No soy yo muy amigo de escribir entradas que parecen obligadas, pero dada la sequía de estos últimos días, y aunque ahora, respirando a bocanadas, creo que podré encadenar unas cuantas seguidas, quería aprovechar que se habían dado noticias obligadas de cubrir, y romper ya todos estos días de silencio que se alargaban demasiado.
Por supuesto, las noticias obligadas son luctuosas y, como ya he dejado demostrado en otras ocasiones, no se me da bien ponerme solemne y elegíaco, pero supongo que procede intentarlo.
He elegido un nombre, pero podía haber elegido el otro. Tanto el fallecimiento de Tito Vilanova como el de Vujadin Boskov son hechos desoladores, sobre todo para sus familias y allegados. La muerte del ex entrenador del FC Barcelona quizás parezca más desgarradora por su juventud, su reciente celebridad y la actualidad de sus logros y sus amistades. Pero solo mencionarlo ya es ridículo: comparar muertes es un ejercicio absurdo y de mal gusto. Con lo que voy a dejar de enredarme y, en mi humilde blog que pocos leen y menos utilizarán para encontrar consuelo, dejo testimonio de mi pésame para todos aquellos aficionados, amigos y familiares que hayan sentido de cerca la muerte de estos dos entrenadores de fútbol.
Francesc Vilanova, nacido en Bellcaire, Girona, en 1968, tuvo una carrera discreta hasta que, como decía hace unos días en rueda de prensa su amigo y cómplice Josep Guardiola, decidió comerse el mundo junto a éste. Y se lo comieron, que también lo dijo el de Sampedor. Tras salir de la cantera del Barcelona, pasó por Figueres, Celta de Vigo, Badajoz, Mallorca, Lleida y Elche antes de retirarse en la Gramanet. La primera división la disfrutó con los celestes y el resto de su carrera, para este compañero de generación de los Albert Ferrer, Guillermo Amor o Carles Busquets, transcurrió en la categoría de plata. Unos años después de su retirada, decidió aceptar el reto de convertirse en entrenador. Lo hizo a la sombra de Josep Guardiola quien, al poco de retirarse en los Dorados de Sinaloa, aceptó la invitación para entrenar al filial del Barcelona. Un filial en el que estaban Sergi Busquets y Pedro Rodríguez y del que cogería el relevo técnico Luis Enrique Martínez porque Josep Guardiola y Tito Vilanova, al año siguiente, recibían la invitación de Joan Laporta para convertirse en entrenadores del primer equipo y dar inicio, así, a la que algunos consideran, y no mal considerado en mi opinión, la etapa más gloriosa de la historia del equipo blaugrana, una historia que no es corta ni en intensidad ni en años. Dicen que era un estudioso del fútbol y el responsable de la inspiración técnica que definió la apuesta futbolística de este duo de catalanes. Eso dicen, pero mientras fue, fue en silencio, porque Tito Vilanova no aparecía en muchas fotos y, cuando lo hizo, fue por algo desgraciado que lo tuvo como protagonista pasivo, al no encontrar mayor divertimento un entrenador rival que hurgarle en el ojo al de Bellcaire. Sin embargo, cuando el 12 de Abril de 2012 Guardiola dijo aquello de que se iba "con la satisfacción del deber bien hecho", muchos, yo me incluyo, se sorprendieron al saber que el FC Barcelona tomaba la decisión de apostar por el que, hasta entonces, había sido el segundo entrenador, un Tito Vilanova al que muchos no conocieron ni antes ni durante su trabajo junto al entrenador que se marchaba dejando más títulos en las vitrinas que Johan Cruyff. Sin embargo, el de Bellcaire no demostró temor ni reparo a la hora de aceptar el reto ni a la hora de conseguirlo. En la única temporada en la que tuvo la oportunidad de dirigir al equipo, arrancó la Liga de manera fabulosa (la mejor primera vuelta de la historia del club, 18 victorias y un empate) y aprovechó ese arranque para conquistar el título final, el que sería, a la postre, su único título como primer entrenador. En diciembre, ya tuvo que suspender su labor como entrenador para seguir un tratamiento en los Estados Unidos. Le sustituyó Jordi Roura, su ayudante, con el que coincidió en los inicios de su carrera en el Barcelona B. Al final, su enfermedad, le obligó a renunciar a su trabajo como entrenador y el 19 de Julio anunciaba que, a partir de entonces, iba a dedicarse a intentar recuperarse de su enfermedad completamente. Por desgracia, no lo ha conseguido. El pasado 25 de Abril de 2014 fallecía en el Hospital Quirón de Barcelona debido al cáncer de glándula parótida que sufría desde 2011.
Por su parte, Vujadin Boskov, ex entrenador del Real Madrid, entre otros, fallecía dos días después en Novi Sad a los 82 años, según anunciaba el club que le vió nacer como futbolista, la Vojvodina. Boskov, al que algunos periodistas llamaron "sabio incomprendido", dejó un legado que lo convierte en uno de los creadores del fútbol moderno, según cuentan, por su apuesta táctica (defensa y contragolpe) y su acento en la preparación física, pero, sobre todo, pasará a la historia, como ya sabemos todos, por su "fútbol es fútbol" y tantas otras frases inspiradas que llevaron, incluso, a que se publicara un libro para recogerlas todas.
Como jugador, se inició, ya lo he dicho, en la Vojvodina, donde prácticamente cumplió con toda su carrera, hasta que ya con 30 años aceptó una oferta de la Sampdoria. Solo estuvo una temporada y marchó a Suiza, al Young Boys, equipo al que marcaría en la fase previa de la Europa League 2009 Iker Muniain para convertirse en el goleador más joven de la historia del Athletic Club. Precisamente allí, en el equipo de Berna, también daría comienzo a su carrera de entrenador porque, como ahora hace Ryan Giggs, Boskov compaginó ambas facetas durante sus dos temporadas en Suiza.
Al final de ellas, volvió a su país, al equipo en el que se inició como jugador, para entrenarlo durante varias temporadas consecutivas, antes de aceptar el puesto como seleccionador de Yugoslavia. Tras unos cuantos años en Holanda, primero en el ADO Den Haag y después en el Feyenoord de Rotterdam, le llegaría la oportunidad de entrenar en España, aceptando la oferta del Real Zaragoza. Con aquel Zaragoza donde jugaba su compatriota, y luego exitoso entrenador, Radomir Antic, Boskov haría una temporada más que digna porque, según cuentan las crónicas, aunque los resultados no fueran magníficos, la gente disfrutó con el fútbol que proponía y los grandes hincaron la rodilla en La Romareda. Quizás por ello, fue el elegido para entrenar a un Real Madrid, el de su siguiente temporada en España, que había realizado un fichaje de campanillas, el del inglés Laurie Cunningham. El serbio aguantó tres temporadas, que no es poco, y consiguió ganar una liga y dos copas del Rey, que tampoco está mal, aunque quizás fuera muy poco para aquel Real Madrid que aún tenía cercano a Santiago Bernabeu. Cuando le despidieron, aceptó la oferta del Spórting de Gijón para seguir en España, pero, finalmente, inició una larga carrera en Italia que le llevó a entrenar a la Sampdoria, en dos épocas distintas, a la Roma, el Ascoli, el Napoli o el Peruggia. En medio de todos esos años, tuvo un año de descanso que usó para entrenar al Servette en Suiza. Lo de descanso es una ironía. Finalmente, cerró su carrera deportivo entrenando a la Selección de Yugoslavia. De esto, hacía ya casi quince años.
Ambos, uno con una larga carrera, otro con una que pudo ser, pasarán a la historia del fútbol por distintas razones, todas ellas merecedoras de la atención. Como ya he dicho, no es que entrar a pertenecer a la nómina de mencionados en este blog sea una fuente de orgullo, pero quede como mi humilde homenaje.
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