domingo, 30 de julio de 2017

Igor Angulo



Igor Angulo nació en Bilbao hace 33 años. Es un extremo izquierdo que llegó a ser internacional sub 20 y sub 21, uno de los jugadores más prometedores de Lezama. Era alto para jugar por banda (1.81), lo hacía por la izquierda y llegó a Lezama proveniente de la reputada escuela del Danok Bat. Se hizo todos los pasos que hay que seguir en Lezama: infantil a, infantil b, cadete preferente, cadete liga vasca, juvenil nacional y juvenil de división de honor. Todo lo que hay que hacer hasta llegar al Baskonia. Incluso, antes de debutar en el Bilbao Athletic, lo hizo en el primer equipo. Fue de la mano de Jupp Heynckes, en 2003, en Vigo, donde perdieron. El equipo acabaría en la séptima posición y Angulo no jugó más que el partido de su debut. La temporada siguiente, la 2003-2004, la primera de Ernesto  Valverde la pasó en el Bilbao Athletic. Jugó 30 partidos y marcó 9 goles. Una nueva oportunidad le llegaría en la siguiente temporada, la 2004-2005, en la que Valverde le utilizó hasta en tres partidos. Tenía 20 años. El equipo acabó en 9º posición. Ya no siguió en la temporada siguiente, la que empezó José Luis Mendilibar y terminó Javier Clemente. Empezó una serie de cesiones hasta que se desvinculó del club, siempre combinando segunda y segunda división B, fue cedido a la Gimnastic de Tarragona y al Cannes de divisiones inferiores en Francia, luego pasó por el Écija, el Numancia y la Real Unión, su último equipo en la península. Y es que tras no conseguir un contrato en segunda, decidió emprender la aventura y viajar. Fue primero a Chipre y jugó en el Enosis Neon Paralimni de la Primera división chipriota, donde los resultados fueron buenos, marcaron goles y le valió su pase a un país más potente, como Grecia, aunque firmara por un equipo de la segunda división, el GS Apollon Smyrnis. Se quedó a las puertas del ascenso pero su rendimiento le sirvió para subir de categoría. Firmó por el FC Platanias, que entrenaba Georgios Paraschos, un entrenador histórico que los ha entrenado prácticamente a todos (Iraklis, PAOK, OFI, Panionios, Levadiakos, APOEL...), en la primera división griega. Quedarían 9º, sin pasar apuros para mantenerse, y no muy lejos, a cinco puntos, de Europa. Marcó 8 goles en 23 partidos y decidió comenzar una nueva experiencia. Esta vez, se fue a Polonia, a empezar, de nuevo, desde la segunda división. Pero, en esta ocasión, con éxito absoluto. En el Gornik Zabrze, en su primera temporada, se convirtió en el máximo goleador de la segunda división polaca (la Liga I): 17 goles que sirvieron para conseguir el ansiado ascenso. Incluso, sus logros llegaron hasta casa cuando logró marcar 4 goles en un 6-1 ante el Chojniczanka. 
El Gornik Zabrze juega en el Ernest Pohl Stadium, un terreno con capacidad para unos 25000 espectadores. Pohl es uno de sus jugadores históricos. En los últimos años, los de Zabrze se han acostumbrado a ascender y descender, a no poder hacerle sombra al Legia Varsovia, el Lech Poznan o el Wisla Cracovia, pero, desde una perspectiva histórica, son uno de los equipos más importantes del fútbol polaco. Su preeminencia en los años 60 y 80 le ha mantenido, aún hoy en día, como el equipo de fútbol polaco con más títulos de Liga. Llegaron, incluso, en los 70 a ser finalistas de la Copa de la UEFA. Ahora, entrenados por el joven (44 años) Marcin Brosz, han conseguido un nuevo ascenso y aspiran, como se suele decir, a reverdecer aquellos viejos laureles. Y han empezado bien, ya que, en los tres primeros partidos, han encajado una derrota, pero han conseguido dos victorias, la última de ella ante el potente Wisla Cracovia. Eso les ha llevado a estar en los puestos de cabeza y eso ha encumbrado a un Igor Angulo que ha hecho un debut en la máxima categoría polaca simplemente espectacular. Se ha convertido en el líder del Gornik Zabrze y lleva nada más y nada menos que 6 goles en 3 partidos, los tres últimos, todos los que necesitaron para derrotar al Wisla Cracovia en el último partido: uno de tiro cruzado desde dentro del área, otro de cabeza en un córner y el tercero tras una buena galopada desde la banda y con mucha sangre fría. A sus 33 años, el bilbaíno está viviendo una época de gloria. La afición de su equipo le adora y sus compañeros le siguen. Tendrán rivales fuertes, aunque alguno no haya empezado bien, para luchar por el título, como el Lech Poznan de Nenad Bjelica, Korona Kielce de Gino Lettieri, el Slask Wroclaw de Jan Urban o el Wisla Cracovia del español Kiko Ramírez. Hay más españoles en la Ekstraklasa, Dani Abalo, Gerard Badía, Sito Riera, Álvaro Rey, Rubén Jurado, Julián Cuesta, Dani Suárez, Fran Vélez, pero, por ahora, Igor Angulo está reluciendo más que ninguno de ellos. 
No es una gran noticia hablar de jugadores nacionales que emigran. Tampoco lo es decir que tienen éxito. Ni tan siquiera es raro que un jugador que prometía con 19 años, encuentre, finalmente, el éxito ya pasados los 30. Sin embargo, lo hemos contado aquí, porque nos hemos dejado llevar por lo personal. Al fin y al cabo, Igor Angulo era uno de esos jugadores que, cuando nosotros aún éramos apasionados aficionados, nos elevaban la ilusión y la esperanza. Sobre todo para un club como el Athletic Club que vive de eso: de esa ilusión, por muy inflada que esté a veces o por muy débil que sea. Me alegra verle disfrutar así y ahora. Aunque no sea de rojiblanco.  

sábado, 29 de julio de 2017

Ahmet Orken



Se está disputando estos días el Tour de Qinghai Lake, la prueba más importante (o una de las más importantes) del circuito asiático y, si la cosa no ha cambiado, la prueba más larga de todos los circuitos profesionales después de las tres grandes vueltas. Y es que son trece etapas dando vueltas al lago que da nombre a esta región de china. Trece etapas que la convierten en una de las pruebas en Asia con más presencia europea. 
Un vistazo al palmarés nos aclara el peso que ha tenido esta competición que, por cierto, se disputa desde hace tan solo quince años. Desde su estreno, la han ganado corredores como Tyler Hamilton, Tom Danielson, Maarten Tjallingii, Damiano Cunego, Andriy Mizourov, Radoslav Rogina o Gabriele Missaglia. Y en el pódium final estuvieron gente como el malogrado Xavier Tondo, Francisco Mancebo, Valerio Agnoli, Matej Mugerli o Cameron Wurf. 
Por cierto, la edición de 2017 acaba de terminar y el pódium final lo han completado el venezolano Yonathan Monsalve (Qinghai Tianyoude Cycling Team), el colombiano Mauricio Ortega (RTS Montón Racing Team) y el alemán Bjorn Thürau (Kuwait-Cartucho.es). Solo en una ocasión, en la segunda edición, la de 2003, y en el tercer puesto, un chino se subió al cajón: Wang Gou Zhang. 
Este año la carrera ha tenido un poco de todo, incluyendo una etapa suspendida por las malas condiciones climatológicas. Qinghai es una región montañosa, una meseta a más de 3000 metros sobre el nivel del mar con un clima extremo: mucho frío en invierno y mucho calor en verano. El lago que le da nombre a la región es el lago salado más grande de China. 
La clasificación general se decidió durante la tercera etapa que ganó Stanislau Bazhkou del Minsk Cycling Club y la sexta que ganó un viejo conocido de esta prueba, Damiano Cunego del Nippo-Vini Fantini, uno de los equipos más fuertes en este pelotón plagado de equipos continentales. Yonathan Monsalve fue el más regular en estas etapas y aguantó en cabeza hasta el triunfo final. Por lo demás, destaca la lucha por los sprints, donde destacaron dos nombres, el del turco Ahmet Orken, del Torku Sekerspor, ganador de dos etapas y el vasco Jon Aberasturi, del Team Ukyo, quien ganó en la primera y en la quinta etapa. El primero no es un corredor tan desconocido. Profesional desde 2012, ya ha sido tres veces campeón de su país contra el reloj y ha ganado etapas en pruebas como la Vuelta a Marruecos, la Vuelta a Serbia o este tour de Qinghai Lake donde no era la primera vez que ganaba. Tiene 24 años y quizás pronto dé el salto. Por su parte, Aberasturi es un corredor tozudo que vio cómo su carrera se truncaba en 2014 cuando se acababa su trabajo en el equipo de casa, el Euskadi, pero emigró años después, saliendo del retiro, a Japón, para, a sus 28 años, convertirse en un corredor ganador y con prestigio en Asia. Este año ya lleva seis victorias, estas dos, otras dos en el Tour de Corea, otra en el Tour de Japón y la primera que consiguió en el Tour de Tailandia. Sería un gran corredor para el salto de categoría del Murias Taldea. Aberasturi estuvo a punto de ganar una tercera, en la decimosegunda etapa, pero Nicola Marini se le adelantó y le dio la segunda victoria de etapa al Nippo-Vino Fantini. La última etapa de la prueba también fue al sprint y se lo llevó el prometedor corredor kazajo del Vino Astaná Yevgeny Gidich. Dusan Rajovic, del Adria Mobil, también ganó por velocidad la segunda etapa. Las otras tres que nos quedan vieron triunfos ucranianos, todos para el equipo Kolss Cycling Team, una de la mano de Mykhaylo Kononenko y las otras dos, seguidas además, del mismo corredor, compañero de equipo de Kononenko y compatriota, Oleksandr Polivoda
Ahmet Orken se ha llevado la clasificación por puntos, Mauricio Ortega la de la montaña y el Kuwait-Cartucho.es ha sido galardonado con el premio al mejor equipo. Le vamos a dar el titular a Ahmet Orken y, no sé, supongo que volveremos pronto para hablar de cualquier otra cosa. 

viernes, 28 de julio de 2017

Vasilije Vucetic



Siempre he tenido la impresión, incluso cuando el equipo estaba bajo la gestión de Gorka Arrinda, que el Bilbao Basket se ha caracterizado por ser un equipo rápido en su diseño de plantilla para cada temporada. También tengo la impresión de que los cambios son muchos, demasiados, de un año a otro, pero esa era una sensación que ya tenía incluso cuando el primer equipo de Bilbao era el Cajabilbao.
Sin embargo, lo de este año es muy llamativo. Ha sido el primer equipo de la ACB en cerrar su plantilla al 100%. Con la confirmación de la renovación por un año de Javier Salgado, que se ha hecho oficial hoy pero pública hace ya unas semanas, el equipo que volverá a dirigir Carles Durán ya está completamente decidido para la temporada 2017-2018, la primera desde hace tiempo con dos ascendidos.
No solemos hacer esto aquí, porque no somos quiénes para hacerlo, pero nos acercamos a agosto, empieza a haber más tiempo libre y nos ha apetecido analizar brevemente cómo queda esa plantilla para la próxima temporada que, como la pasada, vendrá marcada por el alivio de mantenerse económica y deportivamente y por las apreturas del presupuesto. Aún así, el año pasado hubo buenos momentos. Se pensó en play-off, más con tozudez que por realidad, y el equipo no pasó apuros. Dada la actual situación del club, esos resultados se pueden dar por buenos. Hacer cábalas sobre lo que ocurrirá el próximo año, es un poco arriesgado. Alguna de las apuestas del club son incógnitas que pueden decidir que el año sea mejor o peor de lo que ahora nos arriesguemos a vaticinar. Sobre el papel, lo que se puede marcar como esperanzador es que, según lo que le he podido leer en alguna entrevista a Igor Mintegia, mano derecha de Raúl López para la conformación de la plantilla, lo que han elegido es lo primero que tenían en la lista. Elegir tan pronto te resta la oportunidad de aprovechar gangas finales o apurar hasta conseguir alguna sorpresa, pero, por otra parte, te asegura que tus primeras opciones puedan firmarse y no acepten, con el tiempo, propuestas mejores. Veremos cómo sale todo con el transcurrir de los partidos de la próxima temporada. Una temporada donde, por cierto, el equipo, sea como fuere, volverá a jugar en Europa. 
El análisis de la plantilla lo vamos a dividir en cuerpo técnico, bases, jugadores exteriores y jugadores interiores. Pero antes de eso, demos un par de pinceladas más generales: continúa el entrenador principal y siete jugadores. Llegan nuevos los dos ayudantes del entrenador principal y seis jugadores. Bastante equilibrado. Más aún cuando entre los siete que continúan, hemos incluido a Vasilije Vucetic, quien asciende desde el equipo convenido Zornotza, después de haber entrenado con el equipo a lo largo de la temporada pasada y jugar algunos minutos residuales. Su buena temporada en la LEB Plata, donde fue uno de los jugadores más destacados de la competición, su juventud y su pasado en el Olimpia Ljubljana le han servido para hacerse un hueco. Amén de su calidad, por supuesto. Son 13 jugadores, de los cuales 4 son nacionales, 5 europeos, 2 latinoamericanos y 2 norteamericanos. Contarán con dos jugadores vizcaínos. Los mismos que el año pasado, Javier Salgado y Borja Mendía.
Vayamos puesto por puesto:

Hubo alguna pequeña duda, pero, finalmente, Carles Durán continuará como primer entrenador del Bilbao Basket. Su primer ayudante anunció que dejaba el club hace ya tiempo, y fue esta semana pasada que el club anunció quiénes formarían el cuerpo técnico de Durán durante la próxima temporada. Por un lado, estará Jesús Ramírez. El entrenador catalán emigró a Alemania en busca de un futuro profesional y ha crecido, y mucho, de la mano del Ratiopharm Ulm, con los que ya se enfrentó al Bilbao Basket en Europa. Ha sido ayudante de Thorsten Leibenath en todas estas temporadas y ahora tendrá que echarle un cable a Durán. Para ayudarle, contará con Jaka Lakovic, retirado hace bien poco de las canchas, quien la temporada pasada estuvo haciendo labores de ayudante para Alfred Julbe en el filial culé que disputa la LEB Oro. Parece que el esloveno, con una dilatada carrera como jugador que le llevó a pasar por equipos como el Panathinaikos, el Galatasaray o el propio FC Barcelona, tiene pensado continuar su carrera en los banquillos y va dando pasos proporcionados y estudiados.

Este equipo técnico tendrá como directores de juego la temporada que viene al recién renovado Javier Salgado, a Jonathan Tabu y a Ricardo Fischer. Destaca la marcha de un jugador como Tobias Borg en quien se ha confiado mucho en las últimas temporadas. El joven jugador sueco no ha dado el salto de calidad que se esperaba. También destaca que no se haya apostado ni por Sergio Llorente ni por Daniel de la Rúa, ambos jugando en el Zornotza y entrenando con el Bilbao Basket la temporada pasada, para reforzar esta posición. Llorente llegó, en algunos momentos, a posicionarse como tercer base del equipo por delante, incluso, de Javier Salgado. Sin embargo, cualquiera de estas dos apuestas, es cierto, hubiera parecido un tanto atrevida y, en su lugar, el club decidió apostar por algo más seguro. Por un lado, la continuidad de Jonathan Tabu, un jugador que, la temporada pasada, solo pudo demostrar sus cualidades en ocasiones puntuales. El belga venía con una reputación ganada a pulso en Fuenlabrada, pero, aquí, las lesiones y, quizás, problemas de acoplamiento, le han llevado a realizar una temporada gris en la que solo ha conseguido demostrar su valía en algunos momentos. Sin embargo, se confía en que una mayor regularidad y tranquilidad la próxima temporada, ayuden a que Tabu enseñe repetidamente lo que la temporada pasada solo enseñó puntualmente. Para darle descanso, Bilbao Basket ha incorporado a un jugador sin experiencia en ACB, aunque, a Ricardo Fischer, ya le conocíamos aquí, sobre todo en Madrid. Él fue el gran artífice de la victoria del Baurú brasileño sobre el Real Madrid en la Copa Intercontinental. Fue precisamente en ese equipo, el Baurú, ganador de la Copa Américas en 2015, con el que Fischer, quien tiene ahora 26 años, empezó a labrarse un nombre. De ahí pasaría al Flamengo para substituir a Rafa Luz que había firmado por el Baskonia. Antes de todo eso, Fischer ya tenía un largo recorrido en su currículo: empezó en Perú, emigró a Suiza, pasó por Turquía y terminó en Italia antes de volver al Brasil. Es un base completo, con buen olfato para el rebote largo, que tendrá que adaptarse rápido a la ACB. Para ello, tendrá la suerte de contar con Javi Salgado de compañero, quien, a sus 37 años (aún no, los cumplirá en una semana, como quien dice), ha firmado por un año el que probablemente será su último contrato profesional, retirándose así, como él ha confesado públicamente, en el equipo de su ciudad. Equipo con el que ascendió desde LEB Oro hasta ACB y con el que superará los diez años de carrera con este nuevo contrato. Con 429 partidos, está a unos 25 de entrar entre los 50 jugadores con más partidos en ACB. En la que ya está es en la clasificación histórica de asistencias en la ACB, donde, con más de 1600 ocupa la décima posición. Toda esa experiencia le vendrá muy bien a Fischer. Salgado sabe que partirá como tercer base y que sus mayores obligaciones, como ya pasó el año pasado, se darán en otros espacios más alejados de la cancha. Seguro que, a pesar de ello, le llega su momento durante la temporada. Esperemos que cierre con una alegría una carrera que le convierte en uno de los mejores jugadores vizcaínos de la historia del baloncesto.

Para los puestos exteriores, el equipo ha incorporado a tres nuevos jugadores, Lucio Redivo, Shane Hammik y Pere Tomás, mientras que Dejan Todorovic y Álex Mumbrú, como no, se mantienen en el equipo. Redivo viene de ser uno de los mejores jugadores de la liga argentina, pero su rendimiento en Europa y en ACB se mantienen en vilo. Dicen que es un escolta rápido e inteligente, con poca fuerza física y altura, al que habrá que ver enfrentándose a jugadores más altos y fuertes en su misma posición. Probablemente, le cueste encontrar su sitio, pero, si lo encuentra, dicen los expertos que le han visto jugar que es un jugador con la explosividad y carácter para triunfar aquí. De Shane Hammik conocemos casi menos. El alero holandés se formó en su país y en la prestigiosa Academia Canarias Basketball antes de ir a la NCAA, Louisiana State y Valparaiso, para completar su proceso de formación. En Bilbao, firma su primer contrato profesional. Ha terminado su año sénior con buenos números y en el quinteto de jugadores europeos en la NCAA. Sube bien la pelota con sus 2'03 y no defiende mal. Además, lleva el baloncesto en la sangre, ya que su padre, Geert Hammik, jugó en la NBA y en varios equipos europeos. Es un jugador distinto, dicen, a lo que ya tenía el Bilbao Basket. Tendrá de compañero a Pere Tomàs, el mayor de los hermanos Tomàs, una saga mallorquina que salió de la cantera del Joventut y que, tras apuntar mucho, ha tenido (o han tenido, parecen casos similares) que luchar para labrarse una carrera deportiva. El mayor, Pere Tomàs, lo consiguió la temporada pasada en Manresa. A pesar de que su equipo descendiera, él hizo una buena temporada. Aceptó los galones y aprovechó los minutos para terminar la temporada con buenos números y la impresión general de haber dado un paso adelante. Ahora firma por tres años y parece que puede aprovechar los primeros para aprender todo lo que pueda de Mumbrú y convertirse en su relevo natural. Y es que Álex Mumbrú seguirá una temporada más en Bilbao. Con la que empieza después del verano, hará su 9 temporada consecutiva en Bilbao. Quién lo iba a decir cuando llegó ya con 30 años y una dilatada carrera profesional. Pero en Bilbao, Mumbrú se ha convertido al baloncesto de la ciudad lo que la ría significa a la ciudad. Hablamos de un jugador que, año tras año, venga quien venga, pasen los años que pasen, sigue liderando al equipo en varias estadísticas y, en general, liderando el banquillo. Este año, muy probablemente, superará a Alberto Herreros y se convertirá en el sexto jugador de la historia con más partidos en la ACB. También, muy probablemente, adelante a Juan Antonio San Epifanio "Epi" y se convierta en el décimo jugador con más puntos en la ACB. Es 4º en triples, 7º en minutos jugados, 16º en rebotes, 26º en asistencias y 33º en recuperaciones. Un jugador histórico que parece encaminarse hacia una temporada histórica porque quizás sea la última. A su lado, jugará esa temporada Dejan Todorovic, quien, tras jugar cedido por Unicaja, se desligó del equipo malagueño la temporada pasada y firmó por tres con los de Bilbao. Esta será su segunda temporada y, como casi todas las que ha comenzado en Bilbao, se espera que sea la definitiva. Lo que, en realidad, espera todo el mundo es que no se convierta en costumbre hablar de lo que podría dar el serbio y que empiece a darlo. El jugador nacido en Bosnia aún tiene 23 años, pero su físico y sus cualidades obligan a esperar más de él. Quizás esta temporada, más tranquila en verano y con el puesto bien compensado, se vea más libre para desarrollar su juego.

En el juego interior, el club se ha asegurado la continuidad de una pieza clave para entender el baloncesto profesional moderno en la ciudad, Axel Hervelle. Con ésta, el belga cumplirá su 9 temporada en Bilbao. Llegó desde Madrid y, a sus 34 años, ha hecho toda su madurez baloncestística en la capital de Bizkaia. Es uno más, el líder junto a Mumbrú. La temporada pasada puede que fuera más irregular que otros años, pero es un jugador que siempre aporta, dentro y fuera de la cancha. Servirá, además, como valedor y maestro del recién ascendido Vasilije Vucetic (le vamos a dar a él el titular) o del meritorio Borja Mendía. El bilbaíno repite como jugador de pleno derecho en la primera plantilla y se ha ganado el hueco a base de tesón, trabajo y compromiso, los argumentos que, a buen seguro, seguirá esgrimiendo esta próxima temporada. Por su parte, Vucetic llegó a Bilbao como una apuesta de futuro que se moldearía en el Zornotza y en solo un año ha dejado claro que era un jugador ya con cierta madurez y desarrollo. La LEB Plata se le ha quedado pequeña pronto y el año que viene disfrutará de la ACB. Tendrá que luchar mucho para tener minutos pero lo hará. Por primera vez en mucho tiempo, los dos jugadores extracomunitarios serán interiores: Jameel McKay y Tim Kempton Jr. El primero, con 2,05, puede jugar lo mismo de 4 que de 5. Es un jugador atlético, buen reboteador y taponador, que el año pasado se salió en Filipinas. Desde que dejó Iowa State, ha jugado también en Australia. Es una de esas incógnitas que, si se parece un poco, en cuanto a rendimiento, a Michael Eric, dará un gran beneficio al equipo. Por último, el otro interior norteamericano es, al igual que Hammik, otro que ha mamado baloncesto, ya que su padre, Tim Kempton, atesora una larga carrera deportiva que le llevó a jugar para los Clippers, los Hornets, los Nuggets, los Suns, los Cavaliers, Spurs, Magic, Bobcats, Raptors y los Hawks en la NBA, y el Napoli, Verona, Milán, Limoges, Girona, Galatasaray o León en Europa. Un clásico de los NBA. Su hijo, ahora, parece que ha heredado su altura, ambos están en 2,08, y algunas de sus cualidades para el baloncesto. A sus 22 años, ha terminado su carrera universitaria en la Universidad de Lehigh con buenos resultados, siendo nombrado mejor jugador de la Patriot League en 2015 y 2016. La última temporada promedió más de 20 puntos y 10 rebotes por partido. En Bilbao, le llegará su primera oportunidad. Y, aunque es una de esas incógnitas de las que hablábamos al principio, los antecedentes invitan a poner ilusión en este proyecto de jugador. 

Con estos 13 jugadores y esos 3 técnicos, comenzará su andadura el nuevo equipo de un club que aún lucha por recomponer su estructura institucional y sanear su maltrecha economía. Ha habido cambios en la junta directiva pero se apunta en la misma dirección, contención en el gasto y apretar el cinturón hasta ir recuperando el músculo económico. El equipo aún sufre las consecuencias de las vacas gordas, pero no pueden más que alegrarse de que se haya superado la crisis y el proyecto aún se mantenga en pie. Deportivamente, y dadas estas circunstancias, el equipo se mantiene con cierta dignidad. El año pasado fue de más a menos y este año se aspira a repetir la misma ausencia de preocupaciones clasificatorias y, a partir de ahí, mirar todo lo lejos que se pueda. Puede que sea una temporada significativa. Puede que sea una temporada para decir adiós. Quizás esa motivación con algunos jugadores lleve a que el colectivo, plagado además de jóvenes con ansias de mejora y aprendizaje, rindan por encima de su nivel. Esa es, en gran parte, la esperanza. Mimbres hay, veremos si se hace con ellos un buen cesto donde encestar muchas canastas. 

Por último, mención especial a la situación del Zornotza que se ha visto relegado en LEB Plata. Comienza una lucha judicial para reclamar su puesto en una competición donde el año pasado fue el tercer mejor equipo. Los vizcaínos eran una pieza fundamental en las aspiraciones de formar una estructura de cantera y formación para el Bilbao Basket. Se han visto resultados rápidos con Vasilije Vucetic, pero, en realidad, el trabajo era a largo plazo. Una lástima si no se consigue recomponer esta situación, ahora, sobre todo, que de la mano de Raúl López y a partir de la temporada que viene de Mikel Torre se está trabajando, poco a poco, en la configuración de un proyecto de cantera para el club. 

lunes, 24 de julio de 2017

Luke Rowe



El año que viene tendrán que ser ocho, pero este año aún son nueve: van aquí mis nueve elegidos del Tour y sirva de resumen. No hemos dicho nada antes, ni después, ni durante, pero aprovecharemos este resumen para, por lo menos, comentar algo. 
En mi opinión, ha sido un Tour entretenido, donde las etapas más destacadas y memorables no han sido las que, sobre el papel, parecían más decisivas. Ha sido, además, el Tour de las idas de olla, los milímetros, los cambios de protagonismo, las caídas y los renacimientos. Personalmente, creo que la última semana ha sido un tanto decepcionante y que Chris Froome ha ganado porque no tenía rival. Esta afirmación normalmente se usa para decir que alguien está por encima de los demás, pero, yo, aquí, la uso literalmente: no tenía rival. Pero, como siempre, esta es mi torpe y un tanto inofensiva opinión. 
Por cierto, el orden será alfabético:


Warren Barguil

El francés ha acabado 10º en la clasificación, luciendo el maillot de vencedor de la montaña y ganando dos etapas, una de ellas en el Izoard. Barguil tiene 26 años, ya hizo 8º en la Vuelta a España 2014, donde ganó dos etapas en la edición del año anterior. También ganó el Tour del Porvenir. Junto con Romain Bardet parece ser el futuro más presente de un ciclismo francés que parece augurar años de mucha diversión para su afición. A su presencia en montaña, une una punta de velocidad que le permiten aprovechar las oportunidades. Ha hecho un Tour muy vistoso y consiguiendo tantos resultados que hasta el voto polémico del jurado le otorgó el premio de la combatividad. Veremos si mejora aún más. 

Chris Froome

Es difícil no meter al ganador final en la lista, más aún cuando suma su cuarta edición. Otros años parecía ganar con más rotundidad, casi que con demasiada solvencia. Esta vez tuvo presión hasta el último momento. Nunca ha conseguido estar por encima de sus rivales en las rampas, pero tampoco ninguno de ellos consiguió descolgarlo a él. Puede que empecemos a ver el ocaso de un corredor que seguro que parte en la Vuelta, después de ver la victoria cerca otros años, con el sueño de hacer un doblete que nadie consigue desde hace tiempo. Lo que sí ha tenido este año ha sido un buen equipo. Él ha sabido agradecerlo, en carrera y después. Al menos, eso ha parecido desde fuera. 

Thomas de Gendt

A sus 30 años, el belga parece cómodo encasillado en el rol de aventurero y explorador, el loco que se tira a tumba abierta cuando quedan 150 kilómetros por delante. De vez en cuando, le sale bien y lo disfruta, como cuando ganó en el Stelvio y también le valió para hacer tercero en el pódium del Giro de Italia. No volvió a estar ni cerca del pódium de una grande. Eso sí, el año pasado ganó una etapa en el Tour de Francia y este año lo intentó hasta la extenuación: ha estado más de 1000 kilómetros escapado. Creo que batió el récord de Michael Morkov. No le ha salido bien ninguna, pero las escapadas en esta edición del Tour eran Thomas de Gendt y alguno más. Aún así, la polémica llegó cuando el jurado decidió entregar el premio de la combatividad al francés Barguil y no al belga de Gendt. El propio de Gendt dio su opinión en twitter con cierta ironía. 

Edvald Boasson Hagen

Tiene 30 años y 11 de carrera, parece que lleva toda la vida aquí, o ahí, en el pelotón. No ganaba en el Tour desde la primera vez que lo hizo, en 2009. Siempre ha estado ahí, eso sí. Puede que ya no fuera tan rápido y, en su lugar, se convirtiera en un rodador de aventuras y estrategia, pero en este Tour, se volvió a meter en los grandes sprints y ganó una etapa en la que demostró lo importante que es ser listo pero también trabajador. Dijo que había estudiado bien el recorrido y que conocía la parte final de la etapa. Cuando llegó la rotonda supo que tenía que encararla por donde nadie lo iba a hacer. Y le salió bien. Tan bien que aunque Nikias Arndt le siguiera solo lo hizo para verle irse. 9 veces campeón de Noruega contrarreloj parece que va a vivir una segunda juventud. Su destreza en la traza le llevó a la victoria y su confesado trabajo en el estudio a esta lista.

Marcel Kittel

Si no es el hombre más rápido del pelotón poco le falta. 5 victorias en esta edición del Tour y, con ellas, 14 en los últimos cinco años. También ha ganado en Giro y Vuelta. Ha habido muchas volattas en este Tour, con algunas llegadas limpias y otras más turbias. El alemán ha sabido ganar de diferentes maneras, en remontada o apoyándose en el tren de lanzamiento de su equipo. El año pasado le ganó la partida Mark Cavendish. Este año, Peter Sagan se encargó de que nos quedáramos con las ganas de saber si la confrontación entre ambos hubiera hecho más difícil que el alemán ganara cinco etapas.  

Michal Kwiatkowski

No es nada sorprendente que el polaco esté en la lista. El polaco ha acabado en el puesto 57 a más de dos horas y cuarto del líder, su compañero de equipo Chris Froome. Ha subido al pódium de París, eso sí, como miembro del mejor equipo. Dicho esto, sí que parece un poco sorprendente que esté aquí, pero todo el mundo que haya visto el Tour sabe que ha sido uno de los corredores con mejores piernas del pelotón. A sus 27 años, este joven polaco que comenzó su carrera profesional en el Caja Rural, ya tiene en su palmarés grandes carreras para lucir, sin ir más lejos, el sorprendente campeonato del Mundo en ruta que logró hace tres años o dos grandes clásicas como la Amstel Gold Race o la Milán-San Remo que ha ganado este mismo año. Se jugaba la renovación de su contrato y le explicaron muy bien para que le querían en el Tour: para que ganara Chris Froome. Y no solo lo ha hecho si no que el polaco ha tenido gran parte de la culpa de que lo consiguiera. Sus exhibiciones de fuerza en la punta del pelotón se recordarán, igual que quedaron en la retina los momentos dramáticos en los que daba por terminado su trabajo y apenas podía añadir una pedalada más. En el llano o en lo alto, ha formado junto con Mikel Nieve y Mikel Landa la escolta de lujo del corredor británico.

Mikel Landa

Es difícil hablar de él sin dejarte llevar por la pasión del aficionado. Necesitamos en Euskadi una nueva figura que aliente el porvenir de la afición y de los aficionados que buscan pasar a profesionales. Su año, con esa tercera semana de relumbrón en el Giro de Italia y los detalles exhibidos en este Tour de Francia parece alumbrar un horizonte de esperanza para el ciclismo vasco. Ya se veía venir. Desde el Orbea, desde aquella etapa en Burgos, en las Lagunas de Neila. Se veía venir desde cuatro años antes, cuando aún era amateur y ganó la Bizkaiko Itzulia por delante de Pello Bilbao e Igor Merino. También fue quinto en el Tour del Porvenir. Se le veía venir: un escalador de raza, de los que abren camino lento, como a machetazos. De los que cuando están finos e inspirados no esperan a nadie. No les hace falta ni atacar. Baja bien, lee mejor la carrera (que no los finales) y no le tiene miedo a la épica. Intentó la gloria con Alberto Contador, se le hizo largo el Izoard y le faltó un solo segundo para meterse entre los tres mejores. Pero todos los periódicos locales abrían mirando hacia el futuro y mirándole a él. No es para menos. Además, ha demostrado progresión en la lucha contra el reloj: no lo hizo mal en Marsella y este año ya ha sido subcampeón de la especialidad en el campeonato de España. Solo le queda acertar este verano, cuando firme su nuevo contrato.

Daniel Martin

Una debilidad. El irlandés es sinónimo de perseverancia. Me quedo pero cuando llegue, ataco. Por arriba no puedo, pues me voy por abajo. De lejos no me dejan, lo intento en los últimos metros. Siempre está ahí, tirando, intentándolo. Quedándose en un abanico y apretando los dientes. Además es rápido, explosivo, inesperado. Parece tozudo. Gana cuando puede y si no lucha por el mejor puesto que pueda. Personalmente, ya lo he dicho, una debilidad. De la misma generación que De Gendt, y de parece espíritu, pero con más piernas. Ha sido 7º en la Vuelta a España y 9º y 6º en el Tour de Francia. Ha ganado etapas en ambas pruebas. Ganó una Ruta del Sur, una Vuelta a Polonia y una Vota a Catalunya. Triunfó en el Giro de Lombardía y en la Lieja-Bastogne-Lieja. Formado como ciclista en Francia pero de nacionalidad irlandesa lleva ya un palmarés internacional pero lo que destacamos es su empeño y su valentía. Es garantía de espectáculo allá donde corra. 

Michael Matthews

Se me hacía tan difícil elegir entre los meritorios menos evidentes que, al final, me ha quedado una lista muy resultadista. Y es que el australiano se había ganado a pulso estar aquí: dos etapas y el maillot verde de la regularidad. Sin embargo, en este blog somos más dados a elegir a los que lo intentan que los que lo consiguen. En fin, Matthews también merecía estar aquí. Es un tío rápido pero los hay más rápidos que él. Tiene que esperar la oportunidad, jugársela o, como ha llegado a hacer su equipo en esta edición, jugar a destrozar el pelotón y dejar rivales atrás mucho antes de que lleguen los kilómetros finales. 2 etapas en Vuelta, 2 en Giro y 3 en el Tour con esta pareja de 2017 que, a sus 27 años, convierten al australiano en otro gran activo de este Team Sunweb de Rudi Kemna que parece, si consiguen seguir con esta plantilla (que será difícil), llamados a ser una de las grandes formaciones del pelotón: el propio Matthews, Warren Barguil, Tom Dumoulin, Phil Bauhaus, Sam Oomen, Soren Kragh Andersen, Nikias Arndt...


Ha habido varias decepciones, como las de Jhoan Esteban Chaves, Nairo Quintana, Pierre Rolland, Thibaut Pinot, Sergio Henao, Tiago Machado, Andrew Talansky, Darwin Atapuma, Gianluca Brambilla, Jarlinson Pantano, Laurens ten Dam, Pawel Poljanski, Andrey Amador o Alexander Kristoff. Algunos aparecieron algo, otros poco, muchos puede que te enteres ahora que estaban corriendo. Son todos corredores de calidad de los que quizás se esperaba algo más, aunque fuera simplemente intentarlo, como han hecho otros que, al final o desde el principio, han flojeado, como Fabio Aru, Alberto Contador, Bauke Mollema, Jan Bakelants o Primoz Roglic, pero han conseguido convencer o vencer. Por supuesto, ha habido otros corredores, por ganar, por intentarlo o por ayudar que podrían estar en la lista. Se me ocurren algunos de los ya mencionados y otros como Simon Yates, Louis Mentjes, Lilian Calmejane, Romain Sicard, Tiesj Benoot, Daniel Navarro, Mikel Nieve, Alexis Vuillermoz, Pierre-Roger Latour, Oliver Naesen, Alexey Lutsenko o Elie Gesbert. O, por supuesto, Rigoberto Urán y Romain Bardet. También, como ya hemos comentado, ha sido el Tour de las despedidas tempranas. Por diferentes razones, tuvieron que marchar antes de tiempo, algunos mucho antes, corredores como Richie Porte, Rafal Majka, Alejandro Valverde, Peter Sagan, Mark Cavendish, Ion Izaguirre, Geraint Thomas, Thomas Gesink, Jakob Fuglsang, Arnaud Demaré, Phillippe Gilbert, George Bennett, Marcel Kittel o Thibaut Pinot. 

Le damos el titular a Luke Rowe, del que no hemos hablado hasta ahora, simplemente por no elegir entre los demás y porque, al final, ha acabado último, a más de cuatro horas y media del ganador, Chris Froome, para quien trabajó en el llano. Se echa de menos a Wim Vansevenant y lo serio que se tomaba esto del farolillo rojo. 

martes, 18 de julio de 2017

Haimar Zubeldia



Los días de descanso del Tour siempre dan juego. Las ruedas de prensa suelen ser jugosas. Según cuentan, los representantes también están muy activos este día. Sin embargo, una de las ruedas de prensa que se han dado hoy, de verdad, no me la esperaba. 
Creía que no iba a llegar nunca. Parecía que Haimar Zubeldia iba a ser eterno. 
Pero no es así, por supuesto. Con 40 años, dice que se marcha en la Klasika. Mejor escenario no podía tener: en casa, con un pelotón internacional, y después de disputar su último Tour. 
Su último Tour que hace el número 16. Se queda a uno de igualar los 17 que hacen el máximo de un ciclista y pasar a los libros de historia, pero, ¿para qué? Como él mismo ha dicho hoy, cada corredor hace su carrera y Zubeldia ha hecho la suya sin tener que añadir un año más para decorarla con récords. Su carrera quedará en la memoria. Sobre todo, en la memoria de los aficionados que saben mirar más allá de los trofeos, los enfoques de la cámara, los maillots dorados y tricolores y toda la parafernalia del éxito. 
Haimar Zubeldia es uno de los elegidos, de la grupeta de corredores silenciosos, con aire de clásico, empeñados y sólidos que siempre le han gustado a todos los aficionados al ciclismo. 
Cuando empezó tampoco tenía punta de velocidad, pero destacaba en la lucha contra el reloj. De una manera sorprendente (al menos desde fuera) fue perdiendo en esta especialidad todo lo que ganó en la montaña. Muy al principio de su carrera creíamos que teníamos un ganador de carreras de tres semanas, pero no lo fue. Nunca estuvo cerca de ganar una, pero siempre estuvo cerca de los que las ganaban. Se enfrentó, además, a grandes rivales en una de las épocas más vistosas, y, al final, más oscuras, del ciclismo profesional. Formó parte de esa pasión naranja por el ciclismo vasco que inundó las cunetas de los Pirineos y de cuyos rescoldos algunos aún siguen soñando con crear algo que repita la historia de nuevo. Esa fue la época dorada de ese equipo que todos los aficionados vascos guardan en la memoria. Y él estuvo ahí. Haciéndonos soñar acompañado de Iban Mayo, afilado y pertinaz, siempre agarrado al grupo de los elegidos. El último en caer. Estrechando el hueco. Te pasabas gran parte de la retransmisión buscando la curva que ya habían dejado atrás los favoritos. Y por ahí aparecía Zubeldia. 
Este de 2017 es su decimosexto Tour de Francia, como decíamos. Estuvo apunto de no correrlo, pero a su compañero André Cardoso le sancionaron. Desde 2001, solo se ha perdido un Tour, el de 2010. Es decir, de los dieciocho Tours que se han corrido en el siglo XXI solo se ha perdido dos. Y en todos esos años, y a la espera de lo que suceda en este (ocupa el puesto 44º), su peor puesto ha sido el 73º de su debut. Ha hecho cinco veces entre los diez primeros, 5º en 2003, 8º en 2006, 4º en 2007, 6º en 2012 y 8º hace solo tres años, en 2014. No son resultados al alcance de cualquiera. En la Vuelta a España los resultados no son tan buenos, aunque ha disputado una docena de ellas y su debut en el año 2000, su primera grande también, fue una bocanada de aire fresco para el ciclismo vasco, ya que alcanzó un esperanzador 10º puesto. Nunca lo ha mejorado. Aunque eso sí, excepto las dos ocasiones en las que abandonó, siempre ha hecho entre los cincuenta primeros. En el Giro de Italia, solo ha participado en una ocasión, en 2005, y fue 49ª, lejos del ganador Paolo Savoldelli. Nunca ha ganado una etapa, pero subió al pódium de París como componente del mejor equipo del Tour. Y, sin duda, forma parte de las imágenes históricas del cambio de siglo. 
También brilló en otras pruebas durante la temporada, sobre todo, en Francia. Su favorita, quizás, era la Dauphinè Liberè, una carrera donde brilló desde el principio. Ya en 2000, fue líder y acabó segundo en la general, justo por detrás de Tyler Hamilton y por delante de Lance Armstrong. No sería su única buena actuación en esta prueba. También fue 7º en la Klasika, donde precisamente dirá adiós. Fue en la edición de 2005, cuando se metió en la escapada buena pero no pudo seguir el ritmo de Tino Zaballa en Miracruz. En la Vuelta a Murcia o la Vuelta a Asturias también destacó.
Por supuesto, en su palmarés, brillan sus dos únicos triunfos. El primero, joven, en 2000, la punta de lanza de aquel Euskaltel-Euskadi que se dirigía hacia la cumbre de la ilusión para la afición vasca. Ganó la contrarreloj de Mendaro y aguantó los ataques de Igor González de Galdeano en Arrate para imponerse en la general final de la Euskal Bizikleta o Bicicleta Vasca, una prueba que muchos aún seguimos echando de menos por mucho que se suba a Arrate en la Vuelta al País Vasco. Pasaron 10 años hasta que volvió a ganar y ya lo hizo con otro patrocinador rotulado en el jersey. Triunfó en el Tour de L'Ain. Una prueba que se disputa desde 1984 y que recorre el departamento de Ain en Francia, en la frontera con Suiza. Además de Zubeldia, gente como David Moncoutié, Bobby Julich, Axel Merckx, John Gadret, Rein Taaramae, Andrew Talansky, Romain Bardet o Jerome Pineau relucen en el palmarés de la prueba. Zubeldia ganó la edición de 2010 al imponerse en el prólogo de la primera etapa y recuperar el liderato justo en la última que ganó Wouter Poels, quien acabó en la general con el mismo tiempo que Zubeldia, excepto por dos décimas. La gente disputando la general aquel año era de nivel: David Moncoutié, Thibaut Pinot, Tejay Van Garderen, Tony Gallopin...
Esas son las cuatro victorias en 20 años de carrera que relucen en su palmarés. Para mucho será poco, irrelevante, pero, como hemos repetido a lo largo de esta entrada, hay otros intangibles que demuestran el valor de una carrera. 
Zubeldia superó una cardiopatía en 2012 y ha llegado a convertirse en uno de los corredores más veteranos del pelotón, apreciado en sus últimos años por un buen trabajo de equipo. Este año, le llaman "el abuelo del Tour" y él mismo ha confesado que esta es una de las razones que le hicieron meditar con tranquilidad la decisión que ayer, finalmente, anunció. Atrás queda ya aquel 1997, los años corriendo con su hermano Joseba Zubeldia, o, lo que yo guardaré personalmente, aquella imagen que nos regaló llegando a Luz Ardiden con la boca abierta como un pez fuera de la pecera. Fue mi última vez en las cunetas del Tour de Francia. Una exhalación antes había pasado Lance Armstrong. Después llegaba él, con Jan Ullrich, con Iban Mayo... Pasó a nuestro lado como si arrastrara el ejemplo del sufrimiento y la superación, algodonado por un silencio que solo rompían los piñones y los gritos de la gente. Solo cuatro victorias, pero aquella imagen, en mi cabeza, brilla más que cualquier triunfo. 
Zorionak, Haimar Zubeldia, hogei urte hauetan eman diguzuna gogoan gordeko dugu. 

lunes, 17 de julio de 2017

Knut Anders Fostervold



Esta entrada la tenía preparada hace tanto tiempo que no sé ya ni si tiene sentido publicarla. Los que seguís asomándoos por este blog, habréis notado que últimamente he pasado por otro de esos momentos de crisis en los que no había forma de encontrar un hueco para escribir aquí. Pero soy terco, así que vuelvo, e intentaré que esto vaya para adelante sea como sea. 
Antes de pasar a otras cosas, quería darle salida a esta, aunque ya no tenga mucho sentido. 

Esta entrada nacía a raíz de tres noticias relacionadas que aparecieron en la prensa escrita deportiva casi al mismo tiempo. Por un lado, se anunciaba que Usain Bolt, quien ya planea su retirada, estaba pensándose intentar otra carrera, pero esta en el fútbol profesional. Al parecer, según el mismo anunciaba en una rueda de prensa en Ostrava, iba a entrenar con el Borussia de Dortmund y luego ya veríamos. No sé hasta que punto todo esto tiene peso. Pero bueno. Casi al mismo tiempo, Paolo Maldini, retirado hace poco del mismo deporte al que Usain Bolt quiere darle una oportunidad, anunciaba su debú como profesional del tenis. A sus 49 años, Maldini debutó en dobles, en compañía de su entrenador Stefano Landonio, y perdió por un doble 6-1 ante la pareja formada por el holandés David Pel y el polaco Tomasz Bednarek en la primera ronda del torneo challenge de Milán. Por último, y esto lo sabe todo el mundo porque recorrido mediático más amplio e internacional no ha podido tener, Conor McGregor, luchador irlandés en artes marciales mixtas, se retaba con Floyd Mayweather, boxeador profesional estadounidense en la disciplina que este último maneja a la perfección, y bien remunerado, por cierto. Un poco antes, aunque tampoco mucho, corrió la tinta con la decisión de Fernando Alonso de perderse alguna prueba del mundial de Fórmula 1 para pasarse a la indy y disputar las 500 millas de Indianápolis. Antes de que el asturiano tomara esta decisión, ya ocupó espacio en prensa por una noticia relacionada con otro deporte, en concreto, cuando estuvo apunto de comprometerse en la creación de un equipo de ciclismo profesional.

Con todo esto me dio por pensar en esto de los trasvases entre disciplinas deportivas. Que, aunque en ocasiones suene curioso o hasta extravagante, es algo que se ha dado más de lo que parece. Hay casos que recordaremos todo el mundo, como Michael Jordan retirándose del baloncesto para dedicarse primero al beisbol y luego al golf. Otro que también tuvo bastante cobertura fue el de otra estrella del boseo, Manny Pacquiao, quien dio rienda suelta a su afición por el baloncesto para debutar en el baloncesto profesional de su país, Filipinas. Los que tengan buena memoria, se acordarán de Ben Johnson, el velocista canadiense que asombró a todos en la prueba de los 100 metros de las olimpiadas de Seúl de 1988 para después encumbrarse en una de las grandes decepciones del deporte internacional con su positivo por dopaje. Johnson siempre fue un gran aficionado al fútbol, llegando a compaginar el atletismo y el fútbol en Canadá. De hecho, después de entrenar brevemente a Diego Armando Maradona o a Saadi Gadafi, hoy en día, o hasta hace bien poco, se gana el pan con el fútbol y el entrenamiento, labores que ha llevado a cabo en lugares como la India o Italia. Precisamente uno de sus grandes rivales en los ochenta, Carl Lewis, era un portento en más disciplinas a parte del atletismo. Pudo haberse ganado un contrato profesional tanto en baloncesto como en fútbol americano, aunque, al final, alcanzara la gloria en el atletismo. Precisamente alguien que triunfó en las mismas pruebas que Lewis pero en categoría femenina y que, después, pasó por la misma experiencia que Ben Johnson, fue Marion Jones, quien, tras su descalabro corriendo por asuntos de dopaje, inició una carrera en la WNBA, jugando al baloncesto para los Tulsa Shock. No era tampoco una apuesta muy arriesgada, aunque no saliera muy bien, ya que Jones había jugado al baloncesto en edad universitaria con la Universidad de North Carolina y llegando incluso a ganar el título nacional en 1994. 

Hay muchos más ejemplos, algunos son anecdóticos, otros son hasta naturales, esperables. Por ejemplo, siempre suele haber trasvases entre disciplinas y deportes que practican los ciclistas. Primoz Roglic, por ejemplo, pasó del ski al ciclismo. Michael Woods, actual corredor del Cannondale-Drapac, fue un buen corredor de medio fondo en edad junior: campeón de los juegos Panamericanos en 1500 y plusmarquista nacional junior de Canadá en la milla y los 3000 metros. Del triatlón al ciclismo pasaron gente como Emma Pooley, Lance Armstrong o Iván Raña, aunque este brevemente, corriendo una única temporada para el Xacobeo Galicia en 2009. La dirección contraria también la han seguido otros, como Mikel Elgezabal, quien pasó del ciclismo profesional al triatlón. Otros cambios de ciclistas profesionales quizás sean más sorprendentes, como ver a Aitor Osa destacando en carreras de montaña, a Óscar Pereiro entrenando con el equipo de fútbol del Coruxo o el caso del noruego Knut Anders Fostervold, ex jugador del Molde en Noruega o del Grimsby Town en Inglaterra, quien abandonó el fútbol en 2003 debido a una lesión (aún es famoso un vídeo suyo por exagerar una agresión) y se dedicó con éxito al ciclismo. Ha corrido el campeonato del Mundo contrarreloj con su selección y ha sido medalla de plata y de bronce en los campeonatos nacionales disputándole el oro a corredores como Thor Hushovd o Edvald Boasson Hagen. Otro trasvase inesperado, por lo menos aquí, es el que se da entre el remo y el ciclismo. Cameron Wurf, ex corredor del Liquigas o del Cannondale, fichaba este año por el Cylance Pro-Cycling anunciando que combinaría ciclismo y ironmans, pero, antes de ser ciclista profesional, el australiano fue olímpico en 2004 con la selección de su país en remo. Lo mismo hizo en féminas la británica Rebecca Moreno, quien pasó a ocupar un hueco en el limitado grupo de atletas con medalla olímpica en más de un deporte. En 2004 medalla de plata en remo, con el cuadro de scull de su país, y en 2008 ganaba la prueba de puntos en el velodromo de ciclismo. Algo parecido pero en la dirección contraria es lo que quiere conseguir el ex ganador del Tour de Francia Bradley Wiggins, quien, también hace poco, anunciaba que pretende competir en los juegos olímpicos de Tokio en 2020 en este deporte. Wiggins ya ha sido medallista olímpico en ciclismo en pista en las olimpiadas de 2004, 2008 y 2016.

La lista podría ser interminable. Porque, además, deberíamos retrotraernos hasta tiempos que ni hemos vivido. Fred Perry, por ejemplo, ganador de 3 Wimbledons, 1 Roland Garros, 1 Open de Australia y 3 Opens de los Estados Unidos (o las nominaciones que tuvieran estas pruebas en los años 30 del siglo pasado, cuando las ganó) fue antes de dedicarse al tenis profesional medalla de oro, de plata y cuatro veces de bronce en diferentes categorías de los mundiales de tenis de mesa que se disputaron en 1928 y 1929 en Estocolmo y Budapest. Lev Yashin, portero estrella del fútbol soviético durante casi veinte años (de 1950 a 1970) y Balón de Oro en 1963, comenzó siendo portero de hockey sobre hielo. La alemana Roswitha Krause, si no me equivoco, fue medallista olímpica en natación en 1968 y en balonmano en 1976 y 1980. Y, por supuesto, de Jim Thorpe ya hablamos en este blog. De hecho, los atletas deportivos norteamericanos que compiten en más de un deporte hasta que se deciden por uno podría ser interminable. El caso de Danny Ainge, por ejemplo, que sobresalía en baloncesto y en beisbol se puede repetir hasta la inmensidad en la combinación de deportes como esos dos y el fútbol americano. 

Más recientemente, ha habido casos de todo tipo, desde locales, como ver a Asier del Horno tras retirarse del fútbol profesional triunfando en paleta, hasta los poco exitosos intentos de los ex jugadores de baloncesto Darko Milicic y Kaspars Kambala en la lucha libre. El portero alemán Tim Wiese se pasó a la lucha también, en la WWE. Y Bixente Lizarazu, quien siempre combinó el fútbol con el surf, se atrevió con las artes marciales después de retirarse. Kevin Moran fue un buen futbolista irlandés que también destacó en el fútbol gaélico. Del fútbol al fútbol sala, pasó Henrik Larsson. Y del fútbol al fútbol playa, Eric Cantona, y con bastante éxito. Otros futbolistas lo intentaron con el pilotaje, como Daniele Massaro y Santiago Cañizares. Gary Lineker lo intentó con el críquet, Andiry Shevchenko con el golf y el boxeo, Gabriel Batistuta con el polo y el actual seleccionador de los Estados Unidos de fútbol, Bruce Arena, destacó en Lacrosse. Desde otros deportes llegaron al fútbol el piloto alemán Michael Schumacher, aficionado del Colonia y del Newcastle por Allan Shearer, quien jugaba a nivel de la segunda división suiza en el FC Echichens. Fermín Cacho, medalla de oro en 1500 durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, dejó, dicen, una prometedora carrera como lateral izquierdo cuando aún jugaba en el equipo de su localidad natal, Ágreda (Soria), tras retirarse, se entrenó con el Iliturgi andaluz, equipo del que, curiosamente, llegaría a ser presidente, aunque brevemente, en 2006.

Muchos casos y esperemos que nos hayan servido para pillar carrerilla y recuperar la actividad en este blog. Buscaré una fotografía con creative commons para abrir la entrada, pongo los nombres de los mencionados en negrita y a publicar. Por cierto, el titular de la entrada se lo voy a dar al ciclista-futbolista noruego. ¿Por qué? No lo sé, pero qué más da, ¿no? Cualquiera podría encabezarla y por qué no iba a ser él.