Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
miércoles, 31 de diciembre de 2008
Nate McMillan
Esta pasada noche, en la victoria de los Blazers contra los Celtics, McMillan nos ha dejado una jugada para la historia: durante varios segundos, incluso han metido una canasta, su equipo ha jugado con seis jugadores. Al final, las protestas de los Celtics, encabezados por Kevin "Bocachancla" Garnett han dado fruto y a los Blazers les han anulado la canasta y les han pitado técnica. Menos mal que al final, han ganado. Me acuerdo del canastón de Middleton cuando jugaba en el Barça. ¿Alguien se acuerda? Era el partido dominical de la mañana. Recuerdo que estaba tirado en la sala, solo en casa, haciendo algo más al mismo tiempo que veía el partido de reojo y de vez en cuando. Hubo un salto entre dos en la bombilla del Barcelona, saltaron, el balón le cayó a Middleton y éste se giró ágilmente y, sin oposición, machacó su propio aro. Aún puedo recordar la cara de sorpresa del jugador contrario, no sé por qué me suena que era Pepón Artiles y jugaba el Barça contra el Gran Canaria, aunque igual ni Pepón jugó en el Gran Canaria y estoy mezclando recuerdos otra vez. Pero la canasta, la cara gélida de Middleton y mi sorpresa, puesto de pie, buscando a alguien por casa para contárselo, sí que las recuerdo claramente. Creo que fue Chinche Lafuente, aquel base madrileño que también pasó por el Cajabilbao, quien se metió un triple en su propia canasta al intentar evitar la presión de un contrario junto a la esquina del campo. Si no fue él, quizás fue algún otro base nacional del Huesca la Magia. Y recuerdo una canasta de Isaiah Rider, otro "baby-Jordan" casi contemporáneo de Harold Miner, que al intentar evitar que el balón saliera por la línea de fondo, se lanzó de cabeza y, de espaldas, metió una canasta inverosímil. Hace un par de años, André Iguodola o Iguodala o como sea, metió una de esas canastas que yo intentaba cada dos por tres en el patio del colegio, y una vez me salió jugando un partido de tres contra tres y fue uno de los patéticos minutos de gloria como patético jugador de mi patético playground. Consistía en entrar a canasta desde un lateral, preferentemente, no sé por qué porque la lógica dicta lo contrario, por la izquierda, alargar el bote para hacerle creer a los demás que vas a intentar una bandeja a aro pasado, pero, en lugar de usar la mano derecha, usar la izquierda para lanzar el balón con efecto por detrás del tablero, que lo salve sin tocarlo y que caiga el balón limpio desde arriba hasta el aro. Iguodola lo hizo en un partido de la NBA, claro. Darius Songaila no pudo evitar que la pelota rebotara en su hombro y entrara por la canasta de su equipo... Y ya está, si me acuerdo de más, no me quiero acordar. Iguodala, Isiah Rider, Chinche Lafuente, Middleton, Songaila y... pongamos que Javi Salgado por decir uno de la casa y con un clásico, un triple desde muy lejos, sin mirar y con el contrario encima. Así ya tenemos los seis jugadores que Nate McMillan necesita.
martes, 30 de diciembre de 2008
Casey Harriman
Bueno, ya ni me acordaba donde lo había dejado. Me parece que nos quedamos con la crónica de las dos primeras victorias en el Findlay Toyota Las Vegas Classic, y pendientes de los dos partidos que les quedaban por jugar dentro de este torneo. Y los resultados no pudieron ser mejores, ya que la Universidad de Creighton cosechó otras dos victorias. La primera, por 84-65, ante Fresno State, y la segunda, por 83-75, ante De Paul. En la primera, Casey dispuso de quince minutos para aportar 7 puntos y 5 rebotes. El mejor volvió a ser, una vez más, Booker Woodfox. En la segunda, ante De Paul, Casey no anotó en catorce minutos y consiguió dos rebotes y una asistencia. ¿Quién fue el mejor? Pues sí, el mismo. Por De Paul destacó, como no, Dar Tucker, 32 puntos para un alero saltarín que ya tiene su propia web y una colección de vídeos en youtube. Con estas dos victorias, además de adjudicarse el Findlay Toyota Las Vegas Classic, Creighton sigue con un récord de victorias bastante positivo. Además, ya de regreso al Qwest Center de Omaha, añadieron una nueva victoria al bagaje de la temporada al vencer por 68-56 a Wichita State. Casey jugó dieciséis minutos en los que consiguió 5 puntos, 5 rebotes y 1 tapón. Después de una racha de ocho victorias consecutivas, ahora les toca a los Bluejays marcharse de viaje: los próximos dos partidos les llevarán hasta Indiana e Illinois. Ya veremos qué tal le va a Harriman y a sus compañeros.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Sandra Myers
Tenía un amigo que estaba loquito por Sandra Myers. Se tragaba todos los campeonatos de atletismo: el campeonato nacional indoor, el outdoor, el campeonato de europa indoor, el outdoor, las Olimpiadas, el Campeonato del Mundo, la Golden League... Pongo puntos suspensivos porque no se me ocurren más. Empezó a correr él mismo. Se dijo: si consigo ser un buen corredor quizás se fije en mí. Poco le importaba que estuviera felizmente casada. A los pocos meses, abandonó la idea de ser un corredor de velocidad... e intentó serlo de fondo, pero, en el fondo, sabía que ni lo uno ni lo otro. Después, se enteró de que era profesora de piano, y empezó a tomar clases particulares. Si los demás íbamos a clase con la carpeta forrada de fotos de jugadores de fútbol y de la NBA o las chicas con miradas profundas de los tíos de Duran Duran y de Spandau Ballet, él llevaba a Sandra Myers por los dos lados. Sandra por uno, Sandra por el otro, y si no era en Historia, era en Religión, pero eran muchas las veces que si te girabas le veías ensimismado mirando la zancada de Sandra Myers. De verdad, nos llegamos a preocupar. Él se ponía muy serio. Decía que aquello no era una chiquillada, que sentía algo especial por Sandra y que no pararía hasta demostrárselo. El verano del 91 trabajó dos meses poniendo techos de pladur y así ahorrar dinero para el verano siguiente, el del 92, cuando pensaba viajar hasta Barcelona y, añadía, conseguiría acercarse hasta la Villa Olímpica, abordarla y confesarla su amor sentido y eterno. Ella se lesionó y tuvo que renunciar. Él se llevó tal berrinche que canceló la reserva de avión y el resto del dinero lo distribuyó en fines de semana que dedicó a dilapidar los ahorros en largas noches de cubatas y chupitos que sus amigos aún agradecedemos, sentida y eternamente, a Sandra Myers y su lesión. Aquel fue un golpe muy duro. Durante unas semanas, no habló más de Sandra. Un mes más tarde, dijo haber averiguado dónde vivía, pero no dijo qué quería hacer con esa información. Antes de que llegaran las olimpiadas de Atlanta, estaba casado, tenía un hijo y un trabajo fijo poniendo techos de pladur. Se había casado con la vecina que le dio lecciones de piano y a su hijo le pusieron Alejandro. Nunca más volvió a hablar de Sandra Myers hasta una nochebuena, y por eso me he acordado hoy, que salimos todos los amigos, algo poco común en la cuadrilla, y terminamos en la misma tasca de la entrada de Nigel Mansell, bebiendo cubatas y chupitos a costa de su paga doble de Navidad. Entonces, inconsciente por el alcohol y enardecido por las efusivas muestras de amistad, le guiñé un ojo y en una voz muy ronca pero audible para todo el bar, le pregunté: ¡oye!, ¿y qué fue de tu idilio con Sandra Myers? Aún hoy en día, cuando hace mal tiempo, puedo decirte si va a llover solo con tocarme la herida de mi sien izquierda.
martes, 23 de diciembre de 2008
David Seco
Hoy me han dicho que Sven Nijs cobra unos ocho mil euros solo por participar en aquella prueba que quiera contratarle. ¿De verdad? Buff, ¡cómo anda el ciclocross por Bélgica! Ahora que él y Lars Boom parecen repartirse la hegemonía en este deporte, la diferencia entre belgas, holandeses y checos en menor medida, y el resto del planeta parece agrandarse. Algún francés y algún italiano aún intentan colar su maillot entre tanto flamenco y valón. Aquí, en los circuitos embarrados del País Vasco, siempre ha habido mucha afición. Jokin Mujika fue quizás el que llegó más lejos: subcampeón del Mundo juvenil hace ya demasiados años. Sin embargo, luego no cumplió las expectativas, ganó la Bicicleta Eibarresa por delante de Robert Millar y Charly Mottet, pero poco más. Un año antes de aquel subcampeonato, Iñaki Vijandi ganó el campeonato del Mundo Junior, en 1979. Aún hoy es el único corredor hispano en haber sido campeón del Mundo. Otros ciclocrosistas vascos se conformaron con tener relevancia en el ámbito nacional: Yurrebaso, Izaguirre, Irusta, Mayora y Basualdo, quien fue subcampeón del Mundo amateur en 1970. El único que ha estado cerca de tales éxitos en los últimos años ha sido David Seco. El de Busturia ha sido campeón de España, de Euskadi y de Bizkaia en repetidas ocasiones, llegó a ganar pruebas en Bélgica y estuvo cerca de los mejores en pruebas tan importantes como las de Igorre y Asteasu, esta última llegó a ganarla. Al parecer, hace unos días se cayó corriendo una prueba fuera del País Vasco, eso me han contado. Hace unos días, volvía a las noticias de los periódicos al vencer en la prueba de Ermua y reivindicarse después de no ser seleccionado para correr en Igorre. Tiene ya 35 años. Richard Groenendaal corre con 37 y Erwin Vervecken con 36. No seré yo quien le entierre, pero, de todas formas, todas las historias tienen un final. En estos últimos años, son muchos los ex-corredores de carretera que se han centrado en el ciclocross durante el invierno, Tino Zaballa, Javier Ruiz de Larrinaga, Unai Yus, Egoitz Murgoitio, Aketza Peña... he oído cosas buenas y malas sobre esto. También son muchos los que vienen del mountain bike, José Antonio Hermida y David Lozano... he oído más cosas malas que buenas sobre esto. Dentro de poco será el campeonato nacional en Valladolid. Los Díaz Arrola, Suárez, Juárez, Erlantz Uriarte, en sus distintas categorías, competirán con algunos de los anteriores por el cetro del ciclocross nacional. Para que alguno de ellos pueda algún día, como en su día hicieron Vijandi o Mujika, luchar contra los belgas, checos, americanos, franceses, italianos y holandeses por el cetro mundial, creo que queda aún mucho, muchísimo. Si te lo paras a pensar, el ciclocross, quitando deportes como el críquet o el cróquet, es uno de los deportes dominado por menos naciones. ¿Las condiciones climatológicas? ¿La tradición? ¿La afición? Quién sabe, pero, me temo que aún quedan muchos años antes de que podamos volver a ver a uno de los nuestros, enfangado y sin respiración, pero contento por haberse batido en igualdad de condiciones con la última estrella belga de moda.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Matas Niparavicius
Este sí que es un jugador de baloncesto lituano. Un día estaba en el Dunixe, tomando un café y echándole una ojeada al periódico y, en una de esas pequeñas reseñas que añaden al final de la sección de baloncesto, leí que Niparavicius fichaba por un equipo alemán, creo. No tenía ni idea de quién era Niparavicius, pero el nombre me hizo muchísima gracia. He visto nombres muy curiosos en los periódicos, tanto verídicos como los que se inventan tras las erratas de algunos periodistas adormilados, como cuando Radio Ciu fichó por el Espanyol según el Mundo Deportivo. Pero lo de Ni-para-vicios ha sido lo más gracioso que he encontrado y además, sin erratas tipográficas. Vale, bueno, tampoco es que sea para empezar a soltar carcajadas, pero es un apellido curioso donde los haya, ¿o no? Hasta se podrían hacer chistes sobre el colmo de un jugador de baloncesto pobre, ¿no? Vale, me callo, ya lo dejo. El tal Niparavicius es un alero bastante alto, 2'07, que nació hace 26 años en Lituania. Se ha formado en Estados Unidos, principalmente en North Carolina, aunque jugó antes en el BBS Vilnus de su país. Tras terminar su carrera universitaria, empezó un periplo bastante curioso que le ha llevado a jugar en su país de nuevo (Neptunas Klaipeda y Panevezys Aukstaitija), en Alemania, en Chipre, en el KRKA Novo Mesto de Eslovenia y en la República Checa, donde juega esta temporada en el BK Synthesia Pardubice. Seguro, seguro que si algún día el destino le trae hasta la Liga ACB, seguro, seguro, que alguien será el segundo en hacer chistes con su apellido. Pobre Niparavicius.
Maris Valainis
Parece que voy a hablar de un jugador de baloncesto lituano, ¿verdad? Quizá el último escolta tirador salido del Lietuvos Rytas o el sucesor de Sarunas Jasikevicius en la selección. Pues no. Anoche volvimos a ver la película de 1986 Best Shot, más conocida por estos lares como Hoosiers: Más que ídolos. Maris Valainis era Jimmy Chitwood, la estrella del equipo, un joven húerfano de Hickory que se decidía a volver al equipo cuando los adultos se preparaban para cesar en su cargo al entrenador Norman Dale, una especie de alter ego de Bobby Knight. Algún día tengo que escribir sobre Bobby Knight, ¿que no? El caso es que aunque la película terminó casi a la una y media de la madrugada y a la mañana siguiente, ésta de hoy, día en el que la gente se ilusiona por que le cuadren cinco números caprichosos, había que levantarse temprano, antes de ir a la cama, me conecté a internet y busqué información para saber qué fue de Maris Valainis. Y lo que encontré fue curioso, porque Maris era el único jugador, o actor-jugador, de la plantilla de los Huskers de Hickory que no jugaba al baloncesto en el instituto. Y, aún así, fue elegido para el papel estelar. En alguna página, no recuerdo ahora, leí dos anécdotas sobre el rodaje de la película. La primera hablaba de esa escena en la que Jimmy está entrenando en una vieja canasta clavada sobre una calva de tierra roja mientras el entrenador le habla. Jimmy confesó que ni tan siquiera escuchaba lo que decía Gene Hackman, que se limitó a concentrarse en los tiros y que, una vez entrado el primero, todos los demás entraron, ¿falla el último cuando Gene Hackman se vuelve a propósito? La segunda anécdota también hablaba sobre un tiro, esta vez, el último, el que decidía en el último segundo la victoria en el campeonato del estado de Indiana. A Maris le dijeron que lo fallara o lo metiera, toda la gente iba a saltar a la cancha y había que seguir con el papel porque era necesario una toma general. Afortunadamente, Maris lanzó y convirtió el tiro. Al parecer, Valainis hizo un par de papeles más en el mundo del cine, pero su carrera como actor no fue ni larga ni exitosa. Ayer, mientras mi hermano y yo veíamos la película, ya, al final, nos reíamos porque, la verdad, es que el chaval no debió tener muchos problemas para aprenderse el guión. Solo habla en dos escenas de la película, cuando se presenta por sorpresa en la reunión para cesar al entrenador, dos frases para anunciar que vuelve con la condición de que el entrenador no se vaya, y punto. No vuelve a hablar hasta que al final de la película le pide al entrenador que no cambie de táctica y que le deje a él jugarse el último balón. Al parecer, en lo que Maris destacó fue en golf. Jugó al golf en la universidad y aún hoy en día es jugador profesional. Es difícil imaginárselo si no distinguimos a Maris Valainis de Jimmy Chitwood. Jimmy llegó a jugar para la Universidad de Indiana después de conseguir una beca de baloncesto. Se licenció en ingeniería agrónoma y llegó a jugar en la CBA y dos temporadas en los Houston Rockets de la NBA. Sin embargo, en su segunda temporada en el equipo tejano, se lesionó de gravedad en su rodilla derecha y, tras jugar una temporada más en la CBA, se retiró. Vivió en Houston y New Orleans hasta que se casó con una antigua compañera de la universidad de Indiana. Entonces, volvieron a Hickory y aprovechó sus ahorros para comprar una vieja granja y sus estudios para poner en marcha una empresa pionera en la producción de azúcar de caña. Accedió a encargarse de entrenar al equipo del instituto y después de doce años en el cargo lo dejó cuando su hijo entró a formar parte de la plantilla. Jimmy Chitwood murió a los ochenta y siete años de vida, tan solo tres meses después de que lo hiciera su mujer. En Hickory, le han puesto su nombre al nuevo parque junto al estadio del Instituto.
viernes, 19 de diciembre de 2008
Casey Harriman
Dos partidos más para los Bluejays de Creighton. Sábado y lunes, los dos en Omaha, y dos victorias más. La primera ante Northern Colorado por 85-66 y la segunda contra Southern por 71-60. En la primera, Casey jugó 20 minutos y aportó 2 puntos y 1 rebote. El mejor volvió a ser Booker Woodfox aunque también destacó el hermano de Kyle Korver, Kaleb, con 14 puntos. En la segunda, Casey, otra vez mal en el tiro, solo 2 puntos y con malos porcentajes, jugó tan solo 13 minutos aunque aportó, esta vez, cinco rebotes y tres asistencias. El mejor anotador, una vez más, Booker Woodfox, bien secundado por los de siempre, Cavel Witter y P'Allen Stinnett. Estos dos partidos, y los próximos dos ante Fresno State y De Paul/Saint Louis forman parte de un espectáculo llamado el Findlay Toyota Las Vegas Classic y, por ello, los dos próximos partidos se jugarán en Las Vegas. Buena oportunidad, para echar unas partiditas y... esperemos que no ande Bruno Cirillo de vacaciones por allí.
Bruno Cirillo
Cirillo, jugador italiano de fútbol, ex-jugador del Levante en primera división, dice que desde pequeño soñó con ser actor porno y que no descarta dedicarse a ello algún día. Añade: "si mis compañeros me llaman superdotado por algo será." Decían que lo único que hizo Cassano mientras vivió en Madrid fue comer bollos y follar como un loco, lo sé, me he dejado llevar por un lenguaje poco expresivo, pero así me lo dijeron. Otro más: la novia de Cristiano Ronaldo dice de él que es un "animal en la cama." Bien por él, y por ella. Makelele dio lugar hasta a chistes en programas humorísticos televisados. Pelé declaró ser adicto al sexo. Ronaldo era adicto a tenerlo con mujeres que no eran mujeres del todo. Su famoso cumpleaños ayudó a La Costa Brava a escribir una canción. Al chileno Pinilla le pillaron con una modelo en la ducha y el video sigue colgado en Internet. Solo con decir su nombre, vale: George Best. John Carew se lesionó en un club de striptease, aunque si hiciéramos solo una lista con los asiduos a estos locales, deberíamos empezar con la selección inglesa casi al completo. Burrito Ortega, McManaman y Fowler, el gran Max Mosley, Romario, Adriano, Gascoigne, Benjamín Zarandona, Effenberg, Emmanuelle Petit y su linda autobiografía, todo un manual de excesos, Michel Salgado en Salsa Rosa... Mario Chalmers y Darrel Arthur, dos novatos este año en la NBA, se corrieron una buena juerga cuando asistían a los cursos de comportamiento que la NBA les obliga a atender antes de empezar su primera temporada. Kobe Bryant fue juzgado. La mujer de Andrei Kirilenko dijo, en su día, que dado el número de tentaciones que tenía su marido a lo largo de la temporada, había decidido permitirle una canita al aire por año. Paula Abdul y las famosas cheerleaders de los Lakers. Dennis Rodman y qué puedo decir... Y, como contraste, A.C. Green quien al batir el récord de la NBA de partidos consecutivos, más de mil partidos seguidos sin fallar por lesión o enfermedad, declaró que el secreto era "leer la Biblia todos los días y mantener la virginidad," Kaká quien, supuestamente, llegó virgen al matrimonio, Bodo Illgner y su recta y santa esposa... No se me ocurren más así y ahora. Si algún día Cirillo graba la película de sus sueños, por lo menos, ya tiene nombre artístico porque Bruno Cirillo, suena bastante bien, casi tan bien como esos apellidos de jugadores que han dado pie a tantas chanzas eróticas: Poyatos, Marica, Penev, Folhador... En fin, con esto y una cerveza, hacemos la tarde, ¿que no?
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Javier Clemente
Con la edad, si quieres, aprendes que no es bueno tener respuestas para todas las preguntas. Tampoco es que las cosas se solucionen con preguntas y más preguntas. Quizás, lo que vale, es intentar buscar las respuestas. En la búsqueda está la respuesta, igual que a Huckleberry Finn le valía con ir aunque no supiera muy bien a dónde ir. ¿Qué? Nada. Que todo forofo del Athletic, a poco que se precie, ha tenido que tomar, alguna vez en su vida, la decisión de odiar o amar a Javier Clemente. Parecía que no existía término medio. Y eso que, para una gran generación, el nombre del rubio de Barakaldo ya no iba ligado a Manolo Sarabia, si no más bien a De la Morena. Muchos echamos de menos, algo que ni tan siquiera podemos recordar con exactitud. Nos acordamos de faltar al colegio, de que nuestra madre nos zurzió una bandera, de salir con ella al balcón, y de la gabarra, surcando la ría, de lejos, hermosa y colorida desde lo alto de la colina. Muchos nos acordamos de aquellos jugadores que, pase el tiempo que pase, tuvieran entonces la edad que tuvieran, parecían nuestros padres. ¿Lo hemos idealizado? Los hechos son los hechos: ganaron dos ligas y una copa y, muchos de ellos, tenían el talento más preciado hoy en día, el del trabajo duro y en equipo, poco más. No sé si lo hemos idealizado o no, pero echarlo de menos, lo echamos. Y, supongo, echamos de menos a Javier Clemente. Ahora que acaban de cesarlo en el Murcia, se da uno cuenta de cómo pasa el tiempo. Y, cuando el tiempo pasa, es muy difícil que algo que añoras vuelva a suceder. Podrá ser algo parecido, pero nunca lo mismo. La gente pertence al tiempo más que el tiempo a las personas y nunca somos conscientes de ello. El Rubio de Barakaldo... buff, cómo ha paseado el nombre del pueblo por toda España, y por el extranjero, hasta por Irán. Además, lo ha hecho de la única manera en la que se podía pasear el nombre de este pueblo, sin extremos, en gris, con amor y odio en la misma medida. No sé cómo le habrá sentado a él. A mí, que ni me va ni me viene, me hace pensar: ¿dónde está Benito Floro? ¿Dónde está Nevio Scala? ¿Dónde está Bozidar Maljkovic? ¿Dónde está Cees Priem? ¿Dónde está Ferretti? ¿Dónde estoy yo? Cómo pasa el tiempo. Hace unos días, un amigo mío que trabaja para una gran empresa productora de acero corrugado, me comentaba que habían venido a instalarle una nueva caseta en la entrada a la fábrica y que el comercial de la empresa que se encargaba de ello era Ricardo Moreno. ¿Sí? Los socios de mi equipo sí se acordarán de él. Pues eso, que en días como éste, en el que a Clemente le finiquitan el contrato y, probablemente, se la trae un poco floja, a aficionados sentimentales como yo lo que nos afecta es el paso del tiempo, el inexorable paso del tiempo. Que se lo pregunten a Dikembe Mutombo.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Casey Harriman
Los Bluejays recibían esta semana una mala noticia, uno de sus ex-jugadores era cortado en su equipo: los Spurs han enviado a Anthony Tolliver a la liga de desarrollo y han recuperado al francés Ian Mahinmi. Sin embargo, para el equipo de esta temporada, todo son buenas noticias: dos victorias más. La primera, en el Palestra ante Saint Joseph's por 69-58 y la segunda ante Dayton en casa por 77-59. En el primero, Harriman disfrutó de diecisiete minutos en la histórica cancha universitaria, aportando 6 puntos, 1 rebote, 2 asistencias y 1 robo. La estrella del encuentro fue Booker Woodfox con 29 puntos. Por Saint Joseph's, destacó el senior Ahmad "Slim" Nivins con 18 puntos y 11 rebotes. Contra Dayton, Harriman bajó su aportación en puntos, solo tres, pero jugó más minutos, 21, y secundó el buen trabajo anotador, una vez más, de Booker Woodfox (21 puntos), con 7 rebotes. El escolta de Lewisville, Texas, Booker Woodfox ha sido nombrado esta semana mejor jugador de su conferencia, por cierto, antes incluso de enfrentarse a Dayton y conseguir que estos salieran derrotados por primera vez en la temporada.
martes, 9 de diciembre de 2008
Chuck Hayes
Chuck Hayes se lleva el premio. No lo había visto, la verdad. Me lo he encontrado de casualidad enredando en internet. Alguien colgó el video de su partido contra los Denver Nuggets y la cara de asombro que ponía Allen Iverson, así que todavía estaba jugando Iverson con los Nuggets. Bueno, me explico. Yo había estado esta tarde viendo el tercer partido del Bilbao Basket en su debú en competiciones europeas. Jugaban contra el Nymburk, en la República Checa. Ellos tenían, y tienen, no le ha pasado nada, a un alero llamado Sokolovsky a quien, en un momento dado, le ha tocado tirar tiros libres. Y él chaval los ha tirado desde la izquierda, creo, no en el centro como todo el mundo. Y me he puesto a pensar en quién tiraba los tiros libres así antes, y quién era buen tirador de tiros libres y quien era malo. Yo creo recordar que alguna vez vi a Michael Adams lanzar los tiros libres escorado. Adams triunfó muy a principios de los noventa con aquellos Denver Nuggets que entrenaba Paul Westhead, con 119 puntos de media por partido y 132 en contra. Quién no se acuerda de los Blair Rasmussen, Abdul-Rauf, Orlando Woolridge, Walter Davis, Reggie Williams, Todd Lichty, Jerome Lane, Marcus Liberty o Joe Wolf, corriendo y tirándose hasta las zapatillas. Adams terminó con medias de 25 puntos y 10 asistencias por partido y se hizo famoso por lo que los americanos llaman "push-shot", tirar con una sola mano y por encima de tu hombro. Y otro que solía hacer eso, me he acordado de repente era John Korfas, el base americano, y griego también, ¿no?, de PAOK y Panathinaikos que tiraba con una sola mano. Volviendo a pensar en quién tiraba bien o mal, me he acordado de Mark Price para lo bueno, con los Cavs. De Tracy McGrady en aquel partido contra los Lakers donde se llevo un golpe en la mano derecha, su mano de tiro, y lanzó los tiros libres con la izquierda e intentando no usar como apoyo la otra: el primero entró limpio, el segundo fue una piedra. Y ya, me he concentrado en los malos tiradores de tiros libres. He pensado en los de siempre, el viejo Chamberlain, según lo que decía un amigo mío, porque yo no tengo ni idea, y los más famosos en los últimos años, Shaq y Ben Wallace, quien, probablemente, tenga la peor estadística de la historia. Entonces, me he puesto a rebuscar en internet, para ver si encontraba algún video de Arinze Onuaku, un pivot de la universidad de Syracuse del que había oído hablar en algún foro sobre baloncesto universitario, más bien por lo famoso que se hizo cuando se cargó el cristal de un tablero al hacer un mate, pero también por algún tiro libre horroroso que se había permitido el lujo de dejar para la posteridad (ambos videos se encuentran fácil en youtube), pero, a lo que iba, mientras buscaba a Onuaku, me he encontrado con Chuck Hayes. Y Chuck se ha llevado el premio y el honor de encabezar esta entrada. No lo dudeis, intentad encontrar los videos de Chuck Hayes en la red, no será difícil, es lo bueno y lo malo de las nuevas tecnologías. Si los veis, intentad ayudarme, ¿ha tirado siempre así?, ¿le pasó algo?, ¿nadie puede ayudarle? No me sé la historia completa, igual tiene explicación. Espero que tenga explicación. Por el bien de Chuck. Su cara en los videos, es todo un poema. Todo un poema de Sylvia Plath justo antes de meter la cabeza en el horno.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Daryl Morey
Daryl Morey, general manager de los Houston Rockets, ha afirmado en una entrevista reciente que utiliza los videjuegos para hacer su trabajo. Según Morey, los simuladores de juego son herramientas fiables para mejorar su labor de "scouting". Morey explica como se puede seguir a los jugadores rookies y analizar sus movimientos y sus prestaciones en un ficticio equipo elaborado para simular su aportación al club. La respuesta de distintos mánagers de la Liga ACB contenía expresiones como: "me quedo alucinado," "eso es una chorrada de los de la NBA" o "me parece una broma." Morey dice que en ocasiones no dispone de suficientes videos para juzgar las cualidades de un rookie. Joder, que le presten los vídeos los programadores del videojuego. Quizás así se explique como un equipo que tiene a dos mega estrellas, Tracy McGrady y Yao Ming, a dos jugadores que quisieron serlo, Ron Artest y Steve Francis, a una leyenda del playground, Rafer Alston, a jugadores regulares y con mucho talento y aportación al trabajo de equipo, como Luis Scola, Shane Battier o Brent Barry, quizás así se explique, decía, como, aunque no tuviera a todos estos jugadores las temporadas anteriores pero casi, los Rockets no llegan a las finales ni tiene pinta de que vayan a llegar tampoco este año. Yo juego al NBA Live, acabo de derrotar a New Yersey Nets en la primera ronda del play off y ayer gané el primer partido de las semifinales de conferencia contra Washington Wizards. Juego con los New York Knicks, y aunque sigue apareciendo el nombre de Isaiah Thomas, me imagino que soy yo el entrenador y que les he sacado del fondo del pozo en el que llevan sumidos tantos años (a ver si lo consigue D'Antoni por lo menos). Normalmente, juego con Shaun Livingston de base titular, Josh Childress de escolta, Adam Morrison de alero, Jorge Garbajosa de ala-pivot y de cinco pongo a Pau Gasol. En el banquillo, Sergio Rodríguez, Aleksandar Pavlovic, Shane Battier, David Lee y Robert Swift. Todos han terminado la liga regular con más de diez puntos de media en sus estadísticas. A Pau Gasol le ha nombrado la máquina MVP de la temporada regular. En lo que va de play-off, tiene una media de más de treinta puntos, diez rebotes, ocho asistencias y siete robos por partido. ¿No le daría un telele a Morey si viera el rendimiento de mis jugadores? Yo soy profesor. No me quiero ni imaginar la que se montaría si a alguien se le ocurriera hacer un simulador de mi aula. Sería divertido, eso seguro. Di que sí, Morey, espero que al menos juegues con tu hijo y así ejerzas de padre responsable y cariñoso, claro.
jueves, 4 de diciembre de 2008
Casey Harriman
Pues después del buen comienzo de temporada, con las tres victorias consecutivas en casa, los arrendajos azules de Creighton perdieron dos partidos seguidos antes de conseguir su cuarta victoria de la temporada. Perdieron en sus dos primeras salidas del año, primero contra Arkansas-Little Rock en Little Rock, Arkansas, por un apretado 69-71; y la segunda, en el derbi estatal ante la Universidad de Nebraska en Lincoln, la capital del estado, por otro apretado resultado, 52-54. En la primera derrota, nuestro amigo Harriman jugó solo nueve minutos, en los que solo tuvo tiempo de coger dos rebotes en defensa, anotar un triple y cometer dos faltas personales. En la siguiente derrota, a pesar del paupérrimo marcador, Casey tuvo más presencia en el juego del equipo y, de hecho, fue el segundo máximo anotador del equipo con 9 puntos, cogió 4 rebotes, puso 1 tapón y robó dos balones en 24 minutos de juego, el quinto jugador más utilizado. Sin embargo, perdieron el derbi, gracias en parte a la labor de Steve Harley, autor de 18 de los 54 puntos de su equipo. Y la cuarta victoria vino de nuevo en casa y ante Mississippi Valley State, por un contundente 82-58. Casey Harriman metió 8 puntos, cogió 3 rebotes y robó dos balones en tan solo 16 minutos. No está nada mal. Los mejores del equipo fueron P'Allen Stinnett con 18 puntos y Kenton Walker con 10 puntos y 10 rebotes. Por Mississippi Valley destacaron Tashan Newsome (¿tendrá algo que ver con la reina del arpa indie Joanna Newsome) con 22 puntos, y Dwayne Harmason con 12 puntos y 12 rebotes. El próximo partido les llevará hasta Pennsylvania donde jugarán contra la universidad de Saint Joseph's. La noticia es que Saint Joseph, que llevan esta temporada un registro de 3 victorias y 3 derrotas, tiene su campo cerrado por reformas y el partido se jugará en el mítico Palestra, uno de los campos más veteranos de las competiciones universitarias y conocido habitualmente como la Catedral del Baloncesto Universitario. Durante un tiempo fue el estadio de baloncesto más grande de los Estados Unidos (terminó de construirse en 1927) y en él jugaban antiguamente sus partidos, los cinco grandes equipos de Pennsylvania, Penn, Saint Joseph's, Temple, La Salle y Villanova. Seguro que a Casey Harriman le hará ilusión saltar a esa cancha. Por ahora, su temporada está siendo bastante buena, diría yo. No sé si él es ambicioso o está contento de su aportación al equipo. El balance de victorias es bueno, quizás doliera la derrota en el derbi y sus estadísticas son muy positivas para un jugador de equipo que nunca sale en el quintento titular. Esperemos que siga con la progresión
martes, 2 de diciembre de 2008
Tintín Márquez
Hacía unos días que no escribía y, aún hoy, hubiera seguido sin hacerlo, pero por aquello de que necesitaba relajarme un poco y olvidarme de las obligaciones que tanto me agobian, me he puesto a ordenar el rincón de la despensa donde me dejan que apile mis antiguos apuntes, y, al ordenarlo, ha salido, como del fondo de un armario, uno de aquellos viejos suplementos que la revista deportiva Don Balón solía publicar al final del año, resumiendo toda la temporada, desde la primera hasta el campeonato de juveniles. No sé si siguen haciéndolo, hace mucho que no compro un Don Balón. Ya ni lo ojeo gratis en el hipermercado. El caso es que el que ha aparecido era el de la temporada 93/94, y como tampoco es que tuviera muchas ganas de ordenar, me he distraído echándole un vistazo al librillo. Aquella fue la temporada que jamás olvidará Djukic. El Barcelona se llevó la liga con treinta goles de Romario y Johan Cruyff aún en el banquillo. El Athletic quedó quinto justo por detrás del Real Madrid, con aquel rombo mágico en el centro del campo. Un dibujo ideado por Jupp Heynckes, con Escurza, Garitano, Guerrero con el pelo corto por la mili y Urrutia. Julen marcó dieciocho y Cuco diecisiete. En el once tipo, solo había dos jugadores que no fueran de la cantera, Larrainzar y Ziganda, y de los once, 8 eran vizcaínos, si no me equivoco. Pero, a lo que iba, y de ahí el título de la entrada. El divertimento extravagante y apasionante del día para desconectar ha sido repasar los cuatro grupos de la segunda división B de hace ya catorce años. Al pasar una página, me he topado con una foto de Tintín Márquez, con pelo y con la camiseta del Figueres, debajo una leyenda que decía: Márquez sigue siendo, con 32 años, el alma del centro del campo. El ex españolista cumple su sexta temporada en el Figueres. Ahora que al pobre le han cesado en el Espanyol, lo de pobre me da hasta no sé qué decirlo porque ayer le vi en la televisión abandonar las instalaciones en un enorme Mercedes, me he dado cuenta de que él estaba entrenando al Espanyol, porque, la verdad, ni sé quién es ni de dónde había salido hasta hoy. Y, ahí vamos, me ha dado por repasar y mirar las plantillas, a ver qué sorpresas encontraba. En concreto, y para parecer más patético, me he puesto a repasar las plantillas para ver si encontraba entrenadores de hoy en día en sus últimos años como jugadores. Pura diversión. El caso es que he encontrado unos cuantos, en fin. Lo primero, de los 80 equipos que conformaban los cuatro grupos en aquellos años, solo 9 juegan ahora en primera y, menos, cuatro, Getafe, Numancia, Almería y Recreativo en Primera. Entre los que entrenaban en alguno de esos ochenta equipos, encontramos a actuales entrenadores de cierto renombre, sobre todo, el también recién cesado, Juande Ramos, por entonces en el Alcoyano, a Lillo, a Lotina, a Fernando Vázquez, a Gonzalo Arconada, Iñaki Saez, Manolo Villanova, Francisco Chaparro o veteranos ya incluso por entonces como Luis Costa, Nando Yosu, Yosu Ortuondo, Pepe Grande, Blas Ziarreta o Periko Alonso. Algunos entrenadores de éxito ahora, entonces comenzando sus carreras y buscándose las habichuelas, como decía mi abuelo, por campos de tierra y lodo. Y en lo que consistía mi juego era en encontrar entrenadores entre los jugadores, y una vez visto a Tintín, pensé que encontraría muchos, pero tampoco es para tanto. Encontré a Roberto Olabe, a Balta que creo que ahora entrena en Logroño, a Javi López, a Oli, a Luis César, a Unai Emery que estaba en el filial de la Real, a Mendilibar metiendo goles en Lemoa, a Loren, a José Luis Oltra, el ahora entrenador del Tenerife jugando aún en el Levante, a Asier Garitano que hasta hace poco entrenaba al Alicante si es que no sigue, al Raúl Agne jugando en el equipo que el año pasado consiguió ascender a Segunda A como entrenador, para desgracia del equipo de mi ciudad, a Pepe Mel, a Chuchi Gómez Cos que no sé qué andará haciendo ahora que desapareció Piterman, y a algunos entrenadores vascos sin mucho éxito que a algunos le sonarán a chino: Juan Luis Fuentes, González Etxeberria, Moska, Antonio Karmona o Jon Aspiazu, siempre de segundo de Ernesto Valverde, así que supongo que ahora andará en El Pireo. Y ese ha sido el juego con el que esta mañana he intentado desconectar. Lo escribo al mediodía en este blog y para la tarde ya se me habrá olvidado. A veces, conviene mirar atrás y darte cuenta de dónde vienes, o de dónde vienen otros para así recordarte que tú vienes (o aún no has salido) de un sitio parecido. Pues sí, filosofía barata para disfrazar un poco lo ridículo que parecen los ejercicios de distracción que utilizo últimamente, pero, de verdad, es que Tintín Márquez estaba guapísimo con tupecillo, la camiseta del Figueres y, encima, mordiéndose el labio inferior. Buff, necesito unas vacaciones
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Tonya Harding
Tonya Maxine Harding es probablemente una desconocida para la mayoría de la gente hoy en día, más aún en países como el nuestro, donde el patinaje artístico sobre hielo no es precisamente un deporte que arrastre masas. Sin embargo, a principios de los noventa, Harding fue una estrella mediática en los Estados Unidos. Primero, por ser una de las mejores patinadoras del mundo. Después, por convertirse en uno de los ejemplos más duros de cómo se puede caer de forma estrepitosa desde lo más alto de la cima. Harding tiene ahora casi 38 años, entre otras cosas, participa en un programa de televisión y es una luchadora de "vale tudo". A ver si me sale bien, voy a hacer una pseudo crónica periodístico-literaria de su carrera:
Tonya nación en Portland, Oregón y desde muy joven se dedicó al patinaje artístico. Su hermanastro, Chris Davison, murió muy joven y Tonya acusó a su madre de abusar físicamente de ella tras la muerte de su hermanastro. Dejó el colegio para dedicarse al patinaje y con 19 años se casó con Jeff Gillooly, que se convertiría poco después en su guardaespaldas y en el protagonista principal del lado oscuro de la biografía de la patinadora. Tonya despuntó en 1991 durante el campeonato de patinaje artístico sobre hielo de los Estados Unidos. Allí, consiguió la victoria final y se convirtió en la primera patinadora americana y segunda del mundo en realizar un salto conocido como el triple axel, al parecer todo un logro internacional. En el campeonato del Mundo de ese mismo año, Tonya se alzó con la medalla de plata. Repitió el triple axel en este campeonato. Poco después, empezó su declive y al mismo tiempo su hazarosa rivalidad con Nancy Kerrigan. Tonya era de origen humilde y tumultoso, poco agraciada y contaba con un sinfín de anécodotas torpes durante sus participaciones en distintos campeonatos. Nancy Kerrigan, por su lado, tenía una bonita sonrisa y era una niña prodigio. En 1992, Tonya solo consiguió ser tercera en el campeonato de los Estados Unidos porque se torció el tobillo en un entrenamiento. Ya por entonces, se empezaron a agravar sus problemas de astma, principalmente porque fumaba, y tenía continuos problemas para encontrar entrenador, incluso lo intentó ella misma, pero no funcionó. En los Juegos Olímpicos de 1992 llegó tan tarde que se vio afectada por el jetlag. Sin embargo, su declive llegó durante la preparación para los juegos de invierno que se disputaron en Lillenhammer, Noruega, en 1994. Antes de que llegara el acontecimiento, Nancy Kerrigan, su rival y compatriota, fue asaltada mientras entrenaba por un desconocido que la golpeó con una barra de hierro en la rodilla. Pronto, se descubrió toda la conspiración. Jeff Gillooly, ex-marido ya por entonces de Tonya Harding, y Shawn Eckhardt, su compinche, fueron acusados de contratar a Shane Stant para que llevara a cabo el asalto. Intentaron expulsar a Harding del equipo olímpico, pero los abogados de la patinadora consiguieron convencer a la federación amenazándoles con exigir una indemnización millonaria si era expulsada de la selección. Gillooly llegó a un acuerdo con los abogados de la acusación para señalar a Harding como la culpable de todo el asunto y Harding admitió estar informada de todo y haber colaborado para esconderlo y así evitó una condena más grave. Sin embargo, Tonya siguió diciendo que ella era inocente y se tatuó un ángel en su espalda para expresarlo artísticamente. De hecho, en una autobiografía que publicaría más tarde bajo el título de The Tonya Tapes, Harding confesó haber estado tentada de llamar al F.B.I. para informarles de todo pero que Gillooly la amenazó de muerte. El caso es que Nancy se recuperó a tiempo de participar en los Juegos de Invierno y, como buena protagonista del sueño americano, se alzó con la medalla de plata, mientras que Tonya, que ya se había convertido en la mala de la película, solo pudo hacerse con el octavo puesto. La campaña mediática, antes, durante y después de Lilliehammer, fue exagerada. Tonya apareció en las portadas del Time y de Newsweek, los periodistas vivían acampados fuera de la casa de Nancy Kerrigan y la CBS envió a Connie Chung a Noruega para que siguiera cada paso que diera Harding. La historia de una y de otra, el éxito de la heroína Nancy y el fracaso de la malvada Harding pasaron a ser parte de la memoria sentimental del americano medio. Desde aquella fecha fatídica de 1994, Tonya Harding comenzó un descenso a los infiernos que aún no ha tenido freno. Se convirtió en una estrella del desnudo en Internet después de que su marido se encargara de difundir un video íntimo de la pareja teniendo relaciones sexuales, fue manager de Art Barr en el USA Pro Wrestling Show y empezó a ampliar su larga ficha policial: en 1995, tuvo un accidente de tráfico, en 1997, denunció que había sido secuestrada a punta de cuchillo pero no se encontraron indicios, también ese año denunció el robo de su camioneta, y en 2000 la estrelló en un río cuando conducía, probablemente ebria, junto con su novio, el mismo que la acusó y la condenaron por violencia doméstica en el mismo año. Dos más tarde fue expulsada de su casa en alquiler. En 2005, un juzgado la obligó a dejar el alcohol tras una riña con su nuevo novio y ya, por último, el año pasado, llamó a la policía denunciando que había hombres armados intentando robar su camioneta y esconder armas en su casa, pero un amigo de Tonya confesó a la policía que en los últimos tiempos la joven había admitido ver animales y personas que nadie más veía. Y su carrera deportiva, continuó con el boxeo, al que se dedicó por un corto espacio de tiempo y sin mucho éxito. De ahí, pasó, como decía al principio, al "vale tudo", una especie de lucha extrema donde recibe palizas y se fotografía a cambio de cinco dólares con los aficionados que la esperan a la salida de los combates. A parte de eso, se ha hecho habitual en un programa de la Fox que se titula The Smoking Gun Presents: World's Dumbest, donde comenta los videos más extravagantes capturados por cámaras de videos y servicios de 911. Hace poco, volvió a aparecer en televisión cuando se presentó al estreno de la ópera basada en la historia de aquella famosa barra de hierro: "Tonya and Nancy: The Rock Opera" y, para terminar, en una reciente entrevista al Kansas City Star, la antaño estrella del patinaje, Tonya Harding, se describió a sí misma con las siguientes palabras: "Soy una paleta del sur. Vivo en medio de la nada. Corto madera, bebo cerveza, arreglo coches, esas cosas. Ésa soy yo." Yo no me dedicaré nunca al periodismo deportivo, ya se ve que no tengo mucho talento, pero de lo que estoy seguro es de que, más tarde o más temprano, algún director oportunista llevará la vida de Tonya al cine. No sé si la película será buena ni quien hará su papel, pero espero que lo que le quede por vivir a Tonya, sea o no sea culpable de aquel incidente, tenga un final feliz.
Tonya nación en Portland, Oregón y desde muy joven se dedicó al patinaje artístico. Su hermanastro, Chris Davison, murió muy joven y Tonya acusó a su madre de abusar físicamente de ella tras la muerte de su hermanastro. Dejó el colegio para dedicarse al patinaje y con 19 años se casó con Jeff Gillooly, que se convertiría poco después en su guardaespaldas y en el protagonista principal del lado oscuro de la biografía de la patinadora. Tonya despuntó en 1991 durante el campeonato de patinaje artístico sobre hielo de los Estados Unidos. Allí, consiguió la victoria final y se convirtió en la primera patinadora americana y segunda del mundo en realizar un salto conocido como el triple axel, al parecer todo un logro internacional. En el campeonato del Mundo de ese mismo año, Tonya se alzó con la medalla de plata. Repitió el triple axel en este campeonato. Poco después, empezó su declive y al mismo tiempo su hazarosa rivalidad con Nancy Kerrigan. Tonya era de origen humilde y tumultoso, poco agraciada y contaba con un sinfín de anécodotas torpes durante sus participaciones en distintos campeonatos. Nancy Kerrigan, por su lado, tenía una bonita sonrisa y era una niña prodigio. En 1992, Tonya solo consiguió ser tercera en el campeonato de los Estados Unidos porque se torció el tobillo en un entrenamiento. Ya por entonces, se empezaron a agravar sus problemas de astma, principalmente porque fumaba, y tenía continuos problemas para encontrar entrenador, incluso lo intentó ella misma, pero no funcionó. En los Juegos Olímpicos de 1992 llegó tan tarde que se vio afectada por el jetlag. Sin embargo, su declive llegó durante la preparación para los juegos de invierno que se disputaron en Lillenhammer, Noruega, en 1994. Antes de que llegara el acontecimiento, Nancy Kerrigan, su rival y compatriota, fue asaltada mientras entrenaba por un desconocido que la golpeó con una barra de hierro en la rodilla. Pronto, se descubrió toda la conspiración. Jeff Gillooly, ex-marido ya por entonces de Tonya Harding, y Shawn Eckhardt, su compinche, fueron acusados de contratar a Shane Stant para que llevara a cabo el asalto. Intentaron expulsar a Harding del equipo olímpico, pero los abogados de la patinadora consiguieron convencer a la federación amenazándoles con exigir una indemnización millonaria si era expulsada de la selección. Gillooly llegó a un acuerdo con los abogados de la acusación para señalar a Harding como la culpable de todo el asunto y Harding admitió estar informada de todo y haber colaborado para esconderlo y así evitó una condena más grave. Sin embargo, Tonya siguió diciendo que ella era inocente y se tatuó un ángel en su espalda para expresarlo artísticamente. De hecho, en una autobiografía que publicaría más tarde bajo el título de The Tonya Tapes, Harding confesó haber estado tentada de llamar al F.B.I. para informarles de todo pero que Gillooly la amenazó de muerte. El caso es que Nancy se recuperó a tiempo de participar en los Juegos de Invierno y, como buena protagonista del sueño americano, se alzó con la medalla de plata, mientras que Tonya, que ya se había convertido en la mala de la película, solo pudo hacerse con el octavo puesto. La campaña mediática, antes, durante y después de Lilliehammer, fue exagerada. Tonya apareció en las portadas del Time y de Newsweek, los periodistas vivían acampados fuera de la casa de Nancy Kerrigan y la CBS envió a Connie Chung a Noruega para que siguiera cada paso que diera Harding. La historia de una y de otra, el éxito de la heroína Nancy y el fracaso de la malvada Harding pasaron a ser parte de la memoria sentimental del americano medio. Desde aquella fecha fatídica de 1994, Tonya Harding comenzó un descenso a los infiernos que aún no ha tenido freno. Se convirtió en una estrella del desnudo en Internet después de que su marido se encargara de difundir un video íntimo de la pareja teniendo relaciones sexuales, fue manager de Art Barr en el USA Pro Wrestling Show y empezó a ampliar su larga ficha policial: en 1995, tuvo un accidente de tráfico, en 1997, denunció que había sido secuestrada a punta de cuchillo pero no se encontraron indicios, también ese año denunció el robo de su camioneta, y en 2000 la estrelló en un río cuando conducía, probablemente ebria, junto con su novio, el mismo que la acusó y la condenaron por violencia doméstica en el mismo año. Dos más tarde fue expulsada de su casa en alquiler. En 2005, un juzgado la obligó a dejar el alcohol tras una riña con su nuevo novio y ya, por último, el año pasado, llamó a la policía denunciando que había hombres armados intentando robar su camioneta y esconder armas en su casa, pero un amigo de Tonya confesó a la policía que en los últimos tiempos la joven había admitido ver animales y personas que nadie más veía. Y su carrera deportiva, continuó con el boxeo, al que se dedicó por un corto espacio de tiempo y sin mucho éxito. De ahí, pasó, como decía al principio, al "vale tudo", una especie de lucha extrema donde recibe palizas y se fotografía a cambio de cinco dólares con los aficionados que la esperan a la salida de los combates. A parte de eso, se ha hecho habitual en un programa de la Fox que se titula The Smoking Gun Presents: World's Dumbest, donde comenta los videos más extravagantes capturados por cámaras de videos y servicios de 911. Hace poco, volvió a aparecer en televisión cuando se presentó al estreno de la ópera basada en la historia de aquella famosa barra de hierro: "Tonya and Nancy: The Rock Opera" y, para terminar, en una reciente entrevista al Kansas City Star, la antaño estrella del patinaje, Tonya Harding, se describió a sí misma con las siguientes palabras: "Soy una paleta del sur. Vivo en medio de la nada. Corto madera, bebo cerveza, arreglo coches, esas cosas. Ésa soy yo." Yo no me dedicaré nunca al periodismo deportivo, ya se ve que no tengo mucho talento, pero de lo que estoy seguro es de que, más tarde o más temprano, algún director oportunista llevará la vida de Tonya al cine. No sé si la película será buena ni quien hará su papel, pero espero que lo que le quede por vivir a Tonya, sea o no sea culpable de aquel incidente, tenga un final feliz.
martes, 25 de noviembre de 2008
Casey Harriman
¡Empezó la NCAA! Y no pudo empezar mejor para los Bluejays de Creighton: tres partidos, tres visitas en casa, tres victorias. La primera, apretada, ante New Mexico, por 82-75, después de un parcial de 17-0 en los 3 últimos minutos; la segunda, sin sobresaltos, 82-50, ante Arkansas-Pine Bluff; y la última, también fácil, ante Oral Roberts, una universidad cristiana de Tulsa, Arizona, por 22 puntos, 87-65. En el primero, ante New Mexico, brilló Tony Dandrige para los del suroeste con 23 puntos. Por Creighton, llevaron el liderazgo P'Allen Stirrett con 30 puntos, mejor marca de lo que va de temporada y Booker Woodfox con 26. Nuestro amigo Casey Harriman no tuvo mucha suerte, jugó 10 minutos, no anotó ningún punto, perdió un balón, cogió un rebote e hizo una falta personal. Pues sí, pobre bagaje para un sophomore, digamos que duro trabajo de un hombre de equipo, sin más. En la segunda victoria, paliza sin paliativos ante los de Arkansas, donde solo se salvó Terrance Calvin, con quince puntos. En el equipo de Omaha, 15 puntos para Cavel Witter y 13 para Justin Carter, que aprovechó los muchos minutos que repartió Dana Altman. Nuestro amigo Harriman jugó hasta 18 minutos, pero solo consiguió anotar una canasta de dos puntos. Cogió también un rebote y robó un balón, pero cometió tres faltas personales y perdió el mismo número de balones. Subió los minutos en cancha, pero no aprovechó la oportunidad. Y, finalmente, el 3-0 lo consiguieron con otra victoria fácil ante Oral Roberts, supongo que una universidad amiga, por aquello de que comparten fe. Por los de Arizona, solo jugó bien Dominique Morrison, que anotó hasta 20 puntos. Por Creighton, Cavel Witter una vez más, con 25, y de nuevo Booker Woodfox con 12 puntos en quince minutos. Y, por fin, nuestro querido Casey Harriman aprovechó los minutos que tuvo, y bastante bien, por cierto. Casey anotó hasta diez puntos, cogió seis rebotes y robó dos balones, sin faltas ni pérdidas, y todo ello en tan solo catorce minutos. Esperemos que Harriman pueda seguir en esta línea. El próximo partido será la primera salida de una temporada que no podía haber empezado mejor. A ver si hay suerte, que en baloncesto es simplemente buen trabajo y un poco de talento, y los de Creighton llegan al March Madness y, ya puestos a pedir, con Casey Harriman cerca del quinteto titular.
lunes, 24 de noviembre de 2008
Gene Hackman
¿Quién no se acuerda de los Hickory Huskers? Paso de analizarla críticamente porque no puedo, solo puedo hacer un encomio sentimental. La última vez que la vi vivía en Estados Unidos y tenía tan poco que hacer que me enganché al viejo canal de reposiciones, la vi tres veces en el mismo día, y al día siguiente hice lo mismo con El Club de los Cinco. Así que, me da igual si solventa bien o no los tópicos sobre los que sustenta parte de la energía narrativa, si el ritmo fílmico es o no es el adecuado, si los personajes están bien desarrollados, si el final es decepcionante o no, parece que siempre que algo termina bien es exagerado y poco creíble. A mí me gusta como empieza, como sigue y como termina, y como termina me gusta dos veces, porque ganan y me gusta que ganen, me gusta tragarme de vez en cuando una de esas películas sobre el sempiterno sueño americano que, en realidad, tiene más de universal que de americano. Hay frases que tengo en la memoria, o escenas, como cuando llegan al estadio de la final y miden la canasta, cuando los hombres de la comunidad visitan al entrenador, cuando el tirador se entrena en una vieja canasta en la granja o cuando Gene Hackman y Barbara Hershey hablan en medio de la meseta del medio oeste. Dennis Hopper borracho, Gene Hackman cabreado, el chaval que tiraba los tiros libres "a la cuchara." Para mí es la mejor película sobre baloncesto, aunque tampoco recuerdo muchas, la de los blancos que no saben meterla, la de un chaval joven y enclenque que se enamoraba de una chica que le ayudaba a leer Moby Dick, la de Whoopi Goldberg entrenando a los Knicks, una en la que Nick Nolte se iba a buscar a Shaquille O'Neal para ficharlo para su universidad, la de Michael Jordan y el demonio de Tasmania, la de Forrester y el trasunto de Salinger interpretado por Sean Connery, la del perro que vuela, la de Leo di Caprio que dirán lo que dirán, y tendría música de PJ Harvey, de Pearl Jam, de Soundgarden y de lo que sea pero a mí me pareció un bodrio... No conozco muchas más, y la mejor, de manera caprichosa y personal, me sigue pareciendo Hoosiers. Aquella última vez que la vi, mientras vivía en Estados Unidos, me entraron ganas de jugar al baloncesto. Al día siguiente por la tarde, le pedí permiso al bedel de infantil para coger un balón y tirar unos tiros en la cancha del colegio. A los cinco minutos, se me acercó un muchacho de una de mis clases, tendría diez años, no me acuerdo como se llamaba, Conor, Gable, Bayley, algo así. Empezamos pasándonos la pelota para tirar, después vacilamos con el uno a uno, y cuando jugábamos a imaginarnos la última canasta, empezó a regatearme mientras gritaba, Hickory pierde por uno, Jimmy tiene la pelotaaa, dribla a izquierda, dribla a derecha, lanzaaa, y, claro, no es una peli, aunque me aparté falló, pero yo cogí el rebote, lanzé la bola a tablero, y grité: ¡Y Jimmy encesta para Hickory! y los dos empezamos a correr por la cancha celebrándolo, hasta que nos dimos cuenta de que, aunque fuera con una sonrisa, la señora Winchel nos estaba mirando desde la puerta.
viernes, 21 de noviembre de 2008
Holden Caulfield
Supongo que los que lo leyeron en su día recordarán que Holden Caulfield era el protagonista de la novela de JD Salinger El guardián entre el centeno. Podría buscar argumentos deportivos para justificar que Holden Caulfield encabece esta entrada. Al fin y al cabo, la novela empieza cuando regresa con sus compañeros del equipo de esgrima de un duelo en el que no pudieron participar porque Holden extravió los floretes en el metro. Y, cuando llegan al colegio, todo el mundo está en el estadio de fútbol porque se juega un partido de máxima rivalidad contra otro colegio, pero él prefiere ir a visitar a su resfriado profesor de historia. En realidad, lo que quería hacer en esta entrada es recapitular, y como para recapitular no se me ocurría ningún nombre para encabezar la entrada, lo he hecho utilizando el que yo habitualmente uso para firmar las entradas. Quería recapitular, ahora que, creo, alcanzo las 37 entradas con esta, un número de lo más caprichoso, sin ningún significado. En las 36 anteriores, he encabezado las entradas con: 15 jugadores de baloncesto, 7 jugadores de fútbol (en realidad seis, uno de ellos mi amigo Diego y otro personaje que fue presidente de un equipo de barrio), 3 ciclistas, 2 tenistas y 1 piloto de fórmula 1, 1 skater, 1 atleta y 1 jugador de rugby. Las otras cinco entradas fueron encabezadas por dos músicos, un escritor y un político, además de la primera que llevaba el título del blog y servía de presentación. Por lo tanto, se ve de qué pie cojeo y cuáles son los deportes que más me gustan y de los que, por decir algo, más entiendo (a los que he dedicado más tiempo, en realidad). La selección, como ya se dice en el subtítulo del blog, ha sido siempre caprichosa, a menudo, excesivamente personal. Siempre, dentro de mis posibilidades y de mi talento, he intentado cuidar la redacción. Solo me pongo un pero, pero en realidad no deja de ser, igualmente, un juicio personal y caprichoso: aún no he encabezado ninguna entrada con una mujer. Un día pensé hacerlo con Blanca Ares, y tengo guardada la historia de aquella famosa patinadora norteamericana que cayó en la más absoluta de las desgracias, pero, por una razón o por otra, aún no lo he hecho, y el dato es el dato. En fin, tampoco es que quisiera reflexionar mucho sobre lo que vengo haciendo. Simplemente, tenía la sospecha de que me estaba cebando con tanto jugador de baloncesto, y quería cerciorarme para confirmarlo. Ni tan siquiera voy a hacer promesas, este blog, a tenor de los nulos comentarios que recibo, sigue siendo un proyecto íntimo y sin ambiciones, del que disfruto a titulo personal y del que abuso para rellenar los huecos que aprovecho para descansar durante mis horas de trabajo frente al ordenador. No creía que iba a llegar tan lejos, eso también es verdad. Así que, nada, el próximo, si tengo ganas y cumplo lo que he pensado, lo encabezará Gene Hackman y, las chicas llegarán en breve, seguro.
Darral Imhoff
O bien podía haber puesto a Mark Pope o a Scott Hastings. Los tres eran pivots. Los tres son grandes leyendas para mí. Imhoff era el pivot titular de los Knicks cuando Wilt Chamberlain consiguió cien puntos. Su frase célebre fue algo así como: en la NBA hay pivots titulares, suplentes de esos titulares y suplentes de los suplentes, yo soy uno de esos últimos. Hastings, era un pivot blanco que jugó para los Hawks, los Knicks, los Heat, los Pistons y los Nuggets en algo más de diez años de carrera. Con los Pistons llegó a ser campeón de la NBA. Su frase célebre la dijo cuando fue fichado por los Heat, fue algo como así: estoy aterrorizado. Creo que soy el mejor jugador de este equipo. Y, por último, el gran Mark Pope. Jugó en los Pacers, en los Bucks, en los Knicks y en los Nuggets y en su mejor temporada promedió 2.1 puntos por partido. Sus frases célebres son un par de joyas: siendo tan malo como soy, para mí es un honor ser el 12º jugador de este equipo y esta vez esperaba que se les hubiera ocurrido algo original para ponerme en la lista de lesionados, algo así como caspa crónica, en sus dos primeros años estuvo prácticamente toda la temporada lesionado, solo jugó 32 partidos. Imhoff, hoy en día, es vicepresidente de ventas y márketing de la Academia de Baloncesto de los Estados Unidos, Hastings tiene un programa en la radio y Pope no sé muy bien a qué se dedica, pero se apuntó a una escuela de medicina y está casado con una antigua colaboradora del show de Letterman. Sus frases célebres, además de ser ocurrentes, son muy significativas. Creo que es saludable y meritorio encarar con esa sinceridad tus defectos. Seguro que así encararán también sus virtudes, que, a veces, suele ser la raíz del problema, pregúntenle si no a Cristiano Ronaldo por sí mismo. Estos tres, por cierto, los tres eran pivots y blancos, son para mí auténtica historia del baloncesto y del deporte en general. Otro día ya, hablo de Wilt Chamberlain, Shaquille O'Neal y Tim Duncan, seguro que es más aburrido.
jueves, 20 de noviembre de 2008
David Wood
Siempre me han gustado los falsos ala-pivots blancos norteamericanos con buena mano. Me refiero a los que han jugado en España: Joe Kopicki, Russell Larsson, Josh Asselin, Joe Arlauckas, Dylan Page... y David Wood. También Europeos o españoles con las mismas características: Ricardo Peral, Pep Cargol, Santi Abad, Andrés Jiménez, Carlos Jiménez, Andrés Nocioni, Walter Hermann, Jan-Hendrik Jagla, Mirza Teletovic, Ersan Ilyasova, Marcelo Nicola... Esos se me ocurren ahora, muchos fueron buenos, otros pasaron desapercibidos, pero es mi debilidad. También me gustan los de color, eso sí, no voy a justificarme, me parece estúpido, jugadores como Marcus Haislip también me gustan, pero son más físicos, van más de fuera a dentro para buscar el mate, a mí lo que me gustaba era lo contrario, tíos altos, algunos hasta torpes, que salían fuera para lanzar de tres con efectividad. Hoy leía en un periódico deportivo de tirada nacional un reportaje muy pintoresco sobre el Fuenlabrada y me quedaba con el detalle de que el presidente era el alcalde socialista de Fuenlabrada y como el periodista señalaba que, a pesar de sus ideas políticas, había tenido muy buena relación con David Wood, evangelista y republicano, probablemente, decía el periodista, el jugador más conservador que haya pasado por España. Así que me he puesto a rebuscar en Internet para ver si encontraba algún otro comentario sobre el tema, y no he encontrado nada, pero he enredado rebuscando sobre su biografía y palmarés. Me he quedado con estos datos: veinte años de profesional y veinte equipos distintos y fue medalla de bronce con los Estados Unidos en el campeonato del Mundo de 1998. Veinte equipos, entre ellos, Universidad de Nevada, Spurs, Suns, Mavs, Bucks, Bulls, Warriors, Rockets, Limoges, Taugrés, Barça, Canarias, Fuenlabrada... y no están ordenados cronológicamente. Creo que también jugó en Filipinas. Por lo que respecta al bronce, formó parte de una selección que dirigía Tomjanovich, ¿dónde estará éste?, ¿en la barra de algún bar?, con compañeros como Trajan Langdon, Michael Hawkins, Wendell Alexis, Brad Miller, Jimmy Oliver, Bill Edwards o Ashraf Amaya, vaya selección, probablemente el metal más logrado de la historia del baloncesto norteamericano. Y eso es lo que he hecho este mediodía, antes de ponerme con lo mío, ya ves tú, cualquiera pensará que vaya peñazo de tío. Y no le faltará razón. Pero me gustaba como jugaba David Wood, sobre todo cuando estuvo en aquel Taugrés, que ya empezaba a crecer de la mano de Kerejeta y que llegó a semifinales de la ACB, con Santi Abad, Carlos Dicenta, Laso, Joe Arlauckas, Ramón Rivas... y entrenados por Herb Brown, que llegaron a ser conocidos, sobre todo entre la prensa de Madrid, con el apodo que ya se utilizó para los Detroit Pistons campeones de la NBA. David Wood era todo temperamento y lucha, pero aparte era un buen jugador, con buena mano y rebote en ataque. De todos esos que he dicho al principio, no es el que más me gustaba, pero siendo evangelista y republicano, puede que ahora me guste menos, eso sí, la gente más cariñosa y desprendida que conocí en Estados Unidos, era evangelista y republicana, así que, sea como sea, siempre guardaré un buen recuerdo del pelirrojo David Wood, era pelirrojo, ¿no?
martes, 18 de noviembre de 2008
Alberto Berasategi
Creo que podría decir que es el tenista vasco más famoso de la historia, a pesar de que perdió Roland Garros contra Bruguera y a pesar de que deportivamente se formara en Cataluña. A pesar de todo, es el tenista vasco más famoso porque no ha habido muchos más. Mi padre trabajó hasta poco antes de su fallecimiento en una de esas industrias sidrometalúrgicas que en la segunda mitad del siglo XX ayudaron a medrar a esta tierra. Era soldador en la Babcock Wilcox de Sestao, un complejo de talleres y hangares en el valle que se abre entre los montes de Ansio, el Serantes y el mar al fondo y las zonas urbanas de Barakaldo y Sestao. En los buenos tiempos, cuando la fábrica facturaba grandes proyectos para todo el mundo y los trabajadores obedecían la sirena de los turnos para salir en tropel, con algarabía, sucios, y las tarteras en la mano y sus buzos azules, la compañía se empeñó en desarrollar una política social para con las familias de la plantilla. Construyeron una biblioteca, un gimnasio, piscinas, y daban cursos en pequeñas habitaciones con pupitres con pala. Yo asistí a uno sobre técnicas de estudio. Me pareció una soberana gilipollez, pero desde entonces, me puse a hacer esquemas con rotuladores multicolores que, aunque me siguiera pareciendo una gilipollez, me ayudó a terminar la carrera con salud y tiempo libre. En una esquina del gimnasio, levantaron dos o tres pistas de tenis al aire libre. Una tarde de verano, fui a jugar allí con el hijo de uno de los compañeros de mi padre. Recorrimos los kilómetros que separaban la fábrica de la ciudad en bici, nos cambiamos en los vestidores, hicimos un poco el tonto en las cintas de correr y fuimos a la pista. Me ganó 6-0 y 6-0 y en mi vida me he aburrido tanto. Hasta me alegraba de tener que saltar al riachuelo que seguía el borde del cemento de la pista para recoger las pelotas que, en una proporción de 9 de cada 10 veces, perdía yo. Aquello era más divertido que darle a la pelota. No era capaz de subir la pelota sobre la red, y cuando lo hacía, se me iba más allá de las líneas. Corría detrás de las que me devolvía mi amigo sin sentido y sin interés ninguno. Fue una auténtica condena. Ni tan siquiera las bromas al principio, cuando él "se pedía" Mónica Seles y yo Steffi Graff y jugábamos a subirnos los pantalones cortos y estirarnos las camisetas para aparentar que llevábamos falda corta duraron lo suficiente cuando empezó el partido. Supongo que el tenis es un deporte divertido pero no para neófitos. Me he acordado de todo esto, y luego de Alberto Berasategi y de toda la familia junta frente al televisor para ver a Arantxa Sánchez Vicario o de la imagen ya vulgar y manida de Rafa Nadal sacándose la goma de la braguilla de donde le incomoda, porque hace unos días conducía un domingo de mañana, sin más aspiración que pasarla cuanto antes y, al recorrer la larga recta de los polígonos industriales, pasé por el viejo gimnasio, di media vuelta, aparqué junto al complejo donde ahora se acumulan los burdeles y los autolavados y caminé por detrás, siguiendo el arroyo, hasta acercarme a lo que fueron las pistas de tenis. Ya no queda nada. El gimnasio está abandonado, las marquesinas de los aparcamientos las desmontaron hace unos meses, la hierba mala crece por las grietas de la pista de tenis, ya no se oye el eco de la gente al saludarse alegre cuando venían en Navidades a recoger las cestas de Navidad. Tampoco está mi padre ya. En cierta manera, me alegra que no haya sido capaz de ver todo esto. Aunque hubiera preferido que lo viera. Mi amigo si está, aunque ahora puede que esté en Oriente Medio, y creo que sigue jugando al tenis y hace mucho que no le veo ni tan siquiera para devolvernos sin raquetazos unos saludos convencionales. Sin embargo, todo sigue estando allí. Supongo que es lo que aprendemos según vamos creciendo, a ver lo que se ve cuando no se ve nada. Supongo que a Alberto Berasategi le pasará la mismo si se acerca de visitante a la pista central de Roland Garros, se pone de pie y olvida a la gente y se deja llevar por la memoria. El tiempo, aunque se escriba en los libros y se guarde en la memoria, al final nos pone a todos en el mismo sitio. Deuce.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Jonah Lomu
Todo es porque estoy en Palma de Mallorca. Mañana me voy. No vine de vacaciones. Acabo de participar con una ponencia en un congreso y me vuelvo. Parte del éxito de este congreso ha sido establecer relaciones con otros colegas, y entre ellos, con un gallego cuyo nombre guardaré en el anonimato. Hemos cenado juntos dos noches seguidas y compartido los descansos entre ponencias y los viajes en el entrañable metro mallorquín. Durante esos viajes y esperas, nos ha dado tiempo a hablar un poco de todo. Esta noche, mientras cenábamos por segunda vez en el restaurante colombiano Mi Tierra, a la vuelta de nuestro hotel, empezamos a hablar de rugby. Él jugó a rugby cuando apenas era un adolescente. Vio un anuncio en su instituto, se apuntó un día y al siguiente le llevaron a jugar un partido. Me contaba lo impresionado que le dejó ver como después de repartirse leña, los jugadores hacían un pasillo y aplaudían al rival. También ha dicho que le gusta este deporte porque puede jugar todo el mundo: rápidos y lentos, gordos y flacos, torpes y hábiles, todos tienen un hueco y una oportunidad en este juego. Cuando ya nos traían los platos repletos de sobrebarriga, empezamos a jugar a recordar los pocos nombres de jugadores de rugby que conocíamos: Chabal, aunque ninguno fue capaz de recordarlo en ese momento, Wilkinson, Serge Blanco y poco más, y especialmente uno: Jonah Lomu. Poco a poco lo hemos reconstruido, aunque en nuestro campo de investigación lo que está de moda es deconstruir, y hemos unido las piezas hasta volver a tener la imagen completa del gran Lomu. Su flequillo, su zancada, su fuerza, sus problemas físicos, sus jugadaras en el campeonato del mundo... No he podido resistirme y al llegar a la habitación del hotel me he conectado a internet, he abierto youtube y he buscado las viejas jugadas. No entiendo nada de rugby, algo más que de fútbol americano en cualquier caso, pero es gracioso como he guardado en la memoria algunas jugadas de aquel neozelandés que probablemente consiguiera al ver las noticias en televisión. Yo tuve ofertas para jugar al rugby cuando era un adolescente, pero era demasiado cobarde. Jugábamos algunos sábados en la playa, y era bastante bueno placando. Mi amigo el gallego jugaba de ala, como Jonah Lomu, y se ríe solo de pensarlo. Lo que no sé, de todas formas, es como hemos pasado, sin dejar de comer sobrebarriga, de Jonah Lomu a la película Tuno Negro, de ahí a Derrida y de Derrida a quedarnos dormidos sobre la mesa. Quizás fue por la cumbia que no dejaba de sonar en el restaurante. Por lo que fuera, pero... antes de irme a la cama voy a ver si encuentro algún video de Chabal placando sin reparos, después, me meto a la cama, que ya son casi las dos de la madrugada y mañana toca abandonar las islas. Lo dicho, Jonah Lomu, qué grande el tío.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Carles Ruf
Fácil sería si ahora me pongo a contar que Ruf jugó en el Joventut, en el Girona, en Lugo, en Portugal. Más fácil aún si digo que era un paquete o, por el contrario, me pongo del lado de los que piensan que tenía facultades pero no tuvo mucha confianza de sus entrenadores. Para eso, están los foros en internet. Os encontraréis de todo, espero que el pobre Ruf no lea alguno de los comentarios. Para los que no se acuerden era un tío alto, delgado, rubio, con buena mano y cuyo momento más grande fue el partido de la final del Open McDonalds entre el Joventut y Los Ángeles Lakers que acabó con el sorprendente resultado de 114-116. Y de aquel partido y de aquel torneo era de lo que quería hablar. Del McDonalds y del torneo de Navidad que solía organizar el Real Madrid. Recuerdo bastante bien para lo que en mí es habitual los últimos minutos de aquel trepidante partido. La voz de Pedro Barthe, la canasta a tablero de Corny Thompson, el triple de Ruf, el rebote en ataque de Pressley, Magic mareando la bola. Para los que nos gustaba el baloncesto a principios de los noventa, prácticamente al mismo año en que robábamos patinentes de Tony Hawk en el Corte Inglés, aquel partido fue épico y vibrante, lo más cerca que se estuvo de ganar el McDonalds. Y era ante los Lakers que dirigía Dunleavy, con Magic, Worthy, Perkins, Elden Campbell, Scott, Divac o AC Green. En frente, la Penya de Lolo Sainz, vestidos de blanco y pantalones negros, los cinco que jugaron los últimos minutos eran Jofresa, Villacampa, Pressley, Corny Thompson y Ruf, en el banquillo se veía a Morales y a Tomás Jofresa más excitados que si estuvieran en la cancha. Eran grandes aquellos torneos, aunque el que mejor recuerdo es el de aquel año de 1991 en París-Bercy. Se solía jugar en Octubre, y por Navidad, el Madrid organizaba el suyo. Supongo que ya no lo organizan, pero durante años, formaba parte de las Navidades. Siempre solíamos bajar la mitad de las fechas a Valladolid, a un pequeño pueblo cerca de Tordesillas donde teníamos familia. Antes de que creciera lo suficiente para convertir aquellos viajes en una suerte de noches sin fin con los amigos de mi primo, las fiestas señaladas de Navidad en la meseta oscura y desapacible de Castilla se resumían en una mesa camilla con un dulce brasero bajo las faldas de paño, mucho turrón, regalos sorpresa y todos los hombres en la habitación de la tele viendo jugar a Sabonis, a Petrovic, a Kukoc, y discutiendo sobre quién era el mejor de Europa. Puedo ver a mi tío sentado en el sillón orejero, ya con el pelo cano y escaso, y su dedo torcido de jugar al frontón y sus sonrisas capciosas cuando rememoraba sus años de portero en el Palencia y el día que entrenó con el Atlético y Aragonés le vacilaba. Solo me acuerdo de que había baloncesto y era el Torneo de Navidad, que siempre invitaban a algún equipo exótico, cuando exótico es hasta el Brasil pero sobre todo recuerdo hablar de tú a tú con los hombres de la familia, aunque fuera de baloncesto, aunque fuera de Carles Ruf a quien, por cierto, fuera lo malo que fuera, seguimos recordándole y preguntándonos qué fue de él. En fin, mi tío sigue estando tan delgado como siempre, pero ya casi no monta ni en bici, quizás estas próximas Navidades podamos ver un partido de baloncesto juntos, y, en ese caso, por mucho que se empeñe, seguiré negándole que Drazen Petrovic haya sido el mejor jugador de Europa.
Casey Harriman
Aunque el primer partido oficial no será hasta este próximo domingo, ya empezó la temporada para los arrendajos azules de la Universidad de Creighton. Lo hizo con un partido de exhibición en su propio estadio, algo que organizan para celebrar el comienzo de la temporada y que se toman muy en serio: la pretemporada cuenta con sus propias estadísticas y su propia listas de líderes en anotación, rebotes... De hecho, en el artículo de la crónica del partido, se resalta bien claro que desde que el equipo es entrenado por Dana Altman llevan un registro de 24-3 en partidos de exhibición, incluyendo siete victorias consecutivas. Así es, los Estados Unidos, sin comentarios. Y este año los de Dana Altman también han ganado. 78-65 contra Central Missouri. Destacaron Kenny Lawson Jr., Booker Woodfox y Kenton Walker. Por Central Missouri, Joe Young, y eso que contribuyó al 2 de 22 en triples con un 0 de 7 para enmarcar. Por Creighton tampoco estuvieron muy afortunados con los triples, 3 de 10, y nuestro protagonista, Casey Harriman, falló el único que intentó. Igual que falló los otros dos tiros de campo que tiró, para quedarse en 0 puntos. Al menos, cogió dos rebotes, uno en defensa y el otro en ataque, que eso suele lucir. Y su estadística quedó equilibrada al perder un balón pero recuperar otro. Es decir, poca cosa por ser generoso, pero al menos, jugó catorce minutos, el cuarto por la cola en cuanto a tiempo cancha, bien es cierto, pero de los 9 jugadores que jugaron más que él, 7 lo hicieron entre dos y cuatro minutos más tan solo. Por lo tanto, conclusiones, los Bluejays empezarán la temporada el próximo domingo con buenas sensaciones: las más de quince mil personas que fueron ayer a ver el partido se marcharon contentas. ¿Y Casey? Si el equipo tiene éxito, él lo tendrá y si puede jugar catorce minutos por partido, lo hará bien. Juega con el 32, es mucha presión. Seguiremos informando.
domingo, 9 de noviembre de 2008
Alfredo Uría
Aprovechando que hoy se ha corrido la Behobia-San Sebastián, y para celebrar que por fin alguien cercano a este blog ha abierto el suyo propio para dar rienda suelta a su pasión por esto de correr (podeís encontrar el enlace a la izquierda, porMaratones se llama), vamos a hablar de Alfredo Uría. A sus 68 años, hace como mucho un año, recorrió 800 kilómetros del Camino de Santiago en una semana. Creo que Alfredo ejerce de portugalujo, no lo sé, pero hace años recuerdo, si no me equivoco, que quizás lo haga, tenía una tienda de deportes cerca de mi casa. Yo andaba aún en el instituto, cuando Alfredo, ya entrado en años, se pasó varios días corriendo alrededor del tartán de la ciudad deportiva, para batir no sé qué récord de larga distancia o de resistencia. Me acuerdo, ya ves tú, de cómo comía yogures sin dejar de correr. Fue una hazaña de la que no recuerdo los detalles, pero sí que la seguimos con interés en el barrio y en la clase, hasta con orgullo. Desde entonces, no volví a saber de él, pero se ve que ha seguido, como no, corriendo sin parar y, supongo, que sin ir a ningún sitio en concreto. Hace ya unos seis años o así que empecé yo también a correr. Recuerdo la primera vez que bajé al borde de la ría, junto a la vieja carretera que sigue paralela a las vías y no era capaz de completar dos minutos seguidos sin parar. Duré diez, a tirones, y me tumbé otros veinte para recuperarme. Un año después, retomé el interés con empeño. Salía con mi hermano, primero veinte minutos, después treinta, cuando me quise dar cuenta, aprovechando que por aquellos días había bajado unos kilos y no fumaba, ya corría sobre la hora. Durante un tiempo, corría cinco días a la semana como mínimo y siempre sobre la hora. Ahora, ya no es lo mismo, los kilos y el tabaco han vuelto, y a lo sumo corro un día o dos a la semana. Como con todo, la promesa está propuesta y quisiera recuperar aquel ritmo. Tan solo una vez he corrido una carrera organizada y fue la carrera popular por antonomasia en la provincia. Llegué de resaca, me sobrepuse, y no recuerdo ni cuánto tardé ni en qué puesto llegué, pero esprinté en la Gran Vía y tosí como un condenado al parar. Reconozco que engancha. Cuando te encuentras bien, lígero, sudas y disfrutas del esfuerzo, parar y respirar profundamente es un gozo recomendable. Quizás la mejor parte es descansar en la cocina mientras bebo una bebida isotónica, así de amateur soy, pero bueno, Alfredo Uría seguro que sabría explicarlo mucho mejor. Quién no querría llegar a esa edad con esas piernas. Se ha puesto de moda lo de correr y envidio a el tipo de porMaratones y su próxima cita con la maratón en Florencia, de la que seguro que ofrecerá una buena crónica después de la experiencia. Por mi parte, seguiré a lo mío, recorrido dando la vuelta al pueblo, a tirones, esperando que un día no muy lejano, vuelva a recuperar el ritmo y las ganas de dejar de fumar. Mientras tanto, enhorabuena a todos los que hoy han corrido la Behobia-San Sebastián y ánimo para terminar las carreras que hacemos andando, que también son largas y cansinas palizas como las que el bueno de Alfredo se da por amor al deporte y al espíritu de superación. Eutsi gogor.
jueves, 6 de noviembre de 2008
Barack Obama
Es fácil estar contento. Demasiado fácil. Ver a Jesse Jackson llorando, si conoces un poco de la historia de los Estados Unidos, es bastante emotivo. Ray Allen decía ayer que la gente no puede hacerse a la idea de lo histórico que fue el 4 de Noviembre de 2008 (es increíble como hemos devaluado el significado de la palabra "histórico," aunque no lo diga tanto por este ejemplo, y cómo ya hasta he usado el pasado simple, qué ganas de que pase el tiempo, qué raro suena todo). Glenn Doc Rivers, su entrenador, añadía que jamás había visto a tanto jugador de baloncesto interesado en las elecciones presidenciales. ¿Alguien podría decirle a Rosa Parks que está pasando en los Estados Unidos? Si ella supiera que por negarse a cederle el sitio a aquel hombre, si ella supiera que después de Martin Luther King, incluso después de su asesinato, y del asesinato de Malcolm X, y del asesinato de Bobby Kennedy y de la paliza a Rodney King y después de los poemas de Langston Hughes y las novelas de Zora Neale Hurston, y del Hombre Invisible de Ellison iba a haber un presidente negro en los Estados Unidos, un presidente negro al que le gusta el baloncesto, viajó de mochilero por España y ha coqueteado con la droga, quizás no solo se hubiera negado a ceder el sitio, incluso se hubiera atrevido a ponerse cómoda y estirar las piernas y respirar en el cristal para hacer muñecos de caras sonrientes sobre el vaho. Dicho esto: es fácil estar contento. El entusiasmo en Europa da miedo, y hasta parece premeditado. Coincido con la gente que considera la administración Bush como uno de los periodos más nefastos en la política de los Estados Unidos. No tanto por los hechos más concretos: Abu Ghraib, Guantánamo, la crisis económica, la gestión de las catástrofes naturales o la guerra, si no por los conceptos más generales de su política exterior basada en el dominio y en el aprovechamiento circunstancial de las condiciones manipuladas tras los atentados, el neoconservadurismo y la prepotencia más aciaga e ignorante. Incluso hay una cosa que me atemorizaba más: el constante recurso a las explicaciones más simplistas y el acoso y derribo contra el intelectualismo al que quisieron vestir de militante y subversivo. Dicho esto: Bobby Kennedy se murió sin demostrar que todos sus discursos llenos de poesía y palabras emotivas pudieran llevarse acabo. Si no se hubiera paseado por la cocina del Ambassador Hotel, quizás ahora tendríamos un antecendente para conocer las verdaderas repercusiones de la poltrona y el poder. ¿Hubiese sido capaz de acabar con el racismo y el hambre? Sus discursos, escuchados aún hoy en día, veinte años más tarde, suenan a promesas tan sugerentes que dudas de que puedan convertirse en certezas. Los demócratas siempre han tenido a los Kennedy en el rabillo del ojo. Barack Obama también. Él va a tener la oportunidad de demostrarnos si las palabras se quedarán en palabras. Tendrá la oportunidad de sonrojar a media Europa si ese entusiasmo generalizado que parece peligroso y hasta crédulo se ve decepcionado una vez que entre en el despacho oval. En uno de sus discursos en las primarias, Barack Obama habló sobre el precio del petróleo. Estados Unidos es uno de los países con los precios de la gasolina más bajos. Sin embargo, el país se basa en la movilidad y el uso de los coches es superior al de cualquier otro país industrializado. El precio de la gasolina es una de las mayores preocupaciones del americano medio. Creedme, viví en Iowa y me cedieron un coche para ir a trabajar a un colegio que tenía a diez minutos de mi casa a pie. Barack Obama en aquel discurso prometió que no estaba en su mano bajar el precio del petróleo, por lo tanto, tampoco podría hacer gran cosa con la gasolina. Pero prometió tasar más alto la venta de los vehículos nuevos con depósitos de gasolina del mismo tamaño mastodóntico que las ruedas y con la misma exagerada potencia. Les vino a decir: si os preocupa el precio de la gasolina, ¿por qué os compráis coches tan grandes y tan potentes que no necesitáis y que requieren más gastos de combustible? Eso es ir directamente al núcleo de la cuestión, eso es jugar una carta arriesgada, decirle al americano medio que debe renunciar al sueño americano, al sueño que consiste en aparentar que tienes un nivel de vida superior al de tu vecino: vivo en un país democrático, he ganado este dinero limpiamente, ¿quién eres tú para decirme que no puedo gastármelo en lo que me de la gana? Algo así probablemente le contestaría Joe the Plumber. Esa sinceridad tan arriesgada y consecuente, ¿será la que aplique Obama durante su mandato? Europa se ha rendido fácilmente a sus encantos, y no podemos olvidar que aún debe pasar la prueba de manejar un poder que siempre se ha mostrado contagiosamente perversivo. Ojalá todo vaya bien, ojalá el viejo jugador de baloncesto del instituto Punahoa meta todas las canastas que esperamos, ojalá no ocurra como con aquel otro político, más veterano, en este caso actor, que se labró su ascenso político a base de ser un adalid de la construcción del estadio de los Dodgers en Los Ángeles, una historia que contaré más adelante. Aquel visionario que manipuló la opinión pública subrayando que el béisbol era parte de la identidad americana, ganó sus segundas elecciones con una de las victorias más abrumadoras de la historia de los Estados Unidos. Ronald Reagan, para los republicanos, quizás sea lo más parecido a lo que los demócratas ven y encuentran en los Kennedy. En fin, una gran crisis económica mundial, una oportunidad para terminar con los prejuicios raciales (sí, yo también soy bastante excéptico, pero este sentimiento es peligroso y lucho por conseguir un sano equilibrio), una situación internacional frágil y conflictiva y un entusiasmo quizás desmesurado que Obama deberá saber manejar sin oportunismo y con buena mano. Dicen que después de votar, jugó un partidillo de baloncesto. Yo solo espero que no solo Dios bendiga a los americanos, si no que los americanos bendigan la oportunidad de rescatar la idea del juego colectivo y el trabajo en equipo, mejor que la individualidad y los mates espectaculares. Ya veremos. Ojalá.
martes, 4 de noviembre de 2008
Tony Hawk
Mira que se hizo famoso el tío. El otro día leí que salía en un anuncio en el que hacía un grupo de música con Kobe Bryant, Michael Phelps y no sé quién más. Me he acordado de él como Proust hizo con la magdalena. Me explico. Acabo de leer en el periódico que Emir Kusturica abrirá el próximo festival del Zinebi con un concierto. El próximo Zinebi, festival de cortos de Bilbao, recupera también para la próxima edición su antigua sede, el viejo cine Gran Vía, que en los últimos años pasó de ser una oficina de Euskaltel a una preciosa aunque exageradamente cool sala de conciertos donde vimos a Quique González no hace mucho. Temíamos que se pasara gran parte del año cerrada, pero parece que poco a poco la van encontrando utilidad. Sería una pena que no se aprovechara esa sala para ampliar la oferta cultural de Bilbao. A lo que iba, que me he acordado de los viejos cines Gran Vía. Y, a lo que iba, que me he acordado de que cuando era un chaval, hablo de octavo de EGB como mucho, con unos 14, 15 años, nos llevaron a ver un documental a esos cines. Yo creía recordar que era un festival de cine documental deportivo, pero igual era el mismísimo Zinebi, no sé. El caso es que nos tocó ver un documental sobre espeleología en ucraniano, o ruso, o yo que sé, con subtítulos. La sala estaba muy oscura. El profesor que nos tenía a su cargo era aquel profesor substituto bajo tratamiento psiquiátrico al que no ayudamos a superar su enfermedad. Aprovechando un permiso enfurruñado para ir al baño, a los cinco minutos de la película, ya nos habíamos escapado. Recuerdo a Ramon Ángel, recuerdo a Diego, recuerdo a Iñigo y a Félix y a Tato, pero igual lo mezclo con otros recuerdos, quién sabe. Seguro que estábamos Diego, Ramon Ángel, Tato y yo. Nos encontramos solos y excitados en medio de la Gran Vía. Llovía. La gente iba de un lado para otro y nosotros nos dirigimos casi sin pensarlo al Corte Inglés, que quedaba muy cerca. Un resumen: a mí me tiró de las orejas uno de los hombres de corbata por jugar al golf con un palo reglamentario y una cesta de pescar. Diego perdió la apuesta de levantar las pesas más de dos veces y se cargó el suelo y casi su pie izquierdo. Ramon intentó en vano robar una cachimba. Nos colamos en los probadores de chicas. Garabateamos en el baño. Comimos golosinas sin pagarlas en la tienda a granel. Me probé una camiseta de hockey. Corrimos por los pasillos, bajamos por las escaleras, subimos en el ascensor y golpeamos repetidamente el botón de alarma. A una señora mayor engalanada con su abrigo de visón, la soplamos las faldas. Pero lo mejor era cuando ya salíamos por la puerta porque calculábamos que nos andarían buscando desesperadamente, entonces apareció Tato, que ha vuelto de nuevo a casa después de un largo periplo como pies negro que según la leyenda le llevó hasta aparecer de extra en una peli de Almodovar, montado en un patinete corriendo por entre los mostradores de perfumería gritando Tony Hawk, o Tonijok, Tonijok, Tonijok, mientras un orondo responsable de seguridad intentaba sortear amablemente a la clientela y atraparlo al vuelo en el mismo gesto. Casi en la puerta de la esquina de Gran Vía con Alameda Urkijo, lo atrapó, y los dos se fueron al suelo, y el patinete se estampó contra la cara de un famoso que en un cartel de cartón anunciaba el último reloj de oro y de moda. Y nosotros nos reíamos. Y Tato, con sus dientes ya perdidos a los catorce años, sus eternos mocos en equilibrio (le llamábamos Tatamoco) y sus gafas de miope, se reía con su risa gangosa mientras el segurata se lo llevaba y nos gritaba: Tonijok, Tonijok. Llegamos a la puerta de los viejos cines a medias riéndonos a medias preocupándonos, pero ninguno se quedó atrás. El profesor substituto nos soltó unas collejas y, ya no me acuerdo, pero supongo que volvimos en autobús o quizás en tren, sin saber qué fue de Tato porque ni el profesor se quedó para averiguarlo. Eso sí, recuerdo que camino de la estación, Ramon se puso serio y dijo, eso le pasa por intentar robar el patinete de Tonijok y acto seguido se levantó la camiseta y de la cintura se sacó una preciosa cachimba de plata.
Gustavo Kuerten
Es una broma. Mi hermano y yo hacemos bastante el gilipollas. A veces. Muchas veces en casa. Mi madre es el único testigo, así que más que nada lo mantenemos en secreto. Durante un tiempo, mantuvimos una broma contínua con Guga. Dábamos por sentado que yo era amigo personal, íntimo de Gustavo Kuerten. Estábamos viendo la tele, hablaban de la subida en el precio de la harina y yo rompía el silencio para decir, joder, el otro día estaba hablando con Kuerten y, fíjate tú, ya no puede hacerse sus propias hogazas de pan gallego con esto de la subida de la harina. Estábamos viendo la tele y en las noticias deportivas hablaban del último Open USA y mi hermano decía, ¿dónde está Guga?, no sale de Copacabana, el cabrón, contestaba yo. Cada dos por tres, cualquier gilipollez que empezaba, el otro día hablaba con Guga... Y duró. ¿Por qué me acuerdo hoy? Yo qué sé, quizás porque tengo la cabeza llena de tantas cosas que para librarme del agobio pienso en Kuerten y su eterno aspecto desaliñado y sus reveses saltarines, y su pelo revuelto y su sonrisa de niño pícaro. Qué fue de Gustavo Kuerten. Nos caía de puta madre, en el fondo, por lo menos a mí. Estoy seguro de que sabe disfrutar de la vida, de la buena vida del tenista retirado. Joder, seguro que ahora alguien me cuenta que ha caído en una depresión o está perdido en el mundo del narcotráfico. Prefiero que no me lo cuenten entonces, prefiero seguir imaginándome a Kuerten en bermudas, con la piel bronceada, mirando a las mulatas más que al mar. No es que le envidiaría por ello, pero me siento mucho mejor sabiendo que Kuerten es feliz aún, entonces, todos los demás podemos serlo también a nada que nos empeñemos. Eso me decía el otro día cuando hablé con él por teléfono.
domingo, 2 de noviembre de 2008
Juan Manuel López Iturriaga
Juanma Iturriaga, Fernando Romay, Julio y Patxi Salinas, David Meca, Nikola Loncar, Chichi Creus, Juanito Oiarzabal, Korta, Perico Delgado, Michael Robinson, Lobo Carrasco o Ángel Nieto. ¿Qué tienen en común? Era fácil: deporte y televisión. Algunos de los que he dicho en esta lista se han hecho con un hueco en televisión retrasmitiendo o comentando noticias deportivas. Ésta es una buena oportunidad para el deportista cuando se retira. ¿Cuántos jugadores han comentado partidos de fútbol? Alkiza, Larrañaga, Julen Guerrero, Rafa Martín Vázquez, Craioveanu, Kiko, Quique Estebaranz, Laudrup, Etoo, Cañizares, Marcelino Elena, Poli Rincón, Butragueño, Michel, Amor... cientos y cientos, algunos ocasionalmente, otros con asiduidad, y los canales de pago y las televisiones locales no han hecho más que aumentar las posibilidades del chollo. Y en otros deportes, lo mismo. Tenis con Corretja. Motociclismo con Crivillé. Formula 1 con De la Rosa. Ciclismo con Unai Etxebarria, Mikel Artetxe, Unai Osa o Unai Yus y eso que solo conozco los de la ETB. En tenis, hace poco tuve que viajar a Alcalá de Henares y mientras hacía tiempo en un bar estaban dando una de las semifinales o los cuartos de final, no sé, del Open de Madrid, Federer contra cualquier otro, y estaba de comentarista Titi Rascón, ¿alquien se acuerda de Titi Rascón? Pues eso. Y si nos vamos al Mundo Exterior nos encontramos a Peter Schmeichel en un reality show, a John Salley, ya dije aquí, haciendo monólogos de humor, John Amaechi, que también lo comenté, colaborando con la televisión en Inglaterra, a Kenny Smith y a Charles Barkley como estrellas del programa TNT sobre basket, a Steve Kerr saliendo hasta en la Play Station, Maradona y sus programas de entrevistas, Pelé y sus anuncios de televisión... es que hasta esta lista queda pobre si cada uno empieza a añadir los que se le ocurren. Hay cientos, miles de casos, y aquí solo he hablado de ciertos deportes y hasta de ciertas zonas geográficas. Sin embargo, lo que está claro, es que la televisión se ha convertido en la mejor jubilación para muchos deportistas. Y, algunos de ellos, tienen cierto talento, no especialmente Salinas para bailar, pero desde que el jugador de beisbol más famoso de todos los tiempos, Babe Ruth, comenzara a ser una cara conocida en las casas de los Estados Unidos incluso antes de que llegara la televisión hasta hoy en día cuando las listas de los hombres más influyentes del mundo están plagadas de actores y deportistas y la primera potencia mundial se dispone a ser dirigida por un ex-jugador de instituto Punahou, han pasado muchos años y muchos deportistas haciendo gala de su natural desparpajo en televisión. Y estoy seguro de que lo mejor está por llegar: iremos a más, quién sabe, quizás Peja Mijatovic sustituya a Punset, Enrique Cerezo al poli de la primera, Sergio Scariolo al Conde Lecquio y Güiza a Belén Esteban. Quién sabe
viernes, 31 de octubre de 2008
Markel Irizar
Hace ya casi un par de años pasé mis vacaciones de Pascua en Bélgica. Aprovechando que nuestra amiga Corinne había regresado a su tierra, nos aventuramos hasta la vieja tierra de Flandes. Amberes, Brujas, Bruselas, Oostende pero especialmente Gante donde tuvimos la oportunidad de pagar doce euros por una cerveza exclusiva, ser testigos de un accidente de tranvía o ver a los corredores del Quick Step desayunando a lo grande en la terraza de una cafetería. Coincidió con la temporada de clásicas. A los pocos días de nuestra llegada, Markus Burghardt ganó la Gante-Wevelgem. El día antes del Tour de Flandes estábamos en Brujas. Intenté convencer a las chicas de que fuéramos a verlo a la mañana siguiente. La gente en Flandes se lo tomaba como un día de fiesta, para estar con la familia y los amigos, algunos se reunían para verlo por televisión, otros, como nuestro amigo Dries, cogía la bicicleta y daba un paseo con su madre hasta que se apostaban en una cuneta para verlos pasar un momento. No fuimos, claro. Pude verlo por televisión en un bar, mientras probábamos cervezas con saber a fresa y el mismo Alessandro Ballan que demarró en Varese hace un par de meses se llevó la edición de 2007. Eddy Merckx estaba en todas las tiendas de recordatorios, había pósters y postales. Tom Boonen hacía anuncios de colchones. Pero el día en que descubrí del todo que para los belgas el ciclismo es algo más que un deporte, estábamos cenando en un wok, en la terraza de la calle, y Corinne había invitado a unas antiguas amigas suyas del instituto. Discutíamos, y no por incitación nuestra, olvidemos los tópicos, sobre lo conocido que era Bilbao o el País Vasco en Bélgica. Corinne decía que nadie en Bélgica sabía dónde estaba Bilbao o el País Vasco. Sus amigas decían que no con la cabeza, que no que sí que sabían dónde estaba, claro. Corinne les replicaba: eso es porque yo me he ido a vivir allí. Sus amigas le contestaban: no, Corinne, lo conocíamos antes de que tú te fueras, por supuesto. Nosotros, combidados de piedra pero muy orgullosos. Y una de sus amigas empezó a decir por qué lo conocían: San Sebastián, playa, pintxos, dijo, Guggenheim Museum y ciclismo, dijo, David Etxeberria, Abraham Olano... y ¡Markel Irizar! Con todos mis respetos para Markel, que conocieran a David Etxeberria que estuvo apunto de ganar la Lieja-Bastogne-Lieja o a Olano que fue campeón del Mundo, bien, pero, ¿a Markel Irizar? No tiene victorias en su palmarés, es un corredor de equipo, ¿por qué iban a conocerlo? Pues quién sabe, pero dijo Markel Irizar. Alguien me explicó en su día que los belgas aman las carreras de primavera y que recuerdan los nombres de los corredores que se escapan, de los que sufren al final del pelotón, de los que pinchan y se caen tanto o más que los nombres de los que ganan y se llevan los titulares de prensa. Supongo que en algún momento de las varias veces ya en las que Markel Irizar ha disputado alguna de las clásicas belgas, su nombre se escuchó por los altavoces o se vio su maillot en televisión. En fin, que, en Gante, por lo menos para aquella chica con la que cenamos en un wok, Euskadi es conocida en Bélgica por los pintxos, el Guggenheim y Markel Irizar, no está mal.
miércoles, 29 de octubre de 2008
Jon Solaun
Jon Solaun. ¿Por qué? A propósito, ¿Jon Solaun es familia de César Solaun? Me acuerdo muy bien de César Solaun, elegante sobre la bicicleta, creo que en toda su carrera solo consiguió una victoria, en los Valles Mineros o en Asturias o algo así, pero Jon Solaun. El sábado nos enfrentamos al frío y bajamos a Lasesarre. Nos visitaba la Ponferradina, con los De Paula, Jonathan Valle, Christian Portilla y compañía, y un par de ellos que no conocíamos y que bien se apuntaron a la fiesta para aguárnosla, Esteban Gómez (¿Esteban o Ernesto? Ya no me acuerdo) y Rubén Vega que marcó el segundo prácticamente nada más salir. De la fila de arriba faltaron todos, solo aparecimos mi hermano y yo. En la fila de abajo estaba Iñaki, pero hasta el descanso no se dió cuenta de que estábamos arriba. Alberto Iglesias es el entrenador del Barakaldo. No sé si fue cosa suya o de alguno de esos contertulios tan resabidillos que afloran ahora en todos los canales de televisión, pero alguien dijo que el Barakaldo esta temporada iba a jugar al toque, iba a hacer un fútbol moderno y vistoso. El sábado jugaron con tres o cuatro mediocentros y dos o tres centrales, ya no sabíamos ni llevar la cuenta. El dibujo táctico era a veces evidente y otras veces un mejunje. Al menos nos divertimos persiguiendo a Jon Solaun que perseguía a Jonathan Valle que perseguía a la pelota y ésta intentaba huir de todo el mundo. Ya no es muy acostumbrado utilizar a un hombre de marcador privado-twenty-four-hours, o, en este caso, ninety-minutes, y a Solaun le tocó. No lo dejó ni cuando el balón estaba parado. Casi se confunde hasta de dirección para volver a vestuarios. Cuando cambiaron a Jonathan Valle, se volvía loco y preguntaba qué hago ahora.
Recuerdo que hace tiempo, cuando tenía unos 18 años o menos y pocas cosas que hacer a parte de aburrirme los domingos, me fui a Las Llanas a ver jugar al Sestao. Fue un buen año en Las Llanas. Les entrenaba Blas Ziarreta y tenían en la plantilla al gran Aitor Bouzo, a Ibarrondo, a Juan Luis Fuentes, a Antonio Karmona, a Jorge Azkoitia y a dos jóvenes que estaban despuntando y por los que el Athletic había anunciado su interés, Ibon Begoña y Jon Solaun. Tenía un amigo en Sestao con carné del club. Le llamé, como apenas hacía nada distinto el sábado que el domingo, tenía dinero para la entrada. Nos sentamos en una grada alta, de piedra, al aire libre. No recuerdo el partido. No sé si jugaron Ibon Begoña o Jon Solaun. Pero recuerdo lo bonito que era Las Llanas, lo verde que estaba el césped y lo maduro que me sentí en aquel instante, porque mi amigo y yo andábamos hablando de amores no correspondidos mientras los jugadores se rifaban la pelota. Y hablar de amores no correspondidos con dieciocho años no es asunto de broma. Esas cosas se guardan en secreto, se sufren en silencio y se magnifican cuanto puedas para sentirte más trágico y desdichado. Cuando lo cuentas y lo analizas y sale por tu boca y te sientes tan ridículo, ya no puedes ser un personaje trágico y desdichado y tienes que volverte a casa andando, con el sabor del tabaco en la boca y el recuerdo de un estadio que se venía abajo y aún hoy, catorce años después, se sigue viniendo. Repiqueteando en la cabeza una conversación que si ahora la recordara palabra por palabra sonaría ñoña, manida e infantil, pero que nos sentó muy bien a los dos, seguro. No fue el primer día de ninguna historia y se necesitaron muchos otros momentos como ese o mejores (incluso peores) para que madurara lo suficiente para no ser un imbécil (aún se necesitan). Pero... desde entonces no he vuelto a Las Llanas. Y no he vuelto a ver a aquel amigo. Hablamos un par de veces por teléfono, prometimos vernos, si ahora le viera por la calle no le reconocería y, por alguna extraña razón, sé que sí lo haría. Así que mientras Jon Solaun corría detrás de Jonathan Valle me acordé de él y de mí y de Las Llanas y del Sestao y de la línea del tiempo que vamos dejando detrás como la estela gaseosa de los aviones. Y vale, dejémoslo aquí, antes de que me ponga ñoño, manido e infantil sin que venga a cuento.
Recuerdo que hace tiempo, cuando tenía unos 18 años o menos y pocas cosas que hacer a parte de aburrirme los domingos, me fui a Las Llanas a ver jugar al Sestao. Fue un buen año en Las Llanas. Les entrenaba Blas Ziarreta y tenían en la plantilla al gran Aitor Bouzo, a Ibarrondo, a Juan Luis Fuentes, a Antonio Karmona, a Jorge Azkoitia y a dos jóvenes que estaban despuntando y por los que el Athletic había anunciado su interés, Ibon Begoña y Jon Solaun. Tenía un amigo en Sestao con carné del club. Le llamé, como apenas hacía nada distinto el sábado que el domingo, tenía dinero para la entrada. Nos sentamos en una grada alta, de piedra, al aire libre. No recuerdo el partido. No sé si jugaron Ibon Begoña o Jon Solaun. Pero recuerdo lo bonito que era Las Llanas, lo verde que estaba el césped y lo maduro que me sentí en aquel instante, porque mi amigo y yo andábamos hablando de amores no correspondidos mientras los jugadores se rifaban la pelota. Y hablar de amores no correspondidos con dieciocho años no es asunto de broma. Esas cosas se guardan en secreto, se sufren en silencio y se magnifican cuanto puedas para sentirte más trágico y desdichado. Cuando lo cuentas y lo analizas y sale por tu boca y te sientes tan ridículo, ya no puedes ser un personaje trágico y desdichado y tienes que volverte a casa andando, con el sabor del tabaco en la boca y el recuerdo de un estadio que se venía abajo y aún hoy, catorce años después, se sigue viniendo. Repiqueteando en la cabeza una conversación que si ahora la recordara palabra por palabra sonaría ñoña, manida e infantil, pero que nos sentó muy bien a los dos, seguro. No fue el primer día de ninguna historia y se necesitaron muchos otros momentos como ese o mejores (incluso peores) para que madurara lo suficiente para no ser un imbécil (aún se necesitan). Pero... desde entonces no he vuelto a Las Llanas. Y no he vuelto a ver a aquel amigo. Hablamos un par de veces por teléfono, prometimos vernos, si ahora le viera por la calle no le reconocería y, por alguna extraña razón, sé que sí lo haría. Así que mientras Jon Solaun corría detrás de Jonathan Valle me acordé de él y de mí y de Las Llanas y del Sestao y de la línea del tiempo que vamos dejando detrás como la estela gaseosa de los aviones. Y vale, dejémoslo aquí, antes de que me ponga ñoño, manido e infantil sin que venga a cuento.
Sergio Rodríguez
Empezó la NBA. Todavía no lo ha hecho la NCAA, cuando empiece, daré noticia de las andanzas de Casey Harriman y la Universidad de Creighton. Ayer perdieron los Portland Trail Blazers contra Los Ángeles Lakers y Nate McMillan volvió a utilizar a El Chacho como tercer base. No entro a discutir si tiene que jugar él, o Blake o Bayless, pero, ¿tres bases? ¿Cómo se juega con tres bases todos los partidos? ¿Qué sentido tiene que un tercer base juegue cinco minutos? Yo no lo pillo. Creo que en Europa no es bastante habitual a no ser que uno de ellos juegue de escolta, como hacía la temporada pasada el Real Madrid con Sergio Llull. Sin embargo, lo que quería contar aquí, es que al hablar de El Chacho mientras veníamos a Vitoria bajo una lluvia torrencial, granizo y hasta una ligera nieve a la altura del Aiurdin, me he acordado de aquel proyecto de escuela de baloncesto, de centro de alto rendimiento que hubo durante unos cuantos años en el Polideportivo de Fadura. Van los nombres: Sergio Rodríguez, Jan Orfila, Dani López, Alberto Ruiz de Galarreta, Alex y Txemi Urtasun, Jon Kortaberria, Fran Vázquez. Me olvido de alguno seguro, tengo a otro en la punta de la lengua, pero solo me quedan cinco minutos antes de que me vaya a clase, así que al grano: todos juegan en la LEB o más alto. Fran Vázquez en el Barça y con los Magic detrás. Los Urtasun ya han jugado varios partidos en la ACB. Galarreta probó en el Vive Menorca, Dani López anda por la LEB, creo, Jan Orfila dejó Granada por las pocas oportunidades que le daban, Kortaberria disfruta ahora de un contrato temporal con Aíto, Sergio Rodríguez vive en Oregón. Saúl Blanco en el Fuenlabrada era el que me quedaba en la punta de la lengua. Vaya trabajo el de la gente del Siglo XXI, ¿no merecía la pena seguir con él? Espero que algún día se retome esa cantera. Nunca hemos tenido grandes jugadores en Vizcaya, lo digo más por número que por calidad, y aunque ninguno de los que he dicho era vizcaíno, fue bonito mientras duró ver aquel proyecto en la provincia. Ojalá todos lleguen más alto de lo que ya han llegado y ojalá alguien apueste dentro de poco por retomar un proyecto de cantera que, con éxitos o no, nunca está de más. Y ya jugará más tarde o más temprano el Chacho.
domingo, 26 de octubre de 2008
Rafael Talaverón
No hay nada mejor que una mañana soleada de domingo y buena música en el estéreo. Llevo diez minutos escuchando la misma canción, silbándola, tarareándola, destrozándola. La recomiendo: In 5 Years Time de Noah and The Whale. Y, en realidad, eso es todo lo que quería decir, pero como tengo que decir algo relacionado con el deporte, voy a ponerme en evidencia, mientras escucho otra canción de Noah and The Whale, esta vez, the Shape of My Heart: en mi primer año en la universidad me compré una camiseta del Taugrés en la tienda oficial que el club tenía en Dendaraba. Con el ocho, que se supone que era mi número preferido y, por aquel entonces, llevaba un jugador español con el pelo cortado al cepillo, Rafael Talaverón. Estaba tan gordo, que mi madre tuvo que hacerle unas incisiones en las axilas para que pudiera mover los brazos mientras estaba embutido en la camiseta. En realidad, no estaba tan gordo ni me quedaba tan prieta, pero la camiseta tenía un diseño extraño y me costaba mover los brazos con agilidad. A mis amigos les conté que la primera vez que la estrené, en Vitoria, claro, que quedaba lo suficientemente lejos, alguien intentó detener mi fulgurosa entrada a canasta agarrándome de la camiseta y que me jodió el tiro de los brazos. ¡Claro! ¡Fulgurante! ¿Cuándo he sido yo capaz de correr de manera fulgurante? Todavía tengo la camiseta por ahí y tiene el olor añejo de mis particulares hazañas jugando al baloncesto, en el playground del barrio, de lo más triste, pero, ¿sabes qué? Es domingo, hace sol y estoy escuchando por décima vez a Noah and The Whale y silbo y casi hasta que me voy a poner a bailar, a mover los pies como James Worthy, así que, prometo volverme a vestir la camiseta con el ocho de Talaverón y reverdecer viejos laureles: In 5 years Time, de verdad, love, love, love, wherever you go.
viernes, 24 de octubre de 2008
Colin Meloy
Colin Meloy no está gordo. Eso viene de una discusión que tuve hace tiempo. Quizás es porque tiene la cara muy redonda. Tampoco es uno de esos cantantes modernos y cools que quieren ser como Joey Ramone pero con una piel tersa y limpia. Colin Meloy es el cantante y compositor de las canciones del grupo The Decemberists. Y, entre las muchas que ha escrito, hay una que habla de fútbol americano. Muchos grupos han tratado de algún tipo de deporte en sus canciones. the Wedding Present le dedicó todo un disco a George Best y hace unas entradas hablé de la canción en la que The Beastie Boys declaraban su amor confeso a Billy Laimbeer. Muchas más, pero yo me quedo con The Sporting Life de Colin Meloy y The Decemberists. Ahí va:
"The Sporting Life"
I fell on the playing field
The work of an errant heel
The din of the crowd and the loud commotion
Went deafening silence and stopped emotion
The season was almost done We managed it 12 to 1
So far I had known no humiliation
In front of my friends and close relations
There's my father looking on
And there's my girlfriend arm in arm
With the captain of the other team
And all of this is clear to me
They condescend and fix on me a frown
How they love the sporting life
And father had had such hopes
For a son who would take the ropes
And fulfill all his old athletic aspirations
But apparently now there's some complications
But while I am lying here
Trying to fight the tears
I'll prove to the crowd that I come out stronger
Though I think I might lie here a little longer
There's my coach he's looking down
The disappointment in his knitted brow
I should've known
He thinks again
I never should have put him in
He turns and loads the lemonade away
And breathes in deep
The sporting life
The sporting life
The sporting life
How he loves...
There's my father looking on
And there's my girlfriend arm in arm
With the captain of the other team
And all of this is clear to me
They condescend and fix on me a frown
How they love the sporting life
No voy a traducirla, así que bien por los que sepan inglés. Para los que no sepan, si Fernando Savater se leyó en inglés El Señor de los Anillos con la ayuda de un diccionario, bien podéis intentarlo y de ahí al Planeta ya no queda nada. Venga, va, un pequeño resumen: la canción cuenta con ironía la historia de un chaval que yace en el suelo se supone que después de haberla cagado en un momento trascendental del partido. Era su oportunidad, y, ahora, humillado, ve como su padre arruga el morro, como su entrenador le mira con decepción y como su novia se agarra del brazo del capitán del equipo contrario. Y, el estribillo, con mucho sarcasmo, dice, oh, joder (sin el joder), mira que quieren a la vida deportiva, o algo así, seguro que se puede traducir con más estilo. Padres que quieren que sus hijos lleguen donde no tienen ni puta gana de llegar. Novias que se quedan con el guapo de la clase y luego tú te dedicas a trabajar para la empresa familiar de tu padre y un día la ves en la tele hablando con Christopher Walken y no has salido del pueblo pero le escribes una canción para decirla que aún la sigues queriendo. Pero, esto, y me he ido por la tangente, es de otra canción, Hackensack, de Fountains of Wayne, quienes también hablaban de fútbol americano en All Kinds of Time. En fin, que Colin Meloy no tiene pintas de haber sido un buen deportista, pero The Sporting Life es una canción cojonuda sobre el deporte y, a ver quién es capaz de con un banjo y una guitarra acústica conseguir que sientas como palpita el corazón de un deportista cuando acaba de darse cuenta de que competir, ganar, perder, y hasta participar, le importan una soberana mierda.
Nota: iba a colgar directos de The Decemberists en el youtube, pero aún no he aprendido como colgar aquí los videos, así que...
"The Sporting Life"
I fell on the playing field
The work of an errant heel
The din of the crowd and the loud commotion
Went deafening silence and stopped emotion
The season was almost done We managed it 12 to 1
So far I had known no humiliation
In front of my friends and close relations
There's my father looking on
And there's my girlfriend arm in arm
With the captain of the other team
And all of this is clear to me
They condescend and fix on me a frown
How they love the sporting life
And father had had such hopes
For a son who would take the ropes
And fulfill all his old athletic aspirations
But apparently now there's some complications
But while I am lying here
Trying to fight the tears
I'll prove to the crowd that I come out stronger
Though I think I might lie here a little longer
There's my coach he's looking down
The disappointment in his knitted brow
I should've known
He thinks again
I never should have put him in
He turns and loads the lemonade away
And breathes in deep
The sporting life
The sporting life
The sporting life
How he loves...
There's my father looking on
And there's my girlfriend arm in arm
With the captain of the other team
And all of this is clear to me
They condescend and fix on me a frown
How they love the sporting life
No voy a traducirla, así que bien por los que sepan inglés. Para los que no sepan, si Fernando Savater se leyó en inglés El Señor de los Anillos con la ayuda de un diccionario, bien podéis intentarlo y de ahí al Planeta ya no queda nada. Venga, va, un pequeño resumen: la canción cuenta con ironía la historia de un chaval que yace en el suelo se supone que después de haberla cagado en un momento trascendental del partido. Era su oportunidad, y, ahora, humillado, ve como su padre arruga el morro, como su entrenador le mira con decepción y como su novia se agarra del brazo del capitán del equipo contrario. Y, el estribillo, con mucho sarcasmo, dice, oh, joder (sin el joder), mira que quieren a la vida deportiva, o algo así, seguro que se puede traducir con más estilo. Padres que quieren que sus hijos lleguen donde no tienen ni puta gana de llegar. Novias que se quedan con el guapo de la clase y luego tú te dedicas a trabajar para la empresa familiar de tu padre y un día la ves en la tele hablando con Christopher Walken y no has salido del pueblo pero le escribes una canción para decirla que aún la sigues queriendo. Pero, esto, y me he ido por la tangente, es de otra canción, Hackensack, de Fountains of Wayne, quienes también hablaban de fútbol americano en All Kinds of Time. En fin, que Colin Meloy no tiene pintas de haber sido un buen deportista, pero The Sporting Life es una canción cojonuda sobre el deporte y, a ver quién es capaz de con un banjo y una guitarra acústica conseguir que sientas como palpita el corazón de un deportista cuando acaba de darse cuenta de que competir, ganar, perder, y hasta participar, le importan una soberana mierda.
Nota: iba a colgar directos de The Decemberists en el youtube, pero aún no he aprendido como colgar aquí los videos, así que...