Ayer llegó al curro un compañero italiano al que hacía tiempo que no veía. Aficionado al ciclismo y cicloturista, siempre que coincidimos, ya sea en casa o en el extranjero, cuando dejamos de lado los asuntos laborales, siempre acabamos hablando de ciclismo. Ayer fue el primer tema, casi antes incluso de decirnos hola: Michele Scarponi.
Voy a intentar no caer en lo más sentimental, y dejaré de lado la historia del loro, el funeral vestido con el buzo de trabajo, las lágrimas de Alejandro Valverde, las declaraciones de Fabio Felline o todos los mensajes que se han podido leer en las redes. Para todo eso, tenemos a la prensa deportiva.
Scarponi falleció mientras entrenaba en la zona en la que residía, Filottrano, una pequeña localidad de menos de diez mil habitantes en la región de Ancona, donde llegó el día antes después de participar en el Tour de los Alpes, antiguo Giro del Trentino, donde ganó Geraint Thomas y Scarponi acabó entre los mejores y ganó la primera parcial. Su última victoria como profesional. En la última etapa, con Domenico Pozzovivo y Geraint Thomas disputándose la clasificación final camino de Trento, a Scarponi se le vio bien, aprovechando el descenso para enlazar el primero con los más fuertes. Se estaba preparando a conciencia para disputar el Giro de Italia como líder del Astaná, más aún después de que su compañero y compatriota, Fabio Aru, anunciara que la prueba italiana no entraba en su calendario.
A sus 37 años, el veterano corredor italiano se encontraba en una situación excepcional para luchar por su segundo Giro de Italia. Por primera vez en su carrera, tenía una gran estructura para apoyarle. Desde que debutara de la mano de Bruno Cenghialta en el Acqua & Sapone, demostrara su futuro en el Domina Vacanze con Gianluigi Stanga y aceptara la oferta de Manolo Saiz para pasar a Liberty Seguros, su progresión se vio cortada por culpa de la Operación Puerto, aunque, al final, esta se cerrara sin ningún tipo de penalización para el italiano. Pasó luego por equipos más humildes del pelotón italiano, de mano del incombustible Gianni Savio, hasta que el Lampre le devolvió a lo más alto de la élite y el Astaná de Giuseppe Martinelli le recogió como un escudero de lujo para sus líderes.
En todos esos años de carrera, Scarponi llegó a disputar 11 Giros de Italia, 4 Tours de Francia y 5 Giros de Italia. Excepto en los que abandonó, siempre hizo entre los cincuenta primeros, acabando entre los quince primeros en 5 Giros de Italia y 4 Vueltas a España. Sus mejores resultados fueron en la ronda más importante de su país, haciendo 4º hasta en tres ocasiones y ganando el Tour de 2011 después de la descalificación de Alberto Contador. En su palmarés, brillan etapas en el Giro de Italia, el Giro del Trentino, la Tirreno-Adriático, la Volta a Cataluña o la Settimana Lombarda. No era un ganador excelso, era un escalador puro, inteligente en carrera, y, en sus últimos años, un gregario con currículo. Fuera de la carretera, e incluso en ella, sus compañeros de profesión resaltaban su carácter abierto, positivo y asertivo, su sonrisa y su buen rollo, pero, esas cosas, a menudo, pasan desapercibidas hasta que no suceden casos lamentables como el que sucedió el 22 de Abril cuando salió a entrenar y encontró la desgracia en un cruce.
Esta misma semana a Yoan Offredo le atacaron en la carretera mientras entrenaba. La lista de corredores atropellados, profesionales y aficionados, no deja de crecer. No quiero añadir más nombres propios, recuperar más recuerdos dolorosos o aprovechar la ocasión para recurrir a ese sentimentalismo fácil que no debe tapar el verdadero problema: la carretera. Hay espacio para todos. Hay lugar para que tanto ciclistas como conductores como peatones reflexionen sobre sus usos y costumbres a la hora de coincidir en la carretera. Hay que pensar primero en la vida y después en la prisa. Y no sé qué más añadir.
Tenía preparada otra entrada más agradable y relajada para recuperar el tema ciclístico en este blog. Más aún cuando vuelvo a pasar por un período en el que cuesta encontrar tiempo y oportunidades para escribir aquí. Sin embargo, parecía obligado despedir a Michele Scarponi. En breve, recuperamos un tono más desenfadado y hablamos de otras cosas.
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