lunes, 19 de mayo de 2014

Tyrese Rice



Ha dicho Pablo Laso que va a soñar con su triple. Podría soñar con cualquiera de las canastas que el de Richmond consiguió para apuntarse 21 de sus 26 puntos en el último cuarto y la prórroga y, así, de paso, haciendo campeón a su equipo, el Maccabi de Tel Aviv.
Con anterioridad, el Maccabi y el Real Madrid solo se habían enfrentado en una final por el máximo título del baloncesto europeo, ya fuera Liga Europea o la extinta Copa de Europa. Fue allá por la temporada 1979/1980. Ganó el Real Madrid de los José Antonio Corbalán, Rafael Rullán (27 puntos, el mejor), Randy Meister, Wayne Brabender o Walter, el padre de Wally, Szczerbiak por 89 a 85. En frente, estaba Miky Berkowitz y dos famosos americanos como Earl "The Whirl" Williams, el mejor de aquella final con 31 puntos, y Aulcie Perry, un espigado pivot. Williams había sido una estrella de los Rams de la universidad de Winston-Salem State que no tuvo mucha suerte en sus tres temporadas en la NBA, con los Phoenix Suns, los Detroit Pistons y los Nets, por entonces, de New York (después volvería a intentarlo en los Celtics), así que se marchó a buscarse la vida por Europa, primero en Suecia, en el Alvik BK, luego en el Maccabi, en donde jugó durante tres temporadas antes de marcharse a Italia y regresar a la liga israelí para retirarse jugando en el Hapoel Holon y el Bnei Herzliya. Williams y Perry aún serán recordados por alguno en Madrid, cuando protagonizaron aquella estrambótica anécdota (dejémoslo en anécdota) durante un partido de la Copa de Europa, no en la temporada en la que jugaron la final juntos, cuando Williams saltó a la grada para buscar a un aficionado que le había lanzado una moneda con muy buena puntería. Perry salió detrás de él y lo lanzó como si fuese un saco de patatas de regreso a la cancha. ¿Más curiosidades? Williams nació en Levittown en los años 50. En lugar de colgar ninguna fotografía de baloncesto, colgaré una del gran invento de William Levitt: el suburbio.
Solo se han enfrentado en dos ocasiones en una final, aquella de 1980 y la de este año, pero los israelíes y los madrileños son los equipos más habituales en estas lides (hablo de las dos versiones que ha conocido esta competición). Maccabi ha sido campeón en seis ocasiones (76/77, 80/81, 00/01, 03/04, 04/05, 13/14) y subcampeón en nueve ocasiones (79/80, 81/82, 86/87, 87/88, 88/89, 99/00, 05/06, 07/08 y 10/11). Por su parte, el Real Madrid ha sido ocho veces campeón (63/64, 64/65, 66/67, 67/68, 73/74, 77/78, 79/80 y 94/95) y ocho veces subcampeón (61/62, 62/63, 68/69, 74/75, 75/76, 84/85, 12/13 y 13/14). La de este año ha sido la última, la primera edición desde que se disputa en formato de Euroliga, en la que la final se resuelve tras prórroga, pero, probablemente, Milán no sea la última plaza en la que estos dos equipos diriman su rivalidad histórica.
En semifinales, el Maccabi sorprendió a un CSKA de Moscú que partía con la ventaja relativa del favoritismo. Durante la semana, se había hablado del posible regreso de David Blatt, actual entrenador de los de Tel Aviv, y ex seleccionador ruso, al CSKA porque Ettore Messina apuntaba a la NBA. Blatt acusó a los creadores de estos rumores de intentar desestabilizar a su equipo. Un equipo con el que algunos no contaban para la Final Four, porque, entre otras cosas, tuvo un comienzo renqueante en la liga doméstica (liga en la que acabó venciendo la clasificación regular y ya se encuentra en semifinales, además de ganar la Copa ante el sorprendente Hapoel Eilat de Oded Kattash). El partido se resolvió en los últimos segundos, tras una gran remontada de los macabeos que dejó a los rusos helados. Viktor Khryapa perdió un balón, Tyrese Rice se hizo con el balón y no paró hasta dejarlo dentro de la canasta, poniendo a su equipo un punto por arriba y con cinco segundos que los de Messina no supieron aprovechar. Sonny Weems y Nenad Krstic estuvieron muy flojos para los rusos, que, al principio, se apoyaron en un Milos Teodosic que acabó por desaparecer, y en el trabajo en la pintura de Sasha Kaun y del desafortunado Khryapa. Antes de que Rice, supuestamente montenegrino y ex del Bayern Munich o el Lietuvos Rytas, se llevara la gloria, el veterano David Bluthenthal, ahora David Blu, quien creo que ha anunciado su retirada para la próxima temporada, consiguió un triple fundamental para la remontada de los de David Blatt. David Blu es un israelí de California, un alero de 2'01 que jugaba por dentro pero anotaba de fuera, un producto de la misma universidad de la que salieron gente como DeMar DeRozan, Nick Young, OJ Mayo, Taj Gibson, Nikola Vucevic o Harold Miner, los trojans de Southern California. Comenzó su carrera profesional con el Maccabi, precisamente, pasó por los dos equipos boloñeses, el Benetton o la liga rusa para luego regresar al Maccabi, marcharse a Francia para jugar en el Le Mans, y regresar, ya definitivamente, al Maccabi de Tel Aviv. Él, junto con los americanos eléctricos encabezados por Tyrese Rice, han sido la clave de esta edición milanesa, una edición donde David Blatt ha contado con un buen puñado de ex-ACBs: Devin Smith, Joe Ingles o Andrija Zizic.
En la otra semifinal, las declaraciones de los protagonistas al terminar el partido lo dicen todo. Marcelinho Huertas hablaba de "vergüenza", Álex Abrines pedía perdón, Xavi Pascual decía que era "la derrota más dura" y Juan Carlos Navarro casi coincidía: "una de las más duras". El FC Barcelona se llevó una paliza (62-100) de un Real Madrid que sacó el rodillo y no dio ninguna oportunidad tras un primer cuarto más o menos igualado. Solo Ante Tomic, 16 puntos y 8 rebotes, pareció estar a la altura. Nikola Mirotic, con19 puntos y 4 rebotes, y el MVP de la temporada regular en Europa, Sergio Rodríguez, con 21 puntos y 6 asistencias, lideraron a un Real Madrid donde hasta cinco hombres superaron los diez puntos y anotaron todos menos el joven Daniel Díez.
La alegría madrileña, eso sí, se desvaneció el domingo por la tarde, cuando perdieron su segunda final consecutiva, después de dominar la competición durante más de cinco meses y estar en lo más alto de las apuestas. En un partido de infarto, donde todo el mundo parecía estar enchufado a la electricidad, los errores finales de un Real Madrid que no supo aprovechar una ventaja de cuatro puntos en la prórroga, le dieron la victoria a un equipo macabeo que se basó en la aportación de sus jugones, los Ricky Hickman y, sobre todo, un Tyrese Rice que hizo el partido de su vida. Alex Tyus y David Blu entraron bien al rebote de ataque y el partido se terminó ahí, en un Rice al que, en los minutos finales, le entraba todo y parecía estar jugando como si lo estuviera haciendo con sus colegas en la cancha de su barrio en Richmond, Virginia. La antigua estrella de Boston College (ahí aún le recuerdan por salirse ante Duke o meter 48 puntos en un partido), un menudo base con un buen tiro y una cintura zumbona cuando entra a canasta, repitió en un par de ocasiones la jugada que le dio la puntilla a los de Moscú y añadió buena puntería desde el perimetro, para liderar a su equipo, inesperado vencedor, pero digno tras una demostración de fe y competitividad. El partido, por lo demás, fue básicamente un elogio a la intensidad más frenética y a un juego un tanto individualista y desesperado. O ésa es la sensación que tuve yo como aficionado somnoliento que lo seguía a duras penas por internet.
Creo que oí decir que en el partido por el tercer y el cuarto puesto ganó el FC Barcelona.
Y así, más o menos, terminó la competición internacional en Europa, con Velimir Perasovic y Justin Doellman (dicen que acabará fichando por el Barcelona) haciendo grande al Valencia y un Pablo Laso que, por segundo año consecutivo, se queda a un paso de la gloria. Hace un año fue Vassilis Spanoulis en Londres, este año ha sido Tyrese Rice en Milán. A Pablo Laso, como entrenador, se le atragantan los juagdores que tantas veces tuvo que defender cuando se vestía pantalón corto. A ver si el año que viene, vuelven a tener otra oportunidad.

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