domingo, 18 de septiembre de 2016

Jeff Geggus



De acuerdo con la web letsingit.com, la letra es ésta:

I'm forever blowing bubbles,
pretty bubbles in the air,
they fly so high, nearly reach the sky
then like my dreams they fade and die.
Fortunes always hiding,
I've looked everywhere,
I'm forever blowing bubbles,
pretty bubbles in the air!

United "clap clap clap"
United "clap clap clap"
United "clap clap clap"

Let's go fucking mental
Let's go fucking mental
lalala
lalala

Let's go fucking mental
Let's go fucking mental
lalala
lalala

Mi propia traducción, fiable lo justo para entenderlo por encima, sería ésta:

Siempre haciendo pompas, 
lindas pompas en el aire que
vuelan alto, casi hasta el mismo cielo
pero siempre acaban desapareciendo,
desvaneciéndose como se desvanecen
mis propios sueños. 
La suerte me esquiva
por más que la busco
y mientras tanto sigo haciendo pompas, 
lindas pompas en el aire.

Juntos "palmas palmas palmas"
Juntos "palmas palmas palmas"
Juntos "palmas palmas palmas"
Volvámonos locos
Volvámonos locos
lalala
lalala
Volvámonos locos
Volvámonos locos
lalala
lalala

"I'm Forever Blowing Bubbles" es una canción con una historia maravillosa. No es para menos cuando alguien la escribe a principios del siglo pasado (en torno a 1918) y hoy en día es uno de los himnos más poéticos del mundo del fútbol internacional. Esta vieja canción que se convirtió en uno de aquellos éxitos comerciales del Tin Pan Alley en los años 20, tuvo su primera relación con el deporte cuando Ring Lardner, uno de los periodistas deportivos más famosos de la historia (al fin y al cabo, era el escritor preferido de Holden Caulfield, junto a su hermano D.B., en El guardián entre el centerno), cambió la letra para ilustrar, de alguna manera, su desilusión cuando tuvo que cubrir el escándalo deportivo que afectaba a su equipo preferido, los Chicago White Sox. Pocos años más tarde, los aficionados del West Ham United se apoderarían de la canción. Los historiadores de los Hammers han rebuscado hasta averiguar por qué los aficionados del West Ham adoptaron esta canción para celebrar su afición por el equipo londinense. Al parecer, tiene que ver con el fútbol escolar, el director de una escuela al que le gustaba la música tanto como el fútbol y un jugador con cierto parecido físico con el niño que hacía burbujas en una famosa pintura al óleo de John Everett Millais. El caso es que, desde entonces, la canción es parte de la identidad del club y de sus aficionados, y resuena en el Estadio Olímpico de Londres, igual que, hasta hace poco, lo hizo durante décadas en Boleyn Ground (Upton Park). Por supuesto, la letra se modificó, aunque queda parte del original waltz americano. En los años 80, el grupo de punk británico Cockney Rejects, aficionados confesos del club, lo grabaron para gloria de la estrecha relación entre música y fútbol (si no me confundo, creo que los Cock Sparrer y The Business también tenían al West Ham United como equipo preferido). Fue 1980, precisamente, el año en el que el West Ham consiguió su último gran éxito al ganar la FA Cup, la competición de clubes de fútbol más antigua del mundo, ante el Arsenal, gracias a un gol de Trevor Booking, una de las grandes leyendas de los Irons, junto a otros compañeros que también estuvieron aquella noche en Wembley, como el escocés Ray Stewart o el centrocampista Alan Devonshire (también jugó Frank Lampard, pero el padre, no el hijo). En la cara B de aquel EP, incluyeron otra canción futbolera, pero, esta vez, para homenajear a los miembros del Inter City Firm, un grupo de fanáticos del West Ham que, al parecer, eran famosos por sus botas de punta de acero. Los Rejects se ganaron fama gracias a la violencia que solía aparecer en algunos de sus conciertos, cuentan por ahí, y, también dicen, a menudo las razones eran futbolísticas, como la historia que cuenta la suspensión de un concierto en Liverpool al producirse un enfrentamiento entre seguidores de la banda de los hermanos Geggus (Jeff canta y Mick toca la guitarra) y aficionados de los Reds.
Volviendo a la música y siguiendo con los de Jurgen Klopp, se podría decir que el "You'll Never Walk Alone" de Gerry & The Pacemakers es probablemente el himno más conocido y simbólico del fútbol profesional, pero, sin desmerecerlo ni quererle faltar al respeto, la triste poesía de "Bubbles", con ese amargo reconocimiento de lo esquiva que es la felicidad y el éxito, me llama más la atención. No me oirás cantarla por dos razones: una, canto fatal; dos, yo ya tengo bastante con lo mío y del "...zelai orlegian..." y "...se forja el hierro..." no me vas a sacar.




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