sábado, 16 de mayo de 2015

Mike Budenholzer



He esperado hasta las finales de conferencia para hablar del play off por el título de la NBA. Lo sé, y, además, aún queda un partido, el duelo fatídico que dirimirá el último clasificado. 
Si no he hablado antes, no lo neguemos, ha sido por vagancia. La vagancia tiene definiciones diversas que dependen de las excusas, pero no voy a daros las mías. El caso es que no he hablado y por eso tampoco se ha parado la competición, claro. 
Ahora que tenemos tres de cuatro, dejadme que os diga que tengo dos sensaciones genéricas sobre este play off de la NBA. Las dos sensaciones son confirmaciones de impresiones personales y un tanto generales que no hay que tomarse muy en serio. Una, que este deporte, en lo que compete a la NBA, parece cada vez más cuestión de actuaciones individuales. Dos, que los protagonistas de esas actuaciones juegan siempre en la línea exterior. No hace falta que justifique una opinión tan ridícula y personal, pero lo diré: ya hablamos en su día de la importancia que ha ganado el tiro exterior en este deporte, y no solo en la NBA, y no deja de ser significativo que uno de los protagonistas, si no el gran protagonista, de esta temporada, sea un Stephen Curry al que no deberíamos definir solo por su tiro exterior, pero no deja de ser su gran arma. Hoy se hablaba de que en el último partido ante los Memphis Grizzlies, consiguió el mejor triple del año, desde la línea exterior que defendía y aunque no fuera ganador. Además, creo que también es simbólico que su equipo (y si él es el protagonista de la liga, también lo es su equipo, que no alcanzaba las finales de conferencia desde no recuerdo ya el año) esté dirigido por un Steve Kerr que, durante sus años como jugador, definió su juego en esta faceta específica. Y, por supuesto, ya hemos demostrado que los nombres individuales marcan esta competición cuando podríamos definir cada eliminatoria con dos nombres. Si no es el de los ganadores: LeBron James, Stephen Curry, o bien Blake Griffin y Chris Paul o bien James Harden, es el de los perdedores, Derrick Rose, Marc Gasol, Paul Pierce, John Wall o bien Blake Griffin y Chris Paul, o bien James Harden. 
Por supuesto, y ya lo he dicho desde el principio, lo que digo no son más que conclusiones de amateur y generalizaciones quebradas, y no he pronunciado hasta ahora el nombre del que encabeza la entrada y el de su equipo, los Atlanta Hawks. Y es que si algo define el que los Atlanta Hawks hayan alcanzado las finales de conferencia después de casi tanto tiempo como los de la costa oeste que mencionábamos antes, es el nombre de su entrenador y el juego de equipo. Ayer, en el partido definitivo ante los Wizards de Wall y Pierce, los Hawks tuvieron a tres jugadores por encima de los 20 puntos y a un cuarto que hizo 13. Además, este que hizo trece, Al Horford, repartió cuatro asistencias que fueron 20 en total, solo una más que su rival, pero simbólicas del juego colectivo, con constantes traslados del balón desde la línea exterior hasta la zona y vuelta atrás que están caracterizando el juego de los de Atlanta. Por ello, Budenholzer, antiguo colaborador de Gregg Popovych, está siendo el nombre propio de una franquicia en la que, por cierto, en el equipo técnico del entrenador de Arizona, también encontramos a un viejo conocido de la ACB, Neven Spahija. 
Dicho todo esto, resumamos. La final de la conferencia este la jugarán los Atlanta Hawks y los Cleveland Cavaliers. Los Cavs se deshicieron de unos Bulls que no supieron solventar la baja repentina de Pau Gasol ni el juego físico de los de Cleveland. Lástima del quinto partido, en Ohio, donde los Bulls abrieron muy bien la contienda pero el criticado entrenador Tom Thibodeau se vio incapaz de darle solución a la inspiración de la línea exterior de los rivales, con un inspirado Iman Shumpert, amén de LeBron James y los demás. Kyrie Irving sigue renqueante y Kevin Love no volverá, pero todos confían en la inspiración de un LeBron James que alcanza cotas de protagonismo solo accesibles para jugadores de béisbol en blanco y negro. En frente, los ya comentados Hawks de Budenholzer. Bien dirigidos por un minúsculo pero escurridizo Jeff Teague, las armas de los de Georgia llegan desde todas las zonas del campo. Si no es Teague, es su reserva, el alemán Dennis Schroeder, mientras agazapado espera el tirador más puro de la competición, un ex de Creighton, Kyle Korver, veterano y depurado, que ha bajado un poco su rendimiento en play offs. Dentro, Paul Millsap se faja y Al Horford demuestra su calidad e inteligencia. Y quedan más, el protagonista del duelo ante Paul Pierce, el melenudo alero DeMarre Carroll y un banquillo donde Kent Bazemore, Pero Antic y el ex de Obradoiro, Mike Muscala, ponen minutos de descanso llenos de tensión y compromiso. Fue curioso ver, lo digo en serio, como en el resumen de las mejores jugadas del partido definitivo entre los Hawks y los Wizards, casi todas las canastas de los Hawks venían precedidas de bloqueos y combinaciones y no terminaban en un mate. 
Para la otra final, la del Oeste, habrá que esperar al duelo a muerte que enfrentará en el Toyota Center de Houston a los Rockets contra los Clippers. Los Clippers han tenido en su mano una clasificación más temprana, en parte gracias al buen rendimiento de Blake Griffin y un Chris Paul que aún saborea su canasta épica ante San Antonio Spurs en la anterior eliminatoria. DeAndre Jordan, JJ Redick y Matt Barnes completan un quinteto que no pudo parar a James Harden y Dwight Howard en el sexto partido. Si todo el mundo se fija ahora en Stephen Curry no es sin mérito del de Akron, pero sí es porque se olvidan de la tremenda temporada que está haciendo la barba más famosa de California y de Texas, un James Harden que a elegante no le gana nadie sobre la cancha y que se empeña en ganar también una eliminatoria de lo más vibrante. Veremos quién se clasifica. Allí les estarán esperando los Warriors de Oackland. Kerr ha conseguido equilibrar un equipo de jugones que no conseguía convertir en victorias el talento de una línea exterior aún muy joven. Klay Thompson tuvo sus momentos cumbres esta temporada pero todo el protagonismo recae en un Stephen Curry que ha convertido sus partidos en clínics de tiro exterior y dribblings. Sin embargo, con ellos dos solo no se podría ganar. Hay que destacar la aportación del joven Harrison Barnes, de un Andrew Bogut que ha sabido reconvertir su rol en el campo y del eficiente Draymond Green. El quintento titular de los Warriors tiene 25'8 años de media, lo que permite hacer cábalas sobre el futuro de un equipo donde los veteranos aportan desde el banquillo, ya que la veteranía de los Andre Iguodala, David Lee, Leandro Barbosa o Shaun Livingston, otrora jugadores que aspiraban a titulares y protagonistas en sus equipos, es el secreto que guarda Kerr junto a su silla. 
No había hablado hasta las finales de conferencia, lo sé, y aún no están cerradas, también lo sé. Igual que sé que bastante he escrito ya así que mejor buscamos una foto para ilustrar y lo deamos aquí.

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