de tiempos contemporáneos.
Así que habrá que hacer como el polaco.
Agachar la cabeza, apretar los dientes, mirar hacia adelante. Escaparte. Siempre escaparte, aunque te acabe atrapando el pelotón más de la mitad de las veces.
Por cierto, la parte que me queda de contento corresponde, como podéis ver, a que por fin recuperé las tildes en mi procesador de texto. Me las arrebató un virus muy agradecido que se me devolvía dos nuevas cada vez que le daba al botón. Ahora ya puedo escribir sin maldecir, así que espero recuperar el ritmo, y mantenerlo, durante todo el mes, para intentar arrebatarle el Giro a Purito.
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