Manuel Enrique Mejuto González

Voy a contar ese tipo de cosas que no le importan a nadie: estoy constipado. Tengo un trancazo tremendo y llevo un par de días como un alma en pena buscando un pañuelo con el que sonarme los mocos. Me gusta lo del alma en pena, me gusta darme pena, nadie me quiere, y a nadie le importa una mierda esto, pero yo lo cuento, mientras veo el Gaur Egun. Bueno, a lo que iba, que a pesar del trancazo, no voy a faltar a la cita con las despedidas. A las seis, me iré hasta el Casinillo para despedir la temporada, y, de paso, a los próximamente ex-jugadores Iñaki Muñoz, Armando Ribeiro y Joseba Etxeberria. Y al árbitro, y para él va la entrada, porque llama la atención que el colegiado Mejuto González haya pedido, según se comenta (o creo que incluso él lo ha declarado en alguna entrevista), que su último partido de Liga fuera en San Mamés. También es porque jugamos contra el Dépor y él debe tener familia gallega, pero no deja de ser un orgullo las razones que le han llevado al asturiano a decidir que su partido de despedida fuera aquí. ¿Por qué odiamos a los árbitros? ¿Qué representan? ¿Es porque a veces se quejan? ¿O es no es más que una disculpa? Creo que si Freud aún viviera llamaría a Jung si aún viviera y juntos podrían hacer todo un estudio psicopatológico sobre el arbitraje y las reacciones que nos provoca. Esto tampoco le importa a nadie, pero, bueno, que te vaya bien, Mejuto. A Iñaki, Armando y Joseba seguro que también les va bien, y, por favor, a ver si nos damos un homenaje hoy y por lo menos vemos un buen partido de fútbol, con penalty existente y todo para que Mejuto pueda soplar el pito con propiedad. Y todos felices, nos volveremos para casa, a buscar pañuelos en los cajones y pasearme como un alma en pena, pena, penita, pena. No me jodas, Ángel.