martes, 10 de abril de 2018

Primoz Roglic



Se terminó la gran semana vasconavarra de ciclismo profesional, y, la verdad, nos hemos quedado con buen sabor de boca. Solo un corredor de la tierra ha levantado los brazos, pero muchos han sido protagonistas y, en general, se ha visto ciclismo del bueno en las cunetas y los puertos de Euskadi. No podemos pedir mucho más. Además, la semana, que ya llevaba un par de días abandonada, nos había guardado un postre que, de alguna manera, nos esperábamos pero no ha dejado, por ello, de ser una gran noticia: Euskadi-Murias estará en la próxima edición de la Vuelta a España. Y Caja Rural, como ya venía siendo habitual en años atrás, también. Les acompañarán Cofidis y Burgos, además de los World Tour, por supuesto. Jon Odriozola se mostraba exultante hoy y no es para menos. 

Pero hablemos de lo que pasó del 31 de marzo de 2018 al 8 de abril del mismo año. En esa casi decena de días se disputaron el Gran Premio Miguel Indurain, la Itzulia y la Klasika de Primavera, dejándonos, como ya he dicho, un buen regusto de ciclismo competitivo. Lástima que no se pudiera redondear con el disputado y clásico Memorial Valenciaga, una prueba del calendario amateur que aúna prestigio por su recorrido y por su palmarés. Entre sus ganadores, encontramos, entre otros, a Joaquim Rodriguez, Mikel Nieve, Unai Osa, Óscar Freire, Jaime Rosón o Julián Gorospe, pero, en su edición de 2018, que se disputó el domingo 8 de abril, se tuvo que suspender por una grave caída que ocupó a todas las ambulancias disponibles. Una lástima. 

Como suele ser habitual, todo empezó en Estella-Lizarra. Después de 12 años terminando en la rampa de la basílica de El Puy, se decidió que este año regresaría al Paseo de la Inmaculada. Quizás eso hizo que la victoria de Alejandro Valverde se decidiera antes, en las rampas de Muru e Ibarra, donde soltó al español Carlos Verona, el único que había resistido a la estrategia del Movistar. Tanto los de Eusebio Unzué (su viejo director José Miguel Echávarri fue homenajeado en la salida) como el equipo australiano donde corre Verona, el Mitchelton-Scott, fueron los dos equipos protagonistas. Además de Verona, Jack Haig y Robert Power lo intentaron para los australianos, aunque, finalmente, sería su compatriota Nicholas Schultz, corredor del Caja Rural, el que acabara acompañando en el podio a Valverde y Verona. En Movistar, además de Valverde, destacaron Carlos Betancur, que acabaría siendo quinto, justo por delante de su compañero de equipo Marc Soler. También conviene recordar el meritorio cuarto puesto del corredor de Murias Taldea Eduard Prades o la buena carrera de un joven ruso que está dejando buenas impresiones, Dmitriy Strakhov, corredor del Lokosphinx. Valverde, con esta, consigue, a sus casi 38 años (los cumplirá el próximo día 25) su novena victoria de la temporada, casi nada: general y 2 etapas de la Vuelta a Valencia, general y 1 etapa del Tour de Abu Dhabi, general y 2 etapas de la Volta a Catalunya y esta última victoria. Es, además, su segunda victoria en esta prueba, ya que la ganó también en 2014. Nadie repetía victoria desde que Matthias Kessler ganó dos años consecutivos en 2003 y 2004, justo después de que también lo hiciera el recién retirado Ángel Vicioso, 2001 y 2002, quien se añadiría, incluso, una tercera en 2015. 

La Itzulia volvía un año más tarde, por supuesto, que se nos hace largo aunque solo sea uno. Teníamos ganas de saber quién iba a seguir en el palmarés a Alejandro Valverde, precisamente. En los últimos diez años, la Vuelta al País Vasco había visto siete victorias españolas: cuatro de Alberto Contador, la mencionada de Alejandro Valverde y las que consiguieron Joaquim Rodríguez y Samuel Sánchez. Solo Chris Horner, Andreas Kloden y Nairo Quintana rompieron esta tiranía estatal. Este año, sin embargo, la tendencia varió y volvimos a ver ganar a un corredor internacional. En este caso, un esloveno de 28 años, que llegó tarde al ciclismo pero ha conseguido convertirse en un buen proyecto de futuro. En sus cinco años como profesional, Primoz Roglic ha ido siempre en línea ascendente y amasa ya un palmarés interesante en el que deberíamos incluir esta prestigiosa victoria, además de las que ya había conseguido en Tirreno-Adriático, Tour del Mediterráneo, Ster ZLM Toer o la misma Itzulia, donde ya había conseguido dos victorias parciales en 2017. Por supuesto, en ese palmarés destacan sus victorias de etapa en Giro de Italia y Tour de Francia y su subcampeonato mundial contra el reloj. Roglic aprovechó una primera etapa donde triunfó Julian Alaphillippe, quien repetiría en la segunda. Redondeó su hazaña en la CRI que ganó y resistió en un vistoso espectáculo de ataques en Arrate para llevarse su primera Itzulia. Lo hizo todo bien: atacar, rematar y resistir. Su victoria fue merecida. Él, junto con el doble vencedor Julian Alaphillippe, los hermanos Ion y Gorka Izagirre, el sonriente ganador en Arrate Enric Mas, el siempre batallador aunque no consiga nada, Thomas de Gendt, el derrotado pero con dignidad Mikel Landa, el rápido Jay McCarthy, quien ganó en Valdegovía y, como ya habíamos anticipado, el único ganador de la tierra en esta larga semana, el vizcaíno Omar Fraile, fue el gran protagonista de una carrera donde destacaron, de nuevo, las encerronas, como las de Elkano o San Pelayo, la clásica subida a Arrate, más épica y entretenida que nunca, el mucho público y el cambio de situación con la contrarreloj. Personalmente, creo que ése es el camino, aunque, al final, el resultado fue el mismo y ganó el que mejor rendimiento le sacó a esta especialidad. Sin embargo, pienso que ha sido un acierto no dejarla para el último día y, quizás, lo que convenga ahora sea hacer más duro aún lo que queda después de correrla. 

Finalmente, se disputó, el domingo, la clásica vizcaína por excelencia. En Amorebieta, recibieron a los corredores profesionales que se asomaron por allí para disputar la Klasika de Primavera, una prueba que ha bajado en calidad de participación pero que sigue presentando un recorrido para atrevidos y sumando un bonito cartel de ganadores. Eso sí, la carrera podría cambiar de nombre y pasarse a llamar la Klasika de Movistar. De las últimas diez ediciones, el equipo de Unzué ha ganado siete ediciones, incluyendo las cuatro últimas de manera consecutiva. Alejandro Valverde ganó en 2009 y Andrey Amador lo ha hecho en 2018, precisamente llegando bien acompañado por el murciano. Entre ambos, ganaron cuatro corredores que ya no están en Movistar pero lo estaban cuando llegaron primeros: Giovanni Visconti, quien ganó en dos ocasiones, Rui Costa, Gorka Izagirre y José Herrada. Amorebieta es azul. Solo Peio Bilbao, Jonathan Hivert y Samuel Sánchez rompieron esa hegemonía. En esta edición de 2018, Amador y Valverde lanzaron ataques en las subidas repetidas a Muniketa y Autzagane y acabaron llegando a meta juntos, alcanzando, supongo, un acuerdo para que ganase el costarricense. El tercero en discordia, tiempo después, fue el colombiano Wilmar Paredes. Amador tiene ya 31 años y parece que lleva una vida en el equipo de Unzué, desde 2009. En esos años, ha conseguido solo tres victorias: una etapa del Tour del Porvenir, esta clásica y su principal victoria, allí en Cervina, en la decimocuarta etapa del Giro de Italia de 2012, cuando alargó el sprint con Jan Barta hasta el final. Es precisamente esa carrera, el Giro de Italia, la que más satisfacciones le ha dado. Además de la victoria, llegó a vestirse el maillot de líder en 2016 y ha hecho muy buenas generales: 18º el año pasado, 8º el anterior y, sobre todo, 4º hace tres años. Quizás, a partir de ahora, le coja cariño también a la Klasika. 

Así terminó la gran semana de diez días en el ciclismo euskaldun. Esperaremos con ansia la del año que viene, aunque, mientras tanto, tenemos con qué entretenernos. A ver si encuentro un hueco y hablamos también de lo que ocurre más arriba, en Bélgica y el norte de Francia. 

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