martes, 4 de octubre de 2016

Victor Oladipo



No es nuevo, de hecho, es la sexta. Hablo de esto: el Unicaja de Málaga ganó por 102 a 99 a los Memphis Grizzlies en 2007. Un año antes, en 2006, el FC Barcelona consiguió la primera victoria de un equipo español ante un equipo de la NBA, al vencer a los Philadelphia 76ers por 104 a 99. En años posteriores, los catalanes añadirían otras dos victorias más: 92-88 ante Los Ángeles Lakers en 2010 y 99-85 ante los Dallas Mavericks en 2012. La de ayer del Real Madrid fue la segunda en la cuenta del equipo madrileño. Antes, en 2007, ganaron por un apretado 104-103 a Toronto Raptors. 
Hasta 2006, todos los encuentros, amistosos, por supuesto, entre equipos norteamericanos de la NBA y equipos españoles de la ACB, se habían saldado con derrotas. 16 desde que el Real Madrid cayera por 96 a 111 ante los Boston Celtics en 1988. Para muchos aficionados al baloncesto, aquellos primeros duelos de finales de los 80 y de los 90 fueron un acontecimiento y se guardan en la memoria. Muchos de ellos se disputaban bajo el auspicio del Open-Mundial McDonald's, que, durante el mes de octubre, nos daba la oportunidad de soñar que las distancias se podían borrar y que esta vez, el sueño, ficticio como el original, cruzaba el charco. Quién no recuerda el apretado triunfo de los Denver Nuggets de Walter Davis ante la histórica Jugoplastika en Roma, allá por 1989 o, sobre todo, aquel emocionante duelo entre Los Ángeles Lakers de Magic Johnson y la Joventut de un inspirado Carles Ruf. El 116-114 en el Paris-Bercy aún lo recordamos muchos, entre otras cosas, porque se dieron cita en aquella cancha jugadores históricos de dos contextos baloncestísticos muy dispares, pero que brillaron en competencia aquel día. Magic Johnson (16 puntos y 17 asistencias aquel día, antes de anunciar que era portador del virus del sida), Byron Scott, James Worthy, AC Green, Terry Teagle, Elden Campbell, Sam Perkins, Vlade Divac... Y, en el otro lado, a las órdenes de Lolo Sainz, Mike Smith, el ya mencionado Carles Ruf, Harold Pressley, Corny Thompson, Rafael Jofresa, el bilbaíno Juanan Morales... Tres años más tarde, los de Badalona alcanzarían la cima del baloncesto europeo de la mano de Zeljko Obradovic y muchos de los que jugaron aquel amistoso contra Los Ángeles Lakers, también estuvieron en La Mano de Elías. 
Así que que ayer el Real Madrid le ganara un amistoso a los Oklahoma City Thunders no tiene nada de sorprendente ni de noticia ya. Pero, aún hoy en día, que un equipo europeo, aunque sea uno de los más fuertes y poderosos del continente, le gane a un equipo NBA, aunque sea un equipo en claro proceso de recomposición tras la marcha de Kevin Durant (y en plena pretemporada) sigue despertando en los aficionados europeos un mínimo de alegría difusa y relativa. El partido, además, fue emocionante y espectacular, con poca defensa y mucho ataque, tal y como demuestra el resultado final (143 a 137), aunque se disputara una prórroga. Tuvo, incluso, dosis de emoción y un final épico. El Real Madrid realizó una gran remontada en el último cuarto, a pesar de que, cuando la empezó, los Thunder supieron contrarrestarla con buenos tiros. Se llegó al final del partido con ventaja de cinco puntos para los norteamericanos y cuatro segundos, sí, cuatro segundos por jugar. Solo quedaba espacio para una jugada rocambolesca y se dio. Andrés Nocioni se había tirado un triple desesperado y los árbitros le habían concedido tres tiros libres por falta. El primero entró llorando, el segundo entró limpio, el tercero lo tiró a fallar. El rebote salió picado, alguien metió la mano, y el balón llegó hasta Sergio Llull que estaba esperando en la línea de tres puntos. Y la metió. Y no era el primer triple, ni el segundo, del partido con el que el catalán cerraba un tiempo parcial. Así se fue a la prórroga y ahí fueron Sergio Llull, Othello Hunter y Jaycee Carroll los que cimentaron una victoria madridista que se basó, en gran parte, en tomarse el duelo muy en serio y en demostrar que la diferencia de calidad entre ambos continentes ha ido mermando para bien del baloncesto internacional. 
El partido y las conclusiones a sacar podrían ser más reposadas y profundas. Russell Westbrook se pasó los momentos definitivos en el banquillo, celebrando la puntería de un Álex Abrines que reivindicó su fichaje por los Thunder (12 puntos con cuatro triples y un buen final de partido). Sin Westbrook, los que llevaron el peso del equipo en el último cuarto fueron Victor Oladipo (34 puntos y 5 asistencias, mejor en el tiro que en la dirección) y Enes Kanter (29 puntos, 10 rebotes, y una buena exhibición de movimientos y compromiso). Ersan Ilyasova tuvo una buena actuación (11 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias) y más flojo se vio, en su regreso a Madrid, a un Kyle Singler con un peinado muy atrevido. Domantas Sabonis salió de titular y aportó 7 puntos, 5 rebotes y 4 asistencias. Por el Real Madrid, jugaron los catorce jugadores de la plantilla, aunque algunos como Álex Suárez y Felipe Reyes no llegaron a los diez minutos. Todos tuvieron, en parte, su momento de gloria. Algunos, como Luka Doncic, dejaron pequeños detalles en los minutos con los que contó y otros aportaron lo mejor al final, como el Chapu Nocioni. Si Westbrook se quedó en el banquillo cuando su equipo se jugaba el partido, lo mismo se podría decir de un Gustavo Ayón que solo disputó 13 minutos, aunque salió de titular. Fue un buen partido para los cuatro americanos del Real Madrid: Trey Thompkins se fue hasta los 16 puntos, Othello Hunter aportó 19 puntos y 5 rebotes, incluyendo un triple decisivo, Jaycee Carroll estuvo todo el partido enchufado (24 puntos) y a Anthony Randolph se le vio muy motivado, incluso demasiado en algunos momentos: 12 puntos y 6 rebotes. Sin embargo, el mejor fue un nacional, Sergio Llull, quien, con 22 puntos y 9 asistencias, incluyendo cinco triples de seis intentos, sustentó la victoria del equipo de Pablo Laso. 
Fue un partido divertido que el público disfrutó. No se pueden hacer lecturas tremendistas ni exageradas, pero se agradece ver que los extremos se acercan, las distancias se achican y las posibilidades crecen. Billy Donovan tiene trabajo por delante. La carrera de este joven entrenador de Nueva York ha sido meteórica. Desde que empezara como auxiliar de Rick Pitino en los Wildcats de Kentucky, aprovechó su oportunidad en Marshall University para llegar a los Gators de Florida y cosechar lo mismo buenas que malas críticas. Ahora, en su segundo año en Oklahoma City, y con rumores que le sitúan como sucesor de Mike Krzyzewski en la selección nacional, tiene la labor de levantar a un equipo que se presenta dispuesto a superar la marcha de Kevin Durant. Tiene juego en la línea exterior y Enes Kanter parece dispuesto a dar un paso adelante. Habrá que ver cómo responden. Por su parte, el Real Madrid de Pablo Laso da un poco de miedo. Con una plantilla larga y buenos fichajes en verano, parece que los madrileños superarán la marcha de Sergio Rodríguez y serán capaces de aspirar a todo un año más. 
Y yo, por mi parte, agradecido de haber visto el último cuarto tranquilo en casa, que hacía mucho tiempo que no veía baloncesto en la televisión desde el sofá. Un buen rato y una entrada rápida no es mal bagaje para estar a principios de semana. 

Posdata: titular para Victor Oladipo por regalárselo a uno que estuvo en el bando de los derrotados ayer y fotografía de cuando jugaba para Indiana, defendiendo a Tim Hardaway Jr con Michigan, simple y llanamente porque no tiene derechos de uso y no tengo que tomarla prestada sin pedir permiso.

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