Por cierto, urte berri on / feliz año nuevo / happy new year / bonne année!
Y dicho esto, barkatu / perdón / sorry / suis desole
Y lo dejo, pero también he tenido dejado de lado el blog y tenía que empezar, lo dijera en serio o no, excusándome y felicitando el año. Ahora ya sí, dejémonos de formalismos, y hablemos del gobierno.
Terminamos el año en pantalón corto. Aunque, algunos, frioleros (yo, el primero), nos vestimos con mallas largas. Si me llegas a decir en el instituto que algún día vestiría mallas, me parto, le paso el porro al de al lado, y te suelto una galleta. Pero es lo que tiene que el tiempo pasa y todo eso, y, ahora, yo tampoco lo entiendo, con lo bien que se estaba en casa, comemos al mediodía el último día del año y sin siesta ni nada, nos encontramos en la estación de cercanías con nuestras mallas, nuestras historias de miedo y nuestras bolsas bien distinguidas con su etiqueta de papel (después de atender con emoción al vídeo de la organización, por supuesto).
No fuimos los únicos.
Y no lo digo por los 1.500, aproximadamente, que nos reunimos en el barrio bilbaíno de Rekalde. Si no por los 1.000 que lo hicieron en Sodupe, y los que corrieron por la mañana en Beasain, y los que eligieron Vitoria, y los muchos que se lo pasaron bomba en Galdakao o, como no, aquellos que fueron a lo mediático y corrieron por las calles de Madrid, no por perseguir a Quique González, pero sí por decir que al menos una vez participaron en la San Silvestre Vallecana, la más famosa, que no la más veterana, como veremos luego.
Precisamente allí, se llevó el triunfo en mujeres la etíope Gelete Burka, que se lleva el titular de esta entrada porque lee otra vez el nombre y entiéndeme. Además, ha sido campeona del Mundo en pista cubierta en los 1.500, aunque fuera ya hace casi un lustro. Ella se impuso entre chorros de nieve artificial (si es que hubo, me parece recordar que lo prohibieron...), y lo mismo le pasó a su compatriota Tariku Bekele, hermano menor de Kenenisa Bekele, que se llevó la victoria final en Madrid. Doblete etíope, que no fue la única grata noticia para el país africano, porque también en Vitoria y en Galdakao, y en categoría femenina, Etiopía reinó por encima de las demás: Waka Chaltu en Vitoria, Trihas Gedre en Galdakao. En Beasain, la victoria femenina también fue africana, pero, en este caso, marroquí, para Malika Asahssah, que luego sería tercera en Galdakao, pero ya por la tarde, es lo que tiene la sesión matinal guipuzcoana. En Sodupe, ganó Silvia Trigueros; y, en Rekalde, Josune Tercero.
Entre los chicos, la cosa estuvo más variada. En Rekalde, casi quince minutos antes que un servidor, se presentó el primero en línea de meta Unai Uriarte, aunque, eso sí, lo hizo cogido de la mano de Borja Peña, repitiendo la histórica imagen del día anterior en la tradicional Las Arenas-Bilbao, cita a la que volvimos a fallarle, y donde Josu Amutio y Gotzon Solaegi también entraron al alimón y en armonía por primera vez en la historia de la prueba más antigua del calendario nacional junto con la Jean Bouin barcelonesa. En Vitoria, ganó un viejo conocido de la Hiri Krosa de Aste Nagusia, Iván Fernández, aunque se llevó más aplausos, según cuentan, un Eneko Llanos que fue sexto. En Sodupe, venció Rodrigo Alonso, y no es la primera vez. En Beasain, madrugó el marroquí Hamid El Mouaziz, pero, al igual que su compatriota en categoría femenino, a la tarde solo pudo ser tercero en Galdakao, donde destacó, por cierto, Paula González Berodia, quien hizo pódium al igual que por la mañana en Beasain. Y, finalmente, en la San Silvestre más antigua del calendario nacional (1961), acabó pasando primero por la línea de meta de Galdakao, el leonés especialista en el 3.000 (plusmarquista europeo de la distancia en pista cubierta, campeón de España indoor en 2008 y subcampeón del Mundo en pista cubierta en Doha 2010) Sergio Sánchez. Pero la noticia en Galdakao fue la recuperación de viejas tradiciones, como la de iluminar a los atletas con antorchas, o que el último, por aquello de "que le den morcillas", las recibió de verdad.
Todo esto ocurrió hace un puñado de días, antes de que estrenáramos año, y, como decía, nosotros nos reunimos en la estación de cercanías de Barakaldo, para empezar a celebrarlo con las zapatillas puestas. Nos reunimos varios pormaratonianos: el vecino de las Asics, Valen, pódium en las dos ediciones de la Porma, Ricky, que venía de estrenar bici (es que rima, tenía que decirlo), Óscar, a última hora pero a tiempo, Gaxen, al que le debemos una por librarnos de ir a recoger los dorsales, y un servidor. Y, me he dado cuenta, creo, porque no me acuerdo muy bien, que excepto en el caso de los dos primeros, el orden que he seguido para nombrarnos, es el que seguimos en meta.
Más o menos la cosa fue que nos cambiamos rápido, nos reunimos por la plaza, calentamos un rato, y Valen y Álvaro se marcharon para empezar más adelante. Los otros cuatro salimos al fondo, en principio en grupo, pero poco a poco se fue rompiendo, en parte, por la estrechez de las calles y los muchos participantes, y en parte, por la forma de cada uno, la peor la de un servidor, que se quedó el último, muy cerquita de los ex futbolistas Jon Pérez "Bolo" y Edu Alonso (amén del paraolímpico Javier Conde), que empezaron corriendo a nuestra vera (hubo más famosos locales, pero esto no es el Sálvame de una cadena local). De aquí en adelante, me ciño a lo mío.
El resto de protagonistas están invitados a comentar su carrera, aunque alguno usará otros foros para daros una buena crónica. En cuanto me quedé solo, me concentré en el ritmo. Estaba preocupado por lo que podía hacer: poco he corrido desde la Santurtzi-Bilbao (y aún me duele rememorar los tres últimos kilómetros) y mucho he fumado. Tenía los gemelos tocados y poco espíritu, la verdad. No corría en Rekalde desde hacía unos cuatro años y mis recuerdos eran negativos: fue la carrera donde más cerca estuve de retirarme, y eso que fui con liebre, y una liebre de calibre. Iba corriendo y solo pensaba en las cuestas que me quedaban, sobre todo la última, a la que mantenía en la memoría como acicate y como freno, porque, cada vez que me veía con fuerzas y aceleraba, me refrenaba, recordándome que aún quedaba lo peor. Y cuantos más kilómetros pasaban, mejor me sentía, más gente adelantaba, más cerca veía (igual solo creía verlos), a mis antiguos compañeros de grupeta, y más frenaba pensando en las cuestas. Así que, llegando de vuelta a Ametzola, empecé a sospechar. Ya habíamos pasado partes del recorrido que no recordaba de mi anterior experiencia y mi cronómetro no coincidía con mis recuerdos. Vi una cuesta al fondo y apreté, y noté que no me quebraba nada en el pecho, y que podía seguir apretando, pero miraba el reloj, venía que llegaba a los treinta minutos, y no había cuesta, y no podía ser. Para cuando me convencí de que el recorrido no era el mismo, y que no me quedaba ni medio kilómetro para terminar, ya era tarde, empecé a esprintar como un loco (algo que a muchos de los que tenía alrededor les parecería un pelín ridículo cuando íbamos por los 700 participantes que ya habían terminado) y llegué a meta fresco y cabreado. No recuerdo muy bien mi tiempo, pero andaba por unos treinta y tres minutos y unos pocos segundos (a unos cinco minutos, segundos arriba o abajo por kilómetro), un tiempo para sentirse satisfecho dado lo que esperaba de mí, pero que me dejó un sabor agridulce con las sensaciones en carrera.
Para variar, fui el último de los parmaratonianos, pero poco significa eso, y me alegra ver que mis compañeros de zancadas avanzan y mejoran sus tiempos. Gran carrera de todos y enhorabuena para todos ellos, en especial para un Ricky que me hizo abrir bien la boca con el ritmo que impuso al principio. El año que viene, sea en Rekalde o en otro sitio, más y mejor, y esperemos que más, sobre todo, en lo que corresponde al número de pormaratonianos que nos reunimos. Alguno más quizás hubo, ¿Iñaki?, pero no coincidimos, y me hago el harakiri porque la culpa fue mía.
La foto, por cierto, para la histórica llegada de la carrera que lleva de Las Arenas-Bilbao.
Y ahora, toca un año sin promesas, aunque ya se apuntaron algunas al calor del tren de cercanías, que si medias, que si enteras, que si montes empinados, que si tal y que si cual. Yo solo me propongo que el 2013 sea igual o mejor que el 2012, que caiga el Arroletza primero, Mitxel, y luego ya veremos, y si puede ser Barcelona que lo sea y si no, Berlín o New York, mejor lo dejamos para más adelante. Y, eso sí, que encabece Osoro Ondoro o Emil Zatopek, sea quién sea, que tengamos otra vez edición de la Porma. Y a correr, que son dos días, y aunque no haya prisa, tampoco molicie debe haber.
3 comentarios:
Bonne Année à tous et à toutes!!!
Gran crónica chaval, me ha gustado mucho. La mía espero que llegue hoy... quizás a lo largo del día. Hay pocas ganas, la verdad.
Animo con ese 2013 y que se cumpla lo que dices. Yo te propongo que abras fronteras y corras por primera vez fuera de las vascongadas, es una bonita experiencia!!!
Un abrazo a todos!
PD. Qué le pasa a Camille, a Simon y a "Victor"?
Jaja, pobre Camille... vas a tener que aguantar hasta el final para saberlo, como todos... A nosotros nos queda un episodio, creo.
Lo de las fronteras, lo sopesaremos.
Buena crónica Holden! Y gracias por la enhorabuena particular!! Eso sí, lo mejor, como otras veces y aunque suene moñas, fue la compañía antes, durante y después de la carrera.
La Porma III se hará sí o sí.
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