Hoy, una señora en sus setenta años, delgada hasta lo enfermizo y con unas maneras muy dulces y reposadas, me ha apuntado con su mano huesuda al infinito y desde el tejado del centro de convenciones de la Iglesia Mormona en el downtown de Salt Lake City, me ha dicho, allí juegan los Utah Jazz. Y acto seguido se ha puesto a hablar de Larry H. Miller, al que ha llamado benefactor.
Miller, por supuesto, era miembro de la iglesia, amén (nunca mejor dicho) de un hombre de negocios al que le gustaba el mundo del deporte profesional. Él fue el principial apoyo económico para la construción del Energy Solutions Arena donde juegan los Jazz, un estadio con capacidad para 19.911 espectadores cuando se juega al baloncesto y que, anteriormente, se llamaba Delta Center. Pero si esos números os impresionan, tendríais que estar donde estoy yo, en el tejado del Centro de Conferencias de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que el anterior presidente de la iglesia, Gordon B. Hinckley se empeñó en construir cuando se les empezó a quedar pequeño el auditorio donde normalmente dan sus recitales el afamado coro mormón. 130.000 metros cuadrados de auditorio con capacidad para más de 21.000 personas, dos Boeing 747 según la Wikipedia podrían aparcarse dentro y la verdad es que impresiona.
Pero volvamos al tejado. Tengo el templo en frente, la gente entra y sale con sus coloridos vestidos de domingo. A un costado, el monumental edificio que albergaba el hotel de Joseph Smith y junto a él una torre de administración que habla más de crecimiento que de historia. Al fondo, las montañas Wasatch, imponentes. ¿Cómo voy a pensar en los Utah Jazz cuando miro a mi alrededor y veo un valle inmenso, plano como la superficie un lago seco y rodeado de montañas nevadas por todos los lados? Los primeros pioneros que pisaron esta tierra debieron pensar que estaban pisando suelo lunar.
Por lo demás, ¿queréis historias de este viaje que tengan que ver con el deporte? Pocas. Cuando volvíamos por la autopista vi un cartel anunciando los próximos partidos del Real Salt Lake City, el presidente estará bien contento, siendo como es un merengue reconocido. Ayer, cenando en Winger's, estuve viendo un poco el Dallas Mavericks-Chicago Bulls y emocionándome al ver como Joakim Noah se empeña con los tiros libres. Ese mismo día, pero por la tarde, me escabullía por una esquina de las salas de la conferencia y buscaba un rincón para fumar fuera, en casa de los Wolverines de la Universidad de Utah Valley, donde anunciaban partidos de softball y baseball, y todo el mundo iba con la camiseta de la universidad y era sábado, pero aquello estaba repleto a pesar de que las tiendas, sí tiendas, y restaurantes, sí restaurantes, de la universidad estuvieran cerrados. ¿Más? También visité la casa de los Cougars de la Universidad de Brigham Young, que, por cierto, tienen en Y Mountain la figura publicitaria más grande entre todas las universidades del mundo, una enorme Y que se puede ver desde todo Orem, Provo... Por la noche la encienden con no sé cuántas bombillas que se podrían ahorrar para otros menesteres.
Y poco más. Si de aquí a que me vuelva ocurre algo, os lo cuento. Quién sabe, ya conozco a quien viajando en avión se encontró con John Stockton. Puede que yo mañana, mientras me doy una vuelta por el downtown de la Ciudad del Lago Salado antes de ir para el aeropuerto, quizás me encuentro dando un paseo con Karl Malone, ¿que no?
Por cierto, hasta en tres ocasiones he tenido esta conversación que os traduzco directamente:
- Y qué, ¿te gusta el fútbol?
- Sí, claro.
- Ah, bien. ¿Y? ¿Real Madrid o Barcelona?
- Ninguno de los dos.
- ¿Ah no? ¿Valencia entonces?
- Tampoco.
- Déjame ver, ¿Atlético de Madrid?
- Casi, Athletic de Bilbao.
- ¿Athletic de Bilbao? Me suena.
Con algún que otro detalle que cambia, pero en líneas generales, la misma conversación hasta en tres ocasiones con tres personas distintas.
Lo dicho, os cuento.
2 comentarios:
Angel, si ves a Karl Malone, pídele un autógrafo para este humilde seguidor de los Jazz que sufrió la ira del más grande en dos finales.
Un saludo y disfruta.
PD: si llego a enterarme antes de que vas a Utah, te hubiera dado dinero para algún detalle de los Jazz, jeje
Tío, si me lo llegas a decir lo hago y si lo llego a saber antes, te lo cojo yo sin más. Ahora ya estoy en el aeropuerto y no hay forma. Lo que te puedo decir es que no me topé con Karl Malone, lo único que hice fue fumarme un cigarrillo en la avenida John Stockton, pero no creo que eso te valga.
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