Con el cierre del mercado de la NBA, marcado sobre todo por el traspaso de DeMarcus Cousins a los Pelicans, y la resaca posterior (la liberación contractual de gente como Deron Williams, Marcus Thornton, Marcelinho Huertas o Andrew Bogut), pasó un poco desapercibido el anuncio de que el actual número uno del draft, Ben Simmons, se perderá definitivamente la temporada.
Es curioso que, en el año en el que los Philadelphia Sixers parecen estar recuperándole el pulso a la competición, las lesiones se estén cebando totalmente con ellos, y el de Simmons sea el ejemplo más reseñable. De todas formas, hay una cosa que sorprende aún más. O, al menos, a mí me sorprende.
A Greg Oden, primera elección del draft en 2007, y a Blake Griffin, primera elección del draft en 2009, les pasó lo mismo. Son tres números unos que no pudieron debutar hasta su segunda temporada, y todo ello en 10 años. A mí me llama la atención. No sé si es casualidad, si tiene razonamientos que lo pueden explicar o no se ha producido por ninguna razón que no sea la simple mala suerte. Pero me parecen un dato significativo, más aún cuando en otros puestos de honor, también pasó lo mismo: Joel Embiid, 3º en el draft de 2014, también se perdió toda su primera temporada. Y lo mismo le sucedió a Nerlens Noel, 6º en el draft de 2013. Probablemente, haya más casos, pero esos son los que yo conozco o reconozco, así, de golpe, sin investigar mucho.
No manejo los datos ni tengo una memoria tan apreciable como para saber si esto sucedía en otras décadas. Recuerdo el caso de David Robinson, quien tardó, si no me confundo, dos años en jugar en la NBA desde que fue elegido en la primera posición de su draft, pero las razones no fueron físicas, si no que el retraso se debió a sus obligaciones con la armada americana.
El draft de la NBA siempre da lugar a discusiones, debates, curiosidades y anécdotas. Si echamos un vistazo a los últimos años, los aficionados siempre hablarán de nombres como Kwame Brown, Pervis Ellison, Joe Smith o Andrea Bargnani para esgrimir argumentos a favor de los riesgos que se toman cuando se seleccionan las posiciones, en este caso, la más prestigiosa, la primera. Si te pones a indagar en posiciones más bajas, pero aún importantes, siempre aparecen esos estudios escrupulosos de jugadores que alcanzaron puestos más altos que otros que luego ofrecieron mejor rendimiento. Los aficionados te hablarán de gente como Darko Milicic, Jonny Flynn, Shawn Bradley, Raef LaFrentz, Jim Washburn, Adam Morrison... La tercera pata de la mesa de debate podría incluir los datos sobre traspasos en el draft, cambios de cromos que después, con el paso de los años, delatarán el acierto de unos y el fallo de otros: el cambio que hicieron los Sonics al mandar a los Bulls a Scottie Pippen a cambio de Olden Polynice, o el que firmaron los Hornets y los Lakers entre Vlade Divac y Kobe Bryant. Son solo dos ejemplos. Antes hemos mencionado que Andrew Bogut se va a convertir o se ha convertido en un agente libre que reclama, al parecer, hasta su ex equipo, Golden State Warriors, después de ser cortado en este mercado de fichajes. Él también fue número 1 del draft.
Es muy complicado anticiparse al desarrollo deportivo de un jugador que se mueve en la veintena. Que hayan rendido, liderado equipos, roto las estadísticas, ganado premios individuales y colectivos, levantado a las pobladas gradas de sus universidades, no siempre significa que vayan a ser capaces de trasladar todo eso al nivel competitivo de la NBA, una larga temporada de 82 partidos, con espacios huecos, ritmos propios, rivales de diferente índole, y muchas tentaciones, en ocasiones, que pervierten la naturaleza propia del baloncesto. En ocasiones, son los que menos habían enseñado hasta entonces, los que saben utilizar sus virtudes en este nivel distinto.
Vamos a dar otros dos ejemplos. Esta semana, Jimmer Fredette regresaba a las noticias deportivas y tenía un hueco en la prensa. Lo hacía porque había conseguido 73 puntos en un partido, y lo había hecho en la derrota de su actual equipo, los Shanghai Sharks, en la liga china. El otrora escolta de Brigham Young University consiguió 25 canastas de 49 intentos. Es la cuarta anotación más alta de la liga tras los 74 puntos de Bobby Brown (32 años, ahora en los Houston Rockets), los 75 de Quincy Douby (32 años, ahora en Turquía) y los 82 de Errick McCollum (29 años, jugando para los Beikong Fly Dragons de la misma liga). Fredette ocupó el décimo puesto del draft 2011, venía de dar lecciones de tiro en la NCAA que alcanzaron visibilidad en los twitters de algunos jugadores profesionales. Su paso por equipos como Milwaukee Bucks o Sacramento Kings fue decepcionante.
El número uno más polémico de los últimos años fue el canadiense Anthony Bennett, que ocupó la posición más relevante del draft 2013. Tras pasar, sin pena ni gloria (incluso acabó en la Development League) por Cleveland Cavaliers, Minnesota Timberwolves, Brooklyn Nets y Toronto Raptors, ha acabado jugando en Turquía, en el Fenerbahçe. Hasta ahora, ha disputado tres partidos en Euroliga, solo uno como titular. Apenas ha jugado unos 7 minutos por partido, aún no ha tirado a canasta, ha cogido 2 rebotes y ha dado 1 asistencia. Sus estadísticas en la liga doméstica, la liga turca, son algo más esperanzadores: también ha jugado tres partidos en Turquía, pero promedia 25 minutos , 9.3 puntos y 8.3 rebotes para unos 13 de valoración por partido.
Por cierto, en su equipo, hay un jugador que une a estos dos ejemplos, Jan Vesely, 6º en 2011, justo cuatro puestos por encima de Jimmer Fredette, es ahora compañero de Anthony Bennett en Turquía.
Los ejemplos serían infinitos. Ayer mismo, Andrea Bargnani, número uno del draft de 2006, apenas aportó desde el banquillo en la derrota de su equipo, el Baskonia, ante el Anadolu Efes. Bargnani hizo cuatro puntos, cuatro rebotes y dos asistencias en 18 minutos. Su rendimiento en Vitoria-Gasteiz está siendo irregular. Se ha perdido varios partidos tanto en Europa como en la ACB y por ahora promedia 11.0 puntos y 2.3 rebotes en la ACB, y 8.8 puntos y 1.8 rebotes en Euroliga. No son malos números, pero se esperaba más de alguien que ocupó ese puesto en el draft, que ha jugado 12 temporadas en la NBA, con más de 500 partidos y un promedio general de 14 puntos y casi 5 rebotes en el cómputo global.
Si la NCAA y la NBA son muy distintas y nunca el que triunfa en la universidad gana en la liga comercial, lo mismo se puede decir de Europa y Estados Unidos. A Bargnani todavía le quedan oportunidades, pero ha habido muchos más casos. El fin de semana hubo un claro ejemplo, aunque sea una anécdota y mi comparación un tanto aprovechada, cuando coincidieron el espectáculo superficial del All-Star con una Copa del Rey en España que nos dejó grandes dosis de baloncesto de alto nivel.
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