En los últimos días, el entrenador David Movilla ha repetido la misma idea como si fuera un mantra. O, al menos, la prensa ha repetido sus palabras en un bucle interminable: "Queremos ser el mejor Barakaldo en los últimos 35 años".
35 años se pasan rápido. Zas, en un visto y no visto. En unas semanas, yo hago 40. Tenía los que se cuentan con los dedos de una mano cuando cesaron a Carmelo Cedrún, o presentó la dimisión, no lo sé, y José Manuel Esnal "Mané" le substituyó en el banquillo. Era la temporada 1980-1981 y el Barakaldo, con cambio de entrenador o sin él, acabaría descendiendo a la Segunda División B.
No ha vuelto a jugar en la segunda categoría del fútbol nacional. Desde entonces, son 35 temporadas repartidas en dos categorías: 30 años en Segunda B y cinco en Tercera división. 30 años en Segunda B. Se dice rápido. Zas, en un dicho y no dicho. En unas semanas, yo hago 40.
La última vez que fuimos campeones de Segunda B fue hace quince años, en la temporada 2001-2002. Peio Agirreoa era el entrenador y disfrutábamos de aquella inspirada delantera que formaban Sendoa Agirre y David Gallo. Apenas perdimos cinco partidos y nos metieron poco más de media docena de goles. Yo tenía 25 años. Ya me había licenciado. La vida real parecía un jeroglífico que solo se podía resolver entendiendo cómo funciona el tiempo. Y yo no quería entenderlo: ¿para qué quiere uno madurar? De aquellos dos años triunfales de Agirreoa, recuerdo mejor el segundo. El de los Mikel Etxabe, Asier Armendariz, Alberto Alejandro o Dani Roiz. El del play-off contra el Castellón en las noticias de Antena 3.
La última vez que jugamos un play-off fue hace ocho años, con Iñigo Liceranzu de entrenador y Germán Beltrán en estadio de gracia hasta que falló el penalty contra el Girona. Con Beltrán nos cruzaríamos en aquella lucha por el primer puesto de tercera división, ya que jugaba, por aquel entonces, con los rojiblancos del Laudio. Liceranzu, por su parte, jugaba en aquel equipo gualdinegro que vivió la última temporada en la segunda categoría nacional. La historia parece que se dedica a hacer nudos para que después nos vayamos dando cuenta de que no hay manera de desatarlos.
Hoy aspiramos a conseguir 82 puntos. En la Liga de Peio Agirreoa, la última que ganamos, hicimos 79. Quizás haya que remontarse a los tiempos en que los partidos valían solo dos puntos para ver a un Barakaldo matemáticamente tan certero. Quizás, también eso y solo eso, es lo que quería decir David Movilla, entrenador del Barakaldo CF, recientemente renovado para los próximos tres años... pase lo que pase.
Porque lo confieso: he visto los titulares, pero no he leído las noticias. No he querido sobre-exponerme. He preferido que pasara la semana, sin más. Es un partido más. Si ganamos, seremos campeones, pero no habremos conseguido el objetivo. Si perdemos, y nos arrebatan el primer puesto, aún tendremos oportunidad de conseguir nuestro objetivo. Así que... ¿por qué empezar ya a escribir el clímax de este drama al que aún le faltan varias escenas de enredo? Es más... Pienso: ¿realmente es un objetivo, o es un sueño? Después de 35 años, después de tantas temporadas viendo como, en la liga regular o en el play-off, en grupos o por eliminatorias, por lo que fuera o por lo que fuese, siempre acabamos quedándonos donde empezamos; siempre seguimos, eternamente, volviendo a despertar en la Segunda B... Entonces, ¿no es un sueño más que una realidad?
Tampoco me voy a poner poético de manera gratuita, aunque se me dé bien, pero, dejadme que diga esto: los sueños, de vez en cuando, se cumplen. A veces pasan 35 años. Otras veces, una vida entera. Pero, en ocasiones, resulta que se hacen realidad. Y sucede que ocurre cuando menos te lo esperas. Solo hay un secreto para que ocurra o para que pueda ocurrir: no dejar de intentarlo nunca. Y creo que por eso es por lo que la afición del Barakaldo, incluso cuando ganan, siempre corean aquello de que el Barakaldo nunca se rinde. Así quedemos primeros, segundos, o suspendidos en un limbo infinito de 35 años: nunca nos rendimos. Hoy tampoco. Y mañana, pase lo que pase, tampoco.
Tampoco me voy a poner poético de manera gratuita, aunque se me dé bien, pero, dejadme que diga esto: los sueños, de vez en cuando, se cumplen. A veces pasan 35 años. Otras veces, una vida entera. Pero, en ocasiones, resulta que se hacen realidad. Y sucede que ocurre cuando menos te lo esperas. Solo hay un secreto para que ocurra o para que pueda ocurrir: no dejar de intentarlo nunca. Y creo que por eso es por lo que la afición del Barakaldo, incluso cuando ganan, siempre corean aquello de que el Barakaldo nunca se rinde. Así quedemos primeros, segundos, o suspendidos en un limbo infinito de 35 años: nunca nos rendimos. Hoy tampoco. Y mañana, pase lo que pase, tampoco.
El año que jugamos en Tercera división visité Gobela, el campo del Arenas de Getxo. Ganamos 1-2 pero no nos sirvió para quedar primeros. Esta vez, volvemos a buscar lo mismo. La historia y sus nudos cojonudos que tienen mucho sentido del humor. Ahí volveremos a estar otra vez. Sin bufanda, sin sapos y culebras en mi garganta, con mucha ilusión y con buena compañía. Justo como creo que se disfruta mejor del fútbol en directo. Seamos o no seamos el mejor Barakaldo de los últimos 35 años, la temporada ha sido de chapó y los jugadores y el cuerpo técnico se merecen un verdadero aplauso de reconocimiento porque, seamos o no seamos, lo que han conseguido es que podemos serlo y podremos seguir siéndolo la semana que viene. Eso es lo único que les pedimos: que crean más que que sean. Y este año creemos.
Que viene a ser lo mismo que llevamos haciendo los últimos 35 años. Y en un par de semanas, hago 40. Qué rápido pasa el tiempo. Zas, y en un sueño y no sueño, te ves en Segunda división.
¡Aupa Baraka!
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